jueves, 27 de agosto de 2015

La necesidad del fraude (publicado el 27/8/15 en Veintrés)

La elección a gobernador de Tucumán estuvo marcada por algunos hechos de violencia y denuncias varias por parte de la oposición que, al momento de escribir estas líneas y escrutadas casi la totalidad de las mesas, estaba 14% detrás del FPV, resultado, por cierto, bastante similar al de las PASO celebradas hace apenas algunas semanas. Como sucedió en elecciones pasadas, funcionando en tándem, políticos opositores, redes sociales y medios tradicionales anti kirchneristas buscaron instalar la sospecha sobre el resultado de la elección denunciando fraude. Tal instalación incluyó fotos trucadas, testimonios apócrifos, relatos y/o telegramas de alguna mesa donde el resultado fuera inverosímil y el hecho real de la quema de urnas en la que, por lo que se sabe hasta este momento, al menos algunos de los implicados serían militantes de la oposición. El recurso es tan antiguo como falaz pues una (supuesta) irregularidad en una/s mesa/s no alcanza para afirmar un fraude, esto es, una acción sistemática y de dimensiones relevantes como para modificar el resultado de una elección. Dicho de otro modo, en la Argentina hay fiscales tramposos, fiscales tontos y fiscales distraídos; también hay clientelismo político y punteros políticos peronistas, radicales y del PRO, pero la sumatoria de todo ello no alcanza para tan livianamente afirmar públicamente que ha habido fraude y, de ese modo, intentar quitar legitimidad al gobierno elegido sea del color que sea.
Ahora bien, están quienes de forma aviesa, y como parte de una campaña sucia, intentan instalar la idea de fraude pero hay otros que creen, de buena fe, que ese fraude existió a tal punto que son capaces de convocarse en una plaza al día siguiente de la elección. Dicho esto, es sobre estos últimos que me gustaría posarme para hacer una reflexión en la que van a intervenir elementos morales, psicológicos y hasta una concepción de la verdad reñida con los principios democráticos.
Porque en sectores de la oposición argentina (sectores opositores “de buena fe”, digamos) hay una necesidad moral y psicológica de que exista fraude. Quizás incluso una necesidad vital, física, de fraude. Las razones son bastante atendibles pues desde hace casi una década consumen medios de comunicación que les dicen que la oposición es mayoría y que el fin de ciclo k es inexorable; interactúan en internet con “amigos”, “foristas” y “seguidores” que creen representativos de la opinión pública y observan la existencia de una mayoría abrumadora que considera que el gobierno está conformado por una casta de ladrones enriquecidos e hipócritas; y en las reuniones sociales con amigos y parientes no hacen más que confirmar cada uno de los juicios que se formaron con la inestimable ayuda de la línea editorial de los medios que consumen y son amplificados por las redes sociales. Como usted puede observar, no hago más que describir un entorno, y tanto opositores como oficialistas tienen entornos de lo cual se sigue que el error no es tenerlos sino pensar que esos entornos son representativos de la totalidad de una sociedad moderna que, en tanto tal, supone una enorme diversidad.
Es más, si usted es oficialista, haga un experimento mental e imagínese qué puede pensar un opositor que observa que, a pesar de que todo su entorno (amigos, socios, parientes, y los medios que consume) profesa un rechazo visceral al gobierno, cada vez que hay una elección, el FPV las gana.

