jueves, 30 de julio de 2015

El periodismo entre el museo y el kintsugi (publicado el 30/7/15 en Veintitrés)

En noviembre de 2014, en ocasión de la inauguración de la muestra “40 años de periodismo: de Walsh a Lanata” impulsada por Luis Majul, escribí en esta misma revista una nota titulada “La cruzada de la reconciliación”. La principal hipótesis de aquellas líneas era que esta muestra podría verse como el emblema manifiesto del intento por reunificar la corporación periodística. No era de mi parte un gran descubrimiento pues el propio impulsor lo manifestaba abiertamente cuando en una nota del 26/9/14, en La Nación, indicaba que el objetivo de la muestra era “reivindicar el oficio, contagiar el amor por el periodismo, convivir con las diferencias y pasar por encima de la grieta”. Uno de los espacios que forma parte de la muestra fue declarado de Interés ultural y turístico por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires y se ha anunciado que brevemente se podrá visitar en provincias como Santa Fe gracias al interés que suscitó en las autoridades del gobierno socialista. Sin embargo, en la nota antes mencionada, algunas semanas antes de la declaración de la Legislatura porteña, Majul exponía de manera flagrante la añoranza de aquellos tiempos que el líder radical César Jaroslavsky había sintetizado en el apotegma: “Clarín ataca como partido político pero se defiende con la libertad de prensa”. Me refiero a la declaración del conductor de La Cornisa en la que indicaba “estoy seguro de que este proyecto [de declaración de Interés cultural y turístico] va a ser aprobado por unanimidad. Si alguien se niega, quiere decir, como símbolo fuerte, que está en contra de la libertad de expresión”.
Más allá de desafortunadas declaraciones como éstas, rayanas en el chantaje, lo cierto es que el proyecto de Majul es claro: el periodismo debe volver a tener la credibilidad que ha perdido y, para ello, hay que acabar con “la grieta”. De aquí la decisión, nunca neutral claro, de presentar una muestra que traza una continuidad entre Walsh y Lanata, glorifica la labor de periodistas opositores pero se permite incluir a alguno de los periodistas afines a la línea editorial del kirchnerismo como Víctor Hugo Morales, a quien no le molestaría ser catalogado de militante, u Horacio Verbitsky quien se siente muy incómodo con esa categorización.
Pero, claro está, aun cuando la apuesta sea por incluir “a todos”, ningún conjunto puede delinearse con claridad si no identifica “un afuera”, porque para haber un “nosotros (los periodistas)” tiene que haber un “otro”, un exterior constitutivo que marque una frontera. Majul eligió un blanco “fácil” como el programa de la Televisión pública 678, y lo signó como el mal de la época, la degradación del periodismo. En tal acusación se sienten cómodos todos los periodistas opositores en tanto opositores y una buena parte de los periodistas oficialistas en tanto periodistas. Porque finalmente a ningún periodista le conviene que le digan que habla desde un determinado lugar porque todos, oficialistas y opositores, quieren seguir defendiendo su espacio privilegiado, aquel de la pretendida asepsia del dato duro, de la información sin carga subjetiva ni valoración alguna. Por eso 678 no es presentado como periodismo sino como “agentes  gubernamentales que propagandizan” y por eso, a buena parte de los candidatos a presidente se le pregunta, ante todo, si van a dejar que continúe 678 pues permitirlo implicaría seguir abonando la grieta.
A su vez, muchos periodistas (e intelectuales) oficialistas, cansados de serlo durante 12 años, esperan con ansias el regreso de aquellos tiempos donde corrían por izquierda al gobierno de turno. Es entendible, porque es difícil ser periodista y oficialista durante 12 años, más allá de que muchos se convirtieron al kirchnerismo bastante más allá del 2003. Pero sería un alivio para toda la corporación estar, por izquierda o por derecha, en contra de un gobierno. Ese sería el fin de la grieta porque sería presentado como el triunfo de la objetividad sobre la ideología a pesar de no ser más que el sostenimiento de una mirada virginal y anacrónica del periodismo, a saber, aquella que indica que ser periodista es ser crítico del poder pero no aclara qué es ser crítico y dónde está el poder. Porque un crítico de cine que diga que todas las películas son malas, no estaría siendo crítico sino un idiota. En otras palabras, hay periodistas que parecen no conocer la plurivocidad del término “crítico” y entienden que la crítica solo puede ser negativa. Lejos de ello, ser crítico significa capacidad de valorar, y se puede valorar negativamente o positivamente tanto una película como una gestión o acción de gobierno. De otro modo, solo serían periodistas los opositores recalcitrantes al gobierno de turno y tal perspectiva resultaría muy sectaria porque la corporación estaría seleccionando en función de la ideología y no en función de la profesión. Respecto al poder, resulta claro que la labor del periodista es denunciarlo pero el poder no está hoy en los gobiernos sino en las empresas periodísticas tal como muestra, por ejemplo, la encuesta de la Asociación de Prensa de Madrid que denunció que, en 2014, el 80% de los periodistas entrevistados admitió haber recibido censuras que, en su inmensa mayoría, provienen de su empleador (privado) o de las empresas que pautan en su medio.             
Pero Luis Majul no es el único que busca la reconciliación corporativa. De hecho, hace apenas algunas semanas, el director del diario Perfil, Jorge Fontevecchia, publicó un libro titulado Quiénes fuimos en la era k, donde en medio de pasajes y recortes a los que costosamente se les intenta dar un orden, aparece la interesante metáfora del kintsugi. Según su propia definición, se trata del “arte japonés de reparar objetos de cerámica rotos rellenando las fracturas con resina mezclada con oro o plata para enaltecer la zona dañada. No solo para repararla sino también para hacerla más fuerte que la original. En vez de ocultar las grietas escondiendo señales de fragilidad, el kintsugi resalta y acentúa las marcas de la resiliencia. Asume que haber sobrevivido tras una rotura, prueba que se trata de un objeto valioso, merecedor de haber invertido en su reconstrucción. Para los japoneses, el objeto es más bello por haber estado roto, haciendo que piezas reparadas con kintsugi sean más costosas aun que las que siempre estuvieron sanas”.   
La metáfora es un verdadero hallazgo y su sentido está a la vista: no solo hay que recomponer la corporación sino que la supervivencia de la misma la ha transformado, de repente, en un objeto valioso. Asimismo, la apuesta no es por la mera recomposición de lo que alguna vez existió sino por la creación de una entidad mucho más potente, con cicatrices a la vista, pero más monolítica que nunca.
No deja de sorprender que se puedan verter abiertamente pretensiones de restitución corporativas y que haya ciudadanos de a pie que entiendan tal restitución como algo esencial para la vida democrática, pero sin dudas, la famosa “grieta” ha obligado a que los intereses se expongan con mayor nitidez y sin eufemismos. Desde mi punto de vista, tal exposición es positiva más allá de que parte de las audiencias hoy sienta una profunda angustia por sospechar del medio con el cual se informaba y por darse cuenta que, en buena medida, elegimos informarnos por aquellos canales cuya línea editorial confirma nuestra perspectiva. Claro que sería mejor una entidad individual o colectiva que tuviera acceso a un punto de vista privilegiado y que generosamente nos lo acercara a los hombres comunes en un gesto prometeico. Pero tal entidad no existe y tal pretensión hoy se puede visitar en museos donde todos quieren ser curadores o se puede rememorar en cada una de las manos que intentan revivir un objeto de cerámica roto.  


