domingo, 29 de octubre de 2023

El milagro peronista (publicado el 23/10/23 en www.theobjective.com)

 

Apenas algunos días atrás, en una rueda informal de prensa, un periodista le consulta al expresidente uruguayo José "Pepe" Mujica sobre las elecciones que se iban a celebrar en Argentina el domingo. A la luz de los hechos, su respuesta fue premonitoria: 

 

"Argentina es una cosa indescifrable porque es un país que tiene una mitología. Cómo se explica usted que el ministro de economía, con una inflación como tiene la Argentina, va a pelear la presidencia... Sabe por qué? Porque tiene el respaldo de una cosa enorme que no está conforme con él pero que lo va a apoyar (...) Se llama peronismo. Ese animal existe y es una mitología que tiene el pueblo argentino".

 

Efectivamente, este domingo se desarrolló la elección general en Argentina y el resultado fue sorprendente: el candidato del oficialismo peronista, Sergio Massa, que había quedado tercero en las elecciones internas abiertas y obligatorias de agosto, alcanzó casi 37% de los votos y superó por aproximadamente 7% a Javier Milei, el candidato que asomaba como favorito despues de su triunfo en agosto. Sin embargo, dado que el ganador no obtuvo 45% ni tampoco un 40% con diferencia de 10% respecto del segundo, en un mes habrá un balotaje entre el candidato peronista y el paleolibertario. 

 

Ahora bien, más allá de la mitología peronista que señalaba Mujica, entre agosto y esta elección pasaron cosas. Por lo pronto, el candidato del oficialismo logró insólitamente despegarse de su propio gobierno a ojos de buena parte del electorado aun siendo el ministro de economía que en los últimos dos meses tuvo una inflación de 12% cada mes y que lleva acumulada en el año más de 130%, con más de la mitad de los menores de 18 años en condición de pobreza. Sin dudas, buena parte del problema es estructural y heredado pero hay responsabilidad del ministro, evidentemente. Sin embargo, tras haber perdido en agosto, Massa lanzó toda una serie de medidas poco apegadas al equilibrio fiscal que fueron bien recibidas por la gente: aumentos de salarios, beneficios impositivos,  subsidios, etc., para distintos sectores de la sociedad que lo necesitaban tras años de deterioro del poder adquisitivo.  Referentes de la oposición lo apodaron "plan platita" y lo acusaron de ser un gesto demagógico y electoralista. Aun cuando, insistimos, algunas de esas medidas eran necesarias, razón no les faltaba. 

 

Pero al mismo tiempo, el gobierno avanzó con una clásica campaña del miedo, si bien, también hay que decirlo, esta campaña se basó, aun con exageraciones, en focalizar en algunas de las consecuencias reales del plan libertario de Milei. En particular, se hizo énfasis en todo lo que implicaría el desmantelamiento del Estado de bienestar, esto es, fin de la educación gratuita, aumentos de hasta el 1000% en transporte, pauperización (aun mayor) del sistema de pensiones de alcance universal para una mayoría de aportantes, etc. 

 

Ahora bien, aun cuando todo esto ha jugado un rol importante, no veríamos la escena completa sin posarnos en la campaña de los opositores. Principalmente el sector opositor que un año atrás era ampliamente favorito para alzarse con el triunfo y el domingo apenas obtuvo un 23% de los votos. Se trata del espacio conservador liderado por el expresidente Mauricio Macri quien decidió no participar de la elección dada su baja intención de voto pero, a cambio, intervino abiertamente para crear una interna apoyando a Patricia Bullrich, una candidata, como mínimo,  bastante poco preparada, en detrimento de quien era el candidato "natural", el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. 

 

La interna fue ganada por Bullrich pero fue tan feroz, que acabó esmerilando al espacio, al punto de permitir la aparición sorpresiva de Javier Milei, un candidato paleolibertario sin estructura y conocido por sus intervenciones televisivas y sus viralizaciones en las redes.

 

Milei, de profesión economista, no tenía empacho en presentarse como un "fundamentalista del mercado", algo a lo que no se había animado ningún liberal en la historia argentina, al menos de una manera tan abierta. Para Milei, había que incendiar (SIC) el Banco Central, dolarizar la economía y dejar librado a la lógica del mercado todo, desde las transacciones económicas más básicas, hasta las prestaciones de salud, las pensiones, la educación, etc. Si bien algunas de esas ideas prendieron en un sector de la población, especialmente aquellas que hacían foco en la responsabilidad del Estado y los políticos al momento de dar cuenta de la inflación, lo cierto es que Milei conectó con el electorado más por su actitud de indignación que por su ideario. En otras palabras, era el enojo con la crisis y no la pasión por Friedman y Hayek.

 

A su vez, en los últimos tiempos, Milei se encolumnó detrás de la alt-right con claros elementos populistas en la línea Bolsonaro, Trump y Vox, lo cual también le acercó numerosos adeptos, especialmente, entre la juventud, hartos de las consecuencias sociales del progresismo hegemónico. 

 

Pero lo que tras las elecciones de agosto parecía ser un piso de votos, se transformó en techo este domingo y el candidato paleolibertario se estancó alrededor de los 30 puntos. Para comprender por qué sucedió eso cabe agregar, a las acciones del oficialismo, una serie de errores no forzados, tanto de Milei como de algunas figuras que lo secundaban. En este sentido, en las últimas semanas, a la promesa de privatizar los trenes, la aerolínea de bandera y la empresa nacional de energía, Milei equiparó la accion del terrorismo estatal durante la dictadura con el accionar de la guerrilla reabriendo un debate muy sensible. A esto habría que agregar sus incomprensibles  declaraciones sobre venta de órganos y de bebés realizadas hace tiempo, y las recientes intervenciones de candidatos del espacio proponiendo la posibilidad de que los varones renuncien a la paternidad y a la  manutención correspondiente de sus hijos, cortar relaciones con el Vaticano porque allí habría, como alguna vez dijo Milei, un "enviado de Satanás", y la privatización de los mares como alternativa para salvar a las especies. A estos delirios sumemos una campaña sucia insólita en la que se ha instalado que Milei es un desequilibrado mental que habla con el espíritu de su perro muerto o que incluso tiene relaciones incestuosas con su hermana, y tendremos un panorama del nivel de debate público que atravesó la campaña. 

 

El balotaje será el domingo 19 de noviembre y promete un final cerrado. Es que si se suman los votos de Bullrich a los de Milei se superarían abiertamente los 50 puntos necesarios para ganar. Tomando en cuenta que dentro de ese 23% de Bullrich hay votos profundamente antiperonistas, esa opción no es una quimera ni mucho menos. Sin embargo, el favorito ahora parece ser Massa por escaso margen. 

 

La campaña para esa instancia ya empezó el mismo domingo por la noche tal como se sigue de los discursos de los candidatos. En el caso de Milei, su intervención pareció escrita por la propia Bullrich a quien hasta hace una semana acusaba, falsamente, de ser una exguerrillera que ponía bombas en jardines de infantes. El discurso anticasta política y populista giró y ahora Milei llama a defender las instituciones republicanas y convoca a la casta política no peronista a vencer al "verdadero enemigo". En el caso del candidato peronista, por cierto, la versión más de centro derecha que podía ofrecer el espacio, su discurso se basó en convocar al voto de centro y de izquierda para un gobierno de unidad nacional contra la derecha. Si hace 4 años su espacio discutía si había que decir "Todos, todas y todes", Massa ahora se presenta como "el presidente del trabajo y la seguridad" y pide a su familia que suba al escenario de la victoria para demostrar la importancia que ella tiene. 

