domingo, 29 de julio de 2007

Los problemas de los argentinos

En los últimos meses los argentinos nos estamos familiarizando con nuevos problemas. Estos nuevos problemas salpican al gobierno de Kirchner y quisiera hacer un análisis de ellos.
El primer problema es la “crisis energética”. Es interesante todo lo que rodea a este fenómeno. Por un lado hay un debate simbólico en torno de la idea de “crisis”. La oposición trata de hacernos olvidar del adjetivo “energética” y busca instalar la percepción de que el país está en “crisis”. El gobierno, consciente de que opera un corrimiento semántico por el cual la crisis específica, la energética, derivará en una percepción de crisis (general), sale a negar la crisis energética. Interesante para los que se ocupan del lenguaje en los medios.
Siguiendo con el tema, aparentemente deberíamos estar todos muy preocupados por la crisis energética. Es algo muy pero muy importante y no hubo previsión. Pues claro, ¿alguien se imaginó que el país podía crecer sostenidamente al 8 % anual durante 5 años?
Desaparecido el riesgo país, hemos perdido el termómetro cuantificador de cómo nos va a los argentinos. Nos falta el numerito corroborador de las percepciones. Y de repente aparece él: el numerito que mide algo así como los megavatios. Ahora, mientras Santo Biasatti habla en Telenoche, debajo de la pantalla existe un termómetro que nos dice cuánto nos estamos acercando a los 18000 megavatios de capacidad energética. Todos expectantes esperamos los 18000 que no llegan nunca, los despidos masivos, los cortes generales en los hogares, la anarquía, pero el gobierno tiene suerte, la nieve se queda un solo día y la ola de frío se va. Bonelli y Van der Kooy los periodistas del manual de crítica “sí pero“ necesitan otro numerito pero la crisis energética, el único numerito que da, es que la industria creció mucho pero un poco menos el último mes. De esto se sigue que a ciertos críticos de derecha les ha salido el tiro por la culata: la crisis energética permite que el país crezca y paralelamente ahuyenta los riesgos de inflación porque enfría un poco la economía.
Sigamos con los numeritos a la hora de hablar de otro nuevo problema: el aumento del dólar. De 3, 12 llegó a 3, 20. Justo había levantado la temperatura y el riesgo del estallido de los megavatios se había disipado. Por suerte apareció otro numerito. El dólar aumentó un 2% y parecíamos estar frente a una inminente conmoción, la hiperinflación alfonsinista parecía despertarse del largo letargo. De repente, nos interesamos por los bonos argentinos, algo que todos conocemos con precisión y la gente llama a la radio para opinar. Pero para fortuna de todos, el dólar volvió a bajar y quedó en 3, 16 el viernes. Las fieras se agazapan y laten.
El tercer problema de los argentinos es estético y femenino. Tenemos candidata oficialista que usa colágeno y le gusta utilizar su dinero para comprar ropa cara. No importa qué diga Cristina o qué proyecto tenga, lo que importa es el colágeno y que es mujer. La crítica es difusa pero a la mitad de la gente Cristina no le gusta. Aparentemente resulta una locura que una ciudadana se arregle y disponga de su dinero para comprar ropa de marca. Los hombres que lo hacen son distinguidos; las mujeres frívolas.
Para colmo de males fue elegida a dedo como Lavagna fue elegido por su propio dedo, como Macri fue elegido por su propio dedo, como López Murphy, como Blumberg, como Carrió, como Patricia Walsh, etc. Todos los candidatos fueron elegidos a dedo (en su mayoría por sus propios dedos) salvo el candidato a senador por el radicalismo porteño Gil Lavedra. Siendo la selección a dedo un elemento que crispa los ánimos de la ciudadanía republicana de la Ciudad de Buenos Aires, se augura una performance arrasadora del señor Gil Lavedra en los próximos comicios.
Veamos un cuarto problema nuevo: el autoritarismo del presidente. No se sabe bien a qué nos referimos cuando decimos que el presidente es autoritario pero hemos logrado que se instale. Se dice que el presidente es autoritario porque toma decisiones sin consultar a sus ministros y gobierna con decretos. Sin embargo como los gobiernos de Menem, Alfonsín y De la Rúa también gobernaron con decretos y no fueron acusados de autoritarios, no debe ser ésta la razón.
¿Será que no hay libertad de prensa? Yo escucho mucha radio, leo diarios y miro televisión y noto que el gobierno es criticado a veces ferozmente y sin embargo los programas siguen al aire aunque a veces, eso digámoslo con todas las letras, con poco rating.
Tal vez sea que no da conferencias de prensa. Debe ser eso. Por suerte, como pensaba Kant, tenemos una opinión pública crítica y un periodismo sagaz que desnudaría las falencias de cualquier gobierno ineficaz y corrupto como ocurrió con el resto de nuestros gobiernos ineficaces y corruptos. Es un gobierno autoritario porque no habla y no escucha como en la campaña autoritaria del PRO donde no se oía al contrincante (porque el “otro” hace siempre campaña sucia) y sólo se monologaban propuestas compulsivamente.
Por último, el problema más novedoso es el de la corrupción generalizada. Dos funcionarias mujeres del gobierno no tuvieron mejor idea que empezar a corromperse justo cuando existe la posibilidad de que una mujer del oficialismo llegue a la presidencia. Hacerlo cuando faltan 3 meses para las elecciones resultó muy inoportuno. Miceli resultó muy pobre en su materia: siendo ministra de economía sólo recibió 60000 u$s como coima. Un “vueltito” para lo que estábamos acostumbrados en los 90. No alcanza ni para un departamento de 3 ambientes. Aunque tal vez pensándolo bien, una aproximación razonable a la suma nos haga ver que difícilmente se trate de una coima. Seguramente será un sobresueldo como en los 90 pero como aumentar los sueldos de los funcionarios está mal visto debemos seguir demagógicamente con sueldos bajos siguiendo la línea instaurada por la fugaz presidencia de Rodríguez Sá. Así la gente está contenta. Picolotti actuó bajo el ideal del “nepotismo ilustrado”: se llenó de parientes (algunos, aparentemente, idóneos) y compró unos muebles de más. No está probado pero si está en la política debe ser culpable.
Debe ser este un gobierno desastroso: no pasa los 18000 megavatios no sé bien de qué; tiene un dólar que en el último año y medio aumentó 4 centavos; tiene una candidata mujer que se puso colágeno; un presidente que no da conferencias de prensa y dos funcionarias sospechadas de corrupción. ¿No siente usted que con problemas así estamos próximos al abismo?

1 comentario:

Anónimo dijo...

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