viernes, 26 de julio de 2013

Primero a relevar (publicado el 26/7/13 en Veintitrés)

A días de la realización de las primarias abiertas obligatorias, podría decirse que la campaña no se ha caracterizado por transitar los carriles de las propuestas o la promesa de grandes proyectos. Digamos que no hay alica-alicate pero abundan los guiños cancheros de la política onda positiva new age. Con todo, los discursos han oscilado, más bien, entre un oficialismo que promete seguir avanzando en una línea previsible y una oposición que desea presentarse como límite. Yendo a propuestas más o menos concretas, podría mencionarse la del candidato por el Frente para la Victoria, Héctor Recalde, retomando la iniciativa en torno a gravar la renta financiera o la de Carrió y Solanas volviendo a reivindicar la bandera de un 82% móvil para los jubilados aunque sin explicar demasiado de dónde prevendrían los fondos para que esta conquista pueda mantenerse en el tiempo. No hay mucho más que eso salvo algunas propuestas minoritarias de izquierda que concretizan el “honestismo” carrio-solanista en slogans y propuestas contra la dirigencia política, a saber: “que un político gane lo mismo que una maestra” o “que los políticos se atiendan en hospitales públicos y lleven a sus hijos a escuelas públicas”. Pero dejando de lado la pregunta acerca de cómo podrían beneficiar a la sociedad estas propuestas cuyo objeto es la clase política, quisiera posarme en una agenda bastante más oculta y compleja. Me refiero a la de la problemática de la tierra en la Argentina. Encarar esto sin caer en los romanticismos del trosko-ecologismo y sin seguir la línea del progresismo capitalino (que abriga con fervor las causas antiextractivistas de algunas comunidades indígenas haciendo activismo de red social con Blackberrys y baterías de litio), será el motivo de estas líneas.
 Los datos que daré a continuación provienen del monumental trabajo realizado por la socióloga Karina Bidaseca y su grupo del IDAES-UNSAM. Se trata de un relevamiento de los problemas de tierra de los agricultores familiares a lo largo de todo el territorio y que ha sido visibilizado gracias a una publicación del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Tal estudio alcanzó estado público unos días antes de lo que fue la publicación de los datos de otro relevamiento sensible: aquel que se vincula con la cantidad de tierras en manos extranjeras cuyo diagnóstico se hizo imprescindible para la correcta aplicabilidad de la ley que en 2011 puso límite a la extranjerización.
Como se indicaba algunas líneas atrás, el estudio apunta a los agricultores familiares y por tales se entiende un conjunto heterogéneo de productores y familias que intervienen de forma directa en la producción y que en la gran mayoría de los casos no contratan a empleados externos al grupo familiar. El hecho del vínculo familiar que en algunos casos se relaciona con una concepción comunitaria de la tierra permite que se incluyan en esta clasificación a las comunidades indígenas.
Ahora bien, ¿qué es un “problema de tierra”? Se trata de aquellos que aquejan a grupos de agricultores de las zonas rurales o periurbanos y que están asociados a la precariedad en la tenencia (falta de títulos, problemas para el acceso, sucesiones indivisas, etc.) y a los conflictos por desalojos sea por la vía judicial o, simplemente, de hecho.
 El primer dato que sorprende es que hay implicadas 63.843 familias y que en conflicto se encuentran 9.293.234 hectáreas. Sí, leyó bien. Son muchas. De éstas, el 28,2% se hallan en el NOA, el 21,1% en Patagonia, el 19,8% en el NEA, el 19,1% en el Centro y el 11,7% en Cuyo. Si se divide por provincias, las que llevan la delantera en los conflictos son Salta (1.673.308 hectáreas), San Juan (1.236.709 hectáreas) y Mendoza (1.225.805 hectáreas).
 Los que más problemas tienen son los tenedores, esto es, aquellos que acceden materialmente a la tierra pero reconocen en otro el derecho de propiedad (87,4% de los casos). Asimismo, si nos posamos en la condición de propiedad de la tierra en disputa se observa que el 49% de los problemas se encuentra en tierras de dominio privado, el 34% en tierras de dominio fiscal y el 17 en propiedades mixtas (públicas y privadas).
 En cuanto a la duración de los conflictos, los que sobresalen son los que llevan entre 1 y 9 años (43,1%), entre 10 y 19 (20,9%), entre 20 y 29 (13,7%) y más de 40 años (13,4%). En cuanto a las razones que originan los conflictos, el estudio ofrece una serie de categorías ilustrativas. En primer lugar se encuentra la inexistencia de títulos (18,25%) y luego por debajo del 9% encontramos, entre muchas otras, la usurpación, el pedido de reconocimiento indígena, el fraude y la falta de información.
 El informe avanza exhaustivamente sobre otros aspectos que por razones de espacio no puedo explicitar. Sin embargo, los que quieran acceder directamente al mismo pueden hacerlo a través de la página web http://www.proinder.gov.ar/
 Para finalizar, algunas reflexiones personales que se siguen del informe. En primer lugar, la vertiginosa transformación que ha sufrido el agro desde la década de los 70 sumada a la explosión del precio de los commodities ha reconfigurado el mapa de la tierra profundizando la desigualdad. Hoy existen grandes poseedores, en buena parte extranjeros, y muchas de las familias que trabajaban la tierra han sido despojadas y desmembradas o se han transformado en arrendatarios con una importante cuota de precariedad. En segundo lugar, la importancia del negocio ha hecho, además, que se susciten una enorme cantidad de conflictos entre aquellos que aparecen con un título de propiedad y aquellos que, quizás durante generaciones, vienen ocupando y trabajando ese territorio.
 Por último, cabe hacer una mirada más macro y repensar la matriz económica y demográfica de la Argentina. Según datos del subsecretario de Agricultura Familiar, Emilio Pérsico, sólo el 5% de la población argentina es población rural, radiografía que muestra enormes diferencias con el resto de Latinoamérica y que puede explicarse no sólo por la particularidad de la ocupación originaria de nuestro territorio sino por las políticas que ya durante el siglo XIX repartieron las tierras entre unas pocas manos.       