lunes, 27 de julio de 2015

¿Hacia un macrismo k? (publicado el 23/7/15 en Veintitrés)

Contra todos los pronósticos, el resultado del balotaje en la Ciudad de Buenos Aires fue muy ajustado y aquellos comunicadores y políticos bien republicanos y bien institucionalistas que instalaron que esta elección sería simplemente un despilfarro de recursos, hicieron mutis por el foro mientras imploran que los programas de archivo se ocupen de otros menesteres.
El voto obtenido por Recalde en la primera vuelta, evidentemente, se mostró, ante todo, antimacrista y masivamente se trasladó al candidato de ECO, Martín Lousteau, quien triunfó en 9 de las 15 comunas mostrando una ciudad partida, o “agrietada” como se suele decir ahora, entre el norte, por un lado, y el centro y el sur, por el otro. El votante del FPV, a su vez, no aceptó el eje de campaña de la propuesta del gobierno nacional en la ciudad que indicaba que Lousteau y Rodríguez Larreta eran parte de un único modelo y que, en tanto tal, votar a uno o al otro era lo mismo, pues con esa lógica, lo que se seguía era votar en blanco y, si bien esta opción tuvo 89000 adeptos (esto es, un 158,3% más que en la primera vuelta), estuvo por debajo de lo que proyectaban las encuestas.
Si bien resulta una exageración hablar de un “fin de ciclo macrista” tras confirmarse que el PRO gobernará, como mínimo, doce años la Ciudad, lo cierto es que del triunfo aplastante, y en primera vuelta, que se presagiaba, se pasó a un triunfo por apenas 3 puntos en balotaje. Sin dudas, varias circunstancias confluyeron para comprender esto y entre todas ellas bien cabe mencionar dos: en primer lugar, la figura de Rodríguez Larreta no tiene la misma atracción que la de un Macri que en el balotaje de 2011 estuvo cerca de obtener el apoyo de 2 de cada 3 votantes porteños. Esto significa que si el candidato hubiera vuelto a ser Macri, el PRO hubiera obtenido, no el 64% de los votos pero, sin dudas, algunos votos más que los de su actual Jefe de Gabinete; en segundo lugar, la merma del caudal de votos PRO tuvo que ver con la propuesta que le aparecía enfrente, esto es, una propuesta light, palermitana, pero revestida del halo socialdemócrata que la progresía porteña suele reivindicar. Solamente una figura así podía canalizar un voto antimacrista, algo que no podría haber conseguido Recalde (en caso de haber llegado al balotaje) porque sobre el voto antimacrista hubiera prevalecido el voto antikirchnerista tal como se vio en la segunda vuelta de 2011.          
En cuanto a ECO y a Lousteau, el tiempo dirá, pues como espacio ha logrado ser la segunda minoría en la legislatura con 14 escaños (frente a los 27 del macrismo y apenas por encima de los 13 del FPV) pero se trata de una coalición que hasta el momento parece estructurada con fines estrictamente electorales. A su vez, cuesta pensar cómo logrará Lousteau mantener su visibilidad sin ocupar cargo alguno más allá de que en esas mismas circunstancias estuvo a punto de lograr ser Jefe de Gobierno. En todo caso, será su responsabilidad construir una fuerza homogénea que sirva de base para ganar la ciudad en 2019. Eso implica inteligencia política, muchísimo trabajo y paciencia, virtudes que el ex ministro de Economía todavía debe demostrar. Asimismo, Lousteau deberá tener conciencia de que ese casi 50% obtenido en el balotaje no se conformó con votos propios sino con una enorme cantidad de “prestados” en una circunstancia completamente excepcional.        
