viernes, 3 de agosto de 2012

Introducción al periodismo mágico (publicada el 2/8/12 en Veintitrés)


           El último domingo, la nota principal de la tapa del diario Clarín el día de mayor venta fue “Militancia todo terreno: sacan a presos de la cárcel para actos del kirchnerismo”. Ante semejante afirmación no puede más que reinar el estupor, la sorpresa y la indignación. Sin embargo, quizás haya que dejar de lado todos estos sentimientos y tratar de disfrutar de la buena literatura de este género literario llamado “periodismo mágico”.
El periodismo mágico, primo hermano del “realismo mágico”, introduce elementos fantásticos como parte de la cotidianeidad sin necesidad alguna de explicación; desafía, además, la secuencialidad del tiempo y generalmente se apoya en una temporalidad en la que resulta difícil distinguir pasado, presente y futuro. De hecho, en algunos casos, atravesado por leyendas míticas, el tiempo aparece como cíclico, como aquello que se repetirá una y otra vez. Estas características, propias de la literatura de novelistas latinoamericanos de la segunda mitad del siglo XX como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez, logran poner en tela de juicio la noción misma de verdad y la separación estricta entre realidad y fantasía.
Volviendo a la nota en cuestión, la declaración que aportó elementos para desatar una imaginación creativa capaz de acompañar esta mágica historia lleva ya algunas semanas. Se trata de aquella formulada por un héroe de nuestra era, una voz autorizada y una de las más citadas en la nueva narrativa periodística: Sergio Schoklender. Justamente, un día después de la mencionada tapa, Clarín acompaña esta presunta investigación reveladora con una nueva declaración del hombre que estando preso luchó por la implementación de planes que pudieran darle a los reclusos la posibilidad de trabajar y estudiar una carrera universitaria en la propia UBA, (algo que disminuyó drásticamente la reincidencia más allá de que, paradójicamente, el propio caso Schoklender desafíe tal estadística). Allí indicó: “Los militantes de La Cámpora ingresan a la cárcel, mandan dentro de la cárcel y reclutan presos para formar la agrupación Vatayón (SIC) Militante (…) El problema es la protección que tiene un grupo de delincuentes que sale de la cárcel militando en La Cámpora. (…) Buscan reclutar pibes jóvenes que, el día de mañana, cuando recuperen la libertad, vayan reclutando otros compañeros en las mismas villas y asentamientos de donde son originarios. Esto es el germen de algo muy complicado —evaluó— porque no es reincorporarlos, sumarlos a alguna oportunidad laboral, sino ir reclutando una fuerza de choque a la que, después, no la van a pagar con pancitos o subsidios”.  Asimismo, indica la misma nota, Schoklender habría sugerido que La Cámpora les crearía en un futuro “zonas liberadas” para que puedan seguir delinquiendo.
 De repente, entonces, unos chicos de clase media universitaria, forman una agrupación, se meten en los pabellones ante la mirada atónita o cómplice de genuflexos guardias y gobiernan a los ingenuos reclusos. Éstos, a su vez, obedecen como mansas ovejas y reciben el entrenamiento en el uso de la estrategia guerrillera para “un futuro” en el que se necesite “combatir” cuerpo a cuerpo en la calle con los manifestantes que usando sus cacerolas como escudos, den la vida por un dólar blue, celeste o contado con liqui. Todo esto seguramente será acompañado por años de terror en los que estos presos, con anuencia de los líderes del “Vatayón”, saldrán con remeras de Firmenich y el “terrorista” Guevara a robar, violar y asesinar señoras de Recoleta. Asimismo, esto será invisibilizado por un monopólico multimedio paraoficial que se dedicará a ofrecer programación de cocineros y pseudo periodistas pagos que hostigarán a los pocos valientes que, en la clandestinidad republicana, todavía resistirán los embates del régimen. Pero será inútil: todos los que se opongan a la dictadura K morirán en manos de ese Vatayón mientras la televisión oficial filma la confiscación de sus bienes.    
 Por todo esto es que no debería extrañar que, en breve, algún editorialista nostálgico, realice un paralelismo amparándose en una suerte de karma argentino de repitencia cíclica de la historia y afirme que se está en las vísperas de algo similar a lo que fue la orden de liberación de los presos políticos de Héctor Cámpora apenas asumió su corta presidencia. A partir de este mal de la Argentina, dirá que en ese acto estuvo el germen violento que obligó a las fuerzas armadas a realizar el golpe de Estado y luego llegará mágicamente a la conclusión que, propiedad transitiva mediante, se está frente a un escenario similar al de la previa del terror de los años 70. Asimismo no faltará quien adose a esta fantasía la idea de que este gobierno gana elecciones porque se ocupa de los derechos humanos de los presos (y no de las víctimas) con “la plata de los jubilados”.
 Pero puede haber lectores a los que les agrade la fantasía y la magia pero una cosa es que le brinden aventuras que exciten sus emociones y otra que lo traten por boludo. En otras palabras, se pueden incluir aspectos sobrenaturales en una historia pero todo tiene sus límites. De aquí que un lector más o menos serio se dará cuenta que no hay ninguna buena razón para dar verosimilitud a un relato tan absurdo pues ¿cuál sería el sentido de que una agrupación afín a un gobierno que asumió un nuevo mandato hace 8 meses con una mayoría amplia, deba recurrir a las cárceles a sumar militantes o, en el marco de una explosión de militancia juvenil, reclutar presidiarios para “hacer bulto” en actos políticos? Planteado así se muestra que esto es muy difícil de creer incluso en una ficción y que, en todo caso, sería más fácil aceptar que los bizarros personajes que Vargas Llosa describió en La guerra del fin son reales, que los Buendía de García Márquez son los culpables de que no encuentre mesa en el restaurant al momento de festejar año nuevo, y que los presos, hartos de los barrotes, asisten a los actos ya no por el choripán y la (gaseosa) cola sino por el choripán y la lima.
En este contexto, poco importa la interesante discusión acerca de una mirada integral sobre la seguridad que tenga que ver con la prevención del delito pero también con la violencia institucional y, sobre todo, con el modo en que logra reinsertarse a la sociedad aquel individuo cuya privación no implica sólo justo castigo sino brindar alternativas para rehacer su vida una vez cumplida la pena. Tampoco importa el debate al interior de los medios acerca de si existe algún tipo de periodismo que no sea “mágico”. Pienso en esas interesantes controversias que surgieran a partir de las crónicas de guerra del periodista polaco Richard Kapuscinski, muerto hace apenas un lustro, quien admitiera que en sus descripciones los detalles se subsumían al embellecimiento de una historia que cautive, y la metáfora, en muchos casos, acababa reemplazando al lenguaje literal. Si entrásemos en este último debate quizás pudiéramos salvar al diario Clarín afirmando que la línea editorial del diario responde a una visión tan mágica como otras. Pero esta disculpa no podría frenar la cada vez más marcada procesión de lectores que en busca de buena literatura se acercan a los clásicos latinoamericanos que pueden hacer volar nuestra imaginación con un goce estético que Clarín todavía no ha logrado generar.    

