lunes, 28 de diciembre de 2009

Breve manual para criticar lo que se hace bien (publicado originalmente el 28/12/09 en www.lapoliticaonline.com)

Los 6 años de Gobierno kirchnerista son vulnerables a varias críticas: casos de corrupción, no sistémica, pero corrupción al fin; política de extrema confrontación; ausencia de una reforma tributaria que permita atacar desde uno de sus cimientos la injusta redistribución de la riqueza; la destrucción del INDEC; pactos coyunturales con los Barones bonaerenses; presiones hacia las provincias por cierto manejo discrecional de la Caja; ausencia total de una política de Estado de recuperación de los cada vez más escasos recursos naturales estratégicos; poco apego a las formas, etc., etc. La lista podría seguir.
Sin embargo, las críticas que más se oyen no son éstas. En este sentido, Kirchner tiene razón cuando afirma “Nos critican por lo que hicimos bien”. En otras palabras, a juzgar por los discursos de “la gente”, los K resultan imperdonables por: el ensanchamiento del Estado especialmente en lo que tiene que ver con políticas sociales; el regreso a un sistema jubilatorio estatal y “solidario”; la política de Derechos humanos; una suerte de principio innegociable, llevado a límites absurdos a veces, de no reprimir la protesta social; una Ley de Medios audiovisuales que apunta al corazón de la corporación monopólica; la recuperación de Aerolíneas Argentinas; el intento, torpemente formulado, pero intento al fin, de aplicar retenciones a los productores de soja como parte de una política redistributiva; la asignación por hijo que no es universal pero casi; el impulso a una Nueva Corte Suprema independiente; el crecimiento del presupuesto en Educación (por Ley), a un 6% del PBI; más de 15 aumentos a los jubilados y una Ley que actualiza los haberes dos veces por año; la suba general de los sueldos por sobre la inflación real (no la del INDEC), etc., etc. La lista aquí también podría seguir.
Sin duda no resulta fácil criticar este último bloque de acciones del Gobierno. De aquí que me permita proponerles dos principios como una suerte de “Breve manual para criticar las cosas que se hacen bien”.
El primer principio del Manual es archiconocido aunque no por eso poco usado. Se trata de la famosa “falacia ad hominem”. Este eficaz artilugio retórico apunta a las características de la persona que realiza determinado acto y no al acto en sí. Por ejemplo, podríamos afirmar “Todo lo que dice tal persona es falso pues es ladrón/malvado/menor de edad/calvo/obeso/crítico del tiki tiki de Cappa, etc. Sin embargo, está claro que aun el individuo más aborrecible de la historia de la humanidad puede realizar un acto bueno o decir la verdad. Con los K esta falacia es recurrente pues ellos son la “yegua” y “el tuerto”, los “demonios”, los “montoneros”, “los que se sacaban la foto con Menem”, los “Ceaucescu”, los “auténticos peronistas”, los “falsos peronistas”, “los que, a pesar de que me permiten decirlo, no toleran la libertad de expresión”, los “chavistas”, los “capitalistas”, los “ricos”, “la fea con botox”, “el feo sin botox”, “los que no respetan las instituciones”, los “populistas”, etc., etc. Dado que son algo de todo esto, todo lo que hagan es nocivo.
El segundo principio es un poco más complejo aunque es primo hermano del primero y tal vez, más que un principio sea un derivado del mismo. Se trata de la idea de mostrar que detrás de cada acto bueno hay un motivo espurio. Así, todo acto elogiable es en realidad parte de una estrategia que esconde el mal. Todo lo que “es” es sólo un “parecer”.
Según este principio, si los K quieren una 125 y estatizan los fondos de jubilaciones es porque desean “Caja” ni siquiera para el Estado sino para sus bolsillos; si se extiende la asignación por hijo, como pedía toda la oposición, se lo hace para fomentar el clientelismo; si se toma una decisión firme respecto de una política de Derechos Humanos se lo hace por venganza trotsko-montoneril, para robarle las banderas a la izquierda, para fingir una posición políticamente correcta o para hacerse los “monto” cuando no lo fueron; si se tienen las agallas para librar una batalla feroz contra la corporación de Medios logrando una Ley difícilmente objetable, se lo hace contra la libertad de Prensa o por una afrenta personal contra Ernestina, Magnetto, Vila y Manzano; si se logra una Corte Suprema independiente, se trata de un hecho menor frente a la injerencia del poder ejecutivo en el Consejo de la Magistratura; si no se reprime la protesta social que corta calles es porque el gobierno busca la anarquía y desea que la clase media compre autos pero no pueda circular; si se aumenta el presupuesto en educación, con el consecuente crecimiento fenomenal de los sueldos docentes (alrededor de un 500% en 6 años en el caso de los universitarios), se reconquista el 82% móvil, se termina con el desastroso polimodal y se incentiva y se efectiviza el regreso de los investigadores que habían emigrado, se trata de una mera puesta en escena para lograr que la Cámpora tenga una representación en la Universidad, los gremios docentes de la Ciudad molesten a Macri y para que los intelectuales de izquierda sean condescendientes con el Gobierno en Carta Abierta; si los sueldos en blanco (y los sueldos en negro aunque en menor medida) aumentan más que la inflación real, se trata de una forma de poner de su lado a los sindicatos y los nuevos movimientos sociales; si se aumenta a los jubilados es porque siempre estamos cerca de una elección.
Estos dos principios algo más desarrollados, con fotos y un poquito de combustible espiritual para que no se deprima en estas fiestas, estará prontamente disponible en kioskos, taxis y como compra opcional de los diarios con mayor tirada. Será el mejor regalo para el año que comienza. Brindo por ello.

domingo, 20 de diciembre de 2009

El anacronismo totalizante (publicado originalmente el 21/12/09 en www.lapoliticaonline.com)

Resultaría simple incluir la designación de Abel Posse en la línea de nombramientos eufemísticamente llamados “controversiales” que formarían parte de un plan maquiavélico del Jefe de Gobierno por rodearse de la rémora del pensamiento procesista, si bien no por simple esta afirmación sería del todo falsa.
Sin embargo, la designación del nuevo Ministro de educación porteño en el paradójico contexto de la necesidad de renovación del Gabinete a dos años de asumido, debe circunscribirse a un fenómeno un poco más complejo en el cual Macri, consciente e inconscientemente ayuda, pero no lidera. Es esto lo más incómodo pues, para aquellos que intentamos pensar la actualidad política, se nos haría un favor si descubriésemos que la realidad responde coherente y tajantemente a una divisoria “buenos y malos” encabezada por líderes bien precisos. Así, si simpatizáramos con el oficialismo diríamos que todo lo que hace Macri es nefasto y fascistoide, y si nos viésemos agobiados por la crispación kirchnerista diríamos que todo lo negativo existente sobre la faz de la tierra, incluyendo la ausencia de lluvias o la mala maniobra rutera de un señor llamado Fernando Pomar, obedece al montoneril trotsko-lenisnimo que lidera nuestro “simulacro de República”.
En el Macrismo conviven, al igual que en otras fuerzas, distintos tipos de identidades que van desde liberales (algunos bastante tibios), arrepentidos ex integrantes del PC, evangelistas y apologistas de la dictadura. Esta es una confluencia sin líder, una mera agrupación de contingencias. Así el problema de Macri no es el eslogan de la (ideología de la) desideologización sino la falta de rumbo y el fracaso de sus políticas: considerar que el problema educativo de la Ciudad es un asunto de Infraestructura, de techos que se caen; que el sistema de salud falla porque lo usan no residentes porteños y porque hay muchos locos juntos en el Borda; y, por último, por entender que el porteño exige una policía propia cuando sólo reclama seguridad. Es sobre estos puntos que debemos hacer las valoraciones pues si hay prejuicio se sesga el juicio. Aquí otra vez, el problema de Posse no es tanto el hecho de que haya ostentado un cargo durante la dictadura. Invalidar la discusión partiendo desde allí supone una revitalización del “algo habrán hecho” sólo que desde la izquierda, por el cual Videla y cualquier técnico de quinta línea (no era el caso de Posse, por cierto), son igualmente responsables del terrorismo de Estado.
Posse es execrable por defender la probada judicialmente falsa teoría de los dos demonios; por condenar el derecho de huelga; por defender una insólita teoría por la cual la “entidad asesino” está por sobre la “entidad biológica” (SIC) de lo cual se seguiría que un chico de 6 años que mata a otro debería tener cadena perpetua tanto como un tiburón que en el Caribe se indigesta con un turista argentino desprevenido. Como intelectual es pobre y no hace más que teñir con pomposa osamenta barroca los pareceres del más vulgar sentido común. Es, al igual que Biolcatti, un hombre poco afecto a la democracia que no suscribe a la idea de “Luis-dieciséisización del Gobierno bonaerense” porque todavía no le han preguntado. Es parte de un grupo de provocadores que sólo pueden recibir apoyo parcial a sus ideas, fogoneados por comunicadores pacatos que no son antidemocráticos, son simplemente propietarios asustados.
Me animo a decir que Posse durará un verano y que los precios internacionales harán que Biolcatti tenga su otoño, increíblemente para la latitud Sur, cuando pueda volver a hacerse su agosto. Los ecos de autoritarismos intempestivos aparecerán de vez en cuando para provocar y dividir aguas pero no podrán pasar ningún test electoral. Serán parte de una realidad fragmentada, con ideologías y con estrategias que tendrán incidencia pero acotada; con resistencias, incoherencias y matices. Será el momento en que la opinión pública observe que el gran pecado de Posse como intelectual es el anacronismo de un pensamiento que no puede tolerar la intemperie de asumir una realidad en la que ya no es posible dar una explicación simple, lineal, clara y totalizante.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El destino transversal (publicado originalmente el 7/12/09 en www.lapoliticaonline.com)

No es fácil desbrozar el camino y quitar de éste el triunfalismo, la exageración y el odio visceral con que se analizó el episodio legislativo por el cual el kirchnerismo perdió la mayoría en las comisiones y en la Cámara de diputados en general. Para realizar tal tarea, sin duda no parecen ser de ayuda aquellos que con extrema liviandad e irresponsabilidad intelectual, afirman que lo que viene es “el fin del stalinismo patagónico”, o equiparan los movimientos sociales kirchneristas con las fuerzas que apoyaban a Mussolini y Hitler. De aquí que no me ocuparé de este tipo de apreciaciones y dejaré que los archivos se burlen de ellos el día de mañana.
Lo más fácil de analizar son los datos más o menos objetivos, a saber: es falso que esta es la primera vez que el kirchnerismo no es mayoría en las cámaras. Quienes afirman esto faltan a la verdad por omitir que recién en 2005 el kirchnerismo comenzó a traducir en representación en las cámaras el creciente apoyo que las medidas de gobierno empezaban a tener entre una ciudadanía que apenas dos años antes le había otorgado sólo un 22% del voto a Néstor Kirchner; y, además, desconocen que cuando lo que está en juego son leyes que afectan intereses o creencias profundas la supuesta homogeneidad y el carácter monolítico de los bloques no son más que la descripción temeraria de una dudosa ontología (el resquebrajamiento del bloque oficial durante y después de la 125 y la forma en que se eludió el tratamiento de una ley a favor del matrimonio gay son ejemplos cercanos).
Pero lo más difícil es saber lo que vendrá. Aquí, me atrevería a afirmar que contrariamente a la opinión mayoritaria, la clave de supervivencia del kirchnerismo no es un deslizamiento hacia la moderación, es decir, hacia los reclamos que provienen de la derecha, si no más bien lo contrario. En otras palabras, aunque resulte paradójico, sólo en la radicalización de políticas de centroizquierda, el kirchnerismo podrá lograr un consenso (acotado) que acerque a representantes de fuerzas alejadas de los dictados del establishment económico-discursivo (para muestra, en este sentido, obsérvese lo ocurrido respecto de la ley de Medios).
Por todo esto, otra vez, quizás paradojalmente, el presente del kirchnerismo lo obliga a refugiarse en la otrora rechazada transversalidad que, en esta etapa, no forma parte de un proceso amplio que teóricamente iba a incluir a diferentes sectores de la ciudadanía con ideales progresistas sino que se restringe a acuerdos de cúpula entre los representantes de la centroizquierda y el kirchnerismo a la hora de impulsar determinadas leyes. Por supuesto que cualquier no kirchnerista que apoye una propuesta oficialista se habrá “borocotizado” mientras que cuando un aliado del gobierno como Cobos, Solá y Graciela Caamaño, entre otros, todos elegidos en las listas del FPV, se pase a las filas opositoras se transformará en un hombre digno, con valor y conciencia. Pero ese será un tema de los videographs y de los noteros. Lo que importa es que la propia lógica confrontativa de Kirchner y la intransigencia de la derecha llevan indefectiblemente al oficialismo, casi al mejor estilo de una tragedia griega, a retornar a una estrategia transversal por el camino de la profundización de las políticas que afectaron intereses de grandes corporaciones. Demostrado que la pejotización no garantiza ganar elecciones y sin embargo supone cargar con el lastre de apoyar barones bonaerenses; y comprobado que una alianza con moderados como Cobos aporta sólo un mínimo apoyo para triunfos circunstanciales, el destino parece decirle al oficialismo que su supervivencia estará en reestructurar una alianza entre sectores progresistas que incluya al “peronismo de izquierda” y, contra aquellos que exigen moderar las acciones, radicalizar la agenda.