 

En un mes sabremos finalmente el desenlace de este largo proceso. Dicho esto, si el expresidente Mujica tiene razón, lo más justo sería terminar con una cita de Perón que probablemente sea la más precisa para comprender cómo un muy mal gobierno tiene las puertas abiertas a una reelección: "No es que nosotros [los peronistas] seamos buenos. Es que los demás son peores".

 

El fin de la ilusión antipopulista (editorial de No estoy solo publicado en www.canalextra.com.ar el 28/10/23)

 

Pasados apenas tres días de unas elecciones en las que el oficialismo vencía por casi 7 puntos, prácticamente se formalizaba lo que era evidente: el fin de Juntos por el Cambio. Efectivamente, como todos hemos visto, con un apuro bastante particular, la fórmula presidencial derrotada anunciaba como decisión propia y a título personal un mandato de la jefatura política del PRO, la misma que los había impulsado a jugar una interna para acabar con las chances del heredero natural: Horacio Rodríguez Larreta.

Los intentos de darle un tono institucional en el que hasta se leyeron unos supuestos puntos de acuerdo con La Libertad Avanza, como así también una risueña épica sanmartiniana, fueron el maquillaje de la escena de la humillación, indisimulable en el rostro de Bullrich, tal como se pudo confirmar en la incómoda foto junto a Milei en los estudios de TN ese mismo día por la noche. Se dice que los actores deben creer en su propia actuación porque si no, dejan de ser creíbles. Lo mismo vale para este caso. Body talks, el cuerpo habla. Los republicanos atentos a las formas, la estabilidad, el equilibrio de poderes y la previsibilidad, ahora se abrazan a la motosierra en nombre del antiperonismo.

La movida de Macri o bien se explica por su psicología o bien obedece a una información que no conocemos. Es decir, una posibilidad es que se trate de una suerte de voluntad de poder destructiva y ciega dispuesta a aniquilar todo a su alrededor. Un Cronos devorando a sus hijos que se cargó a Horacio, se cargó a Patricia y ahora va por Javier. La otra opción es, como trascendió, una preocupación judicial. ¿Acaso Macri sabe que Massa no es Alberto Fernández y que con un nuevo gobierno las causas en su contra podrían avanzar? No descartemos que haya algo de las dos opciones.

Después está la evaluación táctica: ¿era este el camino que debía seguir Macri para lograr la centralidad que él pretende? Naturalmente es discutible y ser taxativos con el diario del viernes es riesgoso, pero a priori pareciera que no. Es que si analizamos el movimiento lo primero que surge es una duda acerca de los tiempos: ¿a qué se debió el apuro en salir a apoyar a Milei a través de Bullrich? ¿Se trató de hacerlo antes de las reuniones del PRO y de Juntos por el Cambio en las que probablemente su postura estaría en minoría? Suponemos que sí, pero es evidente que el precio de “cortarse solo” tendría consecuencias inmediatas: declaraciones en contra de dirigentes del PRO (Rodríguez Larreta, Vidal, etc.) y de la Coalición Cívica, más una conferencia de prensa explosiva de los radicales. O sea, una ruptura a cielo abierto.  

Por otra parte, una muestra más de que es necesario tratar de ver un poco más allá de la escena, es que no hacía falta salir expresamente a apoyar a Milei para lograr que los votantes de Juntos por el Cambio se inclinaran a ello, como si, además, los electores aguardaran y aceptaran órdenes de un candidato (perdidoso). De aquí que podría haberse mantenido neutral y su núcleo duro antiperonista igualmente hubiera votado a Milei o un ladrillo con tal de que no gane el oficialismo.

En este punto, lo más lógico entonces sería pensar que lo que hubo fue un intercambio: “nosotros salimos a apoyarte públicamente y vos a cambio…. X”. Por ahora no sabemos qué pero ese apoyo no sale gratis y quizás el tiempo nos aclare si el bueno de Javier devino un Fausto vernáculo.

Ahora bien, decíamos que otra de las opciones es que Macri hubiera resuelto quebrar definitivamente la coalición para posicionarse como un líder absoluto del espacio PRO, pero hacerlo supone dinamitar una estructura de diez gobernaciones, más de 100 congresistas entre diputados y senadores, intendentes en todo el país… Los números muestran que, más allá de la derrota, JxC ha sido una coalición enormemente exitosa electoralmente hablando desde su creación hasta hoy y que siendo oposición determinará al próximo gobierno, el cual, sea quien fuere, tendrá que afrontar una época de crisis y ajuste fenomenal que lo va a erosionar.

Alguien dirá: Macri quería volver al poder y primero intentó hacerlo a través de Patricia; ahora intenta hacerlo a través de Javier, un “hijastro irascible” que dice lo que él no se animó y que promete lo que los asesores de Macri le sugirieron no prometer para ganar la elección en 2015. Sí, es una opción posible. Pero en todo caso sigue abierta la duda acerca de por qué hacer todo a plena luz del día cuando el efecto hubiera sido el mismo sin necesidad de estas escenas de porno política. Todavía más: si Milei se perfilara como un ganador seguro del balotaje, quizás tendría algún sentido sacrificar JxC ante la inminencia de formar parte, de una u otra manera, de un nuevo gobierno. Pero lo cierto es que tras el resultado del domingo, la elección promete un final cerrado donde Milei puede perder.

De hecho, todos sabemos que en política 2 + 2 no es 4 y que los 30 puntos de Milei no se sumarán automáticamente a los 23 de Bullrich. Es más, no solo cabe dudar acerca del comportamiento del electorado de Bullrich sino también cabe preguntarse si el electorado del propio Milei aceptará sin más este salto inimaginable unos días atrás cuando la candidata de Juntos era una exmontonera que ponía bombas en jardines de infantes.

Con todo digamos que el dilema de Milei era y es claro ya que las mismas razones de su éxito son las que lo llevan a un callejón sin salida. En otras palabras, hace una gran elección de 30 puntos porque logra instalar el clivaje casta/anticasta pero solo puede alzarse con el triunfo en un balotaje asociándose con la casta, es decir, rompiendo el clivaje que lo llevó al “triunfo”. Así, pega un salto y se abraza al clivaje que intentó instalar Bullrich y que fue una de las razones por las que fracasó. Me refiero al peronismo/antiperonismo o kirchnerismo/antikirchnerismo. Alguna vez lo mencionamos en este espacio, pero el discurso de Bullrich no solo era violento (lo cual sería casi lo de menos) sino que en términos electorales era demodé, pensado para la Argentina del 2015. Entonces, ¿obtendrá Milei los votos necesarios demostrando que era más antiperonista que anticasta?   