Si bien puede llevar décadas, no parece descabellado plantear la posibilidad de un rediseño poblacional que descentralice y diversifique productivamente al país con énfasis en los pequeños y medianos productores sin que esto vaya en detrimento del aumento de la producción. Esto permitiría, además, generar incentivos para evitar el desarraigo de los jóvenes y la pérdida de los valores específicos de cada una de las comunidades, lo cual ayudaría a resolver la problemática del hacinamiento y la precariedad laboral de las grandes urbes al tiempo que sería un aporte enorme para garantizar una soberanía alimentaria clave en el contexto del mundo que se viene. El Estado ha tomado nota y tiene el diagnóstico hecho para poder avanzar en alguno de estos caminos. No alcanza pero no crean que es poco.                     

lunes, 22 de julio de 2013

Bestiario político argentino N° 9: Los Buseu (publicado en Diario Registrado el 18/7/13)

Cuentan que la Ciudad de Buenos Aires se asemeja a esa particular isla calvinista, en medio del océano Pacífico, llamada Despina, a la que sólo se podía acceder en barco o en camello, y que fue poblada por unos particulares ogros que aterrorizaban a los pueblos altaicos del Asia Central. Massimo Izzi los denomina Buseu y afirma que estos tienen largos dientes y no son otra cosa que los espíritus de los niños muertos y de todo aquel que ha dejado este mundo antes de tiempo. Esto explicaría, claro está, buena parte de su accionar ya que al sentir un odio irrefrenable hacia toda aquella persona que vive feliz, hostigan durante día y noche, a diferencia de otros espíritus de la ciudad cuyos hábitos son, más bien, sólo nocturnos.   

Con algunas variantes las historias de estas criaturas se trasladaron a Asia oriental y al llegar a nuestras tierras generaron un sinfín de teorías. Por ejemplo, los curas exorcistas afirmaban que estos seres pueden alojarse en los cuerpos de los vivos y poseerlos para siempre pero los psicoanalistas lacanianos, mucho más escépticos, indicaron que aquellas personas que odian a quienes viven felices no están poseídos sino, simplemente, se oponen a la distribución del goce. Por qué estos ogros tomarían el cuerpo de algunos y no de otros o por qué existirían personas que sólo aceptarían el goce ajeno a través del derramamiento excedente del propio, podría explicarse por aquel hermético adagio de la tradición oral mongólica que repetía una y otra vez uno de los rapsodas del Gran Kan. La frase, con una hermosa profundidad poética, llevada al castellano, rezaría más o menos así: “Tu ciudad se parecerá al lugar del que vienes y al lugar desde el que hablas”.          

viernes, 19 de julio de 2013

La escribanización de la política (publicado el 18/7/13 en Veintitrés)

