domingo, 27 de abril de 2008

Los fusibles de todos

De la misma manera que con los directores técnicos de los equipos de fútbol, cuando hay una crisis política los fusibles son los ministros: a diferencia de lo que sucede en los regímenes parlamentaristas, el primer ministro/presidente no puede ser “removido” y es por eso que las crisis la pagan los miembros del gabinete.
Esto fue lo que ocurrió con Lousteau tras la crisis entre el gobierno y el campo. Es un fusible funcional a todos los intereses en juego: para el gobierno, es la forma de hacerse a un lado de los errores cometidos y recargar la culpa sobre el joven ahora ex ministro en lo que respecta a la decisión de imponer las retenciones móviles indiscriminadamente; para los dirigentes del campo, es una excusa para distender la tensión y lograr un acuerdo sin mostrar debilidad. En tanto, la oposición política y mediática hace varias interpretaciones: los más críticos, esos que antes defenestraban a Lousteau por su participación en el gabinete “cristinista”, ahora que se ha ido, no ahorran loas ante la joven promesa de la economía. De repente, Lousteau pasó a ser un muchacho inteligente que se dio cuenta que los modos de Moreno no son los adecuados y que le habría acercado a Cristina una serie de propuestas brillantes para bajar la inflación “enfriando” la economía. Se construye así una fantasía en la que habría en el gobierno dos bandos: los dialoguistas y razonables, liderados por Alberto Fernández, entre los que se encontraba Lousteau, y los rupturistas autoritarios, liderados por Kirchner y cuyos miembros más representativos son Moreno y Delía. Los buenos y los malos. Entre tanto, la imagen de Cristina, sin duda deteriorada, es presentada como de la mujer débil de su marido. Así, la segunda fase de la operación “doble comando” ha llegado. En un primer momento se trataba de imponer la idea de que el gobierno tenía dos cabezas lo cual, aparentemente sería malo. De esta manera se trataba de desgastar a los dos por el gobierno de ella ante el temor de un regreso de Kirchner en 2011. Ahora que la imagen de Cristina es la más baja desde su “explosión” como candidata, van por Kirchner. Lo que viene, será mostrar que ella, en realidad no gobierna, que es débil y que tiene problemas de crispación y bipolaridad. No hay entonces doble comando. Hay uno sólo que es el de Kirchner. En este sentido es sintomática la tapa del diario Perfil del sábado la cual, mostrando la foto de asunción de Carlos Fernández (hombre del ex presidente), tituló “Reasumió Kirchner” (SIC).
Párrafo aparte merece la particularidad de la elección de los ministros de Economía en los casi 5 años de gobierno kirchnerista. Sin duda se trata de personajes de perfil bajísimo, algo a lo que lamentablemente no estábamos acostumbrados. Salvo Lavagna, quien justamente fue desplazado cuando empezó a tener demasiado protagonismo, el resto de los ministros de economía del kirchnerismo apenas si le conocíamos la cara. Se dice, seguramente con razón, que este perfil no es arbitrario: se buscan personajes maleables porque, al fin de cuentas, el que toma las decisiones en materia de economía es Kirchner. Seguramente es así y me pregunto cuál sería el problema de que así fuese. Quienes rezongan ante la debilidad de los ministros de economía y la ubicuidad de Kirchner consideran que el problema de la economía es simplemente un asunto técnico y no de política. Grave y, a veces, poco inocente error. El rumbo y las decisiones de la política económica no pueden ni deben ser meramente técnicas. Son y deben ser decisiones políticas en las que cualquier presidente debe tener injerencia directa. Evaluemos en todo caso si la política económica es la correcta, cuáles son las decisiones políticas que hay detrás de ella y hacia dónde nos llevan. Preocupémonos cuando algún operador presenta, como si fuera un elogio, a un economista como “un técnico”. O en todo caso preocupémonos si es ese “técnico” el que toma las decisiones.
Pero volvamos a los fusibles: el próximo va a ser el secretario de Comercio Moreno. Aparentemente se le pediría un paso al costado el 25 de mayo cuando el gobierno intente relanzarse con un paquete de medidas. De este modo, el gobierno va a afirmar que la distorsión de los índices del INDEC fue obra de la discrecionalidad de este sujeto al cual se mantenía sólo porque era alguien que peleaba por el bolsillo de la gente pero que ya cumplió un ciclo. En tanto, la oposición, que parece tener una obsesión con el Secretario de Comercio, dejará de tenerla, y dirá que en realidad toda la culpa es de Kirchner y que Moreno era un sicario.
Es muy curioso lo que sucede con Moreno desde la oposición, pues las mismas personas lo culpan de hechos que se contradicen ente sí: por un lado, le endilgan modos mafiosos (los cuales, sin duda, tiene), para mantener los precios bajos y, con ello, afectar la rentabilidad de los empresarios; sin embargo, por otro lado, esos mismos críticos son los que afirman que la inflación está descontrolada. De esto se sigue que, o bien es falso que los aprietes de Moreno hacen que los precios no suban, o es falso que la inflación se descontroló. Dado que la inflación parece estar situada en un preocupante 20% (al menos en la canasta básica de alimentos), el Gobierno debería pedirle la renuncia a Moreno no por sus malos modales sino, en todo caso, por no poder cumplir bien su labor de detener los precios. Su salida es inminente pues, cumple, como el joven Lousteau, con los requisitos suficientes para ser el fusible funcional a los intereses de todos los actores.