Asimismo, si nos llevamos por la lista de puntos supuestamente acordados entre Macri y Milei y que oportunamente fueran leídos en la conferencia de prensa por Bullrich, parece estar claro que no hay espacio para la dolarización, ni para el fin de la coparticipación, la reforma constitucional, el cierre del ministerio de la mujer o la ruptura delirante con nuestros principales socios comerciales. Hasta hubo una referencia solapada a no aceptar la venta de órganos, limitar la tenencia de armas y garantizar la libertad de expresión para evitar que a los sensibles periodistas no se les llame “ensobrados” pero, sobre todo, para garantizarles que van a seguir recibiendo pauta si se portan bien. De aquí que tras escuchar esos puntos acordados sea factible pensar si Milei ha abrazado ya directamente la plataforma del PRO a cambio de ser competitivo en el balotaje; y, lo más importante, cómo reaccionará una parte de su electorado ante semejante resignación que se vio con claridad el domingo en el discurso cuando desapareció la motosierra y se habló de fortalecer las instituciones y los ideales republicanos.

Para finalizar, entonces, durante las próximas semanas veremos conmovedores intentos de la prensa opositora, los think tank y los referentes del PRO para justificar cómo el antiperonismo los ha llevado hasta límites insospechados, al menos, visto desde la perspectiva de esta etapa democrática que cumple 40 años. Los mismos demiurgos de la palabra que lograron vendernos un Menem rubio y de ojos celestes, nos presentarán un Milei atemperado y estadista y que ha dejado de ser populista por el solo hecho de haber recibido la unción de Macri y sus equipos, esto es, aquellos que duplicaron la inflación y tuvieron que salir a pedir un préstamo imposible de pagar para intentar ganar una elección que luego perdieron.

Atrás quedará la ilusión de una derecha moderna, republicana y obamista. Aquella que se decía antipopulista y era simplemente antiperonista.

 

 

 

¿Todos somos el soldado japonés? (publicado el 17/10/23 en www.disidentia.com)

 

En su último libro, El crepúsculo del mundo, el cineasta alemán Werner Herzog, cuenta que en una visita a Japón rechazó una audiencia privada con el emperador, en lo que con el tiempo consideraría “un paso en falso tan estúpido y descomunal” que lo avergonzaría hasta el día de hoy. Sin embargo, y ante la sorpresa de todos los presentes, paso seguido le consultan si tiene interés en particular de conocer a alguien en Japón. Y allí, sin dudarlo, Herzog responde afirmativamente y menciona el nombre de Hiroo Onoda.

Para quienes no lo recuerden, Onoda es el famoso soldado japonés que no se había dado cuenta del fin de la guerra y permaneció escondido en la isla de Lubang, Filipinas, hasta 1974 para obedecer la orden que se le había dado 30 años atrás: ocupar el territorio hasta el regreso del ejército imperial.

A Onoda lo encuentra un joven bastante excéntrico y temerario que decide ir a buscarlo a la isla y acabar con el misterio que rodeaba su paradero. El joven lo encontró, le explicó lo que había ocurrido en los últimos 30 años, y Onoda aceptó rendirse si se cumplía una condición: que un superior viajara hasta allí y le ordenara el fin de las hostilidades. Afortunadamente encontraron al comandante Taniguchi que con 88 años viajó, halló a Onoda y le dio la orden requerida.

Debo confesar que, anoticiado de la publicación del libro y su temática, envié el dato a un amigo potencialmente interesado, quien me respondió: “¿estás sugiriendo que soy como el soldado japonés y que estoy defendiendo batallas perdidas?” La humorada tenía que ver con la forma en que se popularizó la historia de Onoda, esto es, como una mezcla de tozudez, negación e ignorancia. Como respuesta rápida a aquella humorada de mi amigo, le espeté, también con humor: “Todos somos el soldado japonés”.

Ya en el terreno de la ficción, el caso de Onoda tiene algunos vasos comunicantes con la trama de la magnífica creación de Emir Kusturica: Underground. En este caso, en el marco de la invasión alemana a Yugoslavia, un grupo de partisanos se esconde en un sótano para guarecerse de los ataques. Lo hacen incentivados por quien parecía ser un amigo confiable que desde afuera se comprometía a ir llevando las noticias y ayudarlos con las provisiones de alimentos. Sin embargo, se trataba de una estrategia para poder tener vía libre en su intención de conquistar a la mujer del amigo que había sido convencido para que permaneciera en el sótano.

En la película, esta situación duraría 20 años hasta que un hecho fortuito hace que los habitantes del sótano logren salir de allí y se den cuenta que la guerra había terminado hacía ya mucho tiempo.

La metáfora del sótano como espacio del engaño desde el cual no es posible percibir la realidad tal cual es, remite a la célebre alegoría de la caverna de Platón, la cual, como todos saben, es la figura elegida por el filósofo para distinguir el mundo de las apariencias y el mundo real, esto es, aquel que se encontraría afuera de la caverna. Y a su vez, como alguna vez mencionamos aquí, este famoso pasaje de República inspiró a los hermanos Wachowski para crear la saga Matrix, especialmente su primera entrega, en la que parte del guion incluye, literalmente, pasajes del diálogo platónico. En el film, como en la alegoría, el protagonista puede decidir si quedarse a vivir en un mundo irreal donde, en algún sentido, su ignorancia lo hacía feliz, o asumir el compromiso con la verdad y sus consecuencias. Así, en la famosa escena de la pastilla azul y la roja, NEO se inclina por la pastilla de la verdad, del mismo modo que el prisionero que se había liberado de la caverna solo vuelve allí para indicarle a quienes todavía permanecían que, lo que creían real, era falso y que la verdad estaba afuera.        

Los ejemplos tienen sus diferencias, pero también tienen en común el hecho de que en algún momento los protagonistas viven un engaño y que, al saber la verdad, deciden salir de éste, dando por sentado esta máxima de que nadie quiere vivir en una ficción. Sin embargo, los mecanismos para negarse a aceptar la verdad de un hecho son variadísimos y cada uno de nosotros contará innumerables ocasiones en que lo evidente estaba allí a la mano y no pudimos o no quisimos verlo, especialmente cuando la situación de engaño es, en algún sentido, cómoda.

Aun a riesgo de caer en la tentación de suponer que vivimos un tiempo especial, tentación en la que suelen caer todos los humanos hayan vivido el tiempo que les haya tocado, intuyo que este es un tiempo proclive al engaño porque hay toda una cultura que, relativizando la verdad, nos invita a crear nuestras propias narrativas y nuestras propias ficciones (y en todo caso, si eso fallara siempre tendremos a mano un antidepresivo, claro está).

Es más, pienso que, dado que está de moda reescribir la historia y también los clásicos, una reescritura sincera y acorde con estos tiempos, implicaría que el prisionero de la caverna regrese a la misma porque en esa realidad se encontraba mucho más confortable, que NEO, en Matrix, tome la pastilla de la mentira y que los engañados del sótano en Underground decidan construir otro sótano para morar allí frente al desastre que encontraron al salir. Algo similar podría reescribirse sobre Onoda y decir que siguió en la isla luchando su guerra.   

Pero regresemos por un momento al intercambio humorístico con mi amigo: ¿es real que todos somos en algún punto como el soldado japonés, al menos en la versión que de esta historia se popularizó? Seguramente no, si bien estoy seguro que cada uno de nosotros tiene una batalla que no quiere soltar aun cuando sea evidente que está perdida o que, directamente, ya no existe más. Efectivamente, aun cuando a lo largo de la vida cambiamos, hay afectos, ideales, proyectos, situaciones y fantasías que nos negamos a abandonar a tal punto que nos sumergimos en nuestras propias junglas para crear las condiciones que nos permitan seguir confirmando que la batalla existe y que, sobre todo, sigue valiendo la pena.

