viernes, 26 de junio de 2015

Una explicación y dos interrogantes (publicado el 25/6/15 en Veintitrés)

Como suele ocurrir, el día posterior al cierre de las listas sirve para observar cómo todas las hipótesis, elucubraciones y advertencias que realizamos los analistas son burladas por la realidad y dan pie a un nuevo escenario que tratamos de explicar. En otras palabras, dejamos a un lado las predicciones y pasamos a tratar de dar cuenta de lo que pasó pues un cierre de listas siempre brinda mensajes. 
En este sentido, podríamos decir que la elección de Zannini fue una señal hacia adentro del kirchnerismo, una garantía de continuidad capaz de acabar con los reparos que la “pata progresista” del kirchnerismo tiene en relación a Scioli. Nadie había imaginado que CFK jugaría ese as pero el efecto ha sido claro y encolumnó a las filas pues la fórmula logra la síntesis entre el peronismo más clásico representado por el PJ, los intendentes y los gobernadores (claramente alineados con Scioli) y el núcleo duro del kirchnerismo (representado por Zannini).
El que, claramente, se disgustó con la decisión, fue Randazzo y el disgusto es tan comprensible como injustificable pues la presidenta le dio, al Ministro del Interior y Transporte, “la caja” y “los fierros” para que se instalara como candidato y, sin embargo, las encuestas no le daban. De aquí que, desde mi perspectiva, CFK, evaluando los escenarios y, a días del cierre de las presentaciones, avanzó en la idea de ubicar a Zannini al lado de Scioli. Pues, ¿ustedes se imaginan el desgaste que hubiera significado, para el FPV, 6 semanas de ataques furiosos de Randazzo a Scioli, ataques que incluían llamarlo candidato de Clarín y del establishment para equipararlo con Macri? Por ello es que, entiendo, CFK imaginó que, en caso de mantenerse dos fórmulas para competir en las PASO, el lunes después de la elección en la que Scioli ganara la interna, tendría a la “izquierda kirchnerista” llamando a votar en blanco puesto que el vicepresidente de Kirchner y el dos veces gobernador de la Provincia finalmente sería “lo mismo que Mauricio Macri”, y a un FPV obteniendo más que la alianza PRO-UCR-CC pero con el detalle de que, candidato contra candidato, Macri obtendría más o los mismos votos que Scioli. Esto obedece a que Randazzo sumaría entre 10 y 15 puntos y Scioli estaría entre los 25 y los 30, número similar al que tendría un Macri compitiendo en una interna contra candidatos que, sumados, no llegan a los dos dígitos. Asimismo, se impondría la interpretación de que Randazzo era el “candidato puro” y que entre un 85 y un 90% del electorado se habría manifestado en las urnas contra el kirchnerismo de paladar negro. ¿Por qué iba CFK a exponerse a esto y jugarlo todo por un candidato como Randazzo que tampoco era del riñón y de su extrema confianza? Este punto no hay que olvidarlo porque en ciertos sectores filokirchneristas se había constituido una particular imagen de Randazzo. La culpa no fue enteramente del actual Ministro del Interior y Transporte sino del kirchnerismo antisciolista que, en tanto tal, hubiera erigido a cualquier alternativa a Scioli como el nuevo Che Guevara que venía bajando de Sierra Maestra al grito de “Soy el guardián del modelo”. Fue curioso porque algunos seguidores de Randazzo, junto a los operadores de la sempiterna derecha mediática, quisieron instalar una remake del cisma producido el día en que Perón llamó “imberbes” a los montoneros. Así, de repente, Randazzo era más kirchnerista que CFK y en las redes sociales, agora virtual si las hay y bien alejada de la simbología y la potencia de la ocupación del espacio público y el territorio, no faltaba alguno con ganas de cantar: “¿Qué pasa Cristina? Está lleno de gorilas el gobierno popular”. Son los mismos que, seguramente, no sabrán qué responder cuando se los interpele y se les pregunte: ¿Te parece que Scioli es igual a Macri? ¿Sí? ¿Eso quiere decir que te da lo mismo votar a uno o al otro más allá de que uno fue parte del proyecto durante 12 años? ¿Te da lo mismo votar a Zannini, que acompañó a Kirchner y a CFK durante 30 años, que a Michetti? ¿Te da lo mismo votar el programa económico de Axel Kicillof que el de Patricia Bullrich, ambos competidores a diputados nacionales por CABA? ¿Te da lo mismo, la historia, el presente y el futuro de Wado de Pedro que la historia, el presente y el futuro de Fernando Niembro? Las comparaciones podrían continuar cargo por cargo y es aquí donde se ve con mayor claridad la presencia de los hombres y mujeres más identificados con la presidenta. Porque los que suponían que no iba a comprometerse con la nueva etapa, que iba a jugar a perder, como Menem hizo con Duhalde, se equivocaron y observaron atónitos cómo las principales figuras del kirchnerismo se encuentran en las listas pues, a los ya mencionados, habría que agregar las fórmulas que disputan la provincia de Buenos Aires, Jorge Taiana, Agustín Rossi, Julio de Vido, Andrés Larroque, Diego Bossio, Teresa Parodi, Daniel Filmus, gobernadores que, sin posibilidad de ser reelectos cargos ejecutivos, buscan un lugar en el poder legislativo, etc. En otras palabras, en caso de ganar Scioli, la actual presidenta tendría a su mano derecha presidiendo un senado en el que se descuenta una mayoría oficialista y una cámara de diputados en la que será, como mínimo, una primera minoría al borde de la mitad más uno.       
Para concluir y evitar caer en una columna meramente explicativa déjeme plantear lo que, creo, son los dos grandes interrogantes que aparecen en el horizonte en caso de que el nuevo presidente sea Scioli: qué va a hacer la oposición, y con ello no me refiero a la dirigencia política opositora sino a los poderes fácticos que han enfrentado la política gubernamental desde el año 2003, y qué va a ocurrir con el oficialismo “puertas adentro”.
Respecto a la primera cuestión, la desazón y el odio que pululan en cada una de las líneas de los editorialistas portavoces de las grandes corporaciones daría a entender que está asumida la derrota en octubre. Por supuesto que todo puede pasar, que el escenario sigue abierto y que se intentará esmerilar al candidato oficial pero todos asumen que, hoy por hoy, Scioli lleva las de ganar. En ese sentido, la apuesta es a una fractura del oficialismo antes de cumplirse los 2 años de mandato de Scioli. Desde mi punto de vista, CFK atisba esa estrategia y por eso ha ubicado a sus principales espadas en lugares clave que incluyen la línea de sucesión, y apuesta, como decía antes, a obtener una cantidad de votos que le permita seguir controlando la cámara Baja pues se da por descontado ese escenario en la Alta. De ese modo, frente a lo que se auguraba hace un tiempo, esto es, un gobierno en minoría obligado a negociar con el parlamento, tenemos un escenario en el que la oposición no podrá tan fácilmente intentar seducir o presionar a Scioli, al menos, desde el ámbito legislativo.  