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Algo que no le perdono a ningún adulto, ni tampoco a ud., es que no sea capaz de ponerse en el lugar del otro.

En este caso, del mediopelo, de la clase media-alta, y de la que cree serlo. Esa gente es perfectamente coherente.

Póngase en el lugar de ellos: un laburante es una inversión de capital (me compro una PC, alquilo un local, contrato a un negro), así que su papel histórico es laburar y obedecer a cambio de lo que queramos darles.

Si el tipo decide no laburar, se está saliendo de su lugar; si decide hacer un paro, ya está muy fuera de lugar. Así que hay que impedirle que se salga de ese lugar, impedirle hacer paros. ¿Cómo? Echando muchos a la calle, para debilitar a los sindicatos.

Funciona, en serio; los que conservaron su laburo dejan de protestar en unas semanas y cuidan lo que les queda.

Pero, ¿y los que quedan en la calle? Problema de ellos, eso no forma parte de su problema. Si piden guita, córranlos; si protestan, reprímanlos. Y si afanan, meta bala nomás; sólo si se entregan, a la cárcel.

La cárcel no es un lugar para reeducar gente, ni para castigos ejemplares que disuadan a los demás candidatos a chorros. Es un depósito de indeseables. Se tienen que quedar ahí el mayor tiempo posible, para que no compartan la calle con los "ciudadanos decentes" (se abrevia "ciudadanos").