De aquí que, pienso, en un sentido, Hiroo Onoda ha sido un hombre afortunado o al menos su insoportable rigor militar y un sentido del honor que probablemente sea ajeno para la mayoría de nosotros haya sido su condena pero también la llave de su salida. En otras palabras, su concepto de obediencia al mandato de su superior es el que lo lleva a no abandonar la guerra, pero, al mismo tiempo, es lo que permite que la “contraorden” recibida 30 años después, lo liberara de esa carga. Su guerra duró más de lo previsto, pero terminó el día en que se lo ordenaron. Naturalmente todos nos preguntamos cómo Onoda, durante 3 décadas, no tomó la decisión por sí mismo de desoír la orden ante la evidencia de que el contexto había cambiado. Sin embargo, el hecho de que su voluntad dependa de la decisión de un tercero también fue lo que le puso fin a su batalla, algo que no es tan simple cuando la decisión de poner fin a algo depende de nosotros.

Digamos, entonces, que Onoda tuvo que luchar contra la selva y contra los ejércitos enemigos, pero a diferencia de nosotros, nunca tuvo que luchar contra sí mismo para aceptar que hay algunas batallas que ya no valen la pena y que, a veces, es mejor darlas por perdidas. 

 

sábado, 28 de octubre de 2023

Apuntes desordenados de una elección sorprendente (publicado el 23/10/23 en www.canalextra.com.ar)

 

- El resultado de ayer muestra que ante la posibilidad de lanzarse al abismo de lo incierto, al menos una parte de la sociedad decide quedarse en el más acá.

- Hará falta mucho tiempo para comprender cómo el espacio opositor que era favorito hasta hace un año no puede ganarle a un gobierno con más de 130% de inflación.

Alberto Fernández, un destructor antes que un constructor político, no pudo destruir a Massa. No es para cantar victoria todavía, pero puede que en un mes tampoco lo logre.

- Y si Alberto Fernández es un destructor de la política, Macri es un fiel competidor. Aun en el contrafáctico, es evidente que el resultado hubiera sido otro si no se le hubiera hecho una interna al candidato natural del espacio: Horacio Rodríguez Larreta.

- El librepensadorismo en el espacio de Milei tuvo sus consecuencias. Se puede decir cualquier cosa mucho tiempo pero no todo el tiempo.

- Es muy pronto todavía pero el apoyo de Juntos por el Cambio y/o PRO a Milei no va de suyo como hubiera ocurrido si Milei hubiera ganado. Hoy el favorito es Massa y hacer un acuerdo con Milei dinamitaría el espacio, cedería la jefatura al libertario y no garantizaría el triunfo. Por lo tanto, hay también incentivos para no acordar con Milei y continuar con la marca Juntos.

La campaña del miedo instalada por el gobierno, a veces con verdad y a veces no tanto, fue efectiva. De cara al balotaje, veremos si sigue prevaleciendo o cae frente a la opción "cambio + antiperonismo".

- Lo de "Los argentinos estamos muy dolidos y vamos a armar un sistema que ponga el foco en el ser humano desde una perspectiva en el que todo aquello que tiene que ver con el ser humano, su vida, su educación, su cultura, su bienestar, esté todo bajo una filosofía muy interesante”, tampoco lo entendió la gente.

-El gobierno hizo todo para perder. Si gana es por aquello que no estaba en sus manos, es decir, los candidatos que tenía en frente.

- Esperemos que Alberto Fernández no se adjudique el triunfo. Tampoco sería justo que se lo adjudique el kirchnerismo. Guste o no, si Massa gana será en enorme medida por su propia ambición de poder incluso contra muchos de su propio espacio.

-Tras la derrota, Milei adopta el eje kircherismo vs antikircherismo (que no le funcionó a Bullrich), para reemplazar al eje casta vs anticasta. Ahora hay casta buena si se trata de casta antiperonista.

- La interna de Juntos por el Cambio tuvo sus consecuencias ayer también. Hay que mirar los números con detalles, pero Milei no perdió tantos votos como los que perdió Bullrich respecto a las PASO. En otras palabras, no pudo fidelizar los votos de Larreta y fueron esos votos los que mayoritariamente explican la mejor performance del oficialismo.

Si querés ser presidente, tenés que llevarte bien con los gobernadores e intendentes.

- Perder la elección provocó el milagro republicano de un Milei que convoca a fortalecer las instituciones.

- Si hace 4 años el oficialismo discutía si el espacio se llamaba Todos, Todas o Todes, ahora Massa se presenta como el candidato "del trabajo y la seguridad" para, paso seguido, hacer subir a la familia al escenario recalcando lo importante de la unidad familiar. Siempre es más fácil ser progre cuando las papas no queman.

- Finalmente, la que tuvo miedo, antes que la casta, fue la gente.

martes, 17 de octubre de 2023

Imágenes, guerra, terror (publicado el 13/10/23 en www.theobjective.com)

 

Rehenes desesperados; familias enteras acribilladas al costado de la ruta entre autos quemados; cuerpos de mujeres ultrajados sobre una camioneta. Las imágenes que circularon en redes y medios tradicionales de lo que fue el ataque sorpresivo de Hamas en territorio israelí nos llenan de espanto.

Naturalmente, desde el momento en que estos actos se perpetraron hasta aquí, infinita cantidad de tinta se ha vertido posicionándose desde un lugar u otro de un conflicto de larga data y en el cual no me interesa ingresar.

Simplemente quisiera hacer foco en la cuestión de las imágenes. A propósito, recuerdo que algunos meses después del inicio de la pandemia había leído una entrevista a Pérez Reverte en XLSemanal donde él indicaba: “No vimos bastantes muertos”. En aquella ocasión, quien, como todos sabemos, supo ser cronista de guerra, llamaba la atención sobre el hecho de que no habíamos visto las imágenes de los ancianos muertos en las residencias, ni las de los cuerpos agonizantes ni las de las lágrimas de los familiares, etc.

Efectivamente, la pandemia, salvo algunas excepciones, se había tramitado dentro de la burocracia administrativa y con una economía del dolor. Los muertos, los enfermos y, luego, los vacunados, en plena era de la imagen, fueron solo una estadística valiosa como insumo de una política pública tendiente al ejercicio de un control biopolítico sobre las poblaciones.

En aquella ocasión, esa particular ausencia de imágenes advertida por Pérez Reverte me llevó naturalmente a la ya clásica elaboración del filósofo francés Jean Baudrillard alrededor de la guerra del Golfo y que fuera compilada en un libro titulado La guerra del Golfo no ha tenido lugar.

Es que para Baudrillard, aquella guerra inauguraba el período de lo que él llamaría “guerras irreales”, sin imágenes; guerras donde parece no haber muertos, ni dolor, ni angustia; guerras mediadas, relatadas, a distancia, pulcras, sin salpicaduras. Se trataba de pura virtualidad, similar a la que se enfrentan los jóvenes en sus videojuegos, o a las simulaciones de vuelos con las que se entrenan los pilotos de guerra, tal como bien mostrara en su momento el cineasta Harun Farocki en instalaciones como Eye/Machine.