Frente a ese escenario quedan tres opciones: a) el opositor pone en tela de juicio su sistema de creencias considerando la posibilidad de, al menos, revisar su perspectiva en relación al gobierno; b) el opositor no revisa su sistema de creencias pero entiende que su entorno no es representativo del sentir de la sociedad argentina; c) el opositor no revisa sus sistema de creencias, sigue creyendo que su entorno es representativo y, por lo tanto, no le queda más que denunciar fraude. Evidentemente la tercera opción es la más cómoda porque tanto la primera como la segunda ponen en juego su subjetividad, su mirada sobre el mundo y la constitución de su propia identidad. En este sentido, que haya fraude se transforma casi en una necesidad vital, una necesidad tanto moral como psicológica y se trata de un capítulo más de la breve historia de difamaciones al adversario oficialista que se viene desarrollando en la última década en la Argentina, y una breve línea en la historia de la concepción de Verdad occidental desde Sócrates y Platón hasta la fecha. Pues a partir de la enseñanza de estos filósofos entendemos que la Verdad se escribe con mayúscula y es una sola, algo que entra en tensión con nuestras sociedades liberales en las que nadie nos dice que no creamos en la verdad pero se sostiene que dado que nadie tiene un acceso privilegiado a la misma, el Estado no puede tomar partido por una verdad en detrimento de otra. Lo cierto es que la concepción absoluta de la Verdad no da lugar a perspectivas o verdades relativas de modo tal que aquel que no concuerde con esa única Verdad tiene dos opciones: o es ignorante o es corrupto. Si a usted le parece exagerado, preste atención a los análisis que buena parte de la oposición política y comunicacional de la Argentina hace para tratar de comprender por qué el kirchnerismo gana elecciones hace 12 años y allí se topará con dos formas de entender a los votantes kirchneristas: los que votarían gracias a estar hipnotizados por el relato y por una épica que no sería más que una ficción, y los que votarían sabiendo que se trata de una ficción pero defienden al kirchnerismo por ser venales y beneficiarse económicamente con el modelo. El primer grupo sería el de los ignorantes, el de aquellos que no tendrían la capacidad de darse cuenta que les están mintiendo. Allí se incluye a las clases bajas sin formación, a las juventudes formadas pero ingenuas en tanto juventudes y al resto del electorado que se deja seducir por su nostalgia setentista. En el segundo bloque se incluiría a los empleados públicos, a todo aquel pobre que reciba ayuda del Estado y aquel que por su desarrollo intelectual resulta más difícil aglutinar en el grupo de los ignorantes. En este último subgrupo aparecen los comunicadores con afinidad al modelo y los jóvenes formados, trabajen o no para el Estado. A éstos no se les puede acusar de ignorantes pero se los acusa de corruptos tal como Platón acusaba a los sofistas en su época (más allá de que también los acusaba de ignorantes) cuando decidían cobrar por sus lecciones bajo la suposición de que el saber y la virtud eran enseñables. ¿Acaso no se está acusando solapadamente de corrupto a un medio cuando se afirma que se le da x dinero de pauta oficial o no se está acusando solapadamente de corrupto a quien apoya en líneas generales al gobierno preguntándole cuánto cobra? ¿Por qué el dinero que cobra un periodista opositor no alcanza para explicar su posición opositora pero el dinero que cobra un periodista oficialista es suficiente para explicar su posición oficialista? ¿El dinero estatal corrompe pero el dinero privado no? La respuesta se apoya en la absolutista concepción de la verdad que se mencionaba algunas líneas atrás, esa concepción que no admite que pueda haber alguien ilustrado y digno moralmente, capaz de defender una política distinta a la que yo defiendo. ¿Esto significa que este gobierno y sus adherentes son incorruptibles y que todos los votos que recibe son parte de un ejercicio racional decidido sobre la base de toda la información relevante? No. El FPV, como el resto de los partidos, tiene actores y adherentes corruptos, y una parte de sus votantes probablemente lo elija por razones que a muchos nos resultarán triviales, inadecuadas o vergonzantes. Pero no hay ninguna buena razón, salvo una concepción absolutista de la verdad, para suponer que los corruptos y los ignorantes están de un solo lado, casualmente, siempre del lado en el que no estoy yo.    

sábado, 22 de agosto de 2015

De lluvia y de narcisismo (publicado el 20/8/15 en Veintitrés)

