miércoles, 12 de septiembre de 2018

¿Puede ganar CFK en 2019? (editorial del 9/9/18 en No estoy solo)


Distintas encuestas confirman una percepción: la presunta corrupción revelada en el caso de los cuadernos afecta electoralmente al kirchnerismo de una manera muy particular: no le horada su piso sino que le sella su techo. Número más, número menos, un tercio de los votos. Nada despreciable a juzgar por la centralidad y el desgaste al que es sometido el kirchnerismo por un gobierno que sigue presentándose como oposición y que hace que la actual parezca la administración de un tercer gobierno de CFK. Pero la encuesta también dice que la crisis económica agiganta la imagen negativa de Macri y revierte las expectativas de mejoría que buena parte de los ciudadanos mantenía hasta hace unos meses. Un tercio de los votos. Tomando en cuenta el descalabro social y económico, y la impericia, se trata de otro milagro y de un fenómeno parecido al del kirchnerismo: piso y techo de los votos cada vez se parecen más.
En lo que respecta al tercer tercio podría decirse que está difuminado. Tiene más presencia matemática que política porque no tiene referente y sin referente se transforma en una entidad al servicio de la proyección de los otros dos tercios. Es una porción importantísima del electorado, determinante, pero tiene indecisión antes que conducción. Se supone que no tiene la intensidad de las minorías que conforman la base de los otros dos tercios pero su falta de intensidad es intensa y eso no los hace ni mejores ni peores. Es lo que hay y quienes pretenden cooptar esos votos padecen esa misma indecisión. En los últimos años este tercio se inclinó más hacia Cambiemos que hacia el kirchnerismo. Pero en 2019 esa tendencia podría no ser la misma en un mano a mano entre los dos grandes referentes de cada uno de los espacios aun cuando el rechazo que ambos recibieran sea grande.     
Este escenario hace comprensible que a meses de las PASO nadie pueda asegurar nada. Por lo pronto, ni siquiera se sabe cuándo se harán las elecciones y si habrá PASO efectivamente; resuelto eso restará ver cuántas elecciones provinciales se desdoblan de las nacionales en función de los intereses del gobierno nacional y cada gobernador; y como si esto fuera poco no hay garantía de quiénes serán los candidatos más allá de lo que indicábamos algunas líneas atrás. ¿Macri se va a presentar a la reelección? La proyección de la economía muestra que ni siquiera la lectura más benévola, que ve un rebote al final del túnel, augura un triunfo en primera vuelta. En el mejor de los casos buscaría fidelizar ese tercio de los votos más alguna ayudita para llegar al balotaje como el candidato más votado y probablemente perder contra cualquier candidato salvo con CFK, con quien las encuestas dan un final abierto. Y aquí vale aclarar que Macri perdería contra cualquier candidato salvo con CFK porque si la oposición lograra instalar en balotaje un candidato no K contra Macri, sea quien fuere, el voto K se inclinaría masivamente hacia ese candidato con tal de vencer a Macri. Si el candidato del oficialismo no es el actual presidente, será Vidal o será Rodríguez Larreta, como demuestran las operaciones de los periodistas afines buscando una insólita distinción entre “referentes insensibles” y “referentes sensibles” del gobierno. Pero todos sabemos que el derrumbe de todo gobierno nacional arrastra al resto de las líneas. Eso ha pasado siempre por más que eventualmente una candidata como Vidal pueda tener un poquito más de imagen positiva que el presidente.
Dentro del tercio kirchnerista, CFK tendría los votos para llegar al balotaje pero salvo frente a Macri, es posible que pierda contra los otros candidatos por la imagen negativa que tiene. Esta, al menos, es la foto del día de hoy. Y allí aparece el gran problema porque el kirchnerismo no tiene plan b y hay gobernadores, intendentes y eventuales candidatos a ocupar bancas legislativas que van a presionar porque les alcanzaría con una buena performance en la primera vuelta más allá del desenlace del balotaje. Esta sería la única explicación por la que CFK, a mi juicio equivocadamente, acabó presentándose en 2017. Asimismo, el kirchnerismo no tiene otro candidato. Entre el no pudo, el no supo y el no quiso, el paso del tiempo parece inclinar la balanza por una opción en lugar de las otras pero más allá de eso, lo cierto es que política y electoralmente es un problema porque si la afirmación kirchnerista “mi heredero es la juventud” ha sido el reemplazo de la afirmación peronista “mi heredero es el pueblo”, la experiencia demuestra que a las herencias hay que organizarlas y que se organizan con un liderazgo y una conducción. Se dirá, claro está, que lo que hace al líder y al conductor es justamente, el hecho de la no delegación, y que esa potencia no es transmisible. Eso es, en parte, real, pero en todo caso es una descripción de lo que ha ocurrido con el peronismo y no una definición.
Con todo, a favor de CFK, por supuesto, habría que preguntarse qué candidato opositor tiene una cantidad de votos digna como para, al menos, pretender correrla del centro. Todos los que lo intentaron desde adentro acabaron con pocos votos y afuera porque la centralidad de CFK funciona centrífugamente y porque también es verdad que en el 2017 e incluso, por qué no decirlo, quizás en 2015 también, el kirchnerismo pareció haber jugado a sostener su pedestal de minoría pura e intensa aun cuando eso supusiera perder las elecciones. En todo caso, si hoy, con CFK a la cabeza, el kirchnerismo es opción de mayoría para el 2019, obedece más a la aceleración con la que el gobierno hizo naufragar al país que con la proyección que hacía el propio kirchnerismo que, después de las elecciones de medio término en 2017, se encontraba en la encerrona de saber que en el 2019 solo podía llegar al poder como parte de una gran coalición opositora teniendo que correr a CFK del centro, o reagruparse sobre sus bases y esperar que las consecuencias del ajuste exijan un cambio recién en 2023.
Si bien el efecto sorpresa ha sido parte de la identidad kirchnerista durante los doce años de gobierno, visto el contexto general y el avance judicial con ejemplos a la vista en países vecinos, CFK prácticamente estaría obligada a ser candidata. Incluso podría pensarse el hostigamiento de un sector de la justicia como una forma de obligar a CFK a presentarse como candidata de modo tal que no pueda salir nunca del centro de la escena, hecho que hasta hoy favoreció al gobierno. El punto es que, justamente, eso sucedió hasta hoy y al macrismo le puede ocurrir lo que otrora le sucedió al kirchnerismo, esto es, polarizar con el candidato que era imposible que gane hasta que un día lo imposible se hizo posible. Y ese candidato ganó.             


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