El intendente de Tigre y candidato opositor Sergio Massa firmó ante escribano público, como líder del Frente Renovador, que ninguno de los diputados de su lista votará a favor de la reforma constitucional. Más específicamente, el ex Jefe de Gabinete indicó que todos sus candidatos asumen el compromiso de renunciar inmediatamente a su banca en caso de avalar una reforma o la reelección, y que tal renuncia será entregada a “instituciones públicas, como el Cippec y la Asociación de Derechos Civiles”.
Más allá de entender esta acción como parte de la campaña electoral y aclarando, por si alguien todavía no se ha dado cuenta, que tal compromiso no tiene ninguna fuerza legal vinculante, lo que me propongo en estas líneas es analizar este hecho desde el punto de vista simbólico, punto de vista que, en este caso, se revela casi como un síntoma.
Alguien podría decir que Massa realiza estas declaraciones públicas con el fin de mostrarse distinto al oficialismo. Y sin duda tiene razón más allá de que es clara la necesidad que tiene Massa de ir surfeando ambiguamente los embates que lo llaman a comprometerse de un lado y del otro, y que aumentarán en la medida en que el kirchnerismo entienda que le sigue traccionando votos propios, y la oposición de los De Narváez y las Stolbizer se vea cada vez más atrás en las encuestas. Incluso, permítaseme una leve digresión, hasta el Grupo Clarín pareció exigirle a Massa que se defina cuando en los primeros minutos del programa de Jorge Lanata de este último domingo apareció una imitación del candidato en la que se lo representaba como un hombre de dos cabezas que afirmaban una cosa y su contrario al mismo tiempo. Si bien la toma de posición clara va en contra de una estrategia electoral que hasta ahora le ha resultado exitosa a Massa, las principales líneas editoriales de los formadores de opinión pareciera que no van a tolerar que alguien gane la provincia de Buenos Aires sin asumir públicamente un rechazo visceral a todo lo que huela a kirchnerismo.    
Pero yo quisiera hacer otro tipo de lectura para posarme en la figura del escribano y en las instituciones públicas que funcionarían como garantes del compromiso. Porque es allí donde me parece que hay que hurgar independientemente del contenido de lo que se comprometa. Lo diré menos elípticamente: ¿por qué un dirigente político necesita acudir a un escribano para validar su palabra? En este caso, no hay respuesta que no defina una cosmovisión porque, sin duda, lo que está de fondo es el asumir que la palabra del dirigente político no tiene valor. En esta línea, la palabra política necesita una legitimidad externa, la del escribano, para hacerse creíble y, expresado así, el mensaje hacia la sociedad no parece el más adecuado después de una década en la que en una buena parte de la población se ha recuperado el valor de la política. Esto hace que el mensaje al electorado sea algo así como “nosotros, los políticos, no somos confiables. Nuestra voluntad es débil y corrupta. Por suerte, están los escribanos”.
Pero por si esto no alcanzase, Massa se sube a otro latiguillo de la antipolítica que es el de asumir la virtud intrínseca de las organizaciones de la sociedad civil en el formato ONG. Esto más allá de la particular historia que las organizaciones mencionadas, Cippec y Asociación por los Derechos civiles, poseen. En cuanto a la primera, su marcada línea neoliberal se puede comprender a partir de la trayectoria de algunos de sus fundadores: Miguel Braun (asesor económico de Macri y Director de la Usina de Ideas del PRO denominada Fundación Pensar), Sonia Cavallo (hija del ex ministro de Economía y promotora de las políticas de su padre), Nicolás Ducoté (asesor de De Narváez, luego cooptado por el macrismo, y ahora de regreso al denarvaísmo-moyanista en Pilar), entre otros egresados de Harvard y Chicago, y docentes de universidades no muy nacionales y populares como las de San Andrés. En el caso de la Asociación por los Derechos civiles que Massa, por error, denominó “Asociación de los derechos civiles”, se trata de una organización que hace algunas semanas se atrevió a la “patriada” de apoyar el pedido a la justicia de una periodista del grupo de Jorge Lanata en relación a cuánto le cuesta al Estado el programa “678” y cuánto cobran sus panelistas. Su actual presidente, un neutral, independiente y objetivo representante de la sociedad civil como Braun, Cavallo o Decoté, es José Miguel Onaindia,  Director del Incaa durante la Alianza y quinto en la lista de diputados de la Coalición Cívica que en 2011 llevó a Patricia Bullrich y a Fernando Iglesias como principales figuras. Mencionar estos nombres y estas trayectorias no implica ninguna descalificación a priori, simplemente, intenta mostrar que las ONG, las Fundaciones y las Asociaciones muchas veces son la fachada con la que se revisten ciudadanos con intereses e ideologías. No se trata, entonces, de cometer una falacia ad hominem desacreditando lo que se dice por la trayectoria de quien lo dice; de lo que se trata, más bien, es de denunciar la falacia de autoridad que estos hombres y mujeres realizan cuando buscan dar credibilidad a lo que dicen legitimados en la buena prensa del sello presuntamente apolítico de “representantes de la sociedad civil”.     
Volviendo a la decisión de Massa y su escribanización de la política, desde sus orígenes, la democracia estuvo vinculada a la palabra y a la persuasión que el político podía tener sobre el auditorio. El compromiso asumido por la palabra del político se establecía en relación directa con el ciudadano y no hacía falta ninguna otra instancia de legitimidad porque ésta estaba dada por la Asamblea que tomaba las decisiones. Buscar avales por fuera de la asamblea podría pensarse como la visión posmo-republicana de los consejos de sabios cuya legitimidad estaba dada por su relación directa con la divinidad. Claro que, muerta o jubilada aquella divinidad, desde Nietzsche hasta la fecha, la legitimidad de esos estamentos exteriores a la asamblea ciudadana la dan las corporaciones mediáticas y judiciales.
Para finalizar, entiéndase que aquí no hay ninguna cruzada contra los escribanos y su función, la cual, con diversas denominaciones, ha sido de relevancia en toda la cultura occidental. Lo que se busca destacar es que escribanizar y oenegizar la política va en contra de esa trabajosa batalla contra aquel sentido común que siente una desconfianza intrínseca hacia los políticos y las instituciones políticas al tiempo que reviste de virtud aquellas otras formas de organización que tienen pretensiones políticas pero las enmascaran.
Dicho esto, nadie le pide a Massa que acabe alineándose al modelo oficialista si no lo desea. Lo que sí sería deseable es que tanto él como cualquiera que intente reemplazar al kirchnerismo lo haga respetando la esencia de la política, esto es, una legitimidad que no necesita avales ni la aprobación de presuntas autoridades externas cuyo rol no ha sido refrendado por la ciudadanía a través de una elección popular. Que triunfe la escribanización confirmaría una vez más que, paradójicamente, los candidatos enmarcados en la línea de los políticos new age ravishankarianos que miran hacia adelante, buscan devolvernos a la lógica de un sentido común forjado en el pasado, más precisamente, en los pasados años 90.        