Cuando se reflexiona, bien sequito y al lado de la estufa, sobre las inundaciones, se corre siempre el peligro de zigzaguear entre la demagogia y el cinismo. A su vez, en medio de un proceso eleccionario, la tentación de obtener una ventaja política es demasiado grande y el adversario suele aprovechar para golpear al responsable de la jurisdicción afectada. Hoy le toca a Scioli pero ayer le había tocado a De la Sota con una inundación sin precedentes y a Macri, que parece haber solucionado el problema de las inundaciones en Belgrano pero, entre la falta de planificación y tanto “dejar hacer” al mercado, no pudo evitar que la última gran lluvia estragara barrios enteros que nunca habían tenido dificultades. Incluso la gestión en Tigre del propio Sergio Massa ha sido puesta en cuestión pues casualmente resulta que tras grandes desarrollos inmobiliarios vemos cómo el agua “caprichosamente” decide pasar de largo frente a los barrios ricos y depositarse en aquellos barrios pobres que no sufrían inclemencias de ese tenor en el pasado.
Con esta introducción, yo puedo hacer algo fácil y decir que la culpa es de los políticos, independientemente del partido y la ideología, que roban y no hacen las obras que se debieran hacer. Es más, puedo ir a la TV, y jugando al héroe popular, invitar a un funcionario de cualquiera de esos gobiernos para, con rictus de indignación, decir que ninguna explicación alcanza cuando vemos un niño que ha perdido su casa. Tal aseveración no es falsa pero impide cualquier tipo de reflexión e invalida el diálogo lo cual sigue siendo menos importante que la vida del niño pero ayuda a que sigamos sin encontrar soluciones pues las mismas van bastante más allá de una obra más o una menos.
Para ser claros: ¿los Estados/gobiernos deben hacer obras? Sí, claro. ¿Debieron haberlas hecho y no las hicieron? Esa es una evaluación más técnica e implica un análisis caso por caso pero la sensación es que falta y, a su vez, siempre es posible hacer más. De hecho, los lugares donde las obras se hicieron lograron mitigar las consecuencias de la sorprendente cantidad de agua caída.
¿En cuánto influye el ya mencionado “boom” inmobiliario, el tipo de siembra y los canales clandestinos que los dueños de grandes extensiones de tierra utilizan para beneficiarse económicamente sin medir las consecuencias en la población aledaña? Aquí también hay discusiones pero nadie es capaz de negar que estos factores sean relevantes. En todo caso lo que se discute es cuán determinantes son, qué intereses son los que traban las legislaciones que impiden este tipo de acciones y qué decisión política existe para intervenir.    
¿Los trastornos del evidente cambio climático eximen de responsabilidad a los Estados/gobiernos? No, aunque tampoco es tan fácil responder que sí pues debiera trabajarse en una infraestructura capaz de enfrentar este desafío pero, a su vez, resulta evidente que nadie parece capaz de prever qué consecuencias inmediatas trae el calentamiento global a tal punto que, como se puede observar, los desastres climáticos no discriminan y se dan por igual en países del primer y tercer mundo.
Llegados a este punto, dado que quien escribe estas líneas no es un especialista y existen voces discordantes y matices, simplemente sugiero adoptar una mirada planetaria, informarse acerca del cambio climático y tomar en cuenta, ahora sí, la responsabilidad de las grandes potencias y las grandes empresas, ambas comprometidas con un sistema de producción que en pocos siglos ha alterado de forma dramática las condiciones del planeta a punto tal que se abren interrogantes acerca de los modos de habitabilidad que los humanos podrán ejercer en un futuro no tan lejano. En esta línea sería deseable al menos repasar el libro de Naomi Klein, recientemente publicado en castellano y titulado, Esto la cambia todo. En la introducción a esta obra, la autora de La doctrina del shock menciona proyecciones que hablan de un aumento de la temperatura del planeta que iría de 2° a 6° lo cual tendría, sin dudas, efectos devastadores. En sus propias palabras: “Grandes ciudades terminarán muy probablemente ahogadas bajo el agua, culturas antiguas serán tragadas por el mar y existe una probabilidad muy alta de que nuestros hijos e hijas pasen gran parte de sus vidas huyendo y tratando de recuperarse de violentos temporales y de sequías extremas. Y no tenemos que mover ni un dedo para que ese futuro se haga realidad. Basta con que no cambiemos nada y, simplemente, sigamos haciendo lo que ya hacemos ahora, confiados en que alguien dará con el remedio tecnológico que nos saque del atolladero”.