domingo, 8 de noviembre de 2009

El ingreso por niñez: entre la focalización y la universalidad (publicado originalmente el 9/11/09 en www.lapoliticaonline.com)

Con el nuevo plan de ingreso por niñez, el gobierno no sólo ha logrado dar un salto cuantitativo en lo que respecta a combatir la pobreza y la indigencia sino que ha obtenido un triunfo en el plano discursivo instalando que es universal aquello que no lo es. En otras palabras, el ingreso a la niñez propuesto por el Gobierno, sumado al resto de los planes que directa o indirectamente benefician a los niños, incluye a millones de menores pero no a todos. Esta diferenciación entre un plan que beneficie a todos sin ningún tipo de exclusión y uno que beneficie sólo a aquellos que lo necesitan, generalmente es representado como la discusión en torno a una política pública universal o focalizada.
En este caso puntual, el modelo universal de ingreso a la niñez, abarcaría a todos los menores de 18 años independientemente de su contexto económico y social. El focalizado, en cambio, apuntaría a que el beneficio llegue “sólo” a los hogares pobres. Si bien uno y otro modelo son apoyados por actores de ideología disímil, de buena parte de los debates suele seguirse que el ingreso universal se caracterizaría por ser una política progresista, frente a la focalización clientelística que estimularía el Gobierno. Considero que esta es una simplificación propia de cierta visión demasiado lineal de las cosas.
Conceptual e históricamente, la visión universalista es el correlato de las ideas emergidas en el siglo de las luces y que han tenido su complemento político necesario a lo largo del siglo XX con la inclusión plena de las mujeres a la ciudadanía. Que jurídicamente todos seamos iguales, a pesar de nuestras diferencias físicas, es una conquista contra todo tipo de discriminación. Sin embargo, diferentes comunidades en el contexto de las problemáticas específicas de cada sociedad han denunciado que la igualdad de oportunidades es solo presunta. De esta manera, grupos étnicos y religiosos, minorías sexuales, mujeres y desclasados en general, han levantado la voz exigiendo algún tipo de política específica focalizada en el grupo en cuestión para que aquella igualdad ideal se transforme en un hecho. Esta política focalizada, conocida como discriminación positiva o affirmative action, es la que introdujo el cupo femenino en la legislatura de una decena de países; el otorgamiento de la propiedad colectiva de la tierra a comunidades indígenas de buena parte de Sudamérica; el cupo especial para estudiantes negros en las universidades de Brasil y Estados Unidos entre otros y diferentes derechos especiales para determinadas comunidades en el ámbito educativo a lo largo de todo el planeta. Sin dudas, todas estas medidas focalizadas son profundamente progresistas y quedó de manifiesto el beneficio producido frente a una universalidad que en su recelo hacia la diferencia a veces resulta incapaz de dar cuenta de la diversidad. En el caso específico del ingreso por niñez en Argentina hay un sinnúmero de razones a favor y en contra de cada modelo además de elementos técnicos muy puntuales que no pueden pasarse por alto. Por ejemplo: la política focalizada del Gobierno, a través de los diferentes planes sociales, ya cubría, antes del anuncio, de alguna manera, a casi el 80% de los menores de 18 años, con lo cual se trataba de una “focalización casi universal”. Con la novedad de la propuesta del ejecutivo alcanzaríamos un número todavía superior con lo cual llegaríamos a una suerte de universalización como suma de focalizaciones, lo cual, por cierto, como se verá a continuación, aunque no parece la mejor opción en tanto no comprende que el salto del “foco” al “universo” es cuali antes que cuantitativo, supone una mejora relevante al menos en el corto plazo además de operar como un buen incentivo para inyectar pesos en el mercado interno.
Como varios estudios lo demuestran, que todos los niños puedan recibir una suma fija por mes supone una erogación inmensa por parte del Estado. Esta dificultad puntual se complementa con otras propias del modelo y que, en este caso, supone que apoyados en la universalidad, el dueño de un country reciba por su hijo lo mismo que recibe el padre indigente por cada una de sus 6 criaturas. Sin embargo, la universalización tiene a favor un ahorro importante en burocracia y la posibilidad de eliminación de las mediaciones, a veces clientelares, que suelen necesitar los planes focalizados. Por su parte, el modelo focalizado, aun cargando sobre sus espaldas el costoso gasto en cuadros técnicos de todo tipo, puede resultar más justo en tanto permite un seguimiento de las diversas problemáticas de cada uno de los casos. Asimismo, si bien pueden propiciar relaciones clientelares, también puede no hacerlo cuando está a cargo personas honestas que conocen el barrio y a las familias que necesitan ayuda, algo que al Estado le resulta casi imposible. Son estas mismas redes las que también pueden permitir que niños que ni siquiera tienen documentación y que resultan “invisibles” para las políticas universales del Estado, realicen los pasos necesarios para alcanzar los beneficios.
En síntesis, la propuesta del gobierno es una medida importantísima en pos de crear derechos allí donde parecía no haberlos. Que este tipo de ayuda se naturalice sería el mejor legado que el plan puede dejar y más allá de que la medida tenga también la lectura política de haberle quitado a la oposición una propuesta “políticamente correcta” incluso sostenida por sectores de derecha que “corrían al Gobierno por izquierda”, el ejecutivo debiera tomar conciencia que resulta falso adscribir al modelo de la universalidad un carácter progresista en sí puesto que ambos modelos tienen elementos a favor y en contra. Descansar abstractamente en las bondades de un modelo u otro, sería un error producido por el soslayo de las particularidades de sus entornos de aplicación.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Pensando la reforma política (publicado originalmente el 30/10/09 en www.lapoliticaonline.com)

Tras la sanción de la Ley de Medios, el gobierno ha enviado el proyecto de Reforma Política al Congreso. Si pudiera resumirse, la iniciativa propone un sistema de internas abiertas simultáneas y obligatorias tanto para partidos como para los ciudadanos, un nuevo modo de financiamiento de la propaganda y un umbral más exigente de afiliados para que los partidos no caduquen y estén en condiciones de presentarse a una elección.
Expuesta así, la reforma tiene varias consecuencias si bien en general hay buenas razones para indicar que se trata de una reforma que favorecería a los partidos grandes. Tal afirmación se sustenta en el mínimo de afiliados permanentes exigidos (5 por 1000) y en la “alta” cantidad de votos que debiera sacar un candidato en las “primarias” para poder presentarse en los comicios generales (más del 3% del distrito en disputa). Esto es lo que hace que los ansiosos de títulos rimbombantes afirmen que se trata de una nueva negociación entre PJ y UCR para lo que sería una reedición del pacto de Olivos. Está claro que, entre otras concesiones, Menem le otorgó a Alfonsín la introducción de la figura del senador por minoría como forma de eternizar el bipartidismo y garantizar alternancia y un mínimo de representatividad para ambos partidos. Sin embargo, debemos matizar la idea de que la reforma que propone el gobierno de CFK sea enteramente a medida de los partidos tradicionales. Esto tiene que ver con que, al someterse a una votación abierta y obligatoria disminuye la capacidad de los aparatos de los grandes partidos para determinar “a dedo” sus candidatos. Además, permitiría que la ciudadanía no se vea expuesta a dirimir en los comicios generales la interna de los grandes partidos desmembrados como viene sucediendo con el PJ últimamente. Por otra parte, una distribución por parte del Estado del dinero a utilizarse en las campañas (50% igual para todos y el otro resto distribuido proporcionalmente en función de los votos obtenidos en la última elección) favorece a los partidos chicos en dos sentidos. Por un lado, ningún partido pequeño había contado antes con un presupuesto que sea, digamos, como máximo la mitad del de uno grande. En otras palabras, cada dos afiches de Kirchner, tendríamos como mínimo uno de Altamira. En segundo lugar, que sea el Estado el que maneje esos recursos pondría coto a la vehemencia dilapidadora de los candidatos magnates. De esta manera, en un enfrentamiento de la Selección Argentina, deberían mostrarnos la cara de Luis Zamora o los pectorales de Cherasny casi tanto como el tatuaje de De Narváez.
Además, cabe hacerse una pregunta más general y es: si fuese verdad que favoreciera a los partidos grandes, ¿es esto pernicioso para nuestra democracia? La crisis de la UCR y del PJ, la cantidad de dirigentes corruptos e ineptos que llevaron a una crisis de representatividad del sistema mismo, bien podrían ser indicios de una respuesta afirmativa. Sin embargo también es verdad que el único mérito de la nueva política, (salvo contadas excepciones) fue peinar menos canas, es decir, un mérito estrictamente cronológico (o un milagro capilar) y que la multiplicidad de partidos emergentes tras la crisis de 2001 no generó ni propuestas ni cambios demasiado sustanciales. Más aún, en un informe de la cámara Nacional electoral de agosto de 2008, se indica que existen 703 agrupaciones a lo largo de todo el país, de las cuales sólo 219 cumplen con el requisito mínimo de afiliados. A esto agreguemos que en la Ciudad de Buenos Aires hay 15 agrupaciones que ni siquiera suman 10 afiliados (SIC) y que, sin embargo, reciben dinero por parte del Estado.
Para decirlo de otra manera, no resulta esencialmente mala la idea de una reforma en el sistema electoral que ayude a detener la atomización y promueva partidos institucionalmente más fuertes, especialmente, si, como parecemos suponer, consideramos que una democracia de partidos es el sistema menos peor en el que preferiríamos vivir. Lo otro es coyuntura, periodismo de espectáculos aplicado a la política puesto que si bien los sistemas electorales son muchas veces determinantes, como en el caso de la Ley de Lemas en Santa Fe, hasta ahora no han podido por sí solos ganar una elección. Si esto llevará a que Cobos deba resolver la interna en la UCR y si Kirchner tendrá la capacidad de poder doblegar la oposición al seno mismo del PJ para domeñar la tropa díscola debajo del tradicional verticalismo peronista es un asunto bastante menor ya que especialmente resulta claro que la reforma propuesta deberá lidiar con las otras variables que juegan en política, como mínimo a la par, de la determinación de un sistema electoral, esto es: clivajes, sistema de partidos preexistente, etc.
Probablemente no sea esta la reforma profunda que nos merecemos pero resulta sin duda menos trivial que las propuestas de los candidatos de los Medios que, siguiendo los juegos de palabras de la Escuela del Rabino Bergman y Raúl Portal, parecen ser más bien “Medio-candidatos”. En otras palabras, ¿la democracia argentina puede tener un punto de inflexión una vez instaurado el voto electrónico y la boleta única? ¿O se trata simplemente de los dos grandes problemas que tienen los candidatos que saben que Bonelli y Silvestre son útiles para prestar micrófono pero no para llevar las boletas y fiscalizar el Segundo Cordón de Buenos Aires? Por otra parte, ¿resulta admisible el argumento por el cual se indica que esto no es prioridad y que en tanto tal, debiera tratarse después del 10 de diciembre? Es decir, ¿resulta menos importante el contenido de la ley que el hecho de quién levante la mano para votarla?
Así, mientras el oposicionismo se debate en una frivolidad autointeresada, CFK parece decidida a emular la hiperkinética y compulsiva necesidad de imponer la agenda, algo que caracterizó buena parte del gobierno de su marido. En esta coyuntura y para esta oposición, un gobierno decidido a tomar la iniciativa, mal o bien, acertando o no, incluso equivocándose mucho, resulta, de por sí, demasiado.