Ahora bien, las elecciones de la Ciudad, a tres semanas de las PASO nacionales, sin dudas, tienen enorme relevancia a tal punto que Macri esperaba una victoria contundente en su bastión para poder desde allí posicionar su candidatura a presidente frente a la fórmula oficialista que hoy lidera todas las encuestas. No fue el caso y si bien, como se indicaba, no dejó de ser una victoria, el resultado estuvo por debajo de las expectativas. Desde una perspectiva general, entonces, tomando los 24 distritos y caída la posibilidad de Santa Fe, el principal candidato opositor llegaría a la elección nacional sin el triunfo de un hombre propio en 23 distritos y habiendo ganado con lo justo el suyo ante un candidato sin trayectoria ni construcción política sólida.   
A su vez, su estrategia electoral ha sido oscilante pues, por un lado, Macri ha jugado a cierto “purismo” rechazando cualquier acuerdo con Massa y constituyendo una fórmula claramente “PRO” y claramente “porteña” a contramano de las prácticas habituales que sugieren que la fórmula sea federal y represente a los partidos de la coalición. Y, por otro lado, más allá de insólitos titubeos y eufemismos, Macri ha zigzagueado entre posicionarse como “lo otro” del kirchnerismo, el adversario del modelo que ha imperado en estos 12 años, y reivindicar conquistas esenciales del kirchnerismo como la AUH, la estatización de Aerolíneas y de YPF.  
De hecho, aprovechó el triunfo de Rodríguez Larreta para, frente a la mirada de todo el país, afirmar que la AUH debe ser una política de Estado y, por ello, debe garantizarse por ley, y que Aerolíneas e YPF continuarán en manos del Estado. La diferencia estaría en que, según indicara el actual Jefe de Gobierno, tales empresas se “administrarían bien”. Afirmar esto implica una concesión enorme y un signo de los tiempos pues que el máximo representante de la derecha vernácula deba prometer la continuidad de planes sociales y defienda la administración estatal de empresas emblemáticas en lo que respecta a la soberanía nacional, implica el triunfo del proyecto kirchnerista, la aceptación de que nadie que quiera ser gobierno puede ir en contra de un conjunto de conquistas que el pueblo ha naturalizado. Me recordaba al momento en que De la Rúa promete, a contramano de lo que indicaba Duhalde, mantener el 1 a 1 como sea. Lo hizo sabiendo que un porcentaje importante de la población quería la continuidad de esa política y en ese mismo instante aceptó que el modelo neoliberal había triunfado. Así, esta nueva versión de  Macri y el de De la Rúa de 1999 coincidirían en ser dos opositores que, en diferentes contextos y circunstancias, pretenden llegar al poder sin poner en tela de juicio el modelo existente sino, simplemente, administrarlo mejor. La semejanza llega hasta allí porque De la Rúa cumplió con su promesa e hizo todo lo posible por sostener la política de convertibilidad a tal punto que, por no ceder, tuvo que abandonar el gobierno. No parece el mismo caso de Macri puesto que las declaraciones del último domingo van a contramano de toda su trayectoria, de su ideología y de las políticas que impulsó como Jefe de Gobierno de la Ciudad, de modo tal que no parecen ser otra cosa que meras promesas de campaña.
Para escándalo de la histérica turba antikirchnerista, aquella que dice vivir en dictadura, que repite el mantra anti estatal del sentido común liberal, que “macarteaba” al comunismo y hoy “macartea” al populismo, Macri, la esperanza blanca que supieron forjar tras una década, el principal opositor a la continuidad del modelo, les muestra que sabe que hoy, para ganar, no alcanza con ser como se es ni con defender los intereses que siempre se defendieron. Hace falta ir bastante más allá y ese ir más allá esconde un horizonte fatal: el de la aceptación de los principios y las conquistas del modelo que tanto aborrecen.   
 



viernes, 17 de julio de 2015

La casa común en la patria grande (publicado el 16/7/15 en Veintitrés)