Asimismo, la reciente encíclica papal, Laudato si, refiere específicamente a la problemática del cambio climático en la “Casa común” y allí Francisco denuncia que el poder económico y el capitalismo voraz está destruyendo al planeta afectando primeramente y, sobre todo, a los más pobres. Por otra parte, siguiendo la línea de la doctrina social de la iglesia, el actual papa indica que el norte tiene un deber de reparación para con el sur, que hay que revisar la propiedad de la tierra y, sin llamar a un romanticismo ecologista, pide explorar formas alternativas de producción para atenuar la maquinaria capitalista. El documento, además, se interna en una disputa hermenéutica al interior de la doctrina cristiana para denunciar una interpretación acomodaticia de las sagradas escrituras. Así, en el apartado 67 indica: “No somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada. Esto permite responder a una acusación lanzada al pensamiento judío-cristiano: se ha dicho que, desde el relato del Génesis que invita a «dominar» la tierra (cf. Gn 1,28), se favorecería la explotación salvaje de la naturaleza presentando una imagen del ser humano como dominante y destructivo. Esta no es una correcta interpretación de la Biblia como la entiende la Iglesia. Si es verdad que algunas veces los cristianos hemos interpretado incorrectamente las Escrituras, hoy debemos rechazar con fuerza que, del hecho de ser creados a imagen de Dios y del mandato de dominar la tierra, se deduzca un dominio absoluto sobre las demás criaturas. Es importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras «labrar» significa cultivar, arar o trabajar, «cuidar» significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar. Esto implica una relación de reciprocidad responsable entre el ser humano y la naturaleza”.
Ahora bien, más allá de la disputa interpretativa, el documento discute filosóficamente sobre el tipo de sociedad en la que vivimos y el punto de vista acerca del Hombre que hemos heredado de la modernidad. Si bien la doctrina social de la Iglesia no aporta demasiados matices conceptuales y equipara fácilmente ateísmo, modernidad, nihilismo y egoísmo como si todos estos aspectos estuvieran esencialmente entrelazados, quiero posarme en una interpretación sobre la cual será más fácil acordar: el cambio producido por la “revolución científica”. Con este me refiero no solo  al nuevo paradigma científico que se impuso a partir del siglo XVII basado en la experimentación y la comprobación empírica sino al modo en que se empezó a pensar la relación entre el Hombre y la Naturaleza. Porque efectivamente la modernidad instituyó un quiebre, una fractura por la cual se estableció la diferenciación entre sujeto y objeto y sobre esta distinción el Hombre, en tanto sujeto, asumió el lugar de dominio y la naturaleza, en tanto objeto, el rol de dominada. Se rompe así la idea de un Hombre en relación armónica con la naturaleza y una ciencia meramente descriptiva y especulativa para pasar a una mirada instrumental, a una ciencia al servicio de los deseos de dominación del Hombre, una ciencia que no solo intenta comprender sino también modificar y someter. Desde aquellos tiempos hasta hoy, entonces, los avances científicos forjaron también una mirada del Hombre como todopoderoso que es agredida cada vez que se produce en la naturaleza un fenómeno que no hemos podido prever. Se trata de un golpe al narcisismo de la humanidad que no tolera su dependencia a ese objeto que desde hace siglos está allí con la única finalidad aparente de ser saqueado. En este sentido, el episodio de las lluvias puede ser una buena excusa no solo para identificar qué tipo de infraestructura es necesaria para afrontar el desafío del cambio climático sino también para reflexionar acerca de qué imagen hemos forjado de nosotros mismos y cómo avanzar hacia un nuevo paradigma que implique repensar el vínculo con la naturaleza, responsabilizarnos por las consecuencias de nuestro sistema de producción y asumir la debilidad y la precariedad de nuestra vida en el planeta.                        



