viernes, 22 de junio de 2018

Aborto: celebración y algunas incomodidades (editorial del 17/6/18 en No estoy solo)


La jornada histórica en la que se le dio media sanción al proyecto de interrupción voluntaria del embarazo permite una enorme cantidad de reflexiones que las voy a agrupar en función de un criterio arbitrario: las incomodidades. Y no me refiero a la incomodidad que nos ha generado oír a representantes del pueblo afirmar, en pleno debate en el recinto, que el aborto permitiría tráfico de cerebros y órganos y que iban a tener que construirse cementerios para embriones; tampoco apunto estrictamente a un diputado cuyo discurso resultó un plagio de una charla que circula por internet a pesar de que probablemente este buen hombre cuente con numerosos asesores. Por último, tampoco refiero a la incomodidad de esta particular forma de argumentar que tienen algunos representantes que, como mínimo, desde el voto “No positivo” de Cobos, consultan las decisiones con sus hijos e hijas antes que con las plataformas electorales o los valores del espacio que representan.   
Quiero hablar de las incomodidades porque, en general, la mayoría de los espacios tuvieron razones para festejar pero también consecuencias, tensiones y contradicciones que los perturbaron, y sobre este punto quisiera detenerme pues no he escuchado análisis al respecto.
En primer lugar, permitiendo el debate, el oficialismo realizó una jugada maestra de la política porque, como dijimos alguna vez aquí, se subía a la reivindicación impulsada por movimientos de mujeres al tiempo que generaba una tensión política enorme en el espacio peronista que venía “corriéndolo por izquierda”. “Cómo nos van a seguir llamando conservadores los que apoyan al Papa y votan a una Cristina que nunca abrió el debate” afirmaba, con agudeza, un funcionario de Cambiemos. Sin embargo, para el gobierno la discusión no ha resultado gratis aun cuando se ha visto beneficiado con que la agenda mediática de los grandes centros urbanos se tiñera más de verde por los pañuelos que por el dólar, al menos, hasta que éste se mantuvo en subas mínimamente razonables. Es que si el proyecto no se aprobaba en diputados, Cambiemos cargaría con la máxima responsabilidad porque más de dos tercios de sus legisladores votaron en contra, número importantísimo pero menor al 90% de rechazo que tuvo el proyecto entre la Coalición Cívica, principal aliado de Macri. De hecho, el espacio de Carrió no solo demostró ser el más conservador sino que su líder amenazó públicamente con romper la alianza.
En segundo lugar, en el caso del espacio kirchnerista, casi el 85% de sus legisladores votaron a favor del proyecto y, sin dudas, lo militaron activamente, con lo cual han sido determinantes para alcanzar el número necesario para la aprobación. Sin embargo, como se indicaba algunas líneas atrás, el espacio carga con el peso de la incomodidad ante el hecho de que teniendo mayorías durante doce años, hubo una decisión política de no avanzar en el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. Por supuesto que los equilibrios de fuerza, los tiempos de la política y los pensamientos de los dirigentes cambian y esa puede ser una respuesta pero, sin dudas, el kirchnerismo se siente incómodo al ingresar en ese debate.
En el caso de la izquierda, con mayor peso en redes sociales y medios del establishment que en el Congreso, sus pocos representantes votaron a favor de un proyecto que también fue militado por los espacios que se nuclean en este campo ideológico y, en todo caso, si se puede hablar aquí de una incomodidad, se trata de una bastante más amplia y muy interesante para una mesa de discusión. Me refiero, claro está, a cómo caído el muro de Berlín, la izquierda parece haber cambiado la lucha de clases y la pretensión de representación de trabajadores y mayorías por la defensa de minorías y reivindicaciones de la sociedad civil cuyo origen se encuentra emparentado con la tradición liberal.
Para ir culminando, y pasando por alto la evidente incomodidad por la que atravesaron los sectores más conservadores de la sociedad que salieron perdidosos de la votación, si bien se espera que en el Senado el bloque del PJ-FPV apoye el proyecto y que CFK revea su postura de antaño, allí la mayor carga recaerá sobre el peronismo agrupado en el Interbloque Argentina Federal liderado por un Miguel Pichetto que, a título personal, ya adelantó que votaría a favor y que espera un tratamiento inmediato, probablemente, en las próximas semanas.
En el Senado, Cambiemos tiene un tercio de los legisladores pero, en términos futboleros, la pelota estará del lado del peronismo K, el peronismo no tan K y el peronismo no K.  Se augura un resultado cerrado pero el envión de la media sanción y la presión social y mediática hace presentir que una reivindicación de colectivos de mujeres que lleva décadas, finalmente se transforme en ley y que Argentina, junto a Uruguay, encabecen un cambio de paradigma en Latinoamérica que, en el mundo occidental en general, tiene importantes antecedentes desde hace ya mucho tiempo.              



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