Respecto a la segunda cuestión, se trata de un panorama impredecible e inédito en el peronismo pues salvo en aquellas semanas en las que Cámpora estuvo al frente del Gobierno, nunca se dio el hecho de un presidente erigido desde el campo nacional y popular que deba convivir con una conductora del movimiento que no ocupa cargo alguno. Allí se abre un foco de tensión que seguramente irá in crescendo en la medida en que se acerquen las elecciones de 2017 pero es natural que cualquiera que asuma la presidencia y, en tanto tal, posea “la lapicera”, quiera rodearse de su propia gente e imponer sus condiciones. Dado que la experiencia y los manuales de teoría política siempre han remarcado la imposibilidad de una coexistencia pacífica entre dos reyes, restará observar el rol que asuma Scioli en caso de ganar pero, sobre todo, el que decida asumir CFK. Así, es probable que, desde 2016, buena parte de la política nacional gravite en torno a esa tensión.      

martes, 23 de junio de 2015

Hipótesis para leer con un fósforo encendido (publicado el 18/6/15 en Veintitrés)

En momentos donde internet se ha transformado en una suerte de “Supermemoria” que todo lo archiva y cada vez más se discute el “derecho al olvido”, exijo que destruya esta nota el lunes que viene. Efectivamente, si es posible, quémela y ni siquiera la utilice para envolver huevos porque la vida está llena de curiosos y amantes de las envolturas.
Escribo esta nota a sabiendas que solo tiene valor para un aquí y un ahora, asumiendo un riesgo grande pues entre el acto de escritura y la lectura que usted le está dando, pueden ya haber ocurrido una serie de hechos que la tornen obsoleta incluso antes del lunes. El resto de la revista vale la pena pero esta nota no, porque se monta en la ansiedad y la necesidad que tienen los medios de comunicación a una semana de resolverse las principales candidaturas y en un contexto político en el que la decisión la tiene una sola persona: la presidenta. Al fin de cuentas, nos guste o no, ella maneja como nadie algunos de los principios de la conducción política, a saber: el secreto y los tiempos de las decisiones. 
Entonces podemos jugar, como hacen algunos medios, y decir que la mayor encarnación del kirchnerismo es Randazzo pero, a la otra semana, decir que es Máximo; o podemos decir que el candidato es el proyecto pero luego decir que solamente alguien con apellido Kirchner puede llevarlo adelante, algo que contraria lo señalado tanto por la presidenta como por su hijo. También podríamos lanzar encuestas que, como los vasos de agua, no se le niegan a nadie, pero lo cierto es que quien decidirá las candidaturas acertadamente o no será la presidenta.
Y allí las hipótesis y variables son incontables pues, a días de la confirmación, prácticamente todas las precandidaturas, salvo la de Scioli, están abiertas. En este sentido, no se sabe si el actual gobernador competirá con Randazzo o le pedirán al Ministro que se “baje” y compita para la gobernación provincial o encabece la lista de diputados. De hecho, las chances de una fórmula única crecieron desde que se confirmó que Zanini será el vice de Scioli pues, como se dice, en los pasillos, “Zanini es Cristina con pelo corto”. Salvo que CFK decida ubicar como vice de Randazzo a otra de las figuras de su mesa chica, el mensaje parece ser claro y manifestaría la decisión de impulsar la candidatura de Scioli.
Asimismo, la elección de Zanini disipa alguna de las dudas que se venían barajando pues muestra que CFK ha decidido poner un hombre de su riñón para presidir el senado y es de esperar que juegue el resto de sus fichas a mantener el control de la cámara de Diputados. En todo caso, la incógnita será si la propia presidenta será candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires o si se dará la aparición de su hijo, Máximo, quien a pesar de intervenciones públicas que pueden contarse con los dedos de una mano, posee el plafón del linaje y de conducir la agrupación juvenil más importante de los últimos años en Argentina.