jueves, 20 de agosto de 2015

La verdadera "operación" en twitter (publicado el 19/8/15 en Diario Registrado)

En las últimas horas, sectores del oficialismo denunciaron una campaña sucia de Mauricio Macri contra Daniel Scioli en la red social Twitter. Más específicamente, el Jefe de Gabinete habló de un “ejército de trolls” orquestado para generar tendencias e imponer agenda en la opinión pública a través de la viralización de palabras clave e imágenes. Entre ellas se puede observar una foto de Daniel Scioli y Karina Rabolini en un hotel lujoso de la paradisíaca isla de Cerdeña y un video de unos vecinos increpando al actual Gobernador. Lo cierto es que la foto correspondía a la isla de Cerdeña pero era de un viaje que el candidato oficialista y su esposa habían realizado años atrás y el video en cuestión no era de 2015 sino de 2013. La situación recuerda un artículo de Pascual Serrano titulado “Venezuela y Twitter: la orgía desinformativa”, publicado el 17/2/2014 http://www.eldiario.es/zonacritica/Venezuela-Twitter-orgia-desinformativa_6_229987023.html , en el que el español analiza la campaña de desinformación y tergiversación que se llevó adelante desde Twitter en ocasión de un intento de desestabilización en Venezuela. Allí aparecían fotos de protestas, represión, y asesinatos de civiles en España, Chile y Siria, entre otros, que, sin embargo, fueron viralizadas como pertenecientes al presente de Venezuela. Incluso había una foto en la que aparecía un muchacho realizándole sexo oral a un conjunto de policías y que circuló como una demostración de las vejaciones a las que sometía la policía chavista a los estudiantes opositores. Sin embargo, Serrano mostró que aquella foto había sido extraída de un sitio web porno y que tal escena pertenecía a una película porno gay.  
Juan Courel, secretario de Comunicación Pública de la Provincia de Buenos Aires, dio más precisiones y denunció que el 36% de las cuentas que siguen a Mauricio Macri son falsas, cuentas robots, o inactivas, pero están allí para generar, a través de un sistema de reenvíos constantes, la instalación de los “trending topics” o “tendencias”; y que un porcentaje similar se hallaría en cuentas como las de María Eugenia Vidal y otros dirigentes del PRO.
Tal situación no debe sorprender pues, ya en el año 2010, el periódico Miradas al Sur había denunciado la existencia de una agencia de marketing político liderada por Carlos Souto, encargada de congestionar los llamados a las radios e intervenir en las redes sociales atacando a referentes o acciones que llevara adelante el gobierno nacional. Este “grupo de tareas virtual” también actuaba contra ciudadanos comunes pues aquel usuario que vertiera opiniones en favor del gobierno o en contra del Grupo Clarín recibía inmediatamente una andanada de mensajes violentos y hasta intimidatorios para que cada vez que decida escribir lo piense dos veces.
Ahora bien, más allá de estas particulares y tóxicas batallas virtuales, la verdadera y más profunda “operación” no es la que sistemáticamente y con cada vez más peso pueda llevar una agencia de publicidad sino la instalación, desde los medios dominantes y los soportes tradicionales, de la idea de que las redes sociales son un termómetro de la sociedad, un espacio representativo del sentir del pueblo. Esa es la verdadera “operación” porque el crédulo no se da cuenta que las redes sociales hoy son la amplificación de la agenda e intereses de los medios tradicionales y que el círculo se cierra cuando los medios tradicionales toman “la voz” de las redes sociales para confirmar la agenda que ellos mismos instalaron. El formato es recurrente: el diario lo pone en los titulares a la mañana, la radio lo reproduce en las horas que siguen, las redes lo comentan y a la noche la TV lo refuerza con imágenes y citando a 4 o 5 protoperiodistas tercerizados o, simplemente, a un par de idiotas útiles con una cuenta en Twitter. Así, el silogismo es que las redes sociales están hablando de esto y si las redes hablan de esto debe ser porque la sociedad entera está hablando de esto y si la sociedad entera está hablando de esto es porque el tema es de relevancia para la opinión pública. Sin embargo, una red social donde alcanza con 3000 o 4000 repeticiones de una palabra para generar tendencia no es representativa de la sociedad sino el juego onanista de un sector pequeñísimo, ABC1, con acceso a determinados bienes y donde por mínimas dosis de buena información e intervenciones inteligentes, se pueden observar cantidades ingentes de cinismo, estupidez, violencia y, sobre todo, en nombre de la velocidad, un profundo y visceral desprecio por la palabra.         



viernes, 14 de agosto de 2015

Prolegómenos de un viaje hacia octubre (publicado el 13/8/15 en Veintitrés)