Desde aquel momento hasta ahora hubo todo tipo de conflictos o atentados espectacularmente terroríficos como el de las Torres Gemelas donde sabemos que han muerto miles de personas, y, sin embargo, las imágenes de las víctimas no están. Ahora mismo, sabemos por los reportes que mueren miles de personas en Gaza pero no los hemos visto. A su vez, los cronistas de guerra ya no actúan en el territorio, sino que transmiten desde un balcón y, en el mejor de los casos, logran mostrarnos, de lejos, luces que son misiles pero que parecieran ser fuegos artificiales. Si a esto le agregamos las posibilidades tecnológicas que hoy en día hacen casi imposible diferenciar si una imagen es verdadera o no, estamos más que nunca frente a guerras “que no tienen lugar”, que “no suceden”; guerras en las que, como les indicaba, el dolor es un problema de administración.   

Sin embargo, al ver las últimas imágenes barbáricas recordaba al mismo tiempo las producciones cinematográficas del ISIS donde las decapitaciones de los presuntos impíos se realizaban con una producción cinematográfica digna de Hollywood. En el caso de la última intervención de Hamas en Israel, la disponibilidad de celulares hace que proliferen las imágenes amateurs pero, naturalmente, de lo que se trata es del “retorno de las imágenes”, aunque más no sea en este caso con la presunta finalidad de sumir al mundo entero en el terror, pues, claro está, ninguna de esas capturas de video tienen como objeto la denuncia de lo ocurrido sino que son vehiculizadas por los propios responsables de la atrocidad.

Si bien es muy difícil hacer elaboraciones sobre un tema tan sensible, y sin ánimo de falsa equidistancia, me interesa pensar la diferencia en el tratamiento de las imágenes entre las “guerras que no tienen lugar” de Baudrillard y este uso descarnado y crudo de la imagen que realiza, en este caso, el terrorismo. Sin embargo, sobre este punto, lo que me surgen son más dudas que certezas y lo que puedo ofrecer son solo algunas aproximaciones.

Es que reducir todo a un Occidente que lleva adelante guerras culposas que no quiere mostrar porque el horror producido recibiría el rechazo de su propia opinión pública, sería simplista, si bien al mismo tiempo parece evidente que el hecho de que no veamos las imágenes de víctimas de esas acciones obedece a una decisión política antes que a razones estéticas o morales; asimismo también parece simplista afirmar que la conexión entre este tipo de ataques salvajes como los de Hamas y la difusión voluntaria de esas imágenes sea simplemente la búsqueda de diseminar el terror. Es eso, claro, pero quizás sea algo más también. En esa misma línea, sea para encontrar similitudes, sea para encontrar diferencias, las cuales, sin duda, son importantes, cabe tomar en cuenta, por ejemplo, cómo operan los casos de esos “lobos solitarios” que, casi siempre en Estados Unidos, un día toman su ametralladora e ingresan a masacrar gente en un colegio mientras transmiten todo en vivo en su red social. En estos casos, además del terror, parece haber componentes desde narcisísticos hasta megalómanos que resultan alejados de las motivaciones político o religiosas que buscan justificar acciones injustificables. Pero allí también hay un uso de la imagen bastante particular, como si la acción no fuera completa sin la imagen; como si parte esencial de la acción sea el ser vista por los otros.

En síntesis, sin que la perspectiva de Baudrillard haya quedado falsada, las guerras “profesionales” y “administradas” que “no tienen lugar” parecen comenzar a convivir con actores y conflictos que por diversas razones consideran que las imágenes, sobre todo las más terroríficas, ocupan un lugar central en la disputa. Sumido en la perplejidad, a la espera de que la guerra cese e implorando que no se cobre más vidas civiles, esto es todo lo que hoy les puedo aportar.  

        

lunes, 16 de octubre de 2023

El inestable emocional siempre es el otro (editorial de No estoy solo publicado en www.canalextra.com.ar)

 

La cuenta regresiva de cara a las elecciones generales llega de la peor manera: escuchas, cámaras ocultas, operaciones que se hacen a partir de hechos reales, operaciones de las otras, servicios de inteligencia, escándalos, denuncias, acusaciones cruzadas.

Mientras tanto, una nueva corrida cambiaria lleva el precio del dólar a un número completamente irracional, una suerte de “precio pánico” como tantas otras veces sucedió en la Argentina. El punto es que en este caso ha superado la barrera psicológica de los 1000 pesos haciendo que el billete de máxima denominación equivalga a menos de 2 dólares.

El gobierno le echa la culpa a Milei por sus declaraciones acerca de qué hacer con los pesos y Alberto Fernández, aparentemente de manera unilateral, denuncia a Milei y a Marra, sirviéndole en bandeja a LLA el rol de víctima. Así, en tiempos donde el eje está puesto en la libertad, desde el gobierno avanzan con proyectos y denuncias que intentan acallar al espacio de derecha representado por Milei. Podríamos teorizar las diferencias entre un caso y el otro pero tanto con el proyecto que busca penalizar el negacionismo como con este tipo de denuncias, el gobierno avanza por un sendero peligroso, como si no alcanzara con toda la masa crítica que durante 40 años supimos construir como democracia para dejar en claro que más allá del número de desaparecidos (esto es, los algo más de 8000 de la CONADEP, los 22000 que habrían sido registrados por la dictadura hasta el 78, o el simbólico 30000), aquí hubo un genocidio y terrorismo de Estado. Esta era una discusión que creíamos saldada pero que evidentemente no lo está, de lo cual se sigue que habrá que seguir dándola. De aquí que cancelarla por ley me parezca un error. Argumentemos más y prohibamos menos.  

Volviendo a la denuncia del presidente por intimidación pública contra, entre otros, Javier Milei, es llamativo que se realice ahora porque es lo que viene diciendo hace años. Sin embargo, claro está, una cosa es decirlo desde un estudio de TV cuando se cumple el rol del economista liberal y gritón que ameniza una cena mientras se lo consume irónicamente, y otra cosa es hacerlo cuando todas las encuestas lo dan como favorito a entrar primero en el balotaje.

Pero vamos a decirlo claro: ¿Milei se favorecería con que todo estalle? Por supuesto: ya sabemos que las recetas más radicales solo son digeridas en situaciones de shock. ¿Sus declaraciones son, como mínimo, irresponsables en este contexto y desde el rol que ahora cumple? Claro que sí.

Sin embargo, la sobreactuación de Alberto Fernández, además de victimizar a Milei, abre una ventana a la judicialización de prácticamente todas las intervenciones que hagan los candidatos. Un delirio, verdaderamente. Pero además, aun con la responsabilidad que recién admitíamos, es falso que Milei haya provocado esto. ¿O acaso ustedes se creen que la gente es pelotuda y no renovó los plazos fijos en pesos porque lo escuchó a Milei? La gente no renueva porque todos sabemos que lo que viene es una devaluación feroz y la única duda que tenemos es cuándo se va a dar: puede ser el 23 de octubre, el 20 de noviembre después de un eventual balotaje, o el 11 de diciembre, gobierne quien gobierne. Esto no significa que dé lo mismo quién se siente en el sillón de Rivadavia pero, en todo caso, lo que está en juego es si la devaluación la hace el mercado de manera descontrolada y en modo pánico, o si la devaluación es administrada mínimamente por el gobierno con las pocas herramientas (dólares) que tiene. Ajuste y shock. Es una mierda pero es lo que viene y lo va a tener que hacer también Massa si le toca gobernar. Por cierto, ¿en serio nos van a plantear que quedarse con un plazo fijo en pesos es un acto patriótico? ¿Alguien puede creer que un argentino es incapaz de darse cuenta que si un Plazo Fijo te da 209% de Tasa efectiva anual es porque en cualquier momento el país vuela por el aire?