Pero a su vez, la decisión acerca de quiénes encabezarán esa lista está íntimamente relacionada con la resolución de las precandidaturas a gobernador de la provincia de Buenos Aires, pues un rumor bastante instalado es que a diferencia de la insólita estrategia de dispersión de las PASO porteñas, la fórmula sería una sola. Aníbal Fernández es el más conocido en el electorado pero también el que tiene mayor imagen negativa, lo cual podría quitarle algunos puntos al candidato a Presidente. Se da así una situación paradójica: Aníbal Fernández mide más que Julián Domínguez pero el tándem Scioli presidente con Domínguez gobernador mide varios puntos más que el tándem Scioli presidente con Aníbal Fernández gobernador. Si la presidenta se inclinara por Domínguez, Fernando Espinoza sería el vice del actual presidente de la Cámara de Diputados para garantizar el voto matancero o, en su defecto, obtendría un lugar en la lista de diputados nacionales.
Por último, restaría saber si, negándose a liderar la lista de diputados nacionales de la Provincia, CFK prefiere el parlamento del MERCOSUR o, simplemente, mantenerse al margen de cualquier cargo para liderar el kirchnerismo “desde afuera”.
Estas son las definiciones cruciales que se darán en los próximos días y que llevarán a un segundo plano las siempre trasnochadas negociaciones, con biromes en mano que parecen sables, que determinarán los puestos de listas a diputados en distritos como los de Capital Federal donde se augura una fuerte presencia de La Cámpora.
Los nombres y el armado han sido siempre importantes pero hoy la sensación es que si el kirchnerismo no comete un error grosero en esas selecciones, se encaminará hacia un triunfo en primera o en segunda vuelta. Aun si el veleidoso Massa decidiera “bajar” a la provincia de Buenos Aires y fuera el candidato de Macri, algo altamente improbable a juzgar por la estrategia PRO, obtendría apenas unos puntos más que María Eugenia Vidal, a quien pocos conocen, pero se ve beneficiada por la sencilla razón de que el bonaerense no suele cortar boleta “arriba”, esto es, no separa presidente de gobernador.    
Asimismo, la esperanza del oficialismo no solo se basa en las encuestas sino en los resultados de las elecciones desdobladas pues, en general, obtuvo más votos de los esperados salvo en el caso de CABA. Pero Chaco y Salta han respondido mayoritariamente al kirchnerismo contra toda la oposición unida; en Mendoza se ha hecho una muy buena elección rondando los 40 puntos; en Santa Fe se alcanzó casi 30% y es razonable pensar que del otro 30% que obtuvieron los socialistas, una buena parte se inclinará hacia el candidato a presidente del FPV; en Río Negro, el FPV obtuvo 33% pero el candidato ganador “jugó solo” y no ha brillado, justamente, por hacer antikirchnerismo zonzo, a tal punto que declaró que no apoyará a ninguna fórmula presidencial. Incluso en CABA, donde el FPV obtuvo menos de los esperado, el PRO no la tiene fácil y en un eventual ballotage entre Rodríguez Larreta y Lousteau (tal como plantean hoy las encuestas), el final estaría abierto. Si bien resulta difícil, si se confirmara la derrota de Del Sel en Santa Fe, y una particular conjunción astral determinara que el PRO perdiera la Capital, el partido conservador liderado por Macri se quedaría sin distritos que gobernar y con su alma mater perdiendo la nacional. De suceder esto, el futuro del PRO sería, para ser benevolentes, una incógnita.              