lunes, 15 de julio de 2013

Bestiario político argentino N° 8: Los Baldanders (publicado el 12/7/13 en Diario Registrado)

Los estudiosos afirman que el vínculo entre los Baldanders y el mito de Proteo es demasiado evidente pues, como indicaba Homero en Odisea, este hijo de Poseidón transformaba su naturaleza constantemente con el fin de no ser atrapado: podía ser león, agua, jabalí, árbol o lo que la situación requiriera. Algo similar sucedía con los Baldanders, voz alemana que puede traducirse, según Borges, por “Ya diferente” o “Ya otro” y que es entendido por el autor de El Aleph como “un monstruo sucesivo”. Según Gilles Deleuze “[la idea de monstruo sucesivo]  significa que lo que lo transforma en digna criatura de un bestiario no es el producto de sus transformaciones, pues ni un león ni un árbol tienen por qué ocupar un lugar en una clasificación teratológica. Lo que lo hace monstruoso es la acción de mutar independientemente de aquello hacia lo que mute, su nomadismo, ese no ser constante, su devenir […] ese ser otro esencial que lo convierte en pura acción, pura intensidad y línea de fuga, […] ese “ya diferente” que ahora no es y se desterritorializa”.

Como Proteo, los Baldanders son pastores de focas y una vieja leyenda afirma que éstas aprendieron a aplaudir cuando, sin notar que su guía se había transformado para seducir y liderar otras manadas, creyeron que su pastor se había perdido en la playa. En el siglo XVII los Baldanders reaparecieron en una novela picaresca de Grimmelshausen y en la actualidad “Baldanders” es el nombre del máximo villano de un video juego llamado Final Fantasy. Se dice que todos llevamos un Baldanders dormido dentro y que éste se despierta cuando se desea mucho un cargo.               

viernes, 12 de julio de 2013

Nueva refutación del periodismo (publicada el 8/7/13 en Veintitrés)