Por otra parte, ya todos sabemos el condicionamiento que legó Macri y las enormes vicisitudes que atravesó la administración entre pandemias, guerras y sequías. Pero lo cierto es que al asumir el gobierno en 2019, el dólar estaba 60 pesos y hoy está a 1000, lo cual nos hace presuponer que para fin del mandato se habrá multiplicado por 20. ¿En serio la culpa es de Milei?

Respecto al FMI: ¿hace falta que repasemos el desastre originado por sus políticas? Entiendo que no. Pero ahora se dice que el gobierno (del presidente Martín Guzmán) firmó un “acuerdo inflacionario”. Es curioso porque siempre se ha dicho que las recetas del FMI suponen ajuste y recesión, más allá de que muchas veces, efectivamente, el ajuste se puede hacer vía inflación. Pero aun cuando aquí estamos lejos de defender este tipo de políticas, lo cierto es que hay puntos del acuerdo y exigencias que parecen razonables. Dicho en otras palabras, lo que es (potencialmente) inflacionario es que haya variables centrales de la economía que están artificialmente retrasadas y en algún momento algún gobierno deberá pagar el costo de ello, especialmente, el tipo de cambio oficial (a 365) y los subsidios al transporte y a la energía. Sumemos a esto la bomba de las Leliq cuyo horizonte es verdaderamente terrorífico y lo que veremos es que el desajuste de esas variables augura una espiral inflacionaria en una economía que en 4 años duplicó una inflación que a su vez había sido duplicada también por el gobierno anterior. En todo caso, que el FMI busque que el costo de ese ajuste y ese shock lo paguen los mismos de siempre, no hay dudas, pero es la economía argentina la que está mal y la que, por supuesto, también está condicionada por tener que pagar intereses de una deuda que ha sido fugada por el anterior gobierno.

Frente a esto, Massa, que en el debate volvió a demostrar que es quien más conoce el Estado y quien tiene una mejor preparación, sale con una insólita propuesta de exigir un examen psicofísico de los candidatos, tomando en cuenta que “una vez el alcoholismo de un general nos llevó a una guerra”. El examen detectaría adicciones y la estabilidad mental de los candidatos. Para decirlo sin eufemismos, Massa está dando a entender que Bullrich no pasaría ese examen por su presunta adicción al alcohol y que Milei no lo pasaría porque es un desequilibrado que necesita un tratamiento psiquiátrico. Desconozco los psicodiagnósticos de los candidatos, pero plantear esto es peligrosísimo. ¿Se imaginan a un grupo de expertos haciendo un psicodiagnóstico de CFK después de que, durante años, periodistas con Hubris y buena parte de la dirigencia política la trataron de desequilibrada por el simple hecho de que llevaba adelante políticas que no les gustaban? ¿Se imaginan qué pasaría si ese grupo de “expertos” determinara que ella o el candidato más popular no está en condiciones de gobernar? “El inestable emocional (y el borracho) siempre es el otro”, podría llamarse la segunda temporada de la saga y abriría una puerta hacia la idea de que quien no piensa como yo lo hace por adicto o por enfermo psiquiátrico.

Más preocupante sería todavía si, siguiendo esa misma lógica, llegamos a la conclusión de que el gobierno no puede ganarle a la supuesta alcohólica que en un debate tiene dificultades para hablar en castellano y tuvo que servirse de textos repletos de slogans escritos por sus asesores; ni tampoco puede con un presunto desequilibrado cuya suerte de supremacismo de mercado de biblioteca lo lleva a defender torpemente posiciones indefendibles sobre mercado de órganos, vouchers, privatización de las calles, etc. Y peor aún sería que el gobierno crea que puede perder esta elección porque el electorado es manipulado, lo cual no es otra cosa que suponer que el electorado es idiota salvo que, claro está, vote al gobierno.

Como les indicaba anteriormente, de los tres candidatos, Massa es ampliamente quien está mejor preparado y quien tiene un mayor sentido de la responsabilidad y de los desafíos futuros. Bullrich brilla por sus limitaciones y Milei se ofrece como un joker incendiario para quien un triunfo sería un verdadero problema porque bastaría poco tiempo para darse cuenta que buena parte de sus “soluciones” chocarían con la constitución, el poder político formal, el poder real y, lo más importante, contra el bienestar de las mayorías. Asimismo, como se indicó hasta el hartazgo, es este escenario el único capaz de hacer que Massa sea competitivo después de una gestión cuyos parches ya no alcanzan.

Para finalizar, digamos que lo más doloroso es que aun cuando sea clave para el futuro del país quién será el próximo presidente, (porque no todos los candidatos son lo mismo), se sabe que esta crisis insoportable es solo el largo preludio de una crisis peor e ineludible que deberá atravesar el pueblo argentino y quien pretenda gobernar el país por los próximos 4 años.     

   

 

domingo, 8 de octubre de 2023

Fragmentos de la política (editorial de No estoy solo publicado el 7/10/23 en www.canalextra.com)

 

Podría decirse que, en el primer debate, en este particular formato encorsetado ideado para que ninguno pase papelones demasiado importantes, los candidatos fueron lo que son. En algunos casos, “por sus repeticiones los conoceréis”: Schiaretti y su obsesión por ofrecernos ese mundo ideal y utópico donde la gente es feliz y que algunos denominan “Córdoba”; Bregman, quien a su mantra con gestualidad asamblearia contra el FMI, ahora le suma el duplicado “los pibes y las pibas” para aggionarse a las nuevas agendas de izquierda, demuestra que siempre es más fácil ser coherente cuando se está cómodo con el 3% de los votos; Milei, en su versión león clonazepaneado, hizo menos referencias a la casta que lo que podríamos imaginar con el escándalo Insaurralde tan a la mano, pero metió su cuña al reabrir el debate sobre los 70 con la terminología utilizada por los genocidas. Así, esta vez, se diferenció menos por su actitud que por su contenido, lo cual, claro está, hizo que extrañáramos los tiempos en que lo importante era su actitud. En cuanto a Massa, demostró ser el más profesional, el más preparado y el más amplio en cuanto a su intento de abarcar todas las esferas que supone una presidencia. Asimismo, salió airoso cuando tenía todo para ser atacado por ser hoy el responsable, en parte, de una gestión económica mala, y hasta puede que nadie se haya percatado que hoy está en el gobierno; incluso le hicieron el favor de transformarlo en un candidato sin pasado y, por tanto, sin contradicciones; si no hubo una palabra que se repitiera constantemente, más allá de que, creo, es el único que nombró la palabra “soberanía” es, quizás, justamente, porque su única posibilidad de supervivencia electoral es ampliarse lo más posible, aun con el riesgo de transformarse en una gelatina.