Hay dos maneras de acercarse al sentido de la gira de Francisco por Latinoamérica. Una primera, superficial y zonza, y una segunda, conceptual y política. Para la primera, la actividad de Francisco tiene una pretensión puramente evangélica y ecuménica sin intencionalidad política cuyos únicos aspectos distintivos habrían sido algunas frases demasiado generales (y manipulables) y el particular regalo del Presidente Evo Morales. Dado que esta perspectiva resulta lisa y llanamente una apuesta por la miopía y la desinfomación, puede ser más interesante indagar en el segundo tipo de aproximación antes mencionado pues allí aparecen algunos elementos que vienen orientando la política del líder máximo de la Iglesia Católica: el cuidado de la “casa común”, del planeta, y la necesidad de fortalecer la idea de “patria grande”.
En este sentido no resulta casual la visita a Ecuador y Bolivia, dos países estigmatizados en tanto presuntamente liderados por el fantasma “populista” pues, más allá de la fuerte impronta de la fe católica en la población, se trata de dos gobiernos que han levantado la bandera de la unidad sudamericana de San Martín y Bolívar y que han sido pioneros en llevar al terreno constitucional la necesidad de pensar a la naturaleza como sujeto de derecho.
En otras palabras, Francisco parece haber entendido que existen vasos comunicantes, no solo políticos sino también conceptuales, que permiten ligar los principios de la doctrina social de la Iglesia en aras del Bien Común con la reivindicación de la perspectiva ancestral que, tanto en Ecuador como en Bolivia, se denomina “Vivir Bien” y se resume en la idea de que “lo común” no atañe solo a los hombres sino también a la relación de éstos con la naturaleza.              
De hecho, la última encíclica papal, del 24/5/15, Laudato si, recoge la feroz crítica al capitalismo financiero y a la cultura del consumo que se había puesto de manifiesto en la encíclica anterior (Evangelii Gaudium), para advertir sobre el daño que la voracidad del sistema le realiza al planeta y a todos los que en él habitamos.
Más allá de que la argumentación sigue la línea clásica de la doctrina social de la Iglesia contra el relativismo y los valores “deshumanizantes” del hombre moderno y la revolución científica, lo particularmente novedoso es que Francisco entienda el daño al planeta como un problema social que afecta particularmente a los más desfavorecidos.
Asimismo, Francisco asume el discurso de la periferia cuando indica que hay una responsabilidad en el sistema global y una “deuda ecológica” del norte para con el sur, especialmente por la política colonialista de saqueo de recursos naturales que vienen llevando adelante las grandes potencias durante los últimos siglos. Y en este contexto arremete contra la base del sistema capitalista, la propiedad privada, amparándose en el principio del “destino universal de los bienes”, esto es, aquel fundamento que, por ejemplo, permitía justificar la función social de la propiedad en la Constitución peronista de 1949. De aquí que en el discurso que brindara para los movimientos sociales en Bolivia afirmara: El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos. Y estas necesidades no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas cuando los pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola”.
Asimismo, Francisco se detiene en lo que considera son algunas interpretaciones erróneas de determinados pasajes de las Escrituras para indicar que de éstas jamás puede seguirse que la misión del Hombre sea dominar la naturaleza entendiendo por tal el someterla brutalmente a las necesidades de consumo del paradigma de la racionalidad moderna. No se debe caer, entonces, en la distinción clásica entre sujeto y objeto pues eso supondría una separación entre el Hombre y la naturaleza que no es aceptada ni por la interpretación papal ni por las perspectivas del Vivir Bien. Dicho esto, Francisco entiende que la salida estará en evitar los dos extremos del debate, esto es, ni la fantasía tecnocrática que, ante la evidencia del calentamiento global, afirma que es la propia tecnología la que será capaz de crear las condiciones para que miles de millones de seres humanos puedan tener comida, agua y un ambiente sano; ni el ecologismo romántico que, detrás de algunas ONG o algunas izquierdas funcionales, levantan el dedito acusador frente a determinadas políticas extractivistas llevadas adelante por países periféricos.          
En este sentido, se vuelve a hacer énfasis en el modelo económico y se llama a favorecer formas de producción alternativas y en pequeñas escalas, tal como expresamente aparecen tanto en la Constitución boliviana como en la ecuatoriana. Esto implica, claro está, una decisión política y acciones afirmativas de parte de los Estados que, para escándalo del liberalismo económico, eventualmente, pueden implicar limitaciones al libremercado: “Para que siga siendo posible dar empleo, es imperioso promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial. Por ejemplo, hay una gran variedad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala que sigue alimentando a la mayor parte de la población mundial, utilizando una baja proporción del territorio y del agua, y produciendo menos residuos, sea en pequeñas parcelas agrícolas, huertas, caza y recolección silvestre o pesca artesanal. Las economías de escala, especialmente en el sector agrícola, terminan forzando a los pequeños agricultores a vender sus tierras o a abandonar sus cultivos tradicionales. (…) Las autoridades tienen el derecho y la responsabilidad de tomar medidas de claro y firme apoyo a los pequeños productores y a la variedad productiva. (…) Para que haya una libertad económica de la que todos efectivamente se beneficien, a veces puede ser necesario poner límites a quienes tienen mayores recursos y poder financiero”.
Y si de capitalismo financiero hablamos, bien cabe mencionar algunos de los párrafos que Francisco dedicara a los medios de comunicación hegemónicos, esto es, las principales usinas de construcción de sentido común en favor de los intereses de megaempresas y capitales transnacionales. En Laudato si existen pasajes que se dirigen más bien al vértigo de la cultura de internet y las redes sociales pero, en el discurso brindado en Bolivia, la referencia es precisa: Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico. Como dicen los Obispos de África, muchas veces se pretende convertir a los países pobres en «piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco»
Por otra parte, Francisco expone su completo acuerdo con uno de los principios que dominaron la última década en contraposición a la lógica noventista: la prioridad de la política sobre la economía. Lo dice así: “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación”.