sábado, 19 de abril de 2008

Humo

En momentos donde la Ciudad de Buenos Aires se torna irrespirable nada mejor que hablar del humo. Pero no me interesa aquí hablar ni de la sospechosa negligencia de algunos productores agropecuarios que quemaron pastizales fuera de época y en una cantidad y en una forma nunca antes vista. Tampoco apuntaré a la impericia del gobierno que espera que la danza de la lluvia de algún cacique apague el fuego. Ni siquiera me centraré en los medios que hablan de contaminación y pululan y ululan por hospitales y centros urbanos buscando algún niño afectado o algún mártir humeado.
Más bien me voy a referir a un fenómeno que me preocupa: la naturaleza parece literalizar las metáforas. En otras palabras, siempre se ha hablado de aquellos que “venden humo” (y de aquellos que “compran el humo”) pero nunca como en este momento asistimos al momento en que la Ciudad que compró el humo recibe el bien adquirido. Nunca había sucedido y espero que no dure toda la administración Macri porque a mí me falta el aire y me irrita.
Macri “vendió humo” y nos habló de eficiencia y de transformación y tras más de 100 días, como indiqué en otra nota, el gobierno del PRO es como un paso de baile: da un paso hacia adelante y da un paso hacia atrás. En otras palabras, el gran transformador se mueve todo el tiempo y sin embargo queda siempre en el mismo lugar.
¿Se acuerda usted del despido a los empleados y la intervención de la obra social de los municipales? Que sí, que no, que se interviene, que no, que se interviene pero no tanto, que se los echa pero sólo a algunos, que se los incorpora, que no, que algunos siguen, que otros no, que se contrata a otros, que no. ¿Y el censo para averiguar cuántos empleados tiene la ciudad? El censo se está haciendo pero ¿usted sabe lo que se pregunta? Por lo pronto no se les pregunta a los empleados qué función cumplen. Es decir, se utiliza el criterio digno del más torpe economista: se sabe sumar y restar, se averiguará cuántos empleados hay y se hará un recorte completamente arbitrario. No importa qué hacen ni si son útiles: importa el número. Habrá que echar un número x porque quien echa es eficiente.
¿Y los baches? ¿desaparecieron? ¿Y la bendita controversia respecto al traspaso de la policía? Parece que la ola de inseguridad se transformó en olita y mar calmo entonces la discusión por el traspaso dejó de ser tal. Se sigue sin hablar de qué tipo de policía queremos; parece que lo único que importa es que sea nuestra. ¿y el reemplazo de la guardia urbana por la policía de tránsito cuando había otra “ola” pero no de asaltos sino de accidentes? ¿Dónde está? ¿Son más efectivos que los inútiles guardias urbanos? Y ahora que de repente los adolescentes se volvieron violentos: qué pasó con las obras que prometió Narodowsky? ¿Qué va a pasar con las escuelas sin gas cuando venga el invierno? ¿Es posible que la única política educativa del ministro sea que hay que arreglar los techos y “hay que recuperar el respeto por el maestro”? ¿Es posible que no se piense en políticas sustantivas y que el proyecto educativo pase por el problema edilicio? La confusión entre una política educativa y un problema de infraestructura es todo lo que he oído de boca del ministro (sin olvidar el mayor control por el, efectivamente desproporcionado, abuso de las licencias docentes). ¿Y la insólita promesa de 40 KM nuevos de subte? Se dirá que el subte depende del gobierno nacional al igual que la policía, lo cual es cierto. Sin embargo, si eso sirve como excusa, no acusaremos al Gobierno de la Ciudad de faltar a las promesas pero sí lo acusaremos de inepto puesto que no logró quitarle al Gobierno Nacional nada de lo que corresponde a la Ciudad. ¿Y el contracarril en la avenida Rivadavia que iba a permitir a los colectivos no tener que atravesar varias veces la avenida por encontrarse cerrada Bartolomé Mitre desde hace ya más de 3 años? Aquí sí hay una respuesta: el contracarril fue utilizado durante media hora (SIC) y luego fue desechado porque los funcionarios del Gobierno de la Ciudad calcularon todo menos que los colectivos eran demasiado grandes y no podían girar. Una vez más se avanzó y luego se dio marcha atrás. Por otra parte, el Gobierno de la Ciudad tiene la posibilidad, en la medida en que ha pasado un tiempo prudencial, de encarar la cuestión del santuario de Cromañón. ¿Bartolomé Mitre va a estar cortada para siempre? Parece que los cortes de calle no siempre son puestos en tela de juicio.
Volvamos al paso del baile: hace unos días cuando pensaba la nota, había dos hechos que contradecían mi hipótesis de la quietud y la inutilidad del nuevo gobierno citadino. Por un lado no se había dado marcha atrás con la suba del ABL y tampoco con el cierre de la mitad de talleres que ofrecía la Ciudad. El aumento de ABL fue lo único en lo que el macrismo se mantuvo firme y ganó la pulseada. Pero me acabo de enterar que ni siquiera pudo ser firme para mantener el cierre de los talleres puesto que ciertos rumores indican que los volvería a abrir. Seguramente lo hará puesto que lo que cobran los docentes que dictan los seminarios es $140 por mes por una clase por semana de 3 horas.
Resulta interesante notar cómo tanto desde el macrismo como desde la oposición se aceptó una serie de prejuicios que favorece a la actual administración de la Ciudad. En este sentido, la disyuntiva parecía ser entre un empresario reaccionario pero exitoso y eficiente frente a un progresismo más preocupado por el cosmopolitismo, la vanguardia cultural y los derechos humanos. Es interesante que el debate hoy se sigue dando en esos términos y no se repara en el incumplimiento de la tan mentada eficiencia de la que se jactaba el macrismo. Para cierto progresismo, hablar de eficiencia (como de seguridad) resulta un sacrilegio pues se trata de un término propio del ideario liberal, pero no se repara en que encarando estas problemáticas se desnudaría la ineficiencia y la ineptitud del macrismo. De este modo, lo que va a quedar en evidencia entre tanto humo vendido y adquirido, es que la Ciudad está como con los anteriores gobiernos pero, por si esto fuera poco, ahora tiene vecinos en lugar de ciudadanos cosmopolitas, opulentos evangelistas reemplazando vanguardias culturales y “deberes ciudadanos” en vez de derechos humanos.