martes, 20 de octubre de 2009

La pan-succión y el Cleto Verón

La exhortación maradoniana a una suerte de pan-succión, o succión generalizada, dirigida a buena parte del periodismo deportivo recibió, como era de esperar, un fuerte rechazo corporativo. Sin embargo a diferencia de otras situaciones, no dejó de ser llamativa la forma desencajada en la que se recibió las igualmente desencajadas declaraciones del Director Técnico ex Dios.
La particularidad de tal recepción puede obedecer a múltiples factores: en primer lugar, la alusión específicamente genital resulta particularmente enervante para espíritus conservadores que en varios casos canalizan buena parte de sus perversiones con prácticas muy poco amables para las virtudes cívicas del buen ciudadano; en segundo lugar, resultó obvio que Maradona está pagando caro menos su impericia como Director Técnico que su apoyo a la Ley de Medios y al “Fútbol para todos”. Por último, quizás sea un momento de extrema sensibilidad para buena parte de la corporación monopólica periodística tras la aplastante votación en el Senado.
Ahora bien, más allá de la nueva Ley, lo que el debate sobre los medios puso sobre la mesa fue la explicitación de elementos que la teoría de la comunicación ya había encarado y demostrado hace tiempo. El más insólito, es la revitalización de la discusión en torno a si los medios muestran o no la realidad. En este sentido, paradójicamente, las voces que poco inocentemente defienden una visión ingenua de correspondencia total entre Medios y Realidad y sueltos de cuerpo indican que la gente no es tonta y no se deja llevar por lo que dice la TV, fueron las mismas que indicaban que la nueva Ley ponía a los Medios en poder de un Gobierno que los iba a utilizar para engañar a la ciudadanía e inculcarles la visión setentista y revanchista de la crispación cristinista. De este modo, sólo el interés del Gobierno de turno promueve con éxito el engaño a la ciudadanía, no así el interés del privado.
Por otra parte, y sin aventurarme a asegurar que estamos frente a un punto de inflexión, bien podría decirse que, al menos en parte, la credibilidad del periodismo está puesta en tela de juicio como nunca antes. Los programas de archivo, las operaciones de prensa burdas, los videograph insólitos, el despreciable nivel de noteros y máximos responsables de informar, el “PagniGate” y la continua confusión entre libertad de expresión e impunidad de la pluma y el micrófono, hace que difícilmente hoy se pueda comprender una noticia sin leer entrelíneas la conjugación de una red inmensa de intereses contrapuestos.
De aquí que éstos no sean tiempos para la inocencia pues en los momentos donde se tocan intereses, mal o bien, la pretendida objetividad no es ni siquiera un fantasma que merodea nuestro costado culpógeno. Hay una explicitación obscena de los intereses: ya sabemos que Clarín y La Nación no van a mencionar nada del escándalo del espía vinculado a Montenegro, Macri y el Fino Palacios; también sabemos que esa será la tapa de Página 12 aun cuando por primera vez en la historia un plato volador aterrice en la Cancha de Boca y nos dirija un mensaje sorpresa a través de una nueva señal de Cable cooperativa.
También sabemos que en la cobertura de cualquier noticia se construirán personajes estereotipados que representen la maniquea distinción entre “el presidente que quiere la gente” y Kirchner. En este sentido, en cualquier tipo de controversia se privilegiará la versión “moderada”: Así, el Alfonsín muerto, de repente se transformó en un hombre de diálogo; así también, Verón, aquel acusado de traicionar a nuestro país en el mundial de 2002, ahora es la voz del consenso, el que quiere construir la “Selección Argentina de La Moncloa” para así poder mirar hacia adelante, en contraposición a Maradona, ese hombre que lo tuvo todo, pero ahora sólo reproduce en sus dichos la revancha, el odio y un aspecto privado que corresponde a la orientación sexual y la profundísima intimidad del periodista “Toti” Passman.
En este contexto, sin un nuevo manual de ética que devuelva la credibilidad al periodismo no debería sorprender que los argentinos profundicemos la atomización producto de leer y escuchar sólo lo que deseamos y que una vez consumada la próxima derrota de la Selección se convoque a través de SMS a un cacerolazo pidiendo la renuncia de aquel tipo cuyo único mérito ha sido engañar a todo el mundo convirtiendo un gol con la mano frente a los ingleses.

martes, 6 de octubre de 2009

¡Viva la huelga! (publicado originalmente el 7/10/09 en www.lapoliticaonline.com)

En ocasión del conflicto por los despidos en Kraft, firmado por diversas agrupaciones de izquierda, aparecieron una serie de carteles en varias dependencias de la Universidad de Buenos Aires afirmando “Viva la huelga”. Asimismo, desde hace unos días, por otras razones, los grandes Medios comenzaron a cubrir todas las protestas existentes, especialmente aquellas que afectan el tránsito de la Ciudad. La confluencia no debe sorprender puesto que, una vez más, ambos sectores se benefician con la hipótesis del caos. Por izquierda, porque insólitamente se sigue descansando en la idea de que es necesario agudizar las contradicciones; por derecha, porque el caos genera miedo y el miedo, que muchas veces es zonzo, es el principal fundamento para propiciar excepciones que van, casi siempre, en contra de las libertades individuales.
Y sin embargo, ambos enfoques no están totalmente equivocados.
¿Cómo lograr visibilidad si no se molesta? Si no hay “protestódromo neustadtiano”, ¿qué otro lugar mejor que la calle para hacer conocer un reclamo?
Por otro lado, ¿es posible que el pensamiento progresista y de izquierda tenga un desprecio tan profundo por el espacio público? Más específicamente: ¿es posible que no haya clases en el Buenos Aires porque 12 chicos fueron castigados por irse sin permiso o que se tomen las facultades en apoyo a la huelga de Kraft? ¿Los cientos de miles de personas que viajan en el subte todos los días pueden ser rehenes de la interna gremial? Sin ánimo de ofender: ¿Puede ser que 20 tarados se arroguen el derecho de apropiarse de una avenida, un puente o cualquier espacio perteneciente a todos, por cualquier razón?
Los dos grupos de preguntas, los de una visión “más de izquierda” y los de una visión “más de derecha”, están conformados por preguntas retóricas. Sin embargo, resulta obvio que en la práctica hay colisión de intereses y derechos si se sigue al pie de la letra lo que estas preguntas suponen y, para escándalo de los amantes del consenso fácil, (aquellos que afirman que la mejor manera de resolver entre dos extremos, es eligiendo el medio), resulta imposible hallar una solución que “beneficie a todos”. En la práctica “el medio de los extremos” es inasible y más bien el péndulo oscila de izquierda a derecha y viceversa dependiendo el color del gobierno, la sociedad y la época.
Sin embargo, lo que cabe plantearse es cuál es la razón de este regocijo por el caos; regocijo que, como indiqué al principio, beneficia las hipótesis conspirativas tanto del taxista que escucha AM como del estudiante de Ciencias Sociales. Una vez reflexionado el tema, aun admitiendo la misma cantidad e intensidad de conflictos, probablemente el taxista apagará la radio para dejar de oír los “¿Hasta cuándo?” y el cartel de la Facultad que decía “Viva la huelga” indicará “Viva el trabajo”.

lunes, 28 de septiembre de 2009

La ley Guantánamo del control remoto

En un momento donde todos los Medios, los opositores al gobierno y los pocos aliados, libran su batalla de manera grosera, resulta cada vez más dificultoso encontrar palabras que ayuden a pensar. Probablemente tampoco sea esta columna el espacio donde usted las encuentre, pero bien vale el intento. Digamos, como primera medida que si bien el gobierno tiene razón en suponer que esta es, si no la madre, la “tía de todas las batallas”, muchas veces exagera con darle a cada acto de gobierno un cariz épico y sin antecedentes. Así suele abusar generalmente de incluir todas sus acciones dentro de un gran plan libertario que rescata parte de la liturgia peronista además de seguir la línea de la retórica binaria del “ellos y nosotros”. En esta línea, los K son injustos cuando buscan erigirse como los únicos que han hecho algo contra la dictadura. Como parte de esta visión y quizás también como estrategia, se dice que la actual ley de radiodifusión debe ser reemplazada por ser de la dictadura. Presentado así el argumento K tiene al menos 2 flancos: por un lado, existen otras leyes de la dictadura que el gobierno no tiene apuro en derogar y al mismo tiempo, por oposición, es falso que toda ley de la democracia sea buena; por otro lado, que sea de la dictadura no supone necesariamente que estemos obligados a tratarla antes del 10 de diciembre.
Al exponer las cosas de este modo el gobierno se equivoca pues olvida que lo central es que además de no tener la legitimidad, el contenido de la ley actual es nocivo para la democracia. En otras palabras, venga de donde venga, el problema de la ley actual es menos su origen viciado que su contenido.
Y si de orígenes hablamos, los argumentos de la oposición cometen la misma falacia: no importa el contenido de la nueva ley. Lo que importa es que es kirchnerista y, en tanto tal, estaría viciada, otra vez, desde un principio. En esta línea es que debe entenderse la lógica del mensaje de Vila equiparando la nueva ley con la última dictadura.
El resto de la discusión es pura negociación, en el peor y en el mejor de los sentidos: así resulta insólito escuchar a buena parte de los opositores afirmar que si, en vez de otorgar sólo un año para desprenderse de los multimedios, la ley diera tres, podría apoyarse. Así, todo el despotrique de la supuesta amenaza a la libertad de prensa queda completamente desdibujado. Es decir, si en vez de un año damos tres, ¿la libertad de prensa estaría garantizada? En esta misma línea, el diputado radical Oscar Aguad, en diálogo televisivo con Agustín Rossi, tampoco tuvo empacho en afirmar públicamente que la ley podría ser aprobada siempre y cuando se respeten los contratos vigentes cuya duración es de diez años. Así, anteponiendo la seguridad jurídica a la libertad de expresión, Aguad sigue la propuesta rabinobergmaniana de priorizar la seguridad aun cuando esto vaya, en algunos casos, en detrimento de la libertad.
Por último, aparece una confusión bastante usual entre lo que entendemos por “garantía” y lo que entendemos por “obligación”. Este error subyace a los argumentos de aquellos que afirman que la nueva ley de medios nos va “a obligar” a escuchar determinadas voces (y ya no sólo “A dos voces”) y, ante todo, nos va a impedir escuchar los temas musicales que elegimos (especialmente los de FM 100). Expuesto así, lo que es una garantía es visto como una obligación: que el Estado asegure espacio para una pluralidad de voces de repente se transforma en una regulación de los contenidos y en controles remoto que han perdido su autonomía. Este salto no encuentra ninguna justificación en una ley cuya única referencia a contenido está en la obligación de que un porcentaje importante de la pantalla sea de producción local. No habla, como sí lo hace la propuesta de Giúdici, del deber periodístico de información veraz, algo que seguramente Reutemann, calificaría entre monosílabos como “muy chavista”.
Abusando de esta confusión, con mucha mala intención, se quiere instalar la idea de que no vamos a poder elegir más los culos de Tinelli y que, como contrapartida, deberíamos contentarnos con los culos de pueblos originarios del nuevo canal “Hot wichi TV” en el 9854 de la pantalla de Direct TV. De hecho, probablemente suceda que los ratings no varíen pues no habrá nunca una novela de un canal cooperativo que pueda competir con “Valientes”.
Más allá de esto no faltará tiempo para que TN hable de que la ley de Medios K será “la Guantánamo del control remoto” y alguna ONG que viva de los subsidios estatales lance una campaña en este sentido a través del Facebook. Lo bueno de todo esto es que, con la nueva ley, tanto TN, como la ONG tienen garantizados por el Estado una señal para poder decir lo que piensan aun cuando esto sea estúpido y ni siquiera verosímil.