Todo el palabrerío que circunda en los meses, semanas y días previos a una elección se enfrenta a la cruda realidad en el preciso momento en que se abren las urnas y se cuentan los votos. Claro que, por suerte, para aquellos que somos parte del palabrerío y vivimos de eso, ningún resultado habla por sí mismo ni tiene una lectura unívoca de modo que el círculo del palabrerío vuelve a comenzar.
¿Quién es el gran ganador y el gran perdedor de la elección? ¿El resultado plantea un nuevo escenario? ¿Hubo sorpresas? ¿Las encuestas siguen siendo operaciones de quien las paga o son representativas de la voluntad ciudadana? Las preguntas podrían continuar pero me contentaría con tomar como eje las aquí mencionadas aunque, quizás, de manera entremezclada. Porque, por ejemplo, hay una conexión entre la pregunta acerca de los grandes ganadores y perdedores de la elección y las sorpresas, o dicho de otra manera, el carácter de gran victoria o gran derrota muchas veces no obedece a los números duros sino a su adecuación a las expectativas. Y a su vez, decretar un nuevo escenario está relacionado también con los diagnósticos y las lecturas previas.
En este sentido se podría decir que el FPV obtuvo lo que las encuestas auguraban alcanzando una diferencia del orden de los 8,5%. La distancia con su inmediato competidor no es definitiva pero es importante especialmente si se toma en cuenta que, candidato contra candidato, esto es, Scioli versus Macri, la diferencia supera los 14%. Asimismo, el oficialismo ganó en 20 de los 24 distritos obteniendo incluso un gran triunfo en Santa Fe y, en 2 de los 4 en los que resultó perdidoso, San Luis y Córdoba, es de esperar que el escenario cambie pues De la Sota no va a competir y se desconoce si Adolfo Rodríguez Saá  continuará como candidato para ayudar a que su hermano se alce con la gobernación o acordará con el gobierno nacional un apoyo a Scioli.     
Con todo, el escenario ideal para el oficialismo hubiera sido superar la barrera de los 40 (quedó a 1,5% de ese umbral) y aventajar por más de 10% a la principal alianza adversaria (objetivo para el que, también, como se indicaba antes, quedó a 1,5%).
Comentario aparte merece la elección interna del FPV en la provincia de Buenos Aires, elección que se fue ensuciando desde un principio con incomprobables acusaciones cruzadas, chicanas y encuestas truchas. Y por si esto no alcanzara, el domingo anterior a la elección, el principal espacio opositor de la Argentina, el grupo Clarín, montó una obscena operación en la que una diputada nacional prestó su casa para que desde allí se le diera voz y legitimidad a condenados por asesinato y narcotráfico que, tras varios años y ni una sola mención en el juicio, embistieron contra la figura del actual Jefe de Gabinete. Sin embargo, aun estando enormemente floja de papeles, paradójicamente la operación enardeció las ya de por sí enardecidas diferencias que se venían dando “hacia adentro” entre una fórmula que era presentada como representativa del ala progresista del kirchnerismo y una fórmula presentada como representativa del peronismo más clásico. La intuición de quien escribe estas líneas es que la acusación de Clarín contra Fernández no le quitó votos sino que le permitió “fidelizar” los que ya poseía e hizo salir de la “neutralidad” al núcleo duro del kirchnerismo que en la última semana decidió tomar partido claramente por la fórmula que incluye al Presidente del AFSCA Martín Sabbatella.    
Aun así, frente a todos los pronósticos, la diferencia fue de un escaso 2% y sumando las dos fórmulas, el FPV arañó los 40 puntos, número que, en la provincia, está por debajo de lo esperado.   