Para finalizar, por si a usted le ha quedado alguna duda todavía, le dejo el párrafo del discurso en Bolivia en el que el papa adopta una posición clara respecto del camino impulsado por los denominados, peyorativamente, “gobiernos populistas” de la región. Se trata de un camino en el que la defensa de la “Casa común” y la constitución de la “Patria grande” parecen ser necesidades complementarias: “Los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política y, desde entonces llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena. En estos últimos años, después de tantos desencuentros, muchos países latinoamericanos han visto crecer la fraternidad entre sus pueblos. Los gobiernos de la Región aunaron esfuerzos para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros Padres de antaño, llaman la «Patria Grande». Les pido a ustedes, hermanos y hermanas de los movimientos populares, que cuiden y acrecienten esa unidad. Mantener la unidad frente a todo intento de división es necesario para que la región crezca en paz y justicia”.   

viernes, 10 de julio de 2015

¿Feliz domingo para todos? (publicado el 9/7/15 en Veintitrés)

Como si hiciera faltara una demostración más, las interpretaciones de las elecciones del último domingo son capaces de arrojar un escenario en el que todos hayan ganado algo (y perdido otro tanto, claro).
A juzgar por las tapas de los diarios del lunes, el gran ganador fue el PRO pues Rodríguez Larreta obtuvo el 45% de los votos, apenas por debajo de lo que la suma de sus votos y los de Michetti habían obtenido en las PASO. Se cayó así la perspectiva de los que especulaban con que el voto de Michetti fuera más volátil en tanto presuntamente independiente. El resultado consolida al partido que se exponía a enfrentar, por primera vez en la Ciudad, una elección ejecutiva sin su líder, Mauricio Macri. Sin embargo, más allá de que superar el umbral del 50% en la Ciudad es una tarea casi imposible, el PRO se había ilusionado con evitar el balotaje a partir de los datos de mesas propias. Con todo, el optimismo macrista por la elección realizada en la ciudad colisiona de frente con los resultados obtenidos en las otras provincias. Porque lo cierto es que, tras su participación original allá por 2003 (con el partido Compromiso para el cambio), el macrismo no ha podido hacer pie más allá de la General Paz ni siquiera en la Provincia de Buenos Aires, a tal punto que su candidata a gobernadora es la actual vicejefa de la Ciudad. Así que, caída la posibilidad de Santa Fe por un puñado de votos, el macrismo va a disputar la elección nacional sabiendo que, probablemente, en 23 de los 24 distritos van a triunfar referentes que no son propios y que, en el mejor de los casos y solo en algunas provincias, su representación, más que una construcción propia, es el producto de un contrato de alquiler temporario.
Otro que ayer festejó fue el espacio ECO que con el insólitamente vacuo slogan “Con el balotaje ganamos todos”, logró sumar más votos que el FPV y acceder así a una definición mano a mano con el PRO. Ha sido una buena elección más allá de que, si hilamos fino, Lousteau representa a un espacio que con Carrió y Pino Solanas supo obtener buenos resultados en la Ciudad. Por otro lado, entre las PASO y la elección del último domingo, su fuerza apenas pudo sumar 4 puntos más y quedó muy lejos de la performance de Rodríguez Larreta. De este modo, es de esperar que en la elección del 19 de julio los números se achiquen algo pero la derrota es tan previsible e inevitable como una tragedia griega por la sencilla razón de que no se debe dar por descontado que el voto del FPV, claramente antimacrista, vaya automáticamente a las arcas de quien fuera ministro de Economía durante el conflicto con las patronales del campo. Probablemente crezca el voto en blanco (que al no contarse favorece a quien va adelante) y, además, sin animarme a afirmar temerariamente que un votante kirchnerista podría votar a Rodríguez Larreta, bien cabría pensar que algún filokirchnerista podría mirar algo más allá de la coyuntura y preguntarse qué oposición le conviene al FPV de cara al futuro: ¿la de una derecha conservadora claramente delineable o la de un difuso y líquido republicanismo social demócrata bienpensante y progresista con plan de derecha pero rulos de Palermo?      
Por último, al igual que lo que se indicaba anteriormente con el PRO, el panorama de este conglomerado radical/socialista/republicano más allá de la ciudad, es desolador, a tal punto que la unidad de la oposición en La Rioja no alcanzó para ganar la gobernación y la alianza de todo el arco antiperonista en Córdoba no pudo superar el 35% de los votos.     
