viernes, 12 de agosto de 2016

Tester de violencia (publicado el 11/8/16 en Veintitrés)

No quiero un valle de catacumbas nunca más,
no quiero que me llenen de sal
jugando hasta no poder.
Bajo la herencia la inmortalidad
 "cultura y poder" son esta "porno bajón".
 Por un "color", solo por un "color"
 no somos tan malos, todo va a estallar
 ondas en aire (Luis Alberto Spinetta)

El episodio del intento de detención de Hebe de Bonafini no puede reducirse a una discusión legal ni política más allá de que, por supuesto, se puede decir mucho al respecto tanto legal como políticamente. Creo que se trata, más bien, de un test social, una medición en una suerte de gran experimento. La pregunta que da origen al experimento es: ¿qué tipo de reacción social habría ante la detención de una figura emblemática de la lucha por los DDHH, claramente identificada con la política de Estado que, en esa materia, llevaran adelante los gobiernos de Néstor Kirchner y CFK? Introduciendo una nueva variable para especificar un poco más el experimento agrega: ¿qué tipo de reacción social habría si esa detención se diera con decenas de policías en la puerta de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, un jueves y en el horario en que las Madres realizan sus habituales rondas hace casi cuarenta años? ¿Habría un repudio masivo o no? ¿Habría violencia? ¿Quiénes acompañarían? ¿Cómo se tomaría la noticia en el ámbito internacional?
Asimismo, este test es parte de un experimento mayor que es el de poder identificar cuál sería la reacción ante una eventual detención de CFK. En este sentido, podría decirse que los resultados pueden ser interpretados de diversos modos. En Jujuy, por ejemplo, donde comenzó el experimento, Milagro Sala lleva ya siete meses presa. Hubo y hay protestas pero lo cierto es que el gobernador Morales tiene bien controlado al poder judicial de su provincia y, con la inestimable campaña de los medios nacionales, el proceso de estigmatización en la opinión pública fue efectivo: la jujeña sigue presa y la reacción popular ha sido sosegada. En cambio, en el caso del intento de detención a Hebe de Bonafini, la reacción fue inmediata y se dio, además, en plena Capital Federal, lo cual siempre supone una mayor repercusión. A su vez, tuvo el apoyo también inmediato de políticos y referentes de peso lo cual obligó a la policía y al juez a dar marcha atrás. Pero así son los experimentos y las pruebas. Con un tester medís la tensión, probás. Podés probar, incluso, una y otra vez, en distintos momentos, hasta que consideres que es el momento de actuar.
¿Con esto estoy diciendo que hay una especie de gran conspiración perfectamente aceitada por una única cabeza? Creo que no. Más bien, como muchos otros han dicho, el mapa del poder en la Argentina desde el 10 de diciembre de 2015 ha tomado la forma de una troika que, a su vez, no está exenta de tensiones internas. Las tres patas del poder hoy son un gobierno atendido por los CEO de las grandes empresas, un sector del poder judicial y el Multimedio Clarín. Esa troika actúa en tándem aunque muchas veces las acciones de una parte pueden afectar a la otra. Para ejemplificarlo, pensemos si al Gobierno le conviene, políticamente hablando, la detención de CFK. Habrá hombres del macrismo que consideren que sí pero, seguramente, los más astutos entenderán que esa acción es una verdadera “Caja de Pandora” que augura un final abierto por más testeo, prueba y contraprueba se haga. En otras palabras, los experimentos sociales siempre cuentan con la dificultad de la imposibilidad de poder reproducir fielmente en un laboratorio la dinámica de las relaciones y las reacciones que se dan en “la vida real”. En este sentido, podés hacer un encuesta que arroje que un porcentaje de la población quiere a CFK presa, “bombardear” a diario con el mantra de la corrupción, hacerle decenas de denuncias a ella, su familia y sus funcionarios pero lo cierto es que nadie sabe cómo va a reaccionar un sector importante de la población acostumbrado a salir a la calle. De aquí que los más prudentes entiendan que avanzar contra CFK supone exponerse al peligro de lo desconocido y lo inmanejable. Sin embargo, la sensación es que es un sector del poder judicial el que, autonomizado, persigue encarnizadamente al kirchnerismo. Esto no exculpa al gobierno ni a todo lo que hace en pos de transformar la adscripción a un movimiento político en una imputación. Pero mucho de lo que sucede a nivel judicial está impulsado por un sector recalcitrantemente anti kirchnerista obsesionado con una revancha social. Y lamentablemente ese revanchismo es el que parece estar ganando la pulseada al interior del gobierno también y, ni que hablar, en las empresas periodísticas y en los cómplices que ponen la cara en favor de ellas. En este último caso, hay periodistas que tienen poluciones nocturnas imaginando que se visten de policías y se llevan a la rastra a Hebe de Bonafini mientras gritan “todos somos iguales ante la ley”, precepto que se cumple para todos los casos, salvo para los poderosos que, en muchos casos, son dueños de los multimedios para los que los periodistas polucionados trabajan.
En lo que respecta al gobierno, la variante de derecha moderna, republicana, ecológica, snapchatiana, pokemoniana y ravishankariana está perdiendo terreno ante la variante autoritaria, violenta y cínica que no te desaparece pero te amedrenta y te persigue con las armas más arteras y con claro afán disciplinador. Finalmente cuando al pikachu amarillo se lo sorprende se lo ve tal como es, en blanco y negro; y curiosamente los ataques en las redes, las persecuciones judiciales, los sugestivos robos y los escraches los sufren quienes se oponen al gobierno.
La tensión sube. El experimento promete nuevas pruebas a la brevedad.   

  

1 comentario:

claudia dijo...

Y entre prueba y prueba, una porción del experimento sedimenta simbólica y materialmente, quedando naturalizada la disrupción. Como en el caso de Milagro.
Es que "afuera", especialmente, están fascinados con el fenómeno de Noviembre y Diciembre pasados: el de un pueblo cuya mitad votó alegremente su disciplinamiento y la evaporación paulatina (¿o no tanto?) de sus derechos. No se ha conseguido en otros lugares con esa contundencia ni con esa velocidad. Algo así como que Argentina le cumplió el sueño del pibe a los think tanks neoliberales.
El problema es que el experimento social partió desde la imprevisibilidad y desprolijidad típicamente argentinas en conjunción con las novedades antropológicas mundiales que rediseñan sujetos, siendo probable que culmine bajo los mismos signos de inasibilidad. Pero bueno, "en caso de accidente use el martillo para romper el vidrio": para esa instancia social siempre se podrá contar con los brutos de siempre abortando la institucionalidad mediante esas "excepcionalidades legales", tan caras al primate nacional. Saludos.