Y si hablamos de Buenos Aires hay que destacar la buena elección de María Eugenia Vidal, aunque, para ser más preciso y con todo respeto por la señora, cabría decir que la buena elección la hizo Macri pues los votos de Vidal son, en realidad, votos de quienes desean que el expresidente de Boca llegue a la presidencia y votarían cualquier delegado que éste sugiriera. Si bien es un contrafáctico, los votos que pudiera tener Vidal si no estuviese “colgada” de la boleta de Macri serían, sin dudas, muchos menos. La buena elección en provincia de Buenos Aires (cerca del 10% por debajo de Scioli) fue determinante para que la distancia a nivel nacional no fuera lo suficientemente amplia y que con los votos de Ciudad de Buenos Aires, Macri pudiera mantenerse con expectativa de alcanzar la presidencia, más allá de que el candidato del PRO obtuvo 41,66% en su distrito, esto es, algunos puntos menos que los que supo obtener su delfín, Rodríguez Larreta, en la primera vuelta de la elección a Jefe de Gobierno.      
Por otra parte, Massa resistió la polarización y en la sumatoria con De la Sota alcanzó una aceptable performance de 20% que lo deja “en cancha”. Será difícil que resista la polarización que vendrá pero lo cierto es que parece que cerca de un 15% de la sociedad está dispuesta a depositar la confianza en el exjefe de gabinete de CFK que dice proponer la “vía del medio”.
Con los resultados, naturalmente y con bastante poca sensatez, no hay periodista opositor que se prive de sugerirle a Massa y a Macri que se unan, algo que “técnicamente” es imposible y que políticamente no sería aceptable por ninguno de ellos. Pues Macri logró posicionarse como la alternativa al kirchnerismo que más votos obtuvo y, con ello, especula que el voto antikirchnerista que en las primarias se dispersó, se reoriente hacia él. Su cálculo es que el 30% obtenido es el piso y que al oficialismo le costará alcanzar el 45% en primera vuelta, lo cual llevaría a un ballotage que, según el ingeniero, acrecentaría sus chances de vencer. De modo tal no necesitaría de ningún acuerdo con Massa porque acordar sería ceder algo a su adversario con un objetivo que puede ser conseguido sin ceder nada. En cuanto al tigrense, su construcción es a largo plazo y tras el error de no dedicarse a hacer pie en su provincia, la idea es lograr instalarse como candidato nacional de cara a 2019. A su vez, diputados, senadores e intendentes dependen de la suerte del actual diputado de modo tal que pretender “bajarlo” es una verdadera utopía.     
En el oficialismo, por su parte, se especula con que el objetivo de los 40% con diferencia de 10 está cerca y que el natural reacomodamiento del voto que se produce entre las PASO y las elecciones generales hacen que las 4 decenas sean el piso y no el techo de Scioli. Asimismo, el 38,5% obtenido por Scioli es un voto “puro” mientras que Macri tendrá que convencer a los votantes de Carrió y Sanz para que ahora lo voten a él. Si bien entre ambos suman apenas 6% y el puñado de votantes de Carrió probablemente se incline por el ingeniero, no parece tan claro que el voto radical se dirija hacia allí sin más, pues Sanz puso en alquiler el partido y logró que el radicalismo vaya sin candidato propio a cambio de “colgarse” de un candidato competitivo que acabe fortaleciendo las estructuras locales, pero eso no significa que el votante radical se sienta representado por Macri. En este sentido, la beneficiada indirectamente podría ser una Margarita Stolbizer que con 3,5% de los votos demostró que hoy la ciudadanía no cree posible un discurso progresista por fuera del kirchnerismo.           
Para finalizar, cabe decir que, sin dudas, los ataques al oficialismo estarán dirigidos a Aníbal Fernández, quien sería, presumiblemente, el futuro gobernador de la provincia de Buenos Aires. Tales ataques, probablemente, no alcancen para que el jefe de Gabinete pierda su elección (recuerde que en Provincia de Buenos Aires no hay ballotage y se gana, simplemente, obteniendo un voto más que el adversario) pero será la forma velada de atacar a Scioli para que éste no logre los puntos que le permitan alzarse con la victoria.