En cuanto al FPV, el resultado de la elección en la Ciudad no ha sido bueno y estuvo algunos puntos por debajo de las performances de Filmus tanto en 2007 como en 2011, aunque no parece del todo justo cargar las tintas específicamente sobre el candidato Recalde. En todo caso, el Presidente de Aerolíneas Argentinas pagó los errores de un FPV que en 8 años de oposición en la Ciudad nunca pudo constituir una alternativa sólida (tal afirmación va más allá del resultado y valdría aun si el FPV hubiera hecho una mejor elección) y del insólito cierre de listas que hizo que, en las PASO, el oficialismo nacional propusiera 7 candidatos.       
Lectura más ambivalente podría hacerse de lo ocurrido en Córdoba, probablemente el distrito, junto a CABA, más refractario al kirchnerismo. Allí ganó el delasotismo pero a diferencia de elecciones como las de 2011, el FPV tuvo un candidato propio que subió al podio con algo más del 17%. Si bien algunos esperaban otro “milagro Perotti”, Accastello quedó lejos pero generó una base de sustentación que podría posicionarlo de cara al futuro y un piso de votos para Scioli en agosto.  
Si dejamos a un lado la particular interna panperonista de La Pampa donde el elegido de la Casa Rosada no ganó pero hay garantía de un apoyo irrestricto a la fórmula presidencial por parte de ambos contendientes, ha sido La Rioja la provincia en la que el FPV pudo sonreír aun contra, como dijimos anteriormente, el rejunte de todo el arco opositor. Si bien en cantidad de electores La Rioja no llega ni al 1% del padrón total, todos los porotos suman y en el domingo en el que confluían las elecciones más difíciles para el gobierno nacional, ganar una provincia vale.
Y para finalizar, el kirchnerismo celebró la victoria del “No” en el referéndum griego, un verdadero golpe a las pretensiones de ajuste de la Troika. Lejos de solucionar las dificultades económicas de Grecia, lo cierto es que la audaz decisión de Tsipras, plebiscitando su gobierno a 5 meses de haber asumido con apenas el 36%, ha significado una convulsión para el programa neoliberal que Alemania viene imponiendo en el continente y amenaza con producir una replicación de la rebeldía en países de la región presionados por las eufemísticamente llamadas “recetas de austeridad” que vienen de la mano de los préstamos. En pleno conflicto con el capitalismo financiero buitre, el antecedente de una reestructuración como la que Grecia necesitará, puede transformar a la Argentina en una referencia positiva a pesar de la incesante campaña de desprestigio de la prensa internacional en detrimento de nuestro país.
Volviendo al terreno local, salvo en Mendoza y Tierra del Fuego, ha triunfado la continuidad. Y más allá de que, como se puede observar, cada distrito tiene una lógica particular difícilmente extrapolable al plano nacional, lo cierto es que sería curioso que la ciudadanía se incline por la continuidad de los gobiernos municipales y provinciales pero decidiera cambiar el rumbo a nivel nacional como si su realidad local no estuviera determinada por las decisiones que se toman en la Casa Rosada. Si bien todo puede pasar, cualquier analista o consejero opositor más o menos sesudo conoce este escenario y advierte que de no mediar algún suceso extraño, todo indicaría que nos encaminamos hacia un nuevo gobierno de signo kirchnerista. Se tratará de un gobierno que tendrá la particularidad de ser encabezado por la versión más moderada del movimiento que, conforme se acerca la elección, se va identificando cada vez más con las principales líneas que marcaron esta larga década. De hecho, se puede observar en el actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires el intento de dejar bien en claro que, más allá de estilos cercanos y proveniencias comunes, las circunstancias políticas hacen que él y Macri hoy representen modelos antagónicos. Se trata de un antagonismo que no está presente en, por ejemplo, un balotaje en la Ciudad de Buenos Aires que generará una situación curiosa pues la disputa entre Rodríguez Larreta y Lousteau bien puede ser vista como una interna, una suerte de PASO en las que participan solo dos candidatos. Al fin de cuentas, los contrincantes son parte de espacios que a nivel nacional han constituido una alianza de modo tal que en primera vuelta tanto Lousteau como Rodríguez Larreta votarán a Macri pero el primero deberá sobreactuar sus diferencias con el actual alcalde porteño de aquí al 19 de julio en una necesidad que puede terminar dañando al que será el candidato a presidente por ese espacio.
Se pudo observar, entonces, que hay lecturas positivas y negativas de los últimos comicios para las principales fuerzas políticas que disputarán la presidencia de la nación y, como en aquel legendario programa de TV conducido por Silvio Soldán, llegar a la final, o hacer un buen desempeño, es motivo de festejo máxime después de jornadas extenuantes de preparación y rivalidades, a tal punto que todavía resuenan aquellas súplicas estridentes de adolescentes vociferando “los dos a la final”. Sin embargo, el premio mayor, la llave del cofre de la felicidad, la que hacía saltar a Silvio Soldán, era siempre para uno solo.     