El último domingo sucedió un hecho que condensa un clima de época. Dado que puede que usted no se haya enterado pues quizás se informa principalmente por los medios que quedaron expuestos por este hecho, se lo voy a contar. En el programa “Periodismo para todos” que se emite por Canal 13 los domingos a las 22hs se realizó una denuncia contra el dirigente afín al gobierno Luis D´elía. Sintéticamente, el programa conducido por Jorge Lanata, afirmaba que D´elía era el dueño de una empresa de transporte de combustible contratada por el Estado y que para poder desarrollar esa actividad había puesto testaferros. Como respaldo de la denuncia, siguiendo el esquema de investigaciones anteriores, se había logrado obtener el testimonio de un presunto arrepentido, nada más y nada menos que el supuesto testaferro llamado Mario Codarin. Entrevistado por el Jefe de Producción del programa, Gabriel Levinas, Codarin brindaba datos que incriminaban a D´elía y de ese modo el programa que está dispuesto a atacar la credibilidad de cada uno de los hombres y las mujeres que públicamente apoyan al gobierno, sumaba un granito de arena a los prejuicios del ciudadano medio antikirchnerista que a través de las redes sociales obtenía un orgasmo de moralidad cada vez que escribía el “hash” #PiqueteroPetrolero. Sin embargo, mientras el programa de Lanata estaba siendo emitido, Luis D´elía publicaba desde su cuenta de Twitter un video junto a Mario Codarin filmado horas antes de efectuarse la grabación que este último hiciera para Periodismo para Todos. Sentado junto al líder piquetero, con el diario Clarín sobre la mesa atestiguando la fecha, el canal TN en la televisión dando cuenta de la hora y una escribana pública capaz de certificar lo que allí sucedía, el supuesto testaferro denunciaba que venía siendo “apretado” desde hacía meses por la producción de Jorge Lanata. Tal “apriete” tenía ribetes insospechados o, directamente, mafiosos: en un principio, allá por el mes de enero, fueron simplemente comentarios del tipo “hablar te va a convenir a vos y a tu familia”. Como Codarin no daba la información que el programa de Lanata necesitaba, se sucedieron nuevas citaciones de parte de la producción que Codarin fue rechazando sistemáticamente y que en los meses más cercanos se transformaron en continuas llamadas a su celular (3 o 4 por día). Pero resultando evidente que el programa iba a carecer de prueba contundente sin el testimonio de Codarin, Levinas le comunicó que si no decía, en una grabación para el programa, lo que él necesitaba, iban a construir una historia en la que se inventaría que sus hijos forman parte del entramado de corrupción de D´elía. La consecuencia de esto, gracias a la repercusión que el programa tendría, sería una mácula que les duraría toda la vida. Así es que Codarin, ante el riesgo que corrían sus hijos de 25 y 22 años, aceptó ficcionar una historia que manchase a D´elía y cumplir con el mandato de darle ficción a quien lo desee pues nadie tiene derecho a negar ni una ficción ni un vaso con agua. En palabras del propio Codarin, ante la escribana pública: “Acepté participar con la condición de que no se metan con mis hijos. Esto fue lo pactado. (…) Así que les voy a vender todo el pescado podrido que ellos quieran. Me dijeron que me van a dar un libreto, que yo voy a contestar específicamente lo que Levinas me va a preguntar y yo le voy a contestar a él según el libreto que me dan. Le voy a vender todo el pescado podrido que pueda a Lanata porque con mis hijos no se mete nadie y con la honra de la gente no hay que meterse.”             
La velocidad de las redes hizo que el video tuviera una importante circulación aun durante la emisión del programa de Lanata lo que dejaba a las claras que los tiempos de las redes son mucho más vertiginosos que los de la televisión en vivo. El hash #PiqueteroPetrolero fue dejando lugar a #ElPescadoPodridoDeLanata y el programa del ex director de Página 12 tuvo el corte publicitario más largo que se le recuerde y terminó 10 minutos antes de su horario habitual como sucediese aquel día en que Chávez venció a Capriles. En este sentido y a pesar que desde esta columna muchas veces hemos sido escépticos respecto de las bondades democráticas de las redes sociales, hay que admitir que la desmentida de una operación mafiosa realizada no por el Estado sino por un grupo económico que utiliza el programa de Lanata para atacar a quienes son sus enemigos, fue posible por la capacidad de circulación (viralización) que el video tuvo. De hecho, en apenas minutos, el portal de TN dio de baja la noticia que acompañaba a Periodismo para Todos y el click que llevaba al supuesto desenmascaramiento de D´elía se transformó en un cartel que decía “No se puede encontrar la página”. Por su parte, la versión on line de Clarín, aquella que todos los domingos a la noche desde hace más de un año, pone como noticia principal las investigaciones de Lanata, se ocupó del ascenso en el ranking de Del Potro y de amplificar los males que genera el paro de un cada vez más solitario Moyano al que no se le ha oído exigir que los jueces paguen el impuesto a las ganancias.
 Fin de la historia y, parafraseando a Borges, nueva refutación del periodismo. Ni siquiera quedan, como diría Pinti, los artistas, porque en el mismo programa, aunque una semana atrás, se realizó un “apriete” público en el que se denunció a todos los hombres y mujeres de la cultura que han cobrado del Estado por hacer presentaciones libres y gratuitas o han recibido subsidios del INCAA. El mensaje es claro y está dirigido a los que ideológicamente son afines del gobierno. Muy lejos quedó aquella mirada virginal del periodismo, de las imprentas clandestinas y de la libertad de expresión como estandarte frente a la prepotencia estatal; tan extemporánea como la afirmación de que los poderosos son los gobiernos. Así, del mismo modo que el año anterior fue el grupo Clarín el que denunció a periodistas por delitos que implicaban hasta 10 años de cárcel, se pudo observar que, antes que la denominada “GESTA-AFIP”, son las corporaciones mediáticas y las empresas multinacionales las principales generadoras de “carpetazos”, que en caso de ser necesario, pueden construirse con información falsa no apta para narices sensibles.        
 En su libro Política, Aristóteles hablaba de las diferentes formas de gobierno y de sus respectivas degradaciones. Indicaba que la monarquía podía transformarse en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en demagogia. La diferencia entre las formas ideales y las degradadas estaba dada por el hecho de si las formas de gobierno apuntaban al interés general o, por el contrario, a la satisfacción de los deseos del monarca, el grupo selecto de gobernantes o la mayoría necesitada, respectivamente. Siguiendo esta lógica, ante un hecho como el que aquí se relató: ¿podemos seguir hablando de “periodismo” sin más como lo venimos haciendo desde fines del siglo XVIII? ¿De qué manera deberíamos llamar a esta actividad que, en caso de ser coherente con el mandamiento de denunciar al poder, debería denunciar, antes que a los gobiernos de turno, a sus propios empleadores? ¿Qué está haciendo el llamado “periodismo” por el interés general? ¿Es un bien para la democracia y las instituciones o es el abrazo apalabrado portavoz de los intereses de unos pocos? ¿Es esta una forma degradada del periodismo, es una cosa distinta del periodismo o simplemente el periodismo no es otra cosa que esto?