jueves, 17 de septiembre de 2009

El fin justifica los miedos

Los debates previos a la media sanción a la nueva ley de comunicación audiovisual han exagerado aún más la histeria, las operaciones de prensa burdas y la remisión a fantasmas dignos de algunas décadas atrás. Los argumentos han ido de los menos a los más triviales pero en las horas previas a haberse votado la ley en diputados todos estos argumentos confluyeron en una sincronía tumultuosa. Desde que los representantes no eran legítimos, pasando por la idea de que esta ley atentaba contra la libertad de expresión, para terminar en un humilde pataleo ante la falta de tiempo para leer las modificaciones. Mayor pobreza intelectual tuvieron aún los periodistas que en “A dos voces” recurrieron a una serie insólita de amenazas sesgadas, tergiversaciones hechas con mala voluntad y, por último, pedidos de clemencia. Así, parecido a lo que ocurrió con el fútbol, primero se apeló al amedrentamiento bajo la idea de que llegarían juicios multimillonarios; luego se buscó instalar un grupo de slogans que en este caso indicaban que TN no iba a poder llegar más a todo el territorio y que Clarín iba a ser cerrado por el único pecado de ser exitoso. Por último, aunque vinculado a esto, se intentó hallar piedad afirmando que muchas personas se quedarían sin trabajo. Contrariando el viejo adagio debería decirse que no sólo la inteligencia sino también la estupidez es limitada. De aquí que sea difícil no ver esto como una demostración del vergonzante intento por defender los intereses del Multimedio. Claro que dentro de los multimedios hay diferentes actitudes, algunas, por supuesto más decorosas. Por eso es que sin llegar a exigir la inmolación por una causa justa, al menos podría implorarse no hacer las veces de idiotas útiles ni sobreactuar obsecuentemente calculando potenciales réditos. A tal punto llegó en algunos casos este nivel delirante de defensa que no pocos de los más importantes periodistas del grupo Clarín salieron a dar un debate semántico y etimológico con la intención de mostrar que en sentido estricto esto no era un monopolio, sino, en todo caso, un oligopolio con un grupo que, específicamente, concentra buena parte del espectro audiovisual y gráfico. Asimismo, en algo que un buen psicoanalista probablemente defina como “proyección”, las principales plumas abrumaron con frases tales como “los K enloquecieron; se desbocaron; están contra las cuerdas, echan espuma por la boca, etc”.
En el medio de este delirio de una cadena nacional privada con una cámara fija en buen parte de los debates y agitando el demonio neomacartista del chavismo, el Gobierno hizo algunas cosas bien. Por lo pronto, se dio cuenta que debía logar un consenso amplio y que la transversalidad perdida podía reeditarse coyunturalmente en el Congreso. Esto fue posible, claro, por una centroizquierda razonable que sabe que la política es una especie de gran pista circular donde correr demasiado por izquierda acaba haciendo que uno llegue por derecha. Es por eso que el Gobierno, vedando el ingreso de las telefónicas y reformulando la composición del organismo de control, logró incluso el apoyo de los que fueron socios del ARI: los socialistas.
Guste o no, el parlamento argentino está demostrando una madurez insospechada. Lejos de ser una escribanía, fue el espacio donde se discutió sin piedad la 125 y donde se siguen discutiendo leyes que suponen cambios estructurales como la eliminación de las AFJP y la ley de Medios.
Por último, aun a riesgo de desdecirme, quizás haya que matizar en parte aquella frase de algunos párrafos atrás que indicaba que muchos de los argumentos de la oposición no pueden ser fruto de la estupidez. Quizás ni siquiera sea sólo por venalidad. Probablemente sea también por un miedo natural, casi un instinto de supervivencia. Por ello, permitiéndome cerrar jugando con los sonidos de las palabras y con la polisemia de la palabra “fin” que funciona como término/límite, pero también como horizonte deseado, quizás debiéramos decir que la mejor frase para explicar tanta verborragia inútil sea “El fin justifica los miedos”.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

La democracia del minuto a minuto (publicado originalmente el 9/9/09 en www.lapoliticaonline.com)

La discusión en torno a la Ley de Radiodifusión enviada al congreso por el Gobierno trajo como consecuencia una interesante controversia filosófico-institucional respecto a los alcances de la representatividad. Me refiero aquí a los fundamentos teóricos que se encuentran a la base del pedido de buena parte de la oposición, los Medios interesados e, insólitamente, la Iglesia y hasta la Mesa de Enlace, para que el proyecto sea tratado después del 10 de diciembre.La argumentación de estos grupos se sostiene en la idea de que el punto de vista de la ciudadanía que se puso de manifiesto el 28 de junio no se refleja en la actual composición de las cámaras. De esta manera, y más allá, de que los legisladores deben cumplir su mandato se dice que este cumplimiento ha perdido legitimidad. Esta forma de encarar la problemática parece obligarnos a hacernos una pregunta que parecería no poder responderse fácilmente. Me refiero a la pregunta acerca de cuánto dura la representatividad. Seguir leyendo esta nota aquí.

lunes, 31 de agosto de 2009

La oportunidad del veto (publicado originalmente el 31/8/09 en www.lapoliticaonline.com)

Como consecuencia del veto presidencial al artículo que eximía del pago de retenciones a buena parte de los productores del territorio bonaerense, han aparecido un conjunto de slogans que, probablemente, serán moneda corriente de los tiempos que se avecinan. Con más agudeza retórica que consistencia teórica, se ha afirmado que con la nueva conformación del Congreso, desde diciembre de 2009, tendremos una “vetocracia” o “congreso cerrado por veto”, ante la posibilidad de que CFK eche mano a ese recurso constitucional para trabar las iniciativas que provendrán de cámaras donde el oficialismo ya no tendrá mayoría absoluta. Quienes ensayan estos titulares inmensamente valorados por zócalos encaprichados en caer en ridículas descontextualizaciones, se reivindican republicanos frente a la afrenta populista que avanza sobre diferentes espacios cuyo rasgo común sería la profundización de nuestra sempiterna debilidad institucional. Asimismo, y como parte de esta línea argumentativa, se suelen exponer algunos casos ejemplares de calidad institucional y seguridad jurídica: Chile y Estados Unidos.Sobre este punto me permitiré marcar un aspecto interesante que la estrategia comparativa ayudará a comprender: en los sistemas republicanos presidencialistas existen diferentes variantes en lo que respecta a la relación legislativo-ejecutivo. Seguir leyendo esta nota aquí

lunes, 24 de agosto de 2009

La conspiración y la ineptitud (publicado originalmente el 24/8/09 en www.lapoliticaonline.com)

En la gran mayoría de los analistas políticos existe un obstáculo epistemológico propio de nuestro espíritu de época. Se trata de las ya conocidas teorías conspirativas, quizás producto del quiebre que en la historia del pensamiento produjeron los teóricos de la sospecha: Nietzsche, Freud y Marx entre otros. Pero más allá de estos nombres, el pensamiento conspirativista es trans-ideológico, no tiene color ni es propiedad exclusiva de alguna corriente de pensamiento.
La sospecha es un reflejo saludable de toda conciencia crítica pero me temo que la complejidad de la realidad argentina se resiste a ser interpretada en términos puramente conspirativos. Para ser más precisos, se debe tener en cuenta una variable central: la ineptitud. En otras palabras hay acciones que llevan a cabo los hombres de nuestra política que no se explican por razones ocultas, grandes planes o segundas intenciones. Se trata simplemente de ineptitud. Seguir leyendo esta nota aquí

viernes, 14 de agosto de 2009

Este sábado 15 en Freeway Radio Fm 90.7

Amigas y amigos: este sábado 15 de agosto a las 12 hs estaré hablando de fútbol y política siguiendo la línea de la última nota que publiqué. La cita es en Radio Freeway de Ramos Mejía, FM 90.7. Se puede escuchar por internet en http://www.freewayrock.com.ar/
Besos y abrazos. Dante

miércoles, 12 de agosto de 2009

El fútbol como derecho y como servicio (publicado originalmente en www.lapoliticaonline.com el 12/8/09)

Finalmente, se cumplió con lo que se venía murmurando en los pasillos. La AFA rescinde unilateralmente el contrato con TSC y el grupo Clarín enfurece de una manera pocas veces vista. A la “trasmisión en cadena” del reportaje al dueño de TyC, en el que no faltaron ni apelaciones a la piedad ni amenazas, se le ha sumado la burda operación de adjudicar un pacto entre dos seres endemoniados: Kirchner y Grondona. Ya sabemos que el ex presidente es el hijo de Belcebú, pero la novedad está en que el otrora “Don Julio”, experimentado y sabio, aparece ahora como un mafioso enquistado en el poder. La primera buena noticia de todo esto, es que, enfurecido el multimedio, probablemente, saldrán a la luz todos los negociados de Grondona que el multimedio hasta aquí tapó. La segunda buena noticia es que se acaba un monopolio que afectaba a los simpatizantes que debían pagar cuantiosas sumas por acceder a ver los partidos y se beneficia a los clubes que alcanzarán una suma más acorde con lo que el negocio genera. Lo que vendrá ahora son las operaciones de prensa, las amenazas y algunos abogaduchos embarrando la cancha. Pero lo que está por detrás de esto es una discusión conceptual: ¿es necesario que el Estado intervenga en el negocio del fútbol? En otras palabras, ¿es posible pensar que el fútbol es un derecho y que, en tanto tal, es un deber del Estado garantizar el libre acceso al mismo a través de las transmisiones vía canales de aire? Seguir leyendo esta nota aquí

domingo, 2 de agosto de 2009

La Mesa con síndrome de Munchausen (publicado originalmente el 2/8/09 en Miradas al Sur)

Cada vez son más frecuentes los casos de lo que se conoce como síndrome de Munchausen por poderes, esto es, una alteración psicológica por la cual el afectado por esta patología promueve que las personas que están a su cargo sufran sucesivos trastornos de salud lo cual puede llevarlos incluso a la muerte. Los que portan este síndrome buscan ser compadecidos ante lo que es un aparente destino sacrificial y a tal fin utilizan todo tipo de artilugios, hasta formas de envenenamiento, para que la persona a cargo nunca pueda quebrar el círculo vicioso de distintas afecciones. Esta parece ser la lógica de la Mesa de Enlace desde el 28 de junio.
Los representantes de las principales entidades del Campo, simplificada y tendenciosamente consideran que en las últimas elecciones la polarización estuvo dada entre “el campo” y el gobierno y que todo voto que no fue al kirchnerismo se transforma automáticamente en un voto a favor de un reclamo que, como una pendiente resbaladiza, comenzó por una disputa técnica sobre un porcentaje en las retenciones para transformarse en una discusión política en torno al modelo de país. Ese deslizamiento que se mueve pendular y esquizofrénicamente entre una crítica a las “formas” del gobierno y la denuncia al “contenido” de las políticas kirchneristas, probablemente comience a desbalancearse hacia el segundo de estos términos más por el debilitamiento del Gobierno que por mérito propio. Por ello, no debe extrañar que el embate contra el gobierno se dirija a romper el cerco del obediente superávit fiscal que hoy se mantiene sólo a nivel primario atacándolo desde diferentes ángulos: por un lado declarando insuficiente toda negociación que no tenga como fin la eliminación de las retenciones o, en su defecto, apoyando una desorbitante ola de subsidios con beneficio equivalente; por otro lado, esto estará acompañado por la tan irresponsable como hipócrita propuesta de sectores de centro derecha en torno a un ingreso universal por hijo y a la presión de la UIA por subir el tipo de cambio bastante más allá que la inflación y mantener a dique las paritarias. Este modelo de desfinanciamento del Estado que llevaría inmediatamente al fin de las políticas neokeynesianas, tendría como corolario la necesidad de acercamiento a los organismos de Crédito internacional, lo cual no es otra cosa que aceptar el convite del brazo ejecutor del síndrome de Munchausen por poderes económicos. Con la misma ambigüedad del farmakón griego que cura y enferma a la vez, el FMI volvería a entrar a escena para cubrir el déficit generado por la ausencia de la entrada de divisas vía retenciones a la soja y por un ingreso universal por hijo que hará las veces de paliativo hasta ser pulverizado por la inflación consecuencia de la subida del dólar.
El eterno retorno de la historia no hace falta desarrollarlo: el Modelo de la Mesa de Munchausen plantea el retorno al endeudamiento del Estado en pos de un sector que se ha visto beneficiado por una coyuntura única e irrepetible. Un endeudamiento que ni literal ni metafóricamente es gratuito y que nos expondrá a repetir el viejo error de no observar que quien dice darnos el santo remedio, poco a poco, acabará matándonos.

