lunes, 14 de octubre de 2013

Eterno retorno de la biopolítica (publicado el 8/10/13 en Diario Registrado)

Hay algo más peligroso que los exabruptos de dirigentes y periodistas opositores en ocasión de la intervención quirúrgica a la que fue sometida la presidenta y se trata de la red conceptual que a falta de un nombre técnico llamaré “biopolítica”. Dejando de lado el sentido que tal término tiene en la academia, lo que aquí llamo “biopolítica” es un tipo de perspectiva en el que se establece una analogía entre la vida y la política. Más específicamente, se considera que la sociedad es un gran organismo y que el líder de esa sociedad encarna en su cuerpo individual las acciones políticas que impulsa. Dicho en buen criollo: un gobernante que aplica malas políticas sobre el cuerpo social lo enfermará y la prueba de ello quedará expresada en su propio cuerpo. No se trata de un castigo divino sino de una relación directa entre el cuerpo de la presidenta y el cuerpo de la sociedad. Tal relación descabellada se viene utilizando como un hallazgo teórico cada vez que el líder de un gobierno populista latinoamericano sufre algún deterioro en su salud. Cuando esto sucede se dice que el cuerpo del líder no pudo aguantar porque una política de confrontación y de odio hacia las clases dominantes es una alteración de la armonía natural que pronto termina atacando al propio cuerpo. Así, un líder liberal, como aplica buenas políticas, poseería una excelente salud pero aquel líder que considera que debe intervenir el Estado enfermará y, si persiste, morirá. Usted seguramente se está riendo ante este tipo de razonamientos ¿pero leyó las principales columnas de los editorialistas? Citaré sólo una para no agobiarlo. Me refiero a la de Joaquín Morales Solá el domingo 6 de octubre de 2013. Allí se puede leer: “Parece producirse una convergencia entre la decadencia política y la declinación física”; (…) un rasgo también kirchnerista y constante es la disposición por la confrontación. La guerra y el rencor son malos consejeros para la salud y la vida; (…) De todos modos, es un modo de gobernar muy parecido al de su esposo. Y es casi imposible que el cuerpo de un ser humano tolere que caigan sobre él todas las cuestiones, las grandes y las pequeñas, las importantes y las insignificantes, de un país. Así, o se paraliza el gobierno o le explota el cuerpo, solía decir un ministro de Néstor Kirchner cuando lo veía trajinar con los detalles de la administración” (las cursivas son mías).
Frente a argumentaciones como éstas bien cabe la mueca risueña, la pena o tal vez la indignación pero hay que ir un poco más allá y comprender que se está estableciendo, al fin de cuentas, una analogía entre un conjunto de acciones políticas y una enfermedad (de hecho, en otras ocasiones, importantes formadores de opinión se refirieron al kirchnerismo como a un cáncer). Por ello hay que estar atentos. Porque sabemos cómo se puede curar el cáncer y también sabemos que en la Argentina, en nombre de la salud de la nación y la patria, se ha producido y se ha intentado justificar la más vergonzosa de las quimioterapias sociales.   


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