El caso de Bullrich, bien vale un párrafo aparte; más allá de los problemas de dicción, probablemente fruto de los nervios de la situación, la candidata de JxC dejó expuesta todas sus limitaciones y la sensación de que se trata de alguien que no sabe de lo que habla quedó flotando en el aire. Por cierto, otra perlita se dio con las preguntas. Si se hace foco allí, se observa que Bullrich no hizo preguntas sino afirmaciones como se lo recalcó Schiaretti. Es que ella no tiene dudas sobre nada. Por eso no puede preguntar. Si fuera peronista le dirían que es por ignorante y/o por autoritaria; pero, afortunadamente, no es peronista. Asimismo, quedó a la vista el problema que le planteó la llegada de Milei a la política: no sabe dónde pararse porque el lugar de la derecha que quiere explotarlo todo y que es antisistema, ya es ocupado por el outsider original. En materia económica, por ejemplo, le dice al que de manera delirante promete recortar 15 puntos del producto, que va a gobernar con déficit cero, algo en lo que coinciden, por cierto, tanto Massa como Schiaretti; y cuando le piden que ahonde un poco más en algo, todo se reduce a gestos de la voluntad: “Conmigo se acaba; conmigo esto no sucede más”. La lista de su voluntarismo y su pasión por exterminar cosas puede incluir al kirchnerismo, a la inflación o a los derechos de las personas privadas de su libertad. Incluso puede incluir a la república cuando promete gobernar por decreto, algo que, a su vez, ya había prometido Milei, si bien este último ofrecía al mismo tiempo una salida mucho más democrática y/o popular/populista como incentivar la ocupación del espacio público o promover consultas populares.    

Asimismo, Bullrich le habla a la Argentina del 2015. Hace campaña contra un kirchnerismo que no existe más y que, de hecho, no estuvo presente ni siquiera en el candidato que representa hoy al espacio donde está el kirchnerismo. Nadie es capaz de decirle que su enemigo devino abstracto, de modo que buena parte del electorado observa una señora sola peleando contra sus fantasmas, similar a aquella mítica escena final de Aguirre, de Werner Herzog, en la que Klaus Kinski acaba luchando solo en una barca contra unos monitos.

Es más, para no caerle solo a Bullrich, podría decirse que JxC en su totalidad no ha podido todavía encontrar las categorías para hacer pie entre el kirchnerismo y Milei. Lo habíamos mencionado aquí algunas semanas atrás, pero leyendo las intervenciones de las plumas alineadas al espacio en los principales diarios o incluso prestando atención a sus think tank, no hay mucho más que intentos burdos de igualar a Milei con CFK y hablar de populismo o de la falta de modales republicanos, especialmente cuando el candidato de la Libertad Avanza no tiene mejor idea que prometer acabar con la pauta oficial (el único gasto público que al periodismo neoliberal no le incomoda). Peor aun cuando se busca “bajar” a Milei en clave “moral” ante supuestos arreglos en el armado de las listas con el peronismo, los cuales seguramente existieron en algunos distritos en particular, pero cuyo único objetivo era quitar votos a JxC y no establecer acuerdos programáticos. De hecho, hoy en día hasta podría darse el caso de que el peronismo le cuide los votos a Bullrich ya que, si ella saca menos del 20%, Milei podría ganar en primera vuelta.   

Para ir finalizando, digamos que, si nada extraño sucede, Bullrich tiene todos los números para quedar tercera y cuando eso suceda será cuestión de minutos que JxC se parta formal o informalmente (si es que esto no ha sucedido ya). Los coqueteos de Macri con Milei son solo el preanuncio. “Coming soon, lo que viene, lo que viene”, diría el poeta Marcelo Araujo. En todo caso, ya habrá tiempo para analizar cómo un espacio que tenía todo para ganarle a un gobierno débil, acabó engullido en sus internas, algo que debe tener bien en claro Rodríguez Larreta, quien sabe que, si él hubiera sido el único candidato, los resultados hubieran sido otros. En este sentido, si esa inacción tan tibia como ególatra de Alberto Fernández, acabó desdibujando y haciendo naufragar tambien al kirchnerismo, la voracidad de los halcones de JxC hizo lo propio con la variante desarrollista-radical del espacio. Es como si alguien le hubiera dado un empujón tan fuerte al péndulo que se dirigía mansamente a reemplazar al kirchnerismo pasteurizado por un macrismo sin gluten, que acabó destrozando el péndulo y arrastrando todo consigo, incluso a quienes lo habían empujado. Esto demuestra que no es solo el oficialismo el que ha leído mal el tiempo histórico y abre un interrogante respecto a cómo sería una Argentina de partidos fragmentados en la que, eventualmente, podría darse el caso de un presidente de un color, la mitad de las provincias de un segundo color, y la otra mitad de un tercer color, con, a su vez, las cámaras con, al menos, una decena de fragmentos desperdigados dispuestos a vender caro su apoyo.

Asimismo, si esto sucediera, es de esperar que el peronismo enfrente su propia crisis en una era posK o, al menos, una era en la que el kirchnerismo y la propia CFK ya no posean la centralidad.    

Naturalmente, al día de hoy, se trata de elucubraciones, pero la posibilidad de un Milei presidente promete alterar drásticamente el mapa político al que nos habituamos en los últimos 20 años. Si ese cambio también se traslada al destino de la Argentina como país, dependerá en buena parte del modo en que todos esos fragmentos de la política sean capaces de realinearse a partir del 11 de diciembre.                    

La distopía es hoy (y es la justicia paralela) [publicada el 27/9/23 en www.disidentia.com]

 -La ficción: Black Mirror

Comencemos por la ficción. White Christmas es el nombre del episodio de la serie británica Black Mirror en el que, ambientada en un futuro más o menos cercano, dos hombres están encerrados en una casa y entablan un diálogo sentados alrededor de una mesa. El primero le confiesa al segundo que está allí porque cometió un error. Efectivamente, este hombre era parte de una empresa de tecnología que a través de la incrustación de un chip lograba extraer una copia de la conciencia de los clientes para que estos la utilizaran en dispositivos inteligentes que les resolvieran asuntos prácticos del hogar, de esos que siempre resolvimos sin la ayuda de la tecnología. Así, por ejemplo, esta copia de la conciencia podría encargar una compra de comida si la heladera está vacía, encender la ducha del baño o iniciar el proceso para tostar el pan. Nada muy distinto a lo que ya sucede con las casas inteligentes sin necesidad de incrustaciones o conciencias copiadas, pero volveremos sobre ello más adelante.

Lo cierto es que este hombre, además, en sus ratos libres, ofrecía unos servicios de consejos para citas amorosas. Lo hacía gracias a que existía un dispositivo que también se incrustaba en los usuarios y le permitía al consejero ver a través de los ojos de sus clientes. El punto es que ocurre un hecho desgraciado: uno de los clientes consigue que una señorita lo invite a su casa, pero lo que iba a ser una noche de pasión acaba con la señorita asesinándolo. El hecho sale a la luz y, como consecuencia de ello, el consejero ve roto su matrimonio, pero además debe enfrentar cargos en la justicia por realizar una actividad ilegal y por no denunciar haber sido testigo de un asesinato. Obligado así a colaborar con la policía, este hombre se propone hacer confesar un crimen a quien está sentado frente a él y finalmente lo logra. En este caso, el segundo hombre había asesinado a su exsuegro, acción que a la larga derivó en la muerte accidental de una niña. Sin embargo, a pesar de lograr su cometido y obtener la confesión, la policía finalmente le explica al “consejero sentimental” que los cargos que pesaban sobre él eran demasiado importantes y que, por lo tanto, podría salir en libertad, pero estaría “socialmente bloqueado”. Esto implicaba estar en el mundo real en una situación análoga a la que se daría si todas las cuentas de todos los usuarios de las redes sociales del mundo lo hubieran bloqueado: interacción cero con el mundo. Ese era el castigo que ahora imponía la justicia y así de angustiante sería la vida real de este hombre “cancelado”. 