lunes, 27 de julio de 2009

Es la caja, estúpido (publicado originalmente el 27/7/09 en www.lapoliticaonline.com)

Una lista incesante de flagrantes eufemismos supuran hoy de la porosa realidad de la argentina dialoguista. Desafiando la clásica distinción platónica entre lo que verdaderamente es y lo aparente, buena parte de los análisis políticos se encuentran signados por un enfoque que no puede ir más allá de la veleidosa superficialidad. A manera de ejemplo, hagámonos las siguientes preguntas: ¿el problema con Moreno son sus malos modales? ¿La CGT no se fracturó porque Moyano pidió perdón? ¿Lo más saliente de la visita de CFK a Paraguay ha sido su impuntualidad? Analicemos cada uno de estos casos.
Guillermo Moreno es la reencarnación del Mal. Es el eje diabólico sobre el cual se debe declarar la Guerra Santa. Está poseído por el demonio y es un soldado fiel a las fuerzas del Odio. Como si esto fuera poco, además, es Secretario de Comercio. Seguir leyendo esta nota aquí

domingo, 19 de julio de 2009

La importancia de aprender a preguntar (publicado originalmente el 19/7/09 en Miradas al Sur)

Cuando se usa y se abusa de un término, se corre el riesgo de tergiversarlo o, en el mejor de los casos, esterilizarlo transformándolo así en una cáscara vacía. Éste parece ser el caso del que resulta ser el concepto central a través del cual gira la política de nuestros últimos años: el diálogo. Sin hacer etimología barata, un acercamiento a los orígenes y al sentido que este término tenía, puede abrir una gama de posibilidades que ayuden a enriquecer la controversia actual. El diálogo fue uno de los medios a través del cual filósofos de todos los tiempos expresaron sus puntos de vista. Desde Platón (y Sócrates a través de él), pasando por Cicerón, Berkeley y Hume entre otros, el diálogo ha sido un formato que rivalizó con otras formas de expresar las teorías filosóficas. Sin embargo, la razón de la elección de un formato u otro no ha sido en todos estos pensadores una cuestión puramente estética. Así, si tomamos el caso de Platón y su maestro Sócrates, encontramos que el diálogo es la única forma de alcanzar la Verdad. Lo interesante de este punto es que, y esto es algo que se ha repensado mucho en la filosofía contemporánea especialmente a partir de los teóricos enfocados en la problemática de la identidad personal, la Verdad ya no está al alcance de una intuición individual ni de un monólogo, sino que necesita de un “otro”. Pero en el caso de Sócrates y Platón ese “otro” debe cumplir con un requisito, esto es, una suerte de cláusula que podemos llamar anti-dogmática: se debe aceptar que todo lo que es materia de diálogo puede ser sometido a un sentido crítico, es decir, nada se da por sentado y siempre es posible seguir preguntando. Es en esta línea que observamos a través de los diálogos de Platón cómo Sócrates interpela a diferentes ciudadanos atenienses haciendo, “simplemente” preguntas.
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miércoles, 8 de julio de 2009

Los campeones morales

Finalmente terminó un campeonato de fútbol muy poco redituable. Con los equipos que más diarios venden peleando por salir de las últimas posiciones, las fechas finales fueron animadas por Vélez, Huracán, Lanús y Colón. Se trata de cuatro equipos sin grandes estrellas, ni técnicos estruendosos, con clubes saneados económicamente, salvo Huracán. En el caso de Vélez, además se trata de un club que vende de club a club, es decir sin intermediarios, camino que parece intentar seguir Lanús. De estos 4 equipos, finalmente fueron Vélez y Huracán los que jugaron el partido final. Sin ningún Fabbiani y sin ningún Chilavert, la única polémica que podía instalarse en los 15 días previos al gran partido era la de oponer dos estilos de juego: el lirismo de los “ángeles de Cappa” y la “solidez” de Vélez. Ninguna de las dos descripciones era enteramente falsa y para un observador externo casi que pudiera funcionar. Pero más allá de ello, planteada la disyunción en estos términos, había un equipo de la “gente”, es decir del periodismo deportivo: Huracán. Así, con la misma inconsistencia teórica de los periodistas políticos, los herederos de Niembro, Araujo y Paenza vivían su semana romántica rescatando el buen juego de Pastore, De Federico y Bolatti, a la vez que otorgaban el título de “sabio de la universidad de la calle” anteponiendo el “Don” a Ángel Cappa. Para la prensa deportiva, Cappa se transformó en el Pino Solanas del fútbol: un hombre sencillo, austero, con grandes ideales, respetuoso y con críticas por izquierda. Mientras estas figuras no resulten una amenaza importante para el establishment serán exaltadas por los comunicadores en tanto son funcionales (algo que, sin duda ni Solanas ni Cappa buscan). Pero podemos establecer otra analogía con la política y tiene que ver con la búsqueda de deslegitimación. En otras palabras, antes de las elecciones y antes de la final del partido, el ganador era “el de la gente”, es decir, cualquier candidato no kirchnerista y Huracán. Si esto no fuese así habría fraude o robo del partido. El escrutinio definitivo y los 90 minutos de juego son anecdóticos: los ganadores los decide la gente.
Pero en el caso de la política, el recuento de votos favoreció al “candidato de todos”. En cambio, en la final, Vélez contradijo el deseo popular y le ganó a Huracán en un partido polémico en el que el árbitro dirigió mal. Sin embargo se hizo hincapié ya no en la indistinción de los errores sino en la forma en que habría perjudicado al “equipo de la gente”. Así, se mostró un gol mal anulado a Eduardo Domínguez; el foul de Larrivey sobre el arquero en el gol de Vélez; una roja que Otamendi aparentemente merecía pero que no fue otorgada por el árbitro y el episodio de la desaparición de pelotas; el triunfo de Vélez ocupó la tapa de los diarios del lunes a medias pues la mayoría resaltaron la forma en que Brazenas habría perjudicado a Huracán (Ver diario Olé, entre otros). La polémica siguió el martes en todas las radios e incluso en la tapa de Clarín en la que se descontextualiza una declaración de Brazenas afirmando “reconozco que me equivoqué” dando a entender que perjudicó a Huracán cuando en realidad se refería al gol de Vélez y a la jugada del penal de Arano.
En el fútbol, a veces es más fácil detectar las operaciones de prensa. De hecho alcanza con ver el resumen de “Fútbol de Primera” para afirmar que Huracán jugó mejor que Vélez. Sin embargo, los que estuvimos en la cancha vimos otra cosa, como reconoció el propio Bolatti cuando afirmó: “perdimos en la cancha, fuimos superados”. El recorte de imágenes y jugadas resultó particularmente tendencioso, tanto como la descontextualización de la tapa de Clarín y la vociferación de la gran mayoría de ignorantes periodistas deportivos: no muchos hablaron de la jugada en que Arano debió ser expulsado por un penal increíble que le cometió a Cubero; tampoco indicaron que Araujo debió haber sido expulsado en la jugada en que toca la pelota con la mano desde el piso pues debía tener una amarilla por haber cometido el penal en el primer tiempo. Tampoco se mencionó que en la jugada del gol de Domínguez hay un agarrón de este jugador a Zapata que le impide “salir” y que, por cierto, el hombre de Huracán estaba habilitado por apenas 30 centímetros según el Telebeam, es decir, algo muy difícil de observar. Asimismo, éste parece haber sido el único partido de fútbol en el que desaparecen las pelotas para hacer tiempo pero esta descripción cuadraba bien con la de equipo sólido-amarrete que tenía Vélez. Lo que no se comunicó fue la vergonzosa actitud del arquero de Huracán que demoró el partido sistemáticamente a punto tal que el propio Brazenas lo amonestó por ese motivo.
La soberbia de los representantes de “la gente” llega a tal punto que hay quienes exigen que el partido se juegue de nuevo favoreciendo y promoviendo marchas y actos de protesta por parte de los hinchas de Huracán. Más allá del insólito pedido, parece hacerse cada vez más frecuente deslegitimar todo acto que no se adecue al sentimiento de “lo que la gente dice en la calle”. En poco tiempo, las elecciones serán resueltas por encuestas telefónicas o por la propia voluntad de quien desea participar y los partidos de fútbol serán jugados la cantidad de veces que sea necesaria para que nuestro equipo sea el vencedor. Habrá campeones “morales” determinados por los programas deportivos y apoyados por los resúmenes manipulados de los partidos en canal 13. Las canchas serán escenarios ruinosos en los que los hinchas se reunirán a ver a su equipo a través de la pantalla gigante como ocurrió con los de Vélez frente a Lanús y los de Huracán frente a Vélez. Pero, lo más peligroso, es que también habrá diputados y funcionarios “morales” y seremos jueces de ellos a través del resultado que obtengan las caricaturas de esos candidatos en un programa de televisión.
Pero no seamos pesimistas. Reconozcamos que todo esto hará que el nuestro sea, cada vez más, un mundo feliz.

jueves, 2 de julio de 2009

El enemigo en casa (publicado originalmente el 2/7/09 en www.lapoliticaonline.com)

Tanto se ha escrito respecto de lo ocurrido en las elecciones que resultará difícil afirmar algo novedoso. Más allá de ello, y de forma resumida, podría decirse que dado que el gobierno perdió en los principales distritos, no hubo fraude. Es decir, de repente, de una elección a otra, hemos madurado como sociedad, se acabaron el voto cadena y la compra de voluntades y los barones que jugaron jánicamente a Kirchner y De Narváez sólo hacen fraude si favorecen al primero. Debemos alegrarnos por este cambio de conducta y también hay razones para festejar por la suspensión, ante la evidencia de un gobierno “desarmado”, del “cacerolazo preventivo” que ululaba por internet y sms para el domingo a la noche.
Donde las cosas no han cambiado es en la recepción que el gobierno hace de los reveses políticos. En este sentido el discurso de Cristina del día lunes se asimiló al del momento de mayor tozudez durante el conflicto con el campo, aun a pesar de que muchas de sus afirmaciones eran verdaderas, empezando por la más elocuente: el kirchnerismo fue la fuerza que más votos obtuvo a nivel nacional lo que tiene como consecuencia que sea la primera minoría en ambas cámaras. Sin embargo resulta claro que la derrota es simbólica más allá de que, en la Provincia, haya sido “por poquito”. (Seguir leyendo esta nota aquí)

martes, 16 de junio de 2009

La crisis del 29 (publicado originalmente el 16/6/09 en www.lapoliticaonline.com)

Si bien las cercanías de las elecciones siempre plantean un espacio de incertidumbre respecto de qué pasará “el día después”, hay varios indicios que dan cuenta de que quizás no haya demasiadas sorpresas. En la elección más importante, la de la Provincia de Buenos Aires, ganaría Kirchner con una diferencia que probablemente ronde los 10 puntos y a nivel nacional el Frente para la Victoria y sus aliados seguramente obtengan un número cercano al de la elección legislativa de 2005; en Capital, Michetti ganaría aunque con un porcentaje bastante inferior al que obtuvo Macri en 2007 y el gobierno buscará llegar a un “honroso” tercer puesto de 15%. En los grandes centros urbanos, el kirchnerismo será castigado, algo que se equilibrará una vez que se tengan en cuenta el resto del las provincias con lógicas y microclimas que distan bastante de lo que ocurre en la región metropolitana. Seguir leyendo esta nota aquí

martes, 2 de junio de 2009

La lógica del miedo (publicado originalmente el 2/6/09 en www.lapoliticaonline.com)

