lunes, 15 de septiembre de 2008

El otro juego de la Oca*

Ahora que los intentos desestabilizadores en América Latina son sólo “conflictos” y que los precios del maíz y el trigo estarían aportando un porcentaje menor si las retenciones fueran móviles; ahora que se afirma que resulta imposible que haya interferencias políticas en la justicia estadounidense y que comprobamos que el pago al club de París no ha generado un aluvión de inversiones ni la baja del Riesgo País ni la recuperación del precio de los bonos; ahora que la Mesa de Enlace desapareció y que la suerte quiso que una caída de avión no nos diera un mártir ni un nuevo motivo de procesión llamado San Alfredito, podemos ponernos a hablar de la Ciudad de Buenos Aires.
Para referirse a los casi 9 meses de gestión del PRO se puede tomar la figura del Juego de la OCA que bien utilizó Zaiat en el Página 12 del 14/9/08 para describir la forma en que el gobierno nacional parece avanzar retomando la iniciativa y la agenda y sin embargo se expone a la torpeza de manipular un índice de inflación que horada, a veces injustamente, cualquier signo de credibilidad y lo obliga a recomenzar (el juego) de cero una vez por mes.
Pero más allá de la analogía, el caso de la Ciudad de Buenos Aires tiene una diferencia importante respecto al gobierno nacional puesto que este último nos guste o no, con cierta ambigüedad a veces, otras con torpeza y en algunos casos retrocediendo, parece tener cierto horizonte, (lo que no es lo mismo que “proyecto”), y ejecuta acciones en determinada línea. De hecho, generalmente se le achaca al kirchnerismo un exceso de ejecutividad, término que muchas veces parece encontrarse en una zona gris indistinguible rayana en actitudes más autistas que autoritarias.
En el caso de la gestión PRO, no puede haber otra cosa que perplejidad ante la, desde mi punto de vista, sorpresiva inoperancia para gestionar. Creo que es importante señalar esto porque el partido de Macri logró instalar que la crítica hacia el PRO sólo podía entenderse desde el punto de vista de las diferencias ideológicas, elemento que nunca alcanzaba la supuesta efectividad y aséptica capacidad de administración del joven y exitoso empresario. Si a esto le sumamos que la “ideología” posee una, muchas veces bien ganada, mala fama, puede tenerse allí un dato más para entender el porqué de la victoria del PRO.
Pero veamos en qué sentido la gestión PRO juega a la OCA. Por un lado resultó clara la estrategia de los primeros meses de gestión: se buscó ganar adhesión apuntando a los actores tan vulnerables como predilectos de la clase media porteña, a saber: contra los bolivianos, paraguayos, peruanos y cualquier cabecita negra de la Argentina “profunda”: la prioridad para los porteños en los hospitales; contra el mito (y la realidad) de los empleados públicos: la intervención de la obra social y el anuncio de 2000 despidos; contra la histeria de las “olas” de inseguridad: la policía porteña; a favor de la sacra educación: obras para que los chicos gocen de estufas suficientes para tener menos excusas para hacer sentadas y perder días de clases con el apoyo, muchas veces, de varios revolucionarios padres; ante la caótica situación del tránsito: los carriles exclusivos; frente al despilfarro de las arcas del Estado: eliminación de becas para alumnos secundarios, reducción drástica de talleres gratuitos en la ciudad y desaparición de los inútiles Guardias Urbanos; por último, frente a los baches y las veredas rotas, plan de bacheo y arreglos masivos y frente a los cartoneros, algún desalojo mediático.
Todas estas iniciativas suponen avanzar un casillero en el perfil de su gestión. Sin embargo, en todos los casos mencionados tuvo que dar marcha atrás y retroceder ese casillero (hasta el punto de, en casi todos los casos, “perder su turno”). El tema de la prioridad para los porteños en los hospitales no se implementó; respecto a la intervención en la Obra social y a los despidos de los empleados públicos, se negoció realizar un censo que permita obtener mayor información sobre las actividades de cada uno de los trabajadores. De todo esto, lo único que se sabe es que algunos empleados fueron censados. En cuanto a la policía porteña, acallados los rezongos y sollozos ante la negativa del gobierno de transferir los fondos, se anunció la creación de la nueva policía que estaría preparada para salir a la calle en poco tiempo. Sin embargo, aún se espera el llamado para aquellos interesados que deseen comenzar el curso y se desconoce de qué manera se vinculará esta nueva fuerza con la Federal, cómo podrán resolver la superposición de jurisdicciones y cuánto deberemos pagar los porteños de ABL para poder solventar semejante cantidad de efectivos.