Si llegó hasta acá y todavía no se dio cuenta que todas estas hipótesis serán falsadas casi de inmediato, como las hipótesis de todos aquellos que deben llenar carillas y espacios en radio y televisión, le doy la última oportunidad para deshacerse de estas páginas usando el mismo fósforo encendido con el que le pido que en estos días tan importantes para la Argentina, de paso y prosternándose, le prenda una vela a la política.   

jueves, 18 de junio de 2015

Zannini: un mensaje hacia adentro (publicado el 18/6/15 en Diario Registrado)

La elección del compañero de la fórmula presidencial siempre ha tenido en la Argentina un contenido simbólico relevante. Dicho en otras palabras, puesto que la función “vicepresidente”, más allá de presidir el senado, es, políticamente, algo difusa, los candidatos suelen utilizar tal designación para dar un mensaje. Generalmente se busca equilibrar: si el candidato a presidente representa el ala izquierda del partido se busca un vice conservador y viceversa; o si el binomio lo compone alguien de la provincia de Buenos Aires, el compañero debería ser del interior. Este intento de equilibrio es más claro aún cuando la fórmula es producto de una alianza o cuando hace falta garantizarse los votos de un determinado distrito que el candidato a presidente no representa. Estas son solo algunas razones que dan un marco desde el cual podríamos preguntarnos por qué Zannini será el candidato a vicepresidente de la única fórmula del FPV.

Y lo cierto es que, desde mi perspectiva, tal designación fue pensada como un mensaje “hacia adentro” del kirchnerismo. Porque, claro está, Zannini no trae votos, no interpela a antikirchneristas indecisos ni tampoco seduce a moderados. Sin embargo disipa una enorme cantidad de dudas pues, por lo pronto, muestra que CFK ha decidido comprometerse de lleno con el próximo gobierno. En este sentido, algunos dirán que Zannini está allí para cercar y otros dirán que está para acompañar pero lo cierto es que la presidenta no se ha desentendido de la suerte de Scioli. Se sigue de esto, claro está, que la idea de una CFK que “jugaría” a perder refugiándose en los “puros” no era más que una zoncera. Pero, lo más importante, con Zannini acompañando a Scioli, el kirchnerismo logra plasmar una fórmula que sintetiza un tiempo histórico porque el actual Gobernador de la provincia tenía el apoyo del PJ y los gobernadores pero generaba desconfianza en una porción importante de la dirigencia y el electorado kirchnerista progresista que, por oposición, se identificaba con Randazzo. Lo único que podría seducir a esos sectores era un gesto claro de CFK, una señal de garantía de continuidad encarnada en un nombre de peso identificado con el proyecto, y Zannini cumple claramente con esos requisitos. De hecho, apenas algunas horas después del anuncio, aquellos sectores más refractarios a la figura de Scioli fueron encolumnándose de modo tal que la decisión acabó teniendo un apoyo unánime. Los periodistas opositores no tardaron ni 24 horas en denominar “monje negro” a Zannini o preguntarse si ingresamos en la era del “maoísmo sciolista” (SIC) pero sus diatribas buscan agitar aquella fracción de la sociedad que hasta ahora no ha logrado erigir una oferta electoral capaz de constituirse en mayoría. Se trata, justamente y vaya paradoja, de aquella porción de la sociedad a la que no está dirigido el mensaje “Zannini vicepresidente”.              

viernes, 12 de junio de 2015

Feliz día del periodista (faccioso) [Publicado el 11/6/15 en Veintitrés]