jueves, 10 de abril de 2008

El verdadero enemigo de la libertad de prensa

Una vez terminado el idilio de algunos medios con Néstor Kirchner, lo que resultaba un “estilo K”, esto es, una actitud aparentemente proactiva, ejecutiva y desacartonada, se transformó en reactiva, incapaz y desafortunada. En esta misma línea el ahora ex presidente pasó a ser alguien que buscaba perpetuarse y que intentaría por todos los medios realizar una construcción verticalista y hegemónica del poder y acallar a sus críticos tanto de la oposición política como de los medios. Francamente me parece que, en líneas generales, Kirchner se manejó más o menos siempre igual de lo cual se sigue que la interpretación en uno u otro sentido proviene más de nuestros humores y simpatías circunstanciales que de acciones más o menos objetivas. Un ejemplo de esto es lo ocurrido durante el conflicto del campo con la interpretación de los discursos de Cristina. Como indiqué en una nota anterior, el contenido de los dos discursos fue sustancialmente el mismo y sin embargo el primero fue interpretado como incendiario y el segundo como dialoguista.
Pero quisiera detenerme en la problemática de la libertad de prensa ya que desde hace unos días, y tras la desaparición de ese “repentino” brote de sádicos adolescentes violentos que con sus celulares filman las golpizas a sus compañeros y satisfacen además sus instintos voyeuristas, vuelve a estar en la primera plana de los diarios.
El gobierno de los Kirchner fue criticado por el manejo discrecional e inequitativo de la pauta publicitaria y por no dar conferencias de prensa. Resulta tan estúpido suponer que un gobierno es más o menos democrático porque brinda conferencias de prensa que no vale la pena hacerle perder tiempo al lector. Pero el primer punto quizás sí resulta más atendible y fue y es el principal “caballito de batalla” del señor Fontevecchia, declarado opositor al gobierno. Tampoco hace falta decir demasiado acerca de que el dinero de la publicidad es estatal y no gubernamental. Sin embargo, ya que se discute ese punto resultaría interesante pensar cuáles serían los criterios adecuados para distribuir la pauta. ¿Qué significa darle a todos lo que les corresponde? ¿Quiénes son “todos”? ¿Todos los diarios? ¿Pero debería dársele lo mismo a un diario chico como el Cronista Comercial que a Clarín? Quizás no, pero quizás sí. En otras palabras, ¿es importante la tirada del diario/ revista o el Estado debería favorecer a los más desprotegidos de manera tal que promueva las visiones minoritarias en pos de la diversidad? Y si yo armo una revistita barrial, ¿debo recibir publicidad estatal? Y si yo tengo un blog, ¿debo recibir publicidad estatal? Francamente es un tema complejísimo y si bien hay legislación al respecto resulta muy difícil ser equitativo ante esta inmensidad de variables.
Pero lo que más polémica generó estos días fue el enfrentamiento del Gobierno con el Grupo Clarín. Aparentemente el detonante fue el dibujito de Sabat en que Cristina aparece con una venda en forma de cruz que le tapa la boca. Cristina hizo mención a esto en su discurso y lo interpretó, seguramente de manera algo exagerada, como un intento de “acallarla”. Parece desmedido. Sin embargo, esto pareció detonar una escalada que fue creciendo por la forma en que el Grupo Clarín cubrió el conflicto con el campo.