  

lunes, 8 de julio de 2013

Bestiario político argentino N° 7: Las Lamias (publicado el 5/7/13 en Diario Registrado)

Fue recién con los estudios sobre porotos que realizara Mendel hacia la segunda mitad del siglo XIX, y que significaron un enorme aporte en la comprensión del mecanismo de la herencia, que se comenzó a investigar acerca de los orígenes de esa enorme cantidad de compatriotas que poseen la facultad de poderse quitar y poner los ojos a voluntad. El árbol genealógico llevó, entonces, a considerar a las lamias como primeras madres argentinas y símbolo de la particular relación que tiene el país con sus hijos. Como señala Filóstrato, Lamia era una princesa Libia que tuvo varios hijos producto de su relación amorosa con Zeus, lo cual generó un enorme ataque de celos de Hera, que, como venganza, raptaba a la progenie de esta pareja y los asesinaba apenas nacían. Pero el odio de Hera no terminaba allí y para prolongar el sufrimiento de Lamia, la condenó a una vida insomne robándole los párpados. Esto hizo que Zeus, piadosamente, le otorgara a Lamia la posibilidad de quitarse los ojos todas las noches para poder descansar y adquirir, a su vez, la forma corporal que desease. Sin embargo, el trastorno producido por Hera hizo que la atormentada Lamia se transforme en una suerte de espíritu maligno cuya frustrada vida como madre la llevó a asesinar a todos los recién nacidos de la ciudad. Probablemente, son estas características las que explican por qué, con el tiempo, el nombre deviene genérico y se llama lamias a un conjunto de espíritus que aterrorizan a los niños como los íncubos, el cuco o las serpientes con gorra de policía.
En esta línea, Robert Graves recuerda que en el Bestiario moralizado de Gubbio la lamia es una criatura cuya leche es venenosa y por ello acaba matando a sus hijos en el amamantamiento. En la actualidad se ha llegado a la conclusión de que el antídoto no es un asunto de neonatólogos ni alquimistas sino de legisladores y que la existencia de leyes justas purifica la leche y regenera los párpados que la maldición se había apropiado.