Especialmente en los últimos años, el día del periodista suele ser utilizado por sectores del establishment mediático para advertir sobre los presuntos ataques del gobierno contra la prensa libre. Como si nada hubiese sucedido, como si el rol de los medios de comunicación no fuera materia de debate público, y como si no hubiese quedado del todo resuelto la evidente parcialidad de las empresas periodísticas, señores (y señoras) muy adustos, con rictus de indignación y lenguaje virulento, ponderan su propia profesión sin avergonzarse y no ahorran adjetivos conmovedores para describir una actividad que, a los problemas de la falta de credibilidad, le agrega las dificultades de las transformaciones vertiginosas que impone el capitalismo financiero en el negocio de la información.
Pero el debate sobre el periodismo, de tan trillado, ha devenido en farsa, en caricatura de sí mismo y en obscenidad paradojal. El mejor ejemplo es, justamente, celebrar el día del periodista (independiente, neutral y objetivo) como homenaje a la primera edición de La Gazeta de Buenos Ayres, cuyo director era Mariano Moreno. Pues basta examinar la concepción del periodismo que La Gazeta y el propio Moreno tenían, para mostrar que los periodistas presuntamente independientes celebran su día, curiosamente, reivindicando al más militante de los periodistas (Mariano Moreno) y al más militante de los periódicos, esto es, aquel que en ningún momento ocultó haber sido creado como órgano de propaganda y difusión de las ideas revolucionarias, lo cual implicaba, no solo diatribas, opiniones y operaciones contra los enemigos de turno, sino la justificación de los ajusticiamientos en la etapa más jacobina de la revolución.
El investigador del CONICET, Martín Becerra, por ejemplo, en un artículo publicado en 2010 y titulado “Las noticias van al mercado: etapas de la intermediación de lo público en la historia de los medios de la Argentina”, distingue tres etapas en la historia del periodismo. Una primera considerada “facciosa” que abarcaría desde las vísperas de la revolución de mayo hasta aproximadamente los años 70 del siglo XIX, es decir, hasta la década en que surgieron diarios como La Nación, La Prensa y La Capital, entre otros; una segunda, llamada “profesional”, que va desde el período de la organización del Estado nacional allá por la década del 80 del siglo XIX hasta casi 100 años después, esto es, hasta la irrupción de la etapa multimedial que caracteriza a la tercera etapa denominada “financierizada”. Esta última etapa, que comienza en la década del 70 del siglo pasado, se profundiza gracias a la convergencia tecnológica y a la presencia preponderante del capital extranjero de la mano de la globalización económica. 
Adentrándonos en el momento faccioso, aquel en el que se incluye a La Gazeta y que es el que aquí interesa, podrían mencionarse algunas de las afirmaciones que hiciera Fernando J. Ruiz en su libro Guerras Mediáticas. Allí, el autor afirma: “La estrategia fue gobernar también a través de las noticias. Por eso, una de las primeras medidas de la Primera Junta fue crear un periódico. La Gazeta de Buenos Ayres, dirigida por Mariano Moreno, cumplió las funciones de buscar aliados, amenazar y prevenir a los potenciales enemigos y, por supuesto, legitimar la revolución (…) Mariano Moreno quería tener los más potentes medios de comunicación de su época para evitar que en la etapa posrevolucionaria se difundiera la confusión entre los ciudadanos. Temía que si no dominaban los medios de opinión, el enemigo pudiera disolver la relación del pueblo con su gobierno”. Ruiz menciona, además, que la Primera Junta obligó a los párrocos españoles a que leyeran La Gazeta a sus fieles tras finalizar cada misa (y curiosamente ningún periodista de la época denunció un abuso de “cadena nacional”), y destaca un fragmento de El Plan de Operaciones, atribuido a Mariano Moreno, en el que queda sintetizada la mirada que tiene el gobierno de la época respecto a la función de La Gazeta: “La doctrina del Gobierno debe ser con relación a los papeles públicos muy halagüeña, lisonjera y atractiva, reservando en la parte posible todos aquellos pasos adversos y desastrados, porque aun cuando alguna parte los sepa y comprenda, a lo menos la mayor no los conozca y los ignore, pintando siempre éstos con aquel colorido y disimulo más aparente; y para coadyuvar a este fin debe disponerse que la semana que haya de darse al público alguna noticia adversa, además de las circunstancias dichas, ordenar que el número de Gacetas que hayan de imprimirse, sea muy escaso, de lo que resulta que siendo su número muy corto, podrán extenderse menos”.    
La mirada de Moreno sobre la función de la prensa muestra que la asociación entre periodismo y objetividad, o entre periodismo e información desideologizada, es una invención que se realiza con bastante posterioridad, más específicamente, un mito de origen que se comienza a construir 60 años después de la publicación de La Gazeta en un contexto cultural completamente diferente. Pues en esa época ya aparecía un Estado central en plena configuración y la novedad de un proceso de reformas educativas que comenzaría un vertiginoso camino de alfabetización y, con él, una reestructuración del espacio público y de la opinión pública.       
En palabras del anteriormente citado, Martín Becerra: “El desplazamiento de la política de trinchera a la esfera de lo cultural y moral es el que expresa el nacimiento de un periodismo crecientemente profesionalizado, ejercido por asalariados de una clase media en formación, con residencia en grandes urbes, que incorpora nuevos lenguajes, ideas renovadas, temáticas y secciones diferentes a la prensa para permitir su salto a escala industrial de producción. El periodismo faccioso utilizado como arma de combate por la elite política deja su lugar para una emergente ideología de la objetivación, de la asepsia informativa, que se expandirá como el sentido común de los profesionales de la prensa desde fines del siglo XIX y que contribuye a su masificación”.
Es interesante observar hasta qué punto, la profesionalización a la que refiere Becerra es, entonces, la creadora de su propio mito fundante ya que la defensa facciosa de determinados intereses prosiguió pero revestida del aséptico dato duro. ¿Acaso hay algo más faccioso que el célebre slogan del mitrista La Nación hablando de una “Tribuna de doctrina” o el diario Crítica, el 6/9/1930, día del Golpe de Estado a Yrigoyen, cuando tituló “¡Revolución!”? Y cuando el diario Clarín, el 25/3/1976, decía en su tapa “Total normalidad. Las fuerzas armadas ejercen el gobierno”, ¿estaba haciendo una descripción neutral de los hechos? A estos ejemplos tan burdos se le podría sumar una interminable lista que diariamente y sobre temáticas de las más a las menos relevantes, deja expuesto hasta qué punto las empresas periodísticas militan incansablemente por sus intereses y por su ideología. Tal como lo hiciera Mariano Moreno, quien para hacer periodismo no necesitó ampararse en ninguna mitología de la neutralidad. Dicho esto, estimados periodistas desamparados, no queda más que desearles, de corazón, un muy feliz día.      