Instalados ya de lleno en la campaña electoral, es posible encontrar algunos rasgos que si bien no resultan originales, han cobrado una relevancia particular. Tenemos así, por un lado, una suerte de “judicialización” de las candidaturas y, por el otro, la controversia en torno a cuán determinante, políticamente hablando, resulta ser la parodia a las principales figuras de la coyuntura del país, que se realiza en el programa más visto de nuestra televisión. Pero estos aspectos de la campaña reposan bajo un manto más amplio de apelaciones al miedo que se manifiestan como espasmódicas amenazas de toda índole hacia la población. A las ya trilladas olas intermitentes de inseguridad, le sumamos el cierre de colegios en el norte metropolitano ante la posibilidad de un contagio masivo de gripe. El aislamiento y el confinamiento, esta vez no se presentaron en forma de muro pues a los virus, hasta ahora, no se les ha reconocido ni etnia ni status social aunque resultaría interesante la consecuencia que traería aparejada ahora la absurda construcción que el intendente de San Isidro había pergeñado: de un lado, habría negros (no afroamericanos), pobres y delincuentes y del otro lado hermandades arias de schools sajonas apestadas al regreso de su paseo por Disney y Acapulco. Seguir leyendo esta nota aquí

lunes, 25 de mayo de 2009

El demonio y el fraude (publicado originalmente el 22/5/09 en www.lapoliticaonline.com)

Ahora que nos decepciona un influenza A que mata menos que la gripe común y mientras esperamos que algún crimen en la zona norte favorezca los exabruptos de los vecinos inseguros, sólo nos quedan las encuestas, especialmente las de la provincia de Buenos Aires, pues la única notica relevante en el plano galáctico es si el demonio Kirchner gana o no. Ya sabemos que los medios opositores dirán, el lunes 29 de junio, que el ex presidente perdió pues más del 50 porciento no lo votó, pero también sabemos que las lecturas de los resultados son mucho más complejas. Independientemente de ello y restringiéndonos a la “fría” estadística, el propio Clarín se hizo eco el domingo 17/5 de unas ocho encuestas en las que Kirchner lidera con una diferencia de entre 4 y 8 puntos aproximadamente.
Esta coincidencia resulta importante pues todas las consultoras, las que trabajan para el gobierno y las que no, coinciden en asegurar la ventaja del ex presidente. Incluso el propio de Narváez reconoció que están “unos puntos atrás”. Así, a contramano de los que presurosamente hablan del fin inminente de la era K y de aquellos ungidos celestiales que se autoproclaman representantes de lo que la gente cree en la calle, parece que Kirchner puede ser la primera minoría holgadamente y si bien difícilmente pueda mantenerse en 2011, probablemente esté en condiciones de preparar una retirada fuertemente condicionante del gobierno que vendrá. Por lo pronto digamos que, todavía falta mucho para el 28 de junio y que el resultado está abierto. Habrá chicanas, operaciones y todos tendrán su as en la manga. Ese es el juego de la política de estos tiempos y no habrá mucha sorpresa. (Seguir leyendo esta nota aquí)

lunes, 27 de abril de 2009

La candidata romántica (publicado originalmente el 27/4/09 en www.lapoliticaonline.com)

En la última semana se sucedieron una serie de hechos que desempolvaron la quietud del PRO. Así, mientras Michetti se decidía de una vez por todas a ser candidata, Macri debía enfrentar una batalla campal en Soldati y un escrache hacia su persona en la feria del libro en manos de un grupo de docentes de los bachilleratos. Dejando de lado la justificación o no de tales actos quisiera indagar en algunos presupuestos que se encuentran en la estrategia discursiva con que el PRO enfrentó estos sucesos.
Tanto en la campaña como una vez asumido el gobierno de la Ciudad, el PRO siempre ha utilizado una estrategia que le dio buen rédito frente a las manifestaciones en su contra: todas son “políticas” entendiendo por tal “guiadas por un interés faccioso que poco tiene que ver con lo real”. Parece ser que el gobierno de la Ciudad hace las cosas bien pero siempre se entromete “la política”. Ninguna crítica es objetiva. El gobierno citadino es ejemplar aun cuando subejecuta el presupuesto, no cumple con las promesas de campaña rezongando porque el Gobierno Nacional está poblado de gente diabólica. No es ineficiente, ni es incompetente. Todo eso es ideología de gente poseída por el izquierdismo. Seguir leyendo esta nota aquí

lunes, 13 de abril de 2009

Kirchner y el Duhaldismo cartesiano (publicado originalmente el 13/4/09 en www.lapoliticaonline.com)

A casi dos meses y medio de las elecciones legislativas, el escenario de candidaturas se encuentra lejos de estar estabilizado. Todos los actores apuestan y operan jugando a las escondidas buscando sacar un rédito porcentual: Kirchner todavía hace cuentas y se esperanza con que el instinto de supervivencia de los intendentes y gobernadores sumado a la verticalidad pegotista, le garantice estar por encima del piso histórico del partido y ser la primera minoría nacional. De Narváez, Solá y Macri son lo suficientemente mezquinos como para tirar por la borda el lánguido acuerdo electoral cuyo eje programático propositivo no excede un mapa en Internet en el que adolescentes aburridos hacen denuncias falsas y bromas. En el caso de la UCR y la CC, sus líderes no parecen estar a la altura de las circunstancias por diferentes razones: por un lado, la inestabilidad emocional de Carrió agudiza la paradoja de un discurso republicano en boca de una personalidad con autismo místico; por el lado de Cobos, su accionar es más propio de un timorato que de un estratega y cabe abrir un interrogante acerca de si es posible que lidere una democracia de partidos un hombre que toma decisiones independientemente de la plataforma por la que fue elegido y teniendo como único interlocutor a su propia conciencia.
En este contexto donde todos, por deporte, hacemos especulaciones pareciera ser que el escenario que hasta hace un mes era de tres grandes tercios poco a poco se va polarizando especialmente por la aceptable elección que haría De Narváez en la provincia de Buenos Aires. Si bien resulta claro que el kirchnerismo ganará en la suma total del país, una derrota en Provincia, más las previsibles en Santa Fe, Córdoba y Capital, abriría el corredor de salida hacia el fin del kirchnerismo. En este sentido cabe preguntarse si la estrategia de plebiscitar la gestión del gobierno es la adecuada o, en todo caso, a quién favorece. Sobre este punto hay varios aspectos que señalar. Seguir esta nota aquí

lunes, 6 de abril de 2009

El Alfonsín que queremos (publicado originalmente el 6/4/09 en www.lapoliticaonline.com)

Si bien resulta algo trillado, muchas veces suele olvidarse que el fin de una vida genera una sensibilidad extrema que compele a hacer de la memoria un receptáculo más selectivo de lo que comúnmente ya es. Probablemente, la irreversibilidad de la muerte, produce, además, una compasión especial hacia la persona que la ha sufrido. Llama la atención que todos los muertos, al fin y al cabo resultan ser buenas personas de lo cual se sigue que el mundo no estaba tan infestado de gente repudiable como uno pensaba. En este contexto, el caso de Alfonsín no podía ser distinto máxime a tres meses de una elección. Si bien, por suerte, en los últimos tiempos el homenaje fue rendido en vida con el busto levantado en la Casa Rosada por CFK y el pedido de disculpas de Kirchner tras haber afirmado de manera poco feliz, en el edificio recuperado de la ESMA, que era la primera vez que la democracia hacía algo a favor de la justicia y la memoria, resultó sorprendente la cobertura que los principales medios le dieron a la noticia y las decenas de miles de personas que acompañaron su entierro. Así, cuando se oyen títulos estruendosos como “prócer”, “padre de la democracia”, “el gran estadista”, etc, la primera pregunta que surge es por qué no lo votaron. Usted recordará bien que en 2001 Alfonsín se presentó como candidato a Senador por la provincia de Buenos Aires saliendo segundo con apenas el 15% de los votos muy lejos del primero, Duhalde. ¿Dónde estaban todos aquellos que no ahorran elogios sobre la tumba del caudillo radical? Seguir leyendo esta nota aquí

lunes, 30 de marzo de 2009

Las nuevas ficciones de la política (publicado originalmente el 30/3/09 en www.lapolíticaonline.com)

Hay una falacia recurrente que opera en el accionar de cualquiera que tenga pretensiones de hacer política a todo nivel. Se trata de hipostasiar entidades que no son otra cosa que ficciones cuya función es estratégica. Cuando alguien afirma “el pueblo” está en contra, piensa a éste como una entidad homogénea, que puede ser sujeto de acción y que posee voluntad como cualquier individuo humano. Pero el “pueblo” no se ve, no tiene sistema nervioso y es más que la sumatoria de todos los ciudadanos. Hipostasiar nunca es inocente y siempre resulta una operación más o menos consciente de el o los pretendidos representantes de la entidad que se está hipostasiando. Junto a “el pueblo”, otra de las entelequias más utilizadas es “el mercado”. Así es corriente escuchar que “el mercado está inquieto”, “está calmo”, “tiene desconfianza” o “reacciona” de una u otra manera. Seguir leyendo esta nota aquí

miércoles, 18 de marzo de 2009

La gobernabilidad y la ley de Radiodifusión (publicado originalmente el 18/3/09 en www.lapoliticaonline.com)

En una estrategia digna de los mejores tiempos de Kirchner, el gobierno ha propuesto adelantar cuatro meses la fecha de las elecciones. Aprovechando el artilugio macrista del desdoblamiento que obligaba a los vecinos a votar dos veces en poco tiempo a la vez que favorecía a su candidata principal, Gabriela Michetti, CFK descolocó a gran parte de la oposición y retomó el control de la agenda. (Seguir esta nota aquí)