El tema educación merece cierto párrafo aparte puesto que Narodowsky parece más un empresario cementero que un Ministro de educación. Todo su proyecto educativo pasa por “recuperar el respecto por los maestros” y solucionar los problemas edilicios de las Escuelas. Nadie afirma que el respeto y un techo roto o un aula sin estufas no sean problemáticos, pero basar una gestión en esos dos pilares parece cuando menos insuficiente. Por cierto, aun si estos dos elementos fueran suficientes, hasta ahora no se ha recuperado el respeto y en la mayoría de los colegios no pudieron llegar a tiempo con las obras.
En lo que respecta al tránsito, hace falta estar un poco despierto para observar cómo colectiveros y taxistas intentan ganar la batalla de la persuasión ciudadana, acción que muchas veces es acompañada, por si la habilidad retórica no alcanza, con manifestaciones de 600 colectivos en el Centro o de cientos de taxistas por la nueve de julio. El gobierno del PRO postergó la decisión ante la amenaza de los taxistas y ahora se encuentra acorralado puesto que los colectiveros no son muy afectos a la marcha atrás. En lo que respecta a los guardias urbanos, lo que primero era un seguro cese de sus contratos, se transformó en una reubicación en una suerte de “Policía de tránsito” cuya entidad nadie tiene demasiado clara y que parece gozar del beneficio de la invisibilidad.
En cuanto a las becas, como se vio la semana pasada, finalmente tuvieron que dar marcha atrás con el proyecto que planeaba la desaparición de varios miles de ellas y en cuanto a los talleres gratuitos en los cuales se pagaba $170 por mes a los profesores, tras un primer intento de reducirlos a la mitad, no sólo se dio marcha atrás sino que se aumentaron los magros sueldos.
Por su parte, el auto de papá es testigo de la ubicuidad de los baches tanto como mi barrio padece la aniquilación estética de baldosas que se reemplazan por grises y compactos baldosones y adoquines que dan lugar a más y más pavimento.
Por último, frente a los cartoneros: aquél desalojo mediático.
Si a esto le sumamos que tras nueve meses no se ha podido realizar ni un kilómetro de los 40 prometidos para el subte, (ni siquiera se pudieron inaugurar las 4 estaciones de la línea A construidas en la gestión Telerman, dos de las cuales, al menos, ya estaban enteramente terminadas antes del 10 de diciembre) y que faltando tres meses para la finalización del año sólo se lleva ejecutado el 15% del presupuesto, la consecuencia no puede ser otra que el escepticismo de cara al futuro.
En este sentido, cometen un error los sectores que desde el progresismo “corren” a Macri con el argumento de que es “de derecha” puesto que está claro que la verdad no siempre gana elecciones. Es el mismo error que hace que ciertas ideologías de izquierda consideren que el asunto de “la administración” es sólo una “agenda de la derecha”. Pero es justamente en el déficit e ineptitud de la gestión de Macri donde habría que hacer más hincapié. Así es que tal vez sea más conveniente reafirmar la caída de algunos de los grandes mitos del PRO. Por un lado, la “nueva” política todavía no ha demostrado ser “buena” y, por otro lado, ni es real que el empresario exitoso puede traspasar mecánicamente ese éxito a la gestión pública ni debemos fiarnos de esa idea, instalada en el imaginario popular, de que la derecha siempre tiene “cuadros” capaces de gobernar.
*Esta nota fue publicada en www.artepolitica.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido ampliamente en el diagnóstico que hiciste Dante, no se muy bien quien dijo que la "Derecha" tiene "cuadros" para gobernar, ya que no siempre pusieron la cara en los gobiernos (no creas que pienso que De La Rua era de izquierda) pero aceptemos que la cara visible eran milicos o idiotas útiles (el mencionado anteriormente y el energúmeno Menem)por lo tanto te acepto que tienen "cuadros", pero políticos no lo dudo, para estar al acecho de cuanto imbécil los convoque nuevamente, además...SIEMPRE ESTUVIERON!!, Y algunos ex., son convocados por los medios a diario para darnos un diagnóstico de la "realidad" como en el 2001 (el dólar a 10$ cataclismos financieros, etc).
Pero no nos confundamos TIENEN ENORMES CUADROS POLÍTICOS PARA ESTAR SIEMPRE.... CON QUIEN SEA.. INCLUSO EN EL BANCO CENTRAL Y EN LA VICEPRESIDENCIA, PAVADITA DE CARGOS

Juglar dijo...

"utilizó Zaiat en el Página 12 del 14/9/08 para describir la forma en que el gobierno nacional parece avanzar retomando la iniciativa..." A sos vos el que compra Página 12???? Está bien, por lo menos venden un ejemplar....
Sobre el análisis del PRO... un 7.