         

viernes, 5 de julio de 2013

El tablero de dirección de la web (publicado el 4/7/13 en Veintitrés)

Como anticipo de lo que será el “Año Cortázar” en 2014, la última semana se conmemoró el quincuagésimo aniversario de la publicación de Rayuela, una novela que en los años 60 se enmarcó en lo que fue conocido como “boom latinoamericano”, un fenómeno editorial y literario que, además del autor de “El perseguidor”, incluía a jóvenes promesas como Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Más allá de la trascendencia que tuvieron personajes como La Maga, Rayuela contaba con una particularidad: comenzaba con un “Tablero de dirección” previo al desarrollo de la narración, una suerte de manual que marcaba ciertas reglas que es preciso conocer, como sucede cuando nos enfrentamos, por ejemplo, a un juego. El “Tablero” indicaba que había dos maneras de leer el libro. La primera era la forma tradicional secuencial, digamos, desde la página 1 hasta el capítulo 56; la segunda, en cambio, suponía saltos de capítulo a capítulo. Así, Cortázar aclaraba que para esta lectura alternativa era necesario comenzar por el capítulo 73, luego ir al 1 y al 2, a continuación al 116, al 3, al 84, al 4 y así sucesivamente, de un lado a otro.
Esta novedosa posibilidad de ingresar a una obra desde diferentes lugares alterando el orden (presuntamente) natural, resultaba sorprendente para la época pero décadas más tarde se transformó en una de las presuntas mejores descripciones de los modos habituales de acercarse a la lectura a través de Internet. Dicho de otro modo, la lógica aparentemente rizomática de la web supone la posibilidad de un transitar nunca prefijado y libre en el que el lector tiene un rol activo. Se puede ingresar buscando un dato histórico, que a su vez está linkeado con un comentario que nos resultó atractivo y que tiene como corolario la referencia a un libro que es el que acabamos leyendo y que no tiene ninguna relación con aquella motivación inicial que guiaba nuestra búsqueda.
 Esta nueva forma de acceder y construir un texto es lo que se ha dado en llamar hipertexto y que, en términos de Theodor Nelson, es definido como “una escritura no secuencial, (…) un texto que bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. De acuerdo con la noción popular, se trata de una serie de bloques de texto conectados entre sí por nexos que forman diferentes itinerarios para el usuario”.
 De este modo, el hipertexto parece ser una idea que se solidariza con categorías como “red”, “texto abierto”, “nomadismo” o “ausencia de autor”, propias de pensadores críticos de la modernidad como Barthes, Deleuze, Foucault o Derrida, entre muchos otros.
 Pero con la ayuda de la tecnología, el hipertexto deviene también hipermedia, esto es, la posibilidad de una lectura acompañada por recursos audiovisuales. De este modo, podría darse la situación en la que en una novela se afirme que el personaje x estaba escuchando determinada canción y gracias al hipertexto generar un link para que, haciendo click allí, los parlantes de nuestra computadora reproduzcan aquella música. A su vez esto podría venir acompañado de una foto o un dibujo de aquella situación capaz de ayudar a los lectores con poca imaginación o a los escritores que, por incapacidad, economizan las descripciones. Estas posibilidades han hecho que algunos pensadores ya reconozcan la existencia de un nuevo género literario llamado hiperficción, un género constituido a partir de la lógica hipertextual y del acompañamiento de los recursos audiovisuales para exigir al lector un rol mucho más activo.
Con todo, en la literatura argentina, ya existían antecedentes de intentos de fracturar la linealidad de la lectura clásica, como mínimo, en Macedonio Fernández y en Borges. Del primero, obsérvese, por ejemplo, Museo de la Novela de la Eterna, que consta de 56 prólogos a una obra que siempre promete arrancar pero nunca lo hace. Del segundo, por su parte, se pueden señalar cuentos como “La Biblioteca de Babel”, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” o “Pierre Menard, autor del Quijote”, pero entre todos ellos el que sobresale es “El jardín de senderos que se bifurcan”, también incluido en Ficciones. Allí se cuenta la historia del personaje Ts´ui Pen quien creó una novela de tiempos paralelos cuya apariencia contradictoria obedecía a que, en ella, los desenlaces eran múltiples: “En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts´ui Pen, opta, simultáneamente, por todas. De ahí las contradicciones de la novela. Fang, digamos, tiene un secreto; un desconocido llama a su puerta; Fang resuelve matarlo. Naturalmente hay varios desenlaces posibles: Fang puede matar al intruso, el intruso puede matar a Fang, ambos pueden salvarse, ambos pueden morir, etcétera. En la obra de Ts´ui Pen, todos los desenlaces ocurren; cada uno es el punto de partida de otras bifurcaciones”.  
 No casualmente esta obra de Borges ha sido inspiradora de uno de los principales experimentadores de la ficción en la web: Stuart Moulthrop. Este profesor oriundo de Baltimore ya hacia principios de los 90 se introduce de lleno en las posibilidades intertextuales que brinda internet y crea, entre otras novelas, Victory Garden, ambientada en el contexto de la Guerra del Golfo y uno de los mejores ejemplos de lo que aquí se viene desarrollando.
Ahora bien, la existencia de intuiciones y propuestas como las de Cortázar han hecho que muchos de los más optimistas defensores de las bondades de la web se apropien de estos autores y los ubiquen como antecedentes, ya no de una descripción de la lógica de las redes sino, más bien, de una valoración positiva. Así, por ejemplo, existen publicaciones y producciones académicas que irresponsablemente ubican a escritores como Borges del lado de los que hoy ensalzarían la web como una panacea democratizante contra el totalitarismo estatal. Se trata de los mismos que saludan la espontaneidad de las redes sociales y las reciben como un termómetro de la sociedad civil, como si los trending topic (lo más nombrado en Twitter), fueran representativos de lo que sucede en la calle.
 Pero quisiera volver a Cortázar y dejar para otra oportunidad la discusión acerca de si estas formas de lectura post-Gutenberg suponen un paso hacia adelante y si es necesario decretar la muerte y la obsolescencia del libro en el soporte papel. Porque como seguramente usted habrá notado, del ejemplo de Rayuela no se siguen necesariamente las propuestas de hipertexto tal como fueron aquí desarrolladas. Dicho de otro modo, Cortázar no da plena libertad al lector para que construya activamente la obra. Le da dos opciones perfectamente delimitadas. Así reglamenta que su novela puede leerse de manera, llamémosle, tradicional, o según la alternativa de saltos de capítulos claramente determinada por el autor, tal como se describió algunas líneas atrás.