En este sentido, en el programa A Dos Voces, Bonelli y Silvestre dieron una patética demostración de cinismo y pusilanimidad. Abrieron el programa denunciando al gobierno de coartar la libertad de prensa puesto que en un acto de Cristina en la provincia de Buenos Aires, aparecieron carteles que se despachaban contra el diario Clarín y contra el canal Todo Noticias al que con un juego de iniciales y palabras acusaban de “Todo Negativo”. Con gesto adusto de preocupación e indignación, los conductores hicieron una defensa corporativa del Grupo y del periodismo en general, victimizándose y repitiendo hasta el hartazgo, que se trataba de periodismo independiente y que estaba en peligro la libertad de prensa y de expresión. Además apoyaron su argumentación en el supuesto pluralismo del programa que se caracterizaría por invitar a los diferentes involucrados en la actualidad argentina sin distinción ni ideológica ni partidaria. Me detengo aquí un momento y recuerdo también a Grondona puesto que, siguiendo esta idea, Hora Clave también sería pluralista o, si no lo fuese, sería porque los funcionarios del Gobierno han decidido no ir al programa. Pero veamos la composición de las mesas pluralistas. De un lado los que defienden una posición y del otro lado los antagonistas. Resulta interesante observar que los debates televisivos suelen reducir a dos las opciones. Es siempre una disyunción excluyente: o se está con uno o se está con los otros. No hay grises. Es llamativo que quienes más apelan a la necesidad del diálogo construyen desde el vamos un encuentro de extremos en el que no habrá diálogo sino superposición de certezas dogmáticas. Por otra parte, generalmente, de un lado están los moderados que, en muchos casos, es el revestimiento de representantes de la derecha y del otro lado están los contrarios a los moderados, esto es, los extremistas. Se produce así un interesante corrimiento: se invita a dos extremos pero uno de ellos parece como moderado. Nótese a quién invita Grondona: de un lado cualquier representante de la moderación y del otro lado algún impresentable de esos que muchas veces dicen la verdad pero lo dice de mala forma. Así, Grondona ha sido muy pluralista: de un lado los amigos y del otro Castells, Tumini, Pérsico, Samid y Delia. Lo que aparece como pretensión de pluralismo que da voz a los sin voz es la simple estrategia de darle espacio al que está desacreditado de antemano lo cual genera, mediante la estrategia de la disyunción excluyente, que se tome partido por el otro disyunto. En A Dos Voces, imagínese hasta qué punto el maniqueísmo existe que está expresado en su título: no hay tercera ni cuarta voz. Hay dos y ayer estaban las de la nueva ubicua estrella de la Coalición Cívica, Fernando Iglesias, un hombre tan correcto como predecible, un hombre que tiene bien aprendido el manual de los moderados; y del otro lado Delía. Delía es garantía de escándalo y rating, no importa lo que diga. Los medios lo invitan para que represente al gobierno y el gobierno se equivoca al dejar que eso suceda y al premiarlo con un lugar en el palco. Mientras tanto Delia dice algunas verdades pero nos gusta más el moderado no por lo que dice sino porque es moderado. Es una cuestión estética: de un lado un periodista/diputado/escritor/intelectual vinculado a todos los organismos internacionales correctos, respetuoso de los derechos humanos, desinteresado y republicano; del otro lado un negro afeminado gritón antijudío marxista y bolivariano. No importa el debate. Todo está resuelto a priori y se pasan por alto algunas afirmaciones interesantes que pueden ser útiles para la libertad de prensa. Al fin de cuentas, lo que pocos señalan es que el mayor peligro para la libertad de prensa no es la ausencia de conferencias ni la discrecionalidad del uso del dinero de la pauta. El mayor peligro, y este es el gran error del gobierno, es seguir permitiendo la existencia del oligopolio que ejercen los multimedios.