viernes, 12 de julio de 2013

Nueva refutación del periodismo (publicada el 8/7/13 en Veintitrés)

El último domingo sucedió un hecho que condensa un clima de época. Dado que puede que usted no se haya enterado pues quizás se informa principalmente por los medios que quedaron expuestos por este hecho, se lo voy a contar. En el programa “Periodismo para todos” que se emite por Canal 13 los domingos a las 22hs se realizó una denuncia contra el dirigente afín al gobierno Luis D´elía. Sintéticamente, el programa conducido por Jorge Lanata, afirmaba que D´elía era el dueño de una empresa de transporte de combustible contratada por el Estado y que para poder desarrollar esa actividad había puesto testaferros. Como respaldo de la denuncia, siguiendo el esquema de investigaciones anteriores, se había logrado obtener el testimonio de un presunto arrepentido, nada más y nada menos que el supuesto testaferro llamado Mario Codarin. Entrevistado por el Jefe de Producción del programa, Gabriel Levinas, Codarin brindaba datos que incriminaban a D´elía y de ese modo el programa que está dispuesto a atacar la credibilidad de cada uno de los hombres y las mujeres que públicamente apoyan al gobierno, sumaba un granito de arena a los prejuicios del ciudadano medio antikirchnerista que a través de las redes sociales obtenía un orgasmo de moralidad cada vez que escribía el “hash” #PiqueteroPetrolero. Sin embargo, mientras el programa de Lanata estaba siendo emitido, Luis D´elía publicaba desde su cuenta de Twitter un video junto a Mario Codarin filmado horas antes de efectuarse la grabación que este último hiciera para Periodismo para Todos. Sentado junto al líder piquetero, con el diario Clarín sobre la mesa atestiguando la fecha, el canal TN en la televisión dando cuenta de la hora y una escribana pública capaz de certificar lo que allí sucedía, el supuesto testaferro denunciaba que venía siendo “apretado” desde hacía meses por la producción de Jorge Lanata. Tal “apriete” tenía ribetes insospechados o, directamente, mafiosos: en un principio, allá por el mes de enero, fueron simplemente comentarios del tipo “hablar te va a convenir a vos y a tu familia”. Como Codarin no daba la información que el programa de Lanata necesitaba, se sucedieron nuevas citaciones de parte de la producción que Codarin fue rechazando sistemáticamente y que en los meses más cercanos se transformaron en continuas llamadas a su celular (3 o 4 por día). Pero resultando evidente que el programa iba a carecer de prueba contundente sin el testimonio de Codarin, Levinas le comunicó que si no decía, en una grabación para el programa, lo que él necesitaba, iban a construir una historia en la que se inventaría que sus hijos forman parte del entramado de corrupción de D´elía. La consecuencia de esto, gracias a la repercusión que el programa tendría, sería una mácula que les duraría toda la vida. Así es que Codarin, ante el riesgo que corrían sus hijos de 25 y 22 años, aceptó ficcionar una historia que manchase a D´elía y cumplir con el mandato de darle ficción a quien lo desee pues nadie tiene derecho a negar ni una ficción ni un vaso con agua. En palabras del propio Codarin, ante la escribana pública: “Acepté participar con la condición de que no se metan con mis hijos. Esto fue lo pactado. (…) Así que les voy a vender todo el pescado podrido que ellos quieran. Me dijeron que me van a dar un libreto, que yo voy a contestar específicamente lo que Levinas me va a preguntar y yo le voy a contestar a él según el libreto que me dan. Le voy a vender todo el pescado podrido que pueda a Lanata porque con mis hijos no se mete nadie y con la honra de la gente no hay que meterse.”             
La velocidad de las redes hizo que el video tuviera una importante circulación aun durante la emisión del programa de Lanata lo que dejaba a las claras que los tiempos de las redes son mucho más vertiginosos que los de la televisión en vivo. El hash #PiqueteroPetrolero fue dejando lugar a #ElPescadoPodridoDeLanata y el programa del ex director de Página 12 tuvo el corte publicitario más largo que se le recuerde y terminó 10 minutos antes de su horario habitual como sucediese aquel día en que Chávez venció a Capriles. En este sentido y a pesar que desde esta columna muchas veces hemos sido escépticos respecto de las bondades democráticas de las redes sociales, hay