viernes, 5 de junio de 2015

¿Puede haber proyecto sin candidato? (publicado el 4/6/15 en Veintitrés)

Cuando el resultado de las elecciones legislativas de 2013 dejó en claro que cualquier pretensión oficialista de avanzar hacia una reforma constitucional que permitiera la reelección quedaba desestimada, apareció el interrogante natural de quién sería “el elegido” para suceder a CFK o, por lo menos, para competir en las presidenciales 2015 en la lista del Frente para la Victoria.
Así, mientras desde aquella elección hasta hoy, los que auguraban fin de ciclo en 2009, sin ponerse colorados, desempolvaron sus archivos y volvieron a pavonearse frente a audiencias desmemoriadas con la certeza de que, en 2015, ningún Kirchner iba a ocupar el sillón de Rivadavia, de parte del oficialismo, naturalmente, comenzaron los debates acerca de quién podría representar cabalmente el espíritu de estos 12 años. Tal debate se mostraba y se muestra incómodo puesto que Daniel Scioli, quien ha ocupado los cargos más importantes detrás de Néstor y Cristina, y aparecería, por esa misma razón, como el candidato “natural”, nunca convenció del todo ni a la dirigencia kirchnerista de paladar negro ni a aquellos sectores que, desde el progresismo o el peronismo de izquierda, apoyan este proyecto.
Sin embargo, pasaron los meses y, a semanas del cierre de listas, el único que ha podido mantener la pretensión de disputarle la candidatura a Scioli es el ministro Florencio Randazzo, quien ha retomado la retórica más confrontativa del kirchnerismo pero que, sin embargo, tampoco es parte del “riñón” de la presidenta.
En esta línea, no es descabellado afirmar que aun cuando la presidenta reúne cada vez mayor aprobación del electorado, las circunstancias han hecho que, con sus diferencias, los candidatos del FPV que pretenden sucederla, no sean los que ella hubiera preferido. Y como ya no parece haber tiempo para ungir a un “tapado”, no hay otra alternativa que Scioli o Randazzo.  
Quizás por esto mismo es que no parece casual que desde hace ya un tiempo se haya instalado la idea de que “el candidato es el proyecto”, esto es, independientemente del nombre propio, lo que los kirchneristas van a votar es el conjunto de políticas que se vienen desarrollando en los últimos 12 años y el candidato del FPV elegido debería profundizarlas como un mandato imperativo del pueblo.
Conceptualmente, que el candidato sea el proyecto resume exitosamente el principio de primacía de lo colectivo sobre lo individual, de los valores y los principios sobre los nombres y, en tanto tal,  desafía la noción de representación de las democracias liberales tanto como el apotegma posmoderno que, a caballo de la disolución de la política, enarbola, en el marco de un relato decadentista, la idea de que, finalmente, hoy ya no se votan ideas sino hombres cuya principal plataforma es la TV.
Sin embargo, para una construcción política como el kirchnerismo, no es irrelevante la figura en la que “encarne” el proyecto. Dicho de otra manera, un proyecto sin una personalidad que lo sintetice y lo lleve adelante podría verse como una abstracción ilusoria y hasta peligrosa en tanto se transformaría en un significante que podría rellenarse con cualquier cosa. Algo parecido a lo que le ocurrió y le ocurre al peronismo pues en nombre del General se llevaron adelante políticas y prácticas insólitamente antagónicas.
El recientemente fallecido filósofo argentino Ernesto Laclau, en su La Razón populista, diría que las reivindicaciones heterogéneas de una sociedad forman una cadena (equivalencial) frente al poder (real) para unificarse detrás de un liderazgo. En sus propias palabras: “La lógica de la equivalencia conduce a la singularidad, y ésta a la identificación de la unidad del grupo con el nombre del líder. (…) El rol de Nelson Mandela como símbolo de la nación fue compatible con un amplio pluralismo dentro de su movimiento. Sin embargo, la unificación simbólica del grupo en torno a una individualidad –y aquí estamos de acuerdo con Freud- es inherente a la formación de un pueblo”.
La literatura antipopulista, aunque mejor cabría decir, antipopular, expresa la relación entre el pueblo y el líder siempre en términos de sugestión o manipulación y sin embargo, por ejemplo,  son los primeros que se oponen a hablar de manipulación y sugestión cuando de medios de comunicación se trata. Con todo, y dado que ese debate bien merecería, como mínimo, otro artículo, centrémonos simplemente en el hecho de que resulta difícil pensar un kirchnerismo sin un Kirchner tanto como fue difícil un peronismo sin Perón, sabiendo también que la comparación con la situación del líder justicialista tiene límites. El primero de estos límites, y el más evidente, es que Cristina Kirchner está viva y no hay ninguna dictadura en ciernes que pretenda obligarla a exiliarse. De aquí que el kirchnerismo mantendría el liderazgo que le dará unidad, solo que ese liderazgo no se ejercerá desde el poder formal sino que su rol de conducción se hará “desde afuera” del gobierno o, en todo caso, desde un cargo que no sería el de presidente. A su vez, tampoco se puede dejar de soslayo que el rol de CFK con un presidente como Macri no sería el mismo que con un presidente del FPV. En el primer caso su función y liderazgo (opositor) parecería claro. En el segundo estaríamos ante una situación inédita en la que es probable que entre el presidente (sea Scioli o Randazzo) y la conductora del movimiento se generen roces, de los naturales, y de los azuzados por aquellos que abogarán por una fractura al interior del kirchnerismo.      
Para finalizar, entonces, cabe retomar en términos de pregunta hasta qué punto el candidato es el proyecto e incluso hacer el ejercicio mental de trasladar este interrogante hasta los tiempos en que CFK ya no esté entre nosotros. La propia presidenta y hasta su hijo Máximo han declarado públicamente que un proyecto no puede depender de una persona o de un apellido dejando expuesta la contradicción de quienes afirman que el candidato es el proyecto pero piden que el hijo de la presidenta sea candidato a presidente en 2015 esperando el regreso de su madre en 2019. Sin embargo, tal como se pudo observar, el rol del líder resulta esencial para la construcción colectiva. Asimismo, aun cuando se afirme que un eventual presidente del FPV se subsumirá a la conducción de CFK, resulta ingenuo suponer que su subsunción será total. De aquí que estemos obligados a no tratar con indiferencia lo concerniente a la elección del candidato representativo del espacio. Entiendo que CFK es la que mejor lo sabe y probablemente tenga un rol decisivo en la conformación de las listas. Sin embargo, y parafraseando un fragmento del discurso que la presidenta brindara el 25 de mayo, lo que termine ocurriendo, finalmente, dependerá de lo que el conjunto de los argentinos decida.        
   