           

sábado, 4 de julio de 2015

El pos porno y el taco aguja pos estatal (publicado el 4/7/15 en Diario Registrado)

Si la intención de lxs chicxs era llamar la atención, el objetivo se logró sobradamente pues era de esperar que una performance con sexo explícito, micrófonos en vaginas y consoladores generosos generara estupor entre los estudiantes de la Facultad de Sociales.
Lo cierto es que esto se dio en el marco de una serie de actividades en torno al pos porno, término utilizado por primera vez en Europa, allá por los 80, y que en los últimos años representa a una corriente que denuncia la mirada sexista, patriarcal y heteronormativa que abunda en la pornografía tradicional. Si bien el nivel de complejidad y matices en las críticas es enorme, podría decirse que el pos porno es heredero de ciertas lecturas posmodernas de autores como Foucault y Deleuze, lecturas que llaman a “desencializar” los géneros y los cuerpos frente a las perspectivas de los movimientos tradicionales que solo buscan la mera igualación de derechos. Para ponerlo en ejemplos, esta corriente (en general, insisto) es crítica de conquistas como el matrimonio igualitario porque entienden que luchar por ese tipo de igualaciones es funcional a un sistema de derecho que no hace más que reproducir la perspectiva del poder.

En este sentido, llaman a desustancializarse, a romper con las categorías del lenguaje, a eludir los nombres que buscan encorsetar a los cuerpos. Así es que se suele reconocer a esta corriente, al menos en Europa aunque no así en Estados Unidos, como “perspectiva queer”. Lo queer no designa simplemente a los homosexuales sino a los descategorizados, a los cuerpos abyectos, a “lo raro”, aquello que no encaja en los cánones de la normalidad y unx de sus principales referentes es alguien que solía llamarse Beatriz Preciado pero que tras años de experimentación con testosterona ha decidido pasar a llamarse “Paul”. Preciado tiene trabajos como Pornotopía (2011) y en las librerías de Buenos Aires se puede conseguir fácilmente Testo Yonqui (2008). Con todo, un libro de su autoría que marcó un punto de inflexión fue Manifiesto Contrasexual (2002). Allí ella construye una teoría de la sexualidad y de los cuerpos en torno al dildo (lo que en Argentina llamaríamos pene de plástico o consolador, más allá de que en el texto su sentido es más técnico y esté vinculado a la noción deleuziana de “simulacro”). Allí llama a romper no sólo con las categorías de la división de géneros sino a repensar el cuerpo a tal punto que llama a quitarle la especificidad a cada uno de nuestros órganos. En esta línea plantea una serie de prácticas contrasexuales como la masturbación del brazo, algo que quien escribe estas líneas ha probado, cuando tiene frío, pero con un único resultado: enrojecimiento de la zona y ninguna rastro de excitación. También propone recostarse en un sillón, tomar un zapato de taco aguja, adosarle un dildo y autopenetrarse gritando un nombre alternativo al propio, en lo posible, de mujer si se es varón y viceversa (SIC). Si bien este humilde escribiente no llegó tan lejos en las prácticas propuestas por el libro, sí pude avanzar en una lectura crítica de esta corriente que busca “disolver” las identidades para no ser “presa” del Estado y del Derecho. Lo hice en una tesis de doctorado que se llamó El sujeto de derecho en el siglo XXI y que fue publicada hace algunos meses por la Universidad de La Plata (se puede descargar gratuitamente desde aquí http://perio.unlp.edu.ar/node/5102 ). En este trabajo planteo algunas dudas acerca de la efectividad práctica de este tipo de propuestas. Para decirlo con crudeza, cabe preguntarle a una travesti del conurbano o de una provincia conservadora argentina si quiere desidentificarse o prefiere que la atiendan en el hospital y que la policía no la muela a palos y la viole; también cabe preguntarle qué preferiría aquel homosexual de clase media baja que no podía acceder a la tenencia de su hijo, cobrar la pensión o la herencia ante fallecimiento de su pareja de hecho. ¿Querrá que lo llamen x o querrá que el Estado lo reconozca sujeto de derecho? Preguntas como éstas nos plantean que todos los debates son dignos de ser dados pero la transgresión no pasa por andar abriendo anos y vaginas en los pasillos de la Facultad: pasa por hacer política y por tener la suficiente responsabilidad como para saber que mientras algunas áreas de las universidades viven de los subsidios del Estado para discutir onanistamente las problemáticas de una pequeña burguesía del primer mundo, hay seres que sin reconocimiento del Estado y sin ser vistos como sujetos de derechos están condenados a una vida miserable en la que hay algunas inquietudes más urgentes que la discusión interesantísima acerca del posporno.                              

viernes, 3 de julio de 2015

El euro y el riesgo del despotismo universal (publicado el 2/7/15 en Veintitrés)