 La pregunta sería, entonces, si el hipertexto electrónico puede escapar de esas limitaciones. Se dirá que en parte sí porque fractura la idea de autor, de unicidad de una obra, etc. ¿Pero no habrá, quizás, solapadamente, unos límites? ¿No sería posible que, debajo de una superficie de la plena libertad,  de la total expresividad, y de la profunda democratización a la que aparentemente nos llevaría Internet, se encuentren lineamientos que reducen drásticamente las opciones sin que nos demos cuenta de ello? En otras palabras, ¿no nos estaremos creyendo libres mientras los mismos de siempre manejan el Tablero de Dirección?       

lunes, 1 de julio de 2013

Bestiario político argentino N° 6: Los Kudan

En Japón se dice que existen unos animales fantásticos llamados Kudan, con cabeza humana y cuerpo de vaca o toro, que se expresan a través de las diversas lenguas humanas, siempre dicen la verdad y sólo viven 3 días. Sin embargo, hay quienes indican que no siempre son capaces de persuadir. En este sentido, aun sin que les pesase alguna maldición como la de Cassandra, los Kudan debían hacer algunos méritos extra para ser creíbles, algo que no era fácil dado que ningún ser humano razonable puede dejarse convencer por alguien que ostente un cuerpo de vaca o toro. De esta necesidad de ocultar su apariencia, se sigue que los Kudan se hayan dedicado a la radio y luego, con la irrupción de la televisión, crearan el formato del noticiero con presentadores a los que sólo se les ve la cabeza y la parte humana del torso (seguramente, es esta misma razón, y no la ausencia de miembros inferiores como algunos dicen, la que explica, también, que jamás se haya visto caminar por la calle a un conductor de noticiero).
Asimismo, el hecho de vivir tan poco tiempo, de poseer una naturaleza tan débil, una existencia tan fugaz, sólo podía ser remendado por una tecnología que permitiese grabar y reproducir infinitamente una y otra vez sus verdades, aspectos en los que tanto la radio como la televisión han estado a la vanguardia más allá de no haber podido resolver todavía el hecho de que los mensajes se repitan cada 3 días.
Con todo, lo más llamativo es que la enorme cantidad de Kudan que ocuparon espacios en los medios hizo que su fama se transfiriera al soporte desde el cual enunciaban sus verdades y bastaba con que cualquier ser humano, o incluso cualquier monstruosidad, afirmara algo en radio o televisión para que sea tomado como verdadero.

Por suerte, en la actualidad, sólo algunos creen en la sacralidad de la palabra de estos seres pero, curiosamente, se le llama “kudan” a toda organismo vivo que piense lo mismo que pensamos nosotros.