    

lunes, 1 de junio de 2015

Dos perspectivas en torno a Scioli (publicado el 30/5/15 en Veintitrés)

En la medida en que avanza el cronograma electoral, y tras sucesivos “baños de humildad”, se va delineando quiénes serán, finalmente, los candidatos. La oposición parece tener resuelto el panorama y lo único que puede alterarlo es el “enigma Massa”. En otras palabras, Macri será el vencedor de la interna en la que competirán la UCR, la CC y el PRO, y en todo caso lo que resta saber es si competirá contra Carrió y Sanz o si este último preferirá dar un paso al costado antes que recibir una paliza electoral; y María Eugenia Vidal sería la candidata de ese espacio en la Provincia de Buenos Aires. Pero todo esto podría sufrir una alteración si se acepta la propuesta massista de ir hacia una gran interna “panopositora”, convite que, por ahora, Macri rechaza menos por razones ideológicas que por la convicción de que el mejor Massa será aquel que, acorralado, finalmente, no tenga otra que bajarse, quizás, de todo. Pues cada día que pasa, al exintendente de Tigre se le hace más difícil renunciar a la candidatura presidencial para desembarcar en la provincia y de aquí sale una enorme paradoja ya que la encerrona en la que se encuentra Massa es producto, en realidad, del gran triunfo que obtuvo en las elecciones de 2013. En este sentido, si Massa hubiera ganado por apenas unos puntos o incluso si hubiera perdido por apenas unos puntos, se habría concentrado en intentar ser el gobernador de la Provincia. Sin embargo, aquella estruendosa victoria le hizo creer que sería “el elegido”, “el candidato” que podría seducir al establishment económico y, al mismo tiempo, a un peronismo residual agotado del kirchnerismo.
Con todo, el que espera y sueña es Francisco de Narváez pues si Macri y Massa formaran parte de la misma interna, él podría capitalizar los votos de ambos candidatos y posicionarse como el opositor capaz de disputar, con el oficialismo, la gobernación.
Desde la perspectiva del oficialismo, en la provincia de Buenos Aires todavía persisten algunos precandidatos aunque todo parecería encaminarse a un mano a mano entre Aníbal Fernández y Julián Domínguez. El primero tiene niveles altísimos de conocimiento y gracias a su prepotencia de trabajo y su capacidad oratoria, suele ser el preferido por aquellos sectores kirchneristas de paladar negro fuertemente imbuidos de la agenda del día a día que instalan los medios y en la que el actual Jefe de Gabinete es siempre protagonista en tanto voz oficial. Su punto débil es la sobreexposición, cierto descuido en la construcción territorial, y la imagen negativa que ha cosechado en una parte de la ciudadanía. En cuanto a Domínguez, su principal rival, antes que Fernández, es el hecho de que “el gran público” no lo conoce. Pero a favor tiene los cuadros técnicos, una reconocidísima labor institucional, un espíritu dialoguista y el trabajo “hormiga” de alianzas con intendentes, universidades y sectores de la producción. Seguramente hoy corre detrás en las encuestas pero su potencial podría dar una sorpresa. Asimismo, ambos son de cuna peronista y están identificados con el peronismo pero Domínguez parece tener mayor capacidad para atraer a sectores del peronismo que esperan alguna señal para abandonar su desencanto.
Donde no parece que exista lugar para ninguna sorpresa es en cuanto a los precandidatos a presidentes por parte del oficialismo. Si bien la presidenta cuenta con la facultad de catapular y darle competitividad a cualquiera que unja como candidato, pareciera que la disputa se resuelve entre Scioli y Randazzo.               