Detengámonos en este punto porque lo que me interesa de este episodio es, justamente, el modo en que los creadores de Black Mirror trasladan una acción propia de las redes sociales a la vida real. Me refiero a la posibilidad de “bloquear” a alguien. Para quien no está familiarizado, en cualquier red social es posible bloquear a un usuario con el que, por las razones que fueran, no queremos tener contacto. Por ejemplo, en espacios como Twitter es muy común que haya usuarios agresivos y bloquearlos suele ser una opción saludable. Pero también es bastante común de hijos a padres para mantener cierta “privacidad” o entre exparejas que no han finalizado de buena manera su relación. Borrar a alguien indeseable de nuestras vidas es una fantasía que seguramente todos hemos tenido alguna vez, pero la vida real no es como una red social. Sin embargo, quizás interpretando ese espíritu, en este capítulo de Black Mirror, gracias a un nuevo dispositivo, es posible bloquear gente en la vida real. Así, por ejemplo, en una discusión de pareja, la mujer bloquea al hombre por dos horas hasta que se le pase la bronca, pero también hay un caso de una mujer que ha quedado embarazada de su amante y, al no poder enfrentar a su marido, lo bloquea de por vida. En la serie, ser bloqueado en la vida real significa que el mundo nos verá “blureados” y que la persona no podrá interactuar con nadie convirtiéndose así en una suerte de “muerto en vida”.

 

-La vida real (I): El caso de Russell Brand

Pasemos ahora a la vida real mencionando dos casos. El primero es el del actor y comediante británico Russell Brand. Para quienes no lo conocen, Brand es una suerte de enfant terrible que saltó a la fama por excesos varios, un éxito vinculado a un Reality Show y también por vincularse con mujeres del espectáculo. En los últimos años estaba algo alejado de los medios mainstream, pero construyó a través de las redes sociales espacios con millones de seguidores en los que vertía opiniones polémicas, en muchos casos coqueteando con teorías conspirativas. El punto es que algunas semanas atrás, gracias a una investigación de medios ingleses, se recogió el testimonio de al menos cuatro mujeres que señalaban haber sufrido distintas formas de violencia de parte de Brand: desde malos tratos hasta abusos y violaciones. En las últimas horas se supo que las denuncias ya han llegado a la justicia y si bien Brand las niega enfáticamente, es de esperar que pronto deba comparecer. Pero la novedad del caso es que apenas conocidas las acusaciones, la empresa Youtube “desmonetizó” los videos de Brand. Dicho de manera más simple, gracias a la cantidad de seguidores, Brand ganaba mucho dinero cada vez que subía un video a la plataforma de Youtube. Sin embargo, la compañía decidió bloquear esta posibilidad. “Si el comportamiento de un creador fuera de la plataforma perjudica a nuestros usuarios, empleados o ecosistema, tomamos medidas para proteger a la comunidad”, indicó un portavoz de la empresa consultado por la medida. La justicia británica investigará y determinará si el actor es o no culpable de los graves delitos que se le imputan, pero la novedad aquí es que una compañía perteneciente a una megacorporación tecnológica interviene en paralelo a la justicia ordinaria y determina que un usuario no puede seguir desarrollando su trabajo.   

 

-La vida real (II): el caso de Brandon Jackson

A propósito de esto, el segundo caso de la vida real es casi “blackmirroriano” y se conoció unos meses atrás. Se trata de la historia de un ingeniero informático llamado Brandon Jackson que, en tanto tal, es un fanático de las “Smart Homes”. Una vez más, para quien no está familiarizado, se trata de “las casas del futuro” que tienen todas las ventajas para que los dispositivos que se encuentren en ella estén centralizados en un sistema inteligente, el cual podemos activar a distancia desde nuestro celular o con nuestra voz. En este caso en particular, se trataba del sistema Alexa de Amazon. Gracias a este sistema, la luz, el horno, el microondas, el lavarropas, las cerraduras, el aire acondicionado, las cámaras de seguridad, la cafetera… todo, absolutamente todo, está interconectado y alojado en una cuenta de Amazon.

El punto fue que, justamente, un día, Jackson hizo un pedido a través de Amazon y el repartidor, afroamericano, consideró que, al tocar el portero eléctrico, había recibido un insulto racista. Así, el repartidor hizo la denuncia a la compañía y Amazon automáticamente bloqueó la cuenta de Jackson quien, por cierto, también era afroamericano. Claro está que bloquear la cuenta implicaba que Jackson se vería impedido de ingresar a su casa, prender las luces, hacer un café, etc. Pero dado que se trataba de un ingeniero informático, encontró una alternativa para ingresar a su hogar, obtener una copia de las cámaras de seguridad y enviarla a Amazon como descargo, ya que allí se mostraba que no había nadie en la casa al momento de la llegada del repartidor y que el episodio se había originado por el hecho de que éste había oído mal la respuesta que el sistema Alexa había brindado automáticamente a través del portero eléctrico. Finalmente, tras varios días de investigación interna, la justicia paralela de Amazon determinó, afortunadamente para Jackson, que se había tratado de un malentendido y le desbloqueó la cuenta.

 

-La distopía es hoy (y es la justica paralela)

Si el episodio de Black Mirror llevaba al extremo la posibilidad de una sociedad en la que los conflictos en las interacciones sociales se resolvían con bloqueos personales circunstanciales, pero también con una acción legal de la justicia en la que se imponía una vida social “bloqueada”, lo que se observa en los dos casos reales mencionados va en la misma línea pero agrega un elemento todavía más preocupante.

Es que, y esto es independiente de si Russell Brand es culpable o no, hay una compañía tecnológica que tiene la potestad para bloquear un usuario cuyo medio de vida depende de la plataforma. Insisto, aun cuando pudiera simpatizarnos que se bloquee a alguien que ha sido acusado de delitos aberrantes, lo cierto es que esa discrecionalidad de la compañía inaugura una pendiente resbaladiza por la cual el día de mañana las razones del bloqueo pueden ser otras. El caso del ingeniero informático es un buen ejemplo. Aquí la acusación era la de “racismo” y finalmente se comprobó que era una falsa acusación. Sin embargo, fue la compañía, y no la justicia, la que determinó el bloqueo.

En este sentido, a diferencia de la distopía blackmirroriana, si tomamos en cuenta que se especula con que para el año 2027 habría casi 100 millones de Smart Homes solo en Estados Unidos, resulta evidente que el nivel de dependencia y sometimiento a una compañía será único en la historia de la humanidad. Pero más grave aún es que las compañías que brindan estos servicios establezcan arbitrarios tribunales paralelos que se dediquen a castigar usuarios sin el debido proceso o estableciendo como criterio “la buena imagen de la empresa”. Aun cuando se presuma que un individuo sea el más repugnante sobre la faz de la tierra, debe ser la justicia y no una compañía la que determine si puede trabajar o si puede tener acceso a encender la cafetera de su casa.

Evidentemente, si Black Mirror ya no impacta tanto es porque la realidad acabó siendo más distópica que la propia serie.