lunes, 9 de marzo de 2009

El fracaso

En el país donde Susana Giménez instala la agenda en materia de política de seguridad no puede sorprender que la torpeza estratégica y el pragmatismo mal entendido de Kirchner le sirva en bandeja a la opositora corporación de multimedios, la publicación, en primera plana, del resultado de las elecciones para cargos provinciales en el distrito que constituye el 0,8% del padrón nacional.
¿Qué es lo que hace que el presidente del PJ se alíe con Barrionuevo y Saadi para disputar la interna de una provincia con escaso peso a nivel nacional donde lo máximo que se podía obtener era una victoria pírrica? Tal vez sea un supuesto revanchismo hacia el candidato cobista o la lealtad peronista sin matices y como nuevo paso en la pejotización de Kirchner. Incluso puede ser un brote megalómano o un impasse en las reuniones del Café literario. Quizás sea un poco de cada cosa o tal vez haya una razón que a mí se me pasa por alto. Sin embargo cuesta entender qué cálculo realiza Kirchner para encaramarse en tamaña iniciativa con una compañía más que deleznable y que incluso antes del resultado final ya andaba esputando centrífugamente culpas por doquier.
Siendo esta una semana en la que el gobierno sumó un poroto importante tras el primer acuerdo con la Mesa de Enlace y trasladó el problema al adversario desnudando sus internas, parecen momentos en que este tipo de errores no deben cometerse especialmente cuando las tapas de los diarios andan deseosas de titulares estridentes, Boca pierde más de lo que gana y Fabbiani todavía no ha tenido un accidente automovilístico tras una noche de Gastronomía excesiva.
Pero hasta el resultado de los comicios catamarqueños, la noticia era “la polémica por la seguridad” y el tema de la pena de muerte que fue apoyada por una buena cantidad de personajes del espectáculo que gozan de la impunidad del micrófono fácil. En debates que nos hacen morir de pena se instala una polémica que no existe y, como suele pasar cíclicamente, se pretende legislar desde el dolor bajo la presuposición de que éste nos acerca a una verdad metafísica accesible sólo a los que han perdido un ser querido.
La suerte de ley de talión que subyace a “el que mata tiene que morir” no sólo parece retrotraernos al Medioevo y fomentar una espiral de venganzas sino que resulta inaplicable a otros delitos. Así, y ya que de polémicas hablamos, no parece muy razonable afirmar “el que fuma marihuana tiene que ser fumado”, etc., etc. Por otra parte, si bien en este caso ayuda a evitar que se instaure la pena capital, el esgrimir razones religiosas para oponerse a la pena de muerte tampoco parece un camino coherente pues existen casos donde los católicos no siempre defienden la vida. Sin ir más lejos, el aborto está permitido en determinadas circunstancias y, especialmente, no olvidemos que el Derecho y la Moral permiten el asesinato en defensa propia.
Asimismo, aquellos que niegan la pena de muerte basándose en el posible error irreversible, no parecen dar una razón abrumadora. Al fin de cuentas, una buena investigación puede eliminar el porcentaje de error y aun los errores que se cometen en los sistemas jurídicos que no admiten la pena de muerte son reversibles pero no menos dañinos. ¿O acaso no es un desastre que por error alguien esté preso 10 años?
Más allá de esto, si es que de números hablamos, la pena de muerte y el endurecimiento de las penas en general se han mostrado ineficaces a la hora de bajar el delito en todos los lugares donde se ha aplicado. Esto tiene que ver con que el argumento del endurecimiento de pena como efecto disuasivo descansa en un presupuesto falso, esto es, el cálculo racional de aquel que va a cometer el delito. Como si el ladrón saliese a robar con las últimas novedades del código penal bajo el brazo, se presupone que éste, antes de tomar la decisiones de actuar ilegalmente realiza un complejo cálculo de costo y beneficio por el cual se da cuenta que es mejor conseguirse una changa antes que seguir robando.
No obstante, esto no significa que haya que quedarse de brazos cruzados o que el asunto de la seguridad sea sólo un problema de derecha. La seguridad será un asunto de derecha si el pensamiento de izquierda sigue suponiendo que hoy día es legítimo pensar que la solución de toda desigualdad es la eliminación de la propiedad privada, y si lo que se da en llamar, “Escuela garantista” no se vuelve fundamentalista. En todo caso, cuando Argibay dice que la delincuencia en los menores no es un problema tan grave como el de gatillo fácil, parece estar más preocupada en alborotar que en dar un diagnóstico serio.
Independientemente de innegables porcentajes de reincidencia, de cárceles que resultan ser el espacio de reclutamiento para organizaciones cada vez más violentas y la complicidad y la connivencia policial, la pena de muerte supone la renuncia a la posibilidad de “reinsertar” y “reeducar” a aquel que actúa por fuera de la ley. En este sentido, la instauración de la pena capital supondría la aceptación total del fracaso educativo de la sociedad, el mismo fracaso que surge del intento repetido que desde vastos sectores apunta a deslegitimar a la política en tanto nicho de corrupción. Dado que los seis años del Gobierno K devolvieron un espacio de legitimidad a la acción política, sería deseable que se le diera una respuesta tajante a los intentos de instalación de “manos duras” y que aun a riesgo de perder los votos clientelísticos de algunas regiones, el Gobierno se corriera del abrazo de personajes nefastos de la política.

martes, 3 de marzo de 2009

Soberbia

El Gobierno y los representantes de las patronales del campo acaban de suscribir un acuerdo sobre trigo, carne y leche que parece abrir la puerta hacia un impasse en la condición beligerante que impera en el país desde hace al menos un año. Atrás quedó una semana en la que la oposición se reunió en el Senado para ulular y posicionarse de cara a octubre y una solicitada tan insólita como amenazante que respondía al rumor de la estatización de la compra y venta de granos. Como no podía ser de otra manera, en los días previos a la reunión, las palabras más escuchadas fueron “caja” y “diálogo”. Lo de “la caja” se puso de moda desde las elecciones 2007 atravesando la discusión en torno a la 125 y llegando a su punto cúlmine con el fin de las AFJP y el regreso al sistema de reparto. Por alguna razón que desconozco, de repente, que el Estado busque recaudar se transformó en un sacrilegio al tiempo que, paradójicamente, la gente pedía mayor participación del Estado en Educación, Seguridad, Salud y Empleo.
Resulta obvio que en un contexto de crisis internacional y elecciones, el gobierno busque caja. Pero lo interesante es que criticar eso, a manera de latiguillo, paradójicamente, deja sentada las bases de la propia invalidación de la crítica. Para decirlo de otro modo, si el gobierno busca caja, con el dinero de las AFJP le alcanza y le sobra. De aquí que o bien es falso que en la discusión con el campo hoy el gobierno busque caja o es falso que buscara caja antes cuando se regresó al sistema de reparto. Si bien este argumento puede pecar de falaz, en todo caso, cabría preguntarse qué es lo que hace que según quién esté en el gobierno, un dinero recaudado por el Estado sea interpretado a veces como meritorio orden fiscal y otras veces como demoníaca compulsión por la caja.
La otra muletilla repetida hasta el hartazgo es “diálogo”, término que bien puede ser el título de una nueva biblia de la moderación que incluye a figuras que brillan más por su pusilanimidad y travestismo que por su perfil de estadistas.
Sobre este punto quisiera detenerme: aun dejando de lado la cuestión acerca de si es posible solucionar todos los temas a través del diálogo resulta claro que si al menos alguna de las partes peca de soberbia, subestima y humilla a la otra parte, éste será infructuoso y si bien no necesariamente los diálogos son siempre entre iguales, en ellos hay normas básicas y respeto por el interlocutor. CFK es soberbia. Su forma y su estilo son soberbios. Su solvencia es casi irritante. Sin embargo el contenido y la forma de las acciones de su gobierno no lo son. Sin abusar de los decretos de necesidad y urgencia, las decisiones más importantes las giró a un Senado que, como bien sabemos, no siempre le fue leal. De hecho, esta característica fue la que hizo respirar aliviados a los representantes de la Mesa de Enlace cuando se aseguraron que cualquier intento de intervenir en el mercado de granos sería enviado al Congreso. La forma soberbia del estilo de CFK es notoria y basta con escuchar cualquier discurso para observar esa característica de su personalidad; la soberbia de vastos sectores de la oposición que van desde los representantes de las nuevas coaliciones políticas (CC + UCR y Pro + PJ disidente), hasta los portavoces de corporaciones agromediáticas y algunos intelectuales, es mucho más sutil. Pero la gran paradoja es que esta soberbia es tal vez la razón más importante por la que estos sectores no han podido aparecer ante la opinión pública como una opción de gobierno. Si se afirma que el gobierno gana las elecciones con fraude o que compra votos a través del clientelismo político se presupone, de manera soberbia, que no existe ninguna buena razón para elegir a este gobierno. La misma presuposición opera cuando se les achaca a ciertos intelectuales que su apoyo a los K no es otra cosa que producto de cargos y dádivas. Así, el 46% de los votos obtenidos en Octubre surgen de la conjunción de una masa ignorante y unos instruidos cuyas voluntades fueron seducidas por el dinero y el poder. Es esta soberbia la que traslada un manto de sospecha sobre todo aquel que no sea rabiosamente opositor pues o se está con la verdad o se es ignorante y/o corrupto.
Semejante miopía no significa que sea falso que en algunos lugares de la Provincia de Bs. As., impresentables punteros se roben unas boletas y obliguen, a través de sus relaciones clientelares, a que se apoye a determinado candidato. Tampoco es enteramente falso que el gobierno compre voluntades (tanto como las compra la oposición) pero ninguno de estos rasgos alcanza para comprender el fenómeno K ni explica que existan millones de personas que, aun equivocados, hayan decidido apoyar al gobierno. Sin caer en cierta mitología por la cual se afirma que todo lo que no sea peronista es incapaz de comprender al “pueblo”, la generalidad de la oposición parece miope para entender que puede haber gente honesta intelectualmente que apoya las acciones del gobierno. Se trata de la misma soberbia que se encuentra en las afirmaciones de Carrió o Buzzi cuando indican “que no está mal que el Estado intervenga: lo que está mal es que el Estado kirchnerista sea el que intervenga”. Así, los paladines del republicanismo y el respeto institucional descansan en el personalismo más burdo por el cual no hay Estado que funcione sin funcionarios con una moral de ángeles.
Mientras esperamos que estos ángeles caigan desde el cielo o desde el Senado, lo que queda es darse cuenta que para un correcto funcionamiento de las instituciones y un diálogo fructífero, tenemos que entender que éstas deben poseer los mecanismos formales de control para no quedar a merced de los hombres de turno y que, por más fachada y arreglos florales para la mesa de discusión, es imposible acordar cuando uno de los interlocutores es denostado y estigmatizado a priori desestimando así el resultado de comicios democráticos en que los ciudadanos, en su mayoría de buena fe, decidieron apoyarlo y elegirlo como representante de sus intereses.

domingo, 22 de febrero de 2009

El referendo en Venezuela y el concepto de democracia

Este 15 de febrero se realizó en Venezuela un nuevo referendo, esta vez, vinculado a la aceptación o no de una enmienda constitucional que permite la reelección de cargos en diferentes niveles del Estado. Desde diputados regionales y nacionales pasando por alcaldes y gobernadores, la reforma alcanza al Presidente de la Nación lo cual hace que, en estas circunstancias, se le abra la puerta a Chávez para seguir en el cargo más allá de 2012. Escrutadas la totalidad de las mesas, el triunfo del “Sí” fue contundente con más de 54% de los votos.
Independientemente del resultado, como ha sucedido en los últimos años, a una oposición chabacana, perezosa e inepta se le ha sumado el estilo confrontativo de Chávez, para hacer que en las elecciones y los referendos poco se tenga en cuenta lo que se está votando y todo se dirima en un “Sí” o un “No” ni siquiera a la gestión sino más bien a la figura del líder bolivariano. Sin duda esto no es deseable a tal punto que en la única derrota sufrida por el chavismo en el referendo constitucional de 2007, el carisma de Chávez sumado a su pretensión reeleccionista relegó a un segundo plano las reformas profundas y progresistas que se intentaban implementar.
Pero más allá de estos errores de coyuntura y estrategia política, este referendo permite encarar temáticas más conceptuales. Específicamente el del concepto de democracia y sus límites. En este punto la pregunta debería ser, ¿la reelección indefinida atenta contra la democracia o, por el contrario resulta una reforma necesaria que la profundiza? Probablemente no haya una respuesta única.
Por un lado, la tradición liberal republicana ha planteado reparos, muchos de los cuales se han comprobado históricamente, en lo que respecta a la propensión hacia el autoritarismo que promueven los sistemas que permiten la reelección indefinida. De fondo está la idea de que la alternancia y la diversidad son buenas en sí mismas (algo que, por cierto, puede ponerse en tela de juicio). Además se supone que quien está al frente del Gobierno tiene la capacidad de hacer uso y abuso de los mecanismos estatales de manera tal que posee una ventaja comparativa que le permitiría ganar indefinidamente las elecciones para perpetuarse en el cargo.
Asimismo, se debe tener en cuenta que las repúblicas liberales establecen sistemas de contrapeso de poder en diferentes niveles. Sea entre los poderes ejecutivos, judicial y legislativo, sea entre el gobierno nacional y las provincias, etc., el hecho de que nadie tenga el poder total resulta una salvaguarda ante las pretensiones autoritarias. Pero en el caso de los regímenes presidencialistas, se suele decir, que el poder del ejecutivo muchas veces sobrepasa el de sus pretendidos contrapesos. En este sentido, si el argumento de Chávez es que existen países europeos (como Inglaterra, por ejemplo) en los que hay reelección indefinida del primer ministro, no se puede dejar de soslayo que se trata de regímenes parlamentarios donde un cambio en el equilibrio de fuerzas o nuevas alianzas al interior del parlamento pueden devenir en la inmediata renuncia o destitución del Primer Ministro, algo que no sucede con los regímenes presidencialistas en los que se debe cumplir un mandato de x cantidad de años aun cuando se tenga minoría en las cámaras.
Estas parecen ser buenas razones para oponerse a la reforma que impulsa Chávez pero, por otro lado, también hay elementos para mostrar que impedir la posibilidad de reelección indefinida supone un límite a la democracia. En otras palabras, la Constitución estaría oponiéndose a una decisión democrática, en este caso, reelegir a Chávez o a cualquiera de los funcionarios elegidos por voto popular. Si es el pueblo el que gobierna y éste quiere elegir a Chávez nuevamente, resulta un claro recorte a su voz que la Constitución se lo impida.
No es este el lugar para discutir la compleja relación entre las decisiones del pueblo y la Constitución, sólo agregar que lejos está quien escribe esta nota de suscribir a una suerte de idílico jardín democrático en el que las masas deliberan constantemente sin límite alguno y cuentan los minutos para reconocer a su Robespierre. Sin embargo, esto no implica que los límites constitucionales a la democracia no sean variables, contingentes y situados en contextos y coyunturas ligadas a la historia de cada Estado.
En este sentido, no es una verdad absoluta, sino más bien relativa, la que afirma que las reelecciones indefinidas necesariamente se dan de bruces con los ideales democráticos.
En el medio de este debate, el más interesante, es posible preguntarse muchas cosas. Una pregunta puede ser: ¿por qué los que están a favor de la reelección de Chávez se opusieron a la de Menem si lo que están en juego es una reforma constitucional independiente de los hombres de carne y hueso? En esta línea también se puede preguntar por qué los que acusan a Chávez de intentar perpetuarse en el poder y suponen que la megalomanía es una consecuencia exclusiva del pensamiento de izquierda, no critican con la misma vehemencia a las intentonas reeleccionistas de los candidatos de las derechas moderadas neoliberales desde Menem hasta Uribe. También podría discutirse acerca de la gran paradoja del gobierno de Chávez, esto es, si la revolución es profunda no necesita de un hombre y si lo necesita tal vez no sea tan profunda (al menos todavía). Dicho de otra manera, en el pedido de reelección indefinida está la propia debilidad de Chávez que no es otra cosa que la falta de un sucesor que pueda garantizar la profundización de las transformaciones.
Pero ninguna de estas preguntas interesantes coyunturalmente debe opacar la discusión conceptual que el referendo en Venezuela abrió. Pues al mostrarnos que la relación entre la democracia y la Constitución aun sigue siendo asunto de debate y que no existe un único formato institucional a través del cual se manifiesta la voz del pueblo, lo ocurrido en tierras bolivarianas obliga a quitarnos los prejuicios naturalizados para repensar cuáles son los límites y qué entendemos por democracia.