La idea es que se queden ahí, no que anden saliendo a reordenar su vida, no que aprendan nada. Es un depósito, no una escuela. Desde ese punto de vista, que un tipo salga de la cárcel es inaceptable; es inaceptable que salgan durante unas horas, es inaceptable la libertad condicional.

Si lo estirás un poco, es inaceptable que salgan después de haber cumplido su condena: deberían quedarse ahí para siempre.

Póngase en el lugar de esa gente, caramba.

Marcelo, el gaucho

PD: sí, también lo publiqué en otro blog. Ya mismo me denuncio.

Anónimo dijo...

Me divierte más el realismo mágico del Relato, donde el mundo se cae sobre Argentina y no en nuestros vecinos, donde pelean como Quijotes con los monopolios que crearon, donde la gran mayoría no puede pagarse ni el transporte y viajan subsidiados, donde quienes perdieron la independencia energética son después los héroes de la soberanía y una capitalista combate al capital.

Familia Escobar Valenzuela dijo...

Rescato aquello de que poco importao un debate integral sobre seguridad o prevención del delito. Aún cometiendo una infidencia voy a decir que en 2004 mi hermano fue secuestrado (aclaro que salió vivo de esa situación)El tipo que lo secuestró; dos meses antes había cumplido condena por robo en Sierra Chica por robo a mano armada. Cómo sociedad de qué nos ha servido tener a un tipo encerrado en condiciones aberrantes. Es muy difícil para mí decir esto, porque cuando un ser querido es afectado el progresismo se te va al carajo. Después de un tiempo y de un esfuerzo enorme pude volver a mi eje y reflexionar. Me sumo a las palabras de Cabito en el programa; si querés podemos debatir si alguien que recién fue condenado tenga el beneficio de salir tan pronto pero eso no quiere decir que no salga nunca. Es un tema complejo de infinitas aristas que ya sabemos que a las empresas periodísticas no les importa abordar con profesionalismo para entregar a la sociedad herramientas de reflexiones profundas. Saludos Dante.

Juanjo Sánchez dijo...

Quizás sea más divertido el Periodismo Mágico, pero no se trata de diversión... Se trata de la vida... No se si estamos mejor o si estamos peor. Lo que se es que el mundo se derrumba. No estamos peor que España. Y lo que se también es que no estamos peor que en otro momento de nuestra historia. ¿Se acuerdan del 2002? Si, claro, todos nos acordamos. ¿Y de 1992? También, con Cavallo en el Ministerio de Economía, el Plan de Convertibilidad, el Plan de Ajuste, las privatizaciones. (Salíamos de Guatemala y nos metimos en Guatepeor). ¿Y de 1982? Con Galtieri y la Guerra de Malvinas. Y con ...Cavallo licuando las deudas de las corpo en formación. ¿Y de 1972? Lanusse y el Peronismo sin Perón. Linda época pero ¿queremos volver a eso? ¿Y 1962? El golpe a Friondizi. ¿Y 1952? Segunda presidencia de Perón, momentos de crisis. Perón convoca al Congreso Nacional de la Productividad por la crisis económica. ¿Y 1942? El gobierno encubierto de Patrón Costa... La oligarquía Argentina que no entendía el cambio de época. ¿Y 1932? Podemos decir "el comienzo de todos los males...". ¿1922? Yrigoyen traspasa el mando a Alvear. Argentina Agroexportadora ¿El pueblo estaba mejor? Bueno, no se si estamos mejor o peor. Lo único que se es que hay que profundizar esto, con menos corporaciones trasnacionales y más Economía Social!!!
Un fuerte abrazo solidario
Juan José Sánchez
DNI 14.406.265
@juanjosanchez61
http://www.facebook.com/juanjosanchez61

Javier Trettel dijo...

A mi me fascina el género novela melodramática de Olé en los chismes futboleros, el suspenso a lo "Resplandor" en la musicalización de los noticiosos y la seriedad y el oficio de Mauro Viale para relatar videos armados. Ah, lo de los presos: el Padre Grassi estaría indignado porque una de las recreaciones sería la visita a hospitales infantiles. Exige volver a prisión.