que admitir que la desmentida de una operación mafiosa realizada no por el Estado sino por un grupo económico que utiliza el programa de Lanata para atacar a quienes son sus enemigos, fue posible por la capacidad de circulación (viralización) que el video tuvo. De hecho, en apenas minutos, el portal de TN dio de baja la noticia que acompañaba a Periodismo para Todos y el click que llevaba al supuesto desenmascaramiento de D´elía se transformó en un cartel que decía “No se puede encontrar la página”. Por su parte, la versión on line de Clarín, aquella que todos los domingos a la noche desde hace más de un año, pone como noticia principal las investigaciones de Lanata, se ocupó del ascenso en el ranking de Del Potro y de amplificar los males que genera el paro de un cada vez más solitario Moyano al que no se le ha oído exigir que los jueces paguen el impuesto a las ganancias.
 Fin de la historia y, parafraseando a Borges, nueva refutación del periodismo. Ni siquiera quedan, como diría Pinti, los artistas, porque en el mismo programa, aunque una semana atrás, se realizó un “apriete” público en el que se denunció a todos los hombres y mujeres de la cultura que han cobrado del Estado por hacer presentaciones libres y gratuitas o han recibido subsidios del INCAA. El mensaje es claro y está dirigido a los que ideológicamente son afines del gobierno. Muy lejos quedó aquella mirada virginal del periodismo, de las imprentas clandestinas y de la libertad de expresión como estandarte frente a la prepotencia estatal; tan extemporánea como la afirmación de que los poderosos son los gobiernos. Así, del mismo modo que el año anterior fue el grupo Clarín el que denunció a periodistas por delitos que implicaban hasta 10 años de cárcel, se pudo observar que, antes que la denominada “GESTA-AFIP”, son las corporaciones mediáticas y las empresas multinacionales las principales generadoras de “carpetazos”, que en caso de ser necesario, pueden construirse con información falsa no apta para narices sensibles.        
 En su libro Política, Aristóteles hablaba de las diferentes formas de gobierno y de sus respectivas degradaciones. Indicaba que la monarquía podía transformarse en tiranía, la aristocracia en oligarquía y la democracia en demagogia. La diferencia entre las formas ideales y las degradadas estaba dada por el hecho de si las formas de gobierno apuntaban al interés general o, por el contrario, a la satisfacción de los deseos del monarca, el grupo selecto de gobernantes o la mayoría necesitada, respectivamente. Siguiendo esta lógica, ante un hecho como el que aquí se relató: ¿podemos seguir hablando de “periodismo” sin más como lo venimos haciendo desde fines del siglo XVIII? ¿De qué manera deberíamos llamar a esta actividad que, en caso de ser coherente con el mandamiento de denunciar al poder, debería denunciar, antes que a los gobiernos de turno, a sus propios empleadores? ¿Qué está haciendo el llamado “periodismo” por el interés general? ¿Es un bien para la democracia y las instituciones o es el abrazo apalabrado portavoz de los intereses de unos pocos? ¿Es esta una forma degradada del periodismo, es una cosa distinta del periodismo o simplemente el periodismo no es otra cosa que esto?

  

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Poca capacidad de análisis amigo, o mucha deshonestidad intelectual. El arrepentido o plantado es anecdotico, lo que ustedes no responden es por qué militantes de MILES que no tenían un mango ahora tienen empresas con contratos multimillonarios y sin licitación de ENARSA. Eso es lo que está probado por los papeles, no por los testimonios.

Anónimo dijo...

No entendió nada este anónimo.

rudolf dijo...

Al conjunto de medios de comunicacion se le denomina mass media. En la mass media de Latinoamerica existe un poderoso subconjunto de medios dominantes, que son parte de las distintas oligarquias existentes. Este subconjunto es un arma fundamental en la guerra contra las democracias populares, y su esencia, el periodismo, al estar ejercido en base a falacias y diatribas con la consecuente desinformacion que produce, se convierte en una actividad que deja de ser periodismo, para convertirse en algo que podriamos denominar falseocracia, y a sus obedientes ejecutores, en la total impunidad que les otorga el poder que los contiene, como meros falseócratas.