En el opúsculo Sobre la paz perpetua, publicado en 1795, el filósofo prusiano Immanuel Kant advertía los peligros que podría implicar eliminar las fronteras de los Estados nacionales en favor de una suerte de gran Estado mundial. Más específicamente, Kant sostenía, conociendo la racionalidad de los hombres y los Estados, que si todos los países se unieran, delegando su soberanía en un gobierno global, era posible que, más que una República, lo que sobreviniese fuera un gran despotismo universal.
Curiosamente, más allá de que existe una enorme controversia acerca del significado del texto citado, el filósofo emblema del pensamiento iluminista y cosmopolita celebra, según la interpretación estándar, la existencia de Estados (republicanos) como el único modo de frenar la peor de las formas del despotismo.
Ahora bien, Kant, que como buena parte de los europeos del siglo XVIII, creía que el mundo era Europa, entendía que era necesario avanzar hacia algún tipo de acuerdo interestatal para que el viejo continente cesara la sangría de las guerras. Independientemente de si ese acuerdo debiera ser simplemente moral o debiera ir un paso más allá hasta alcanzar un formato jurídico, lo cierto es que el breve tratado de política internacional antes mencionado es visto como, quizás, el texto teórico fundacional que marcó los principales lineamientos de lo que, más de 150 años después y tras la guerra más terrible, comenzó a dar forma a lo que hoy conocemos como la Unión Europea.
Tal unidad ha sido un enorme avance en muchos aspectos y, efectivamente, eliminó los conflictos bélicos al menos hacia adentro del continente. Con todo, la Unión mantiene la tensión que marcaba Kant entre avanzar hacia una gran Estado (europeo) con una Constitución única que torne obsoleta las delimitaciones en términos de Estados nacionales o propender hacia una serie de acuerdos que fomenten la multilateralidad y el sentido de pertenencia a un continente pero manteniendo incólume la soberanía de cada uno de los Estados miembros. Tal tensión, por cierto, está claramente de manifiesto en todo el ordenamiento institucional y jurídico de la Unión. 
Pero la globalización, sin duda, ha golpeado las estructuras clásicas de los Estados nacionales generando una enorme curiosidad pues si el capitalismo clásico creció de la mano de los Estados nacionales hoy son éstos los que aparecen como los únicos capaces de ponerle freno a la prepotencia de las multinacionales y el Mercado, pilares en esta etapa de capitalismo financiero. Al menos así ha sido en buena parte de Latinoamérica y así se plantea en Europa cuando Grecia se encuentra en medio de una durísima negociación con la denominada “troika” conformada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI.
La troika le exige a Grecia recortes que en Argentina ya sufrimos. Se trata de un paquete de “austeridad” que llega tras una década en la que los bancos y las multinacionales alemanas y francesas se beneficiaron financiando una burbuja de consumo que resulta, hoy, difícil de enfrentar y que ha llevado a Grecia a tener una deuda que alcanza un porcentaje del PBI cercano al que tuvo la Argentina en 2001. De hecho, la troika viene interviniendo con sucesivos salvatajes desde 2010, incluso, con quitas de deuda a cambio de reformas estructurales. Sin embargo, 2 de cada 3 jóvenes griegos están hoy sin empleo.
No contentos con este escenario, la troika exige al gobierno griego elevar la edad jubilatoria a 67 años; recortes paulatinos y eliminación de los complementos en pensiones para 2019; el establecimiento de 3 tipos diferenciados de IVA y un recorte de 400 millones en Defensa.
La intransigencia de un paquete de medidas que afectaría no solo al país sino a la base de sustentabilidad popular que llevó a Syriza al gobierno, hizo que Tsipras dispusiera llamar a un referéndum, para el domingo 5 de julio, en el que la ciudadanía determinará si acepta o no los nuevos recortes que propone la Troika. La decisión de que sea el propio pueblo el que elija los pasos a seguir fue insólitamente criticada por líderes europeos y hasta se ha señalado que aquella determinación fue la culpable del fracaso de la negociación. Lo cierto es que en las horas en que escribo estas líneas los bancos han cerrado sus puertas en Grecia, hay limitación para la extracción de dinero en cajeros y se habla de un inminente default que derivaría en la salida del país, cuna de la filosofía, de la Zona Euro, tras más de 14 años.
Y cada vez que aparece la palabra “default” la referencia obligada es Argentina, lo cual, a la vista del establishment internacional es un verdadero problema porque el de nuestro país es un buen ejemplo para observar a dónde llevan las políticas neoliberales de ajuste y cómo el resurgimiento estuvo vinculado a políticas heterodoxas neokeynesianas y a una reestructuración de deuda con una quita enorme. Sin embargo, claro está, hay una diferencia no menor: la potencialidad económica de la Argentina no es la de Grecia y Grecia no tiene política monetaria autónoma como tuvo la Argentina. En otras palabras, guste o no, el gobierno argentino tuvo y tiene una moneda propia más allá de que la economía siga en parte dolarizada y a pesar de aquella intentona menemista de sustituir al peso por el dólar. Pero hoy, Grecia, y los otros 18 países que forman la Zona Euro (sobre los 28 que componen la Unión Europea) no pueden tener una política monetaria propia y están obligados a cumplir con las metas económicas que determina la autoridad que maneja la Economía de la zona.
Con la soberanía golpeada, Grecia negocia con Europa, esto es, con quienes son hoy los máximos beneficiarios de la Unidad: Alemania y Francia. Sin embargo, no disputa contra dos países sino contra los dueños del poder económico, un poder más fuerte que el de los Estados y que Kant no pudo prever, probablemente por aquel optimismo liberal que suponía que el comercio permite un acercamiento entre los pueblos que redunda en beneficios mutuos para poder desarrollarse y progresar. 
Pero hoy las condiciones las impone el capitalismo financiero y Grecia recibirá la amenaza del castigo ejemplar, como hasta el día de hoy la sigue recibiendo Argentina. Resulta claro, entonces: el despotismo universal ya no vendrá en la forma de Estado planetario; vendrá, más bien, en la forma de un capitalismo financiero desterritorializado, violento, usurero y voraz.