viernes, 10 de junio de 2016

Periodismo: ¿1820 o 2016? (publicado el 9/6/16 en Veintitrés)

Hace un año, en ocasión de una nueva celebración del día del periodista, en este mismo espacio, remarqué una particular paradoja. Me refiero a que los periodistas autodenominados independientes celebran su profesión el 7 de junio porque en aquel día de 1810 se publicó por primera vez La Gazeta de Buenos Ayres cuyo director era Mariano Moreno. ¿Por qué habría una paradoja allí? Porque se trata de uno de los ejemplos más groseros de lo que hoy se denominaría “periodismo militante”. En otras palabras, la visión aséptica de un periodismo desclasado, desinteresado y preocupado por los “hechos” no encontrará en La Gazeta ninguna de esas presuntas virtudes porque para Moreno la prensa debía estar al servicio de la difusión de las ideas revolucionarias. Esto suponía publicar diatribas contra el enemigo, ocultar información que pudiera dañar al gobierno y hasta justificar ajusticiamientos hacia quienes no comulgasen con el nuevo horizonte político que intentaba instalarse y que recién iba a consolidarse allá por la década del 80 del siglo XIX. En aquella nota, y sobre esta base, citábamos a Martín Becerra que en un interesante artículo distinguía tres grandes etapas en el periodismo: una primera denominada “facciosa” que iba desde las vísperas de la revolución de mayo hasta mediados de la década del 70 del siglo XIX aproximadamente, esto es, el momento en que surgirían diarios como La Nación, La Prensa y La Capital. A ésta le sigue una segunda etapa, denominada “profesional”, donde se crea el mito del periodismo independiente que se pone por encima de los intereses de las partes para representar a la ciudadanía toda, lo que hoy sería, “la gente”. Esta etapa abarca casi cien años y llega hasta el momento “multimedial” que comienza a forjarse hacia finales de los años 80 del siglo XX. La convergencia tecnológica y el ingreso de capital extranjero permitieron dar forma a la posibilidad de que un solo dueño posea distintos medios de comunicación y que éstos puedan ser, al mismo tiempo, un negocio y, más que nunca, un enorme dispositivo de extorsión hacia los gobiernos.
Aquella nota la había titulado “Feliz día del periodista (faccioso)” porque hacía énfasis en que el periodismo, desde sus orígenes, era el órgano de las facciones en disputa y defendía los intereses de una parte, tal como lo hace ahora. El estilo, las formas, son distintas, pero el espíritu es el mismo, lo cual, por cierto, no tiene nada de malo.
Ahora bien, buscando elementos para graficar la continuidad facciosa del periodismo, recordé un libro que, justamente, había citado en aquella nota. Se trata de Guerras mediáticas, de Fernando J. Ruiz. Allí se le dedican algunas páginas a lo que podríamos pensar como un antecedente del particular momento que vive el periodismo en la Argentina y en el mundo. Me refiero al fraile Francisco de Paula Castañeda quien tuviera un fuerte enfrentamiento con el Gobierno de Rivadavia que le valió varios destierros durante la década del 20. En términos generales digamos que Castañeda atacaba fuertemente el proceso de laicización que pregonaba el nuevo gobierno y para ello creó ocho periódicos tan solo entre 1820 y 1821. Pero hay algo más curioso aún: los periódicos tenían un solo redactor que, por supuesto, era él mismo con seudónimos. Así, para cuatro de estos periódicos utilizaba seudónimos de mujer y, para los otros cuatro, seudónimos de varón, lo cual era una verdadera novedad porque resultaba impensable para la época que se les diera a las mujeres la posibilidad de estar al frente de una publicación. Y no solo eso: también armó un congreso imaginario exclusivamente femenino y hasta redactó las actas de las reuniones que, por supuesto, nunca existieron. Antecedente de Neustadt y, por lo tanto, de buena parte de los periodistas del establishment de hoy, uno de esos cuatro periódicos se llamaba Doña María Retazos, donde “Doña María” emulaba “la voz del pueblo” cuan “Doña Rosa”. Este diario, curiosamente, recibía importante cantidad de cartas de lectores pero, naturalmente, luego se descubriría que era el propio Castañeda quien las enviaba, con seudónimo, a su propio diario.
Según Ruiz, en la página 70 del libro mencionado anteriormente: “La invención de personajes fue una de sus prácticas habituales. Castañeda decía que él hacía “una comedia en forma de periódicos”. En su periódico Desengañador Gauchipolítico escribía una redactora llamada Doña Viuda de la Patria y otras veces Doña Aburrida de Ingratos, Doña a Veces me Falta la Paciencia  (…)”. 
Por su parte, el ataque a las ideas iluministas que invitaban a la Iglesia a separarse del Estado era justificado por Castañeda de la siguiente manera: “Los discípulos (de Voltaire) que son del infinito número jamás por jamás leerán un discurso serio, porque su elemento son las novelas, las fábulas, las sátiras y todo lo perteneciente a ese jaez; pues, amigo mío, para atacarlos yo, es preciso que me entre por las cloacas y lodazales, en donde los impíos se han encastillado, para hacerles ver que también el sarcasmo, el chiste y la sátira pueden servir contra la impiedad, y a favor de la religión”.
Por último, Ruiz recoge del historiador Ricardo Piccirilli la afirmación de que Castañeda lanzó un periódico por cada enemigo, idea central, justamente, de la última novela de Umberto Eco, Número Cero. En este sentido, Castañeda entendía que necesitaba “los fierros”, que no eran armas, sino un medio de comunicación para propagar sus ideas y disputar políticamente. La idea de un periódico por enemigo parece sustentarse en el hecho de que Castañeda publicó más de treinta periódicos a lo largo de su vida, entre ellos, algunos con títulos bastante particulares como Vete portugués que Aquí No es, Eu no me Meto con Ninguem, Despertador Teofilantrópico Misticopolítico y Nación Argentina Decapitada por el Nuevo Catilina Juan Lavalle.

Un medio para atacar enemigos; un medio para hacer política; un único redactor y muchas bocas de expendio; la comedia periódica; la impostura, la farsa de las cartas de lectores multiplicadas bajo seudónimos. ¿Qué periodismo estoy describiendo? ¿El de 1820 o el de 2016?                 

1 comentario:

lamujeralada dijo...

Feliz día del comunicador social Dante!! impecable lo expuesto como siempre. Ahora el poder mediático se maneja ton tal impunidad que ni siquiera invierten tiempo en geniales invenciones, basta con "la gente dice", "Boudou cada día más complicado" y un sin número de potenciales en cada párrafo.Un abrazo