jueves, 5 de febrero de 2009

Votar a Dios


Si bien Dios está incluido en la política desde tiempos inmemoriales, tras la caída de las Torres Gemelas, la religión resurgió como variable explicativa de los enfrentamientos económicos y sociales. Al discurso terrorista de los Osama Bin Laden que se refiere a “los otros” como infieles, se le confrontó con toda una verba maniquea que incluía misiones encomendadas por el Dios cristiano y ejes del bien y del mal. Esta radicalización de los discursos religiosos, es decir, aquellos discursos que son esencialmente irreductibles, están siendo llevados al extremo especialmente desde un Papado como el de Ratzinger que lejos de profundizar algunas líneas de apertura y aggiornamiento, recurre a la más recalcitrantemente rancia herencia inquisitorial de la curia. Sin duda el epicentro de estas controversias se encuentra bastante lejos de Latinoamérica y de Argentina. Sin embargo, los ecos de este resurgimiento religioso imbricado sobre la política tienen su propia lógica vernácula.
En este sentido, según el contexto propio de cada territorio, las últimas semanas tuvieron a la religión, tanto en Bolivia como en Venezuela y Argentina, cerca del arco opositor a los Gobiernos llamados “progresistas” o “neopopulistas” que llegaron en el último decenio.
En el marco del referéndum constitucional en Bolivia, tomó estado público un cartel que parecía sintetizar buena parte de la lógica del costado más reaccionario de la Media Luna: “Elija a Dios. Vote No”. Este insólito Dios candidato fue utilizado también como fundamento para adjudicar idolatría y ateísmo racista a la propuesta Constitucional del MAS.
En el caso de Venezuela y Argentina, en las últimas semanas, la tensión entre el poder político y la religión se relacionó con las manifestaciones en torno al conflicto de Gaza. Si bien los casos de Bolivia y Venezuela por un lado y el de Argentina por el otro, son distintos, a punto tal que los gobiernos de Morales y Chávez expulsaron a la diplomacia Israelí de su territorio mientras que el gobierno de CFK guarda una relación al menos no conflictiva con las instituciones judías, hubo dos hechos cuya reacción pareció emparentada. El ataque a una sinagoga en Venezuela y manifestaciones contra la embajada de Israel en Argentina a cargo de grupos de izquierda y de dirigentes cercanos al oficialismo, tuvo como consecuencia una desproporcionada reacción de los medios interrogando acerca de un supuesto rebrote antisemita. En esta línea, en ambos casos se culpó a los gobiernos de manera directa e indirecta por estos actos y por fomentar una ola persecutoria hacia el pueblo judío.
En el caso de la Argentina, la tirantez entre el oficialismo y la Iglesia ha estado circunscripta al plano discursivo puesto que en la práctica no se han dejado ver grandes cambios en la relación. CFK se encargó de aclarar que está en contra de la despenalización del aborto; el Estado sigue pagando los sueldos de los obispos y subsidiando las escuelas confesionales; un gobernador oficialista (Urtubey) apoya en su provincia (Salta) el dictado de religión (católica) en las escuelas públicas, etc. Por ello, los roces con el gobierno parecen estar más vinculados al atavismo ideológico y cuasi mitológico de la mayoría de los representantes de la curia vernácula que a un ataque sistemático a los valores cristianos. Lo mismo sucede con los gobiernos considerados progresistas de Brasil y Uruguay que dejaron bien en claro no sólo que no intentarán ganar terreno a la Iglesia, sino que, en algunos casos, serán los vehículos mismos de nuevas conquistas.
En Argentina no hay manera de hacer entender que una crítica a la política exterior del Estado de Israel no es una manifestación discriminatoria. De hecho, resulta insólito que para poder criticar los bombardeos en Gaza y no ser acusado de antisemita, haya que declarar un apellido judío o una mamá sobreprotectora. Es más, aun los judíos críticos de la política de Olmert como León Rozitchner, Jorge Halperín o Pedro Brieger son acusados de falsos judíos o traidores puesto que algunos consideran que portar un apellido vinculado a algún tipo de etnia conlleva una suerte de imperativo ideológico vinculado verticalmente y sin matices con las acciones políticas del Estado representante de ese grupo social.
Dicho esto, tampoco se puede dejar de soslayo las imperceptibles pero manifestaciones al fin de grupos de izquierda que en su afán antiimperialista adoptan la causa de cualquier minoría amenazada sin importar si ésta resulta antidemocrática, sectaria y fundamentalista. El falso dilema “Israel o Hamas” es una simplificación producto de cierta pereza intelectual. La misma que opera cuando se intenta inferir de algunos exabruptos de D´elia, un componente antisemita en el gobierno K. Nuestro país tendrá una historia en muchos aspectos funesta pero resulta un ejemplo en lo que asimilación cultural refiere. No hace falta sobreactuar como Rodríguez Larreta y salir con una brigada a tapar unas pintadas ofensivas hacia el pueblo judío obviando el sinfín de paredes que han recibido, aerosol mediante, mensajes discriminatorios tales como “negros de mierda” o “Boca puto”.
Está claro que las repúblicas occidentales son lo que son, en buena medida, por esa conquista innegociable que es la separación del Estado de la Iglesia. Si Dios quiere ser candidato antes de votarlo no olvide fijarse qué piensan y cuáles son los hombres de carne y hueso que ocupan el resto de la lista.

lunes, 26 de enero de 2009

"Lo que "El Choque" nos dejó" (publicado en Revista Ñ, 24/1/09)

Existen buenas razones para que el pensamiento de Huntington resulte antipático. Una de las principales es, probablemente, que su Choque de civilizaciones haya sido el manual de operaciones de los diseñadores de la política exterior del saliente presidente W. Bush. Sin embargo El Choque de civilizaciones, libro que amplía los contenidos de un artículo publicado por Huntington en 1993, es mucho más que esto. En él podemos encontrar una teoría que busca rivalizar con, entre otras, la famosa tesis del “Fin de la Historia” de Fukuyama afirmando que tras la caída del muro de Berlín, lejos de observar el triunfo del capitalismo y las democracias liberales de Occidente, nos enfrentamos a un mundo multipolar en que los actores son las grandes civilizaciones, las cuales son, generalmente, identificables por su religión. Dios resucita, se toma revancha y la religión reemplaza a las ideologías lo cual hace que las posiciones resulten más extremas e irreductibles.
El hecho de que Huntington haya asesorado a la Casa Blanca nos impide afirmar con certeza si estamos ante un investigador con gran mérito anticipatorio o ante una profecía autocumplida pero existen más elementos que pueden ser materia de reflexión. Específicamente, frente al hecho de la globalización y, con ella, el aparente triunfo de los valores de Occidente, Huntington se pliega a aquellos que advierten que Occidente, lejos de ser la civilización del mañana, se encuentra en franca decadencia ante el ascenso demográfico de los musulmanes y el poderío económico asiático. En este sentido, el choque entre civilizaciones parece inevitable y como suele ocurrir con las profecías del miedo, la solución estaría en una suerte de regreso romántico a la pureza de los valores (occidentales). Un tópico poco novedoso como el de la decadencia de occidente es interpretado en clave cultural, algo que directa o indirectamente puede llevar a interrogarnos acerca de nuestra propia identidad.
En esta línea, se observa que en la clasificación que realiza Huntington de las civilizaciones, Latinoamérica aparece como un espacio ajeno a Occidente que estaría compuesto simplemente por Europa y Estados Unidos (más Australia). A pesar de que el rasgo distintivo de las civilizaciones está dado por su religión y que Latinoamérica es mayoritariamente católica, el hecho de que hayamos asimilado parte de las culturas indígenas y la que, para Huntington es, una tradición política corporativa y autoritaria ajena a Occidente, nos ubica en el mundo no Occidental junto a las civilizaciones ortodoxa, sínica, islámica, japonesa, hindú y africana. En este sentido, quizás paradójicamente, la visión del ideólogo del partido republicano coincide con lo que suele denominarse neopopulismos latinoamericanos que reivindican una particularidad identitaria que en muchos casos, al menos discursivamente, reniega de los valores occidentales. Claro que esta discusión no obedece a un mero furor taxonómico sino que tiene consecuencias importantes. Especialmente porque en el momento en que la comunidad hispana se está transformando en la primera minoría en Estados Unidos y la inmigración resulta ser uno de los grandes desafíos que el primer mundo deberá enfrentar en el presente siglo, Huntington promueve la alarma y plantea que, puertas adentro, Estados Unidos debe dejar de propiciar un multiculturalismo que acabará disolviendo su identidad occidental en manos de africanos, latinos, musulmanes y asiáticos. Pero lo más llamativo es que El choque de civilizaciones elude la discusión en torno de la supuesta supremacía de los valores occidentales de la libertad y la democracia que en tanto tales serían bienes exportables. Lejos de pregonar tal universalismo, indicará que el mundo Occidental debe acabar con su arrogancia etnocentrista que buscando imponer sus valores a otras civilizaciones se ve expuesto a sus propias contradicciones y a la ira de aquellos que buscan reivindicar su particularidad. Así, bajo un lema que podría ser “ni monoculturalistas globales ni multiculturalistas domésticos” parece exigir el repliegue occidental ante la hipótesis de disolución interna y guerra civilizacional. No hay ideal kantiano ni posibilidad de hallar una paz (casi) perpetua como en las propuestas de los hijos del universalismo Rawls y Habermas.
Llegados a este punto quizás se pueda inferir otra de las razones por la que Huntington nos resulta antipático. Se trata de un ideólogo que está describiendo bastante bien un futuro que no nos gusta y que parece tener muy bien resuelta una pregunta que los latinoamericanos aún no podemos ni queremos responder, esto es, ¿quiénes somos?