lunes, 14 de octubre de 2013

Van por la línea de sucesión (publicado el 10/10/13 en Veintitrés)

Puede que peque de alarmista pero quiero afirmar que, desde mi punto de vista, van por la línea de sucesión. No es nada nuevo, claro, pero la intervención quirúrgica a la que fue sometida CFK excita los espíritus de los que, incapaces de imponerse políticamente, aguardan un guiño de la biología. ¿Qué significa que van por la línea de sucesión? Que ante la eventualidad de una CFK que no esté en condiciones físicas para continuar al frente del ejecutivo, los poderes fácticos intentarán que el kirchnerismo abandone la casa Rosada lo antes posible. La razón es simple y no tiene que ver con lo que indique la Constitución. Se trata, simplemente, de la legitimidad social y política que se ha conseguido horadar en aquellos que debieran reemplazar a CFK en el cargo. El ejemplo más evidente es el de Amado Boudou, quien recibió una andanada de titulares desde el día 59 de asumido su cargo a pesar de que, hasta ahora, sólo hay imputaciones contra su persona (por citar un ejemplo, entre el 7 de febrero y el 31 de marzo de 2012 Clarín lo menciona críticamente en casi 30 tapas). Sin embargo, para parte de la dirigencia política y para todos los medios opositores Boudou no está en condiciones morales de asumir la presidencia. Nada dicen de Mauricio Macri que no está imputado sino procesado pero eso es otro asunto parece, porque lo que importa es la condena social y para la gran mayoría de la ciudadanía Boudou es culpable de algo por más que no se sepa bien de qué. A su vez, para ganarse estima social no lo ayuda su perfil descontracturado de guitarras y motos y sobre todo que los gobernadores oficialistas no vean con buenos ojos que el actual vicepresidente sea el hombre que esté al frente del ejecutivo hasta el 2015. En este contexto no hace falta demasiada inventiva para saber lo que podría suceder si la presidenta tuviera que abandonar de modo permanente el poder ejecutivo. Si usted no tiene mucha imaginación, en el programa de Jorge Lanata este último domingo, el consultor Jorge Giaccobe puede ayudarlo cuando indicó: “Yo no creo que la sociedad (…) permita [la asunción de Boudou]". "¿De qué manera podría evitarlo", preguntó Lanata. Y la respuesta fue "Plaza de Mayo. López Rega. Otras situaciones parecidas donde la sociedad no quiso que alguien la representara o estuviera en el poder".         
El espíritu golpista de esta declaración y la expresión de deseo disfrazada de diagnóstico no implica necesariamente que Giaccobe esté equivocado. Porque la asunción de Boudou supondría casi inmediatamente el armado de un enorme cacerolazo impulsado por una presión mediática insoportable. Que las razones de esa fuerte resistencia social no tengan que ver con acusaciones probadas en la justicia y que exista manipulación de la opinión pública no importa porque aquí no está en juego la verdad sino la creencia.
Por otra parte, con un casi desconocimiento total en la ciudadanía, la persona que sigue a Boudou en la línea sucesoria y que debiera hacerse cargo del poder si la presidenta y el vice no pudieran asumirlo es Beatriz Rojkés de Alperovich. La esposa del gobernador de Tucumán también ha sido atacada mediáticamente desde la misma usina operacional: el programa de Jorge Lanata. Allí se acusó a ella y a su familia de vínculos con asesinatos, trata de personas y por si esto no alcanzase, se hicieron circular fotos donde, con toques ciertos de frivolidad, la segunda en la línea de sucesión se deja ver en algunos destinos exóticos bien lejos del país. Una vez más, no importa la verdad. Importa la opinión pública pero, sin duda, es real que parece poco creíble que Beatriz Rojkés pudiera mantenerse al frente del gobierno dos años.
En esta línea, en la nota del último lunes publicada en el diario Clarín, Eduardo Van der Kooy, despojado de cualquier metáfora, indica que la esposa del gobernador “trepó sólo por su amistad y solidaridad con Cristina. Se trata de una mujer distante del sistema peronista. Y de todos los sistemas”. No conforme con esto agrega “¿Alguien podría imaginarse gobernando a Boudou la transición? ¿Alguien podría pensar que Rojkés lo haría sin hesitaciones?”
Donde sí encuentran alguien con sustento en la línea sucesoria es en el tercer lugar pues allí aparece Julián Domínguez, el presidente de la Cámara de diputados. Van der kooy reconoce la trayectoria del hombre que supo encauzar desde el Ministerio de Agricultura el conflicto con las patronales del campo y que proviene de un peronismo más clásico. Pero sin justificación alguna lo conmina a ser el que convoque al plenario del Congreso que debería designar al presunto reemplazante de Cristina (como lo hizo en su momento Eduardo Camaño en aquel final de 2001 que derivó en la elección de Eduardo Duhalde tras la aventura fallida de Adolfo Rodríguez Sáa). Eso sí, lo que Van der Kooy no dice es que hasta hace un par de semanas la oposición amenazaba con intentar arrebatarle la presidencia de la Cámara a Domínguez, esto es, al oficialismo. Tras el resultado de las elecciones y con el parte médico de CFK bajo el brazo, no debiera sorprender una nueva intentona a pesar de que el kirchnerismo puro seguirá siendo primera minoría holgadamente. Pero si la estrategia opositora triunfase, un Boudou sin legitimidad social y una Rojkés sin espaldas políticas deberían dejar paso a la figura que un reeditado “Grupo A” eligiese. Cuál sería el nombre designado lo desconozco y, en el fondo, creo, me resisto a pensarlo quizás porque siento que mi sistema nervioso no merece pasar momentos de zozobra.      
Pero si la oposición no lograra alzarse con la presidencia de la Cámara, lo que el editorialista estrella no menciona es al cuarto en la línea sucesoria: el Presidente de la Corte Suprema de Justicia Ricardo Lorenzetti. Por qué no se lo nombra puede ser explicado a partir de las reflexiones de Borges donde la clave de resolución del enigma está en aquel nombre que nunca aparece mencionado; o también en aquella canción de Jorge Fandermole cuyo estribillo repite “el que te ama no te nombra”. Por cierto, y siguiendo en el terreno de las especulaciones ¿no sería una gran plataforma de legitimidad social fallar contra la ley de medios en el contexto de una CFK convaleciente y un kirchnerismo que ha reducido a la mitad los votos de 2011? Al fin de cuentas, un Presidente de la Corte Suprema al frente del gobierno no haría más que formalizar que el verdadero poder en la Argentina no está en ninguno de los representantes elegidos a través del voto popular. 
Probablemente, todas estas elucubraciones se disipen con el regreso a la actividad de la presidenta, algo que todos los pronósticos dan casi por descontado. Pero hay que estar preparado para todo y darse cuenta que, como sucedió en Paraguay, los gobiernos democráticos no serán derrocados por golpes militares a la vieja usanza sino por golpes institucionales que guardan las formas y derivan en supuestos “gobiernos de transición”. A justificar esa transición en el formato que sea y a dirigirla hacia determinados objetivos que, casualmente, nunca favorecen a los sectores populares, se ocupará, como lo ha hecho históricamente, la prensa hegemónica.    

    

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