Ninguno parece ser aquel que hubiera elegido la presidenta y el núcleo duro del kirchnerismo en condiciones ideales, aunque también es verdad que, para ese espacio, la única que garantiza cabalmente la continuidad del proyecto tal como lo conocemos, es la propia presidenta. Pero impedida por una cláusula constitucional, CFK, que construyó poder de forma verticalista como Perón, tiene el mismo problema que el fundador del movimiento justicialista: designar como sucesor a un nombre propio que, naturalmente, y por la propia dinámica de lo humano, decida erigirse como el nuevo polo magnético del poder. En este sentido, no es descabellado pensar que el “kirchnerismo puro” tema que el candidato del propio espacio haga con ellos lo que Kirchner hizo con Duhalde en 2005, esto es, tras unos años de transición, desplazarlo completamente y quitarle todo tipo de injerencia en las decisiones. Sin dudas, la situación no es la misma y los liderazgos no son lo mismo pero tanto Randazzo como Scioli, seguramente, querrán darle su propia impronta a una eventual presidencia.
En cuanto a las posibilidades electorales de cada uno, Scioli, todas las encuestas así lo dicen, se encuentra adelante de Randazzo quien especula con conseguir todo el voto del kirchnerismo más progresista que desconfía de Scioli y que la presidenta se pronuncie abiertamente, aunque no parece que esto último vaya a suceder.
En este contexto, se espera que los meses que restan hasta las PASO sean de enorme tensión al interior del kirchnerismo pues parece haber dos perspectivas en pugna. Por un lado, lo que podríamos llamar “línea de la tradición pejotista”, que adheriría a la candidatura de Scioli por ser el único que aparentemente garantizaría el éxito. Son los mismos que se irían detrás de cualquier candidato (incluso de un peronista antikirchnerista) si éste les garantizara un caudal de votos suficiente que les permita continuar en su cargo y son los mismos que, seguramente, no se sienten del todo cómodos con la política de confrontación tan propia del kirchnerismo. 
Pero, por otro lado, se encuentra la línea de los sectores progresistas del kirchnerismo que hegemonizan la comunicación k, sea a través de espacios intelectuales, sea a través de distintas plataformas mediáticas, que parecen, por motu proprio, llevar adelante una cruzada antisciolista que prácticamente ubica a éste como un espejo del candidato conservador Mauricio Macri. Y no resulta del todo justa la comparación aun cuando sea verdad que el establishment ha elegido al exmotonauta como el mejor candidato dentro del FPV y aun cuando se espera de él pronunciamientos menos ambiguos respecto de las grandes conquistas y, sobre todo, las grandes batallas llevadas adelante por el oficialismo. Es más, hasta estoy tentado a adelantar que una eventual presidencia de Scioli contará con un escenario legislativo sin mayorías absolutas de lo cual se sigue que el actual gobernador de la Provincia deberá negociar con la oposición. Y en ese contexto vendrá la segunda etapa del plan de los grupos del poder real, esto es, separar a Scioli del kirchnerismo generando así un cisma entre el sector que responderá a CFK y el gobierno. Si esta hipótesis es correcta no es irrazonable preguntarse hasta qué punto Scioli podrá resistir tal presión y tales tentaciones más allá de que hasta el momento lo haya hecho.
Sin embargo, quienes defienden esta línea y afirman que Scioli es el enemigo N° 1, tendrán que explicar por qué los Kirchner lo han elegido, en 12 años, para ocupar los cargos de vicepresidente de la Nación y gobernador de la Provincia, es decir, los cargos más importantes de la República luego de los que ocuparan Néstor Kirchner y Cristina Fernández.  
A manera de resumen, y para finalizar, habrá que indagar cuánto de la crítica de esos sectores del progresismo kirchnerista obedece más bien a ese arraigado sentimiento antiperonista de socialdemocracia citadina y a su pretensión de marcarle la cancha a la política; y, a su vez, porque no solo de progresismo zonzo se compone el movimiento, habrá que indagar también cuánto hay de peronismo autoexculpatorio en aquellos que asumiéndose peronistas (y kirchneristas) acaban justificando cualquier candidatura en tanto definen al peronismo (y al kirchnerismo) como una máquina burocrática de poder pragmático que debe ganar como sea independiente de quien sea el candidato y de los principios por los que éste pregone.