viernes, 7 de agosto de 2015

No propongas, no expliques, no ataques, no te defiendas (publicado el 6/8/15 en Veintitrés)

La anterior fue una semana en la que tomó estado público un video en el que diversos economistas que apoyan, directa o indirectamente, la candidatura de Mauricio Macri, exponen diagnósticos, recetas y hasta estrategias electorales. Allí aparece, por ejemplo, Carlos Melconián  impúdicamente mencionando las dificultades que trae haber jubilado a millones de personas que, por la precariedad laboral que sufrieron a lo largo de toda su vida, no tuvieron el beneficio de tener un empleador que le hiciera los aportes. Junto a él se encontraba José Luis Espert quien agregó que un Estado que se sienta en la mesa de las paritarias para impedir que la relación de desigualdad entre empleador y empleado se imponga, es parte de una lógica fascista. Pero en la mesa no podía faltar Miguel Ángel Broda quien indicó que de lo que se trata es de saber si haremos el ajuste planeado o a los golpes porque la macroeconomía, tarde o temprano, saldrá de la anestesia que le ha impuesto el, hasta ahora exitoso, plan marxista (SIC) del actual ministro de economía.
Sin embargo, mientras de manera casi delirante un sector del oficialismo prácticamente acusaba a Macri de pedófilo y de avalar el trabajo esclavo por un spot publicitario con una niña (como si no existieran razones políticas de peso para oponerse al expresidente de Boca), pasó de largo un video en el que se puede ver a otro miembro del PRO, el economista neoliberal Federico Sturzenegger, en una suerte de conversación distendida frente a un auditorio universitario y angloparlante. Más precisamente, tal como indica el portal infobae, el hombre que formó parte del equipo del ex ministro Domingo Cavallo, brindó estas palabras el 16 de abril de 2014, en la Universidad de Columbia y en el marco de una charla que tituló “El camino de la academia a la política: los desafíos de la formulación de políticas en la Argentina”.  
               Sturzenegger, con un inglés muy fluido, tono risueño y un auditorio que lo invitaba a la complicidad, confiesa que, en ocasión de su candidatura para las elecciones de medio término en el año 2013, mantuvo entrevistas con el “Gurú” Jaime Durán Barba quien le dio una serie de consejos para que aplicase en la campaña. Más específicamente, el ecuatoriano le dio cuatro directivas: no propongas, no expliques, no ataques y no te defiendas.
Es sintomático observar el rostro de Sturzenegger cuando realiza este relato pues aun para quien considera que vivimos en un tiempo histórico de fin de las ideologías y de fin de los grandes relatos, el consejo de Durán Barba le resulta de un cinismo pasmoso que no deriva en angustia ni desazón pero sí en un cándida mueca demasiado parecida a una risa nerviosa.
Con todo, lo cierto es que si realizamos el ejercicio de volver a observar, por ejemplo, el debate en el que participó Sturzenegger algunas semanas antes de la elección de 2013, hay que aceptar que el libreto fue bien aprendido y que, en general, todos los candidatos PRO tienen bien presente los consejos de su coach.    
              Dado que es un contrafáctico no podríamos saberlo pero sería interesante imaginar qué le sugeriría Durán Barba a un candidato de otro partido, por ejemplo, a un candidato como Néstor Kirchner o un candidato de la izquierda. Dejando de lado que ni Néstor Kirchner ni un candidato de la izquierda radicalizada aceptaría los consejos del marketing político más burdo, utilizo esos ejemplos para pensar si Durán Barba tiene la misma receta para cualquier candidato (lo cual lo transformaría, más que en un consejero, en un ideólogo y un impulsor de una propuesta (de vaciamiento de la) política o tendría la versatilidad como para ofrecer distintas recetas según el perfil del candidato, los principios del partido y el plan que se quiera llevar adelante. Y la sensación es que Don Jaime siempre propone lo mismo y siempre asesora a candidatos con un mismo perfil, lo cual, sinceramente, permitiría instalar algunas dudas acerca de su capacidad y su influencia. Es más, a juzgar por su desempeño en Argentina como asesor del PRO, cabría decir que, hasta ahora, ha sido más eficaz en mostrarse necesario que en obtener buenos resultados.
Sin embargo, suponiendo que estamos frente a un hombre versátil y abierto ideológicamente trabajando al servicio de quien lo contrata, cabría decir que las directivas dadas a los candidatos PRO son razonables. Es más, déjeme confesar lo siguiente: si el PRO decidiera contratarme como asesor mi recomendación sería la misma, algo que, por supuesto, variaría si me contratase el FPV o el FIT pues allí la estrategia debiera ser otra. Pero yo les diría a los candidatos PRO que en este contexto “no propongan nada” pues sus propuestas van a contramano de los valores y las conquistas que al menos hoy se han naturalizado en la sociedad tras 12 años de la impronta estatalista impulsada por el kirchnerismo. Por supuesto que, también, les diría que no expliquen porque al explicar correrían el riesgo de dejar en evidencia el diagnóstico y la solución considerada necesaria para el escenario planteado.
Asimismo, si me tocara asesorar a un candidato PRO también le diría que no ataque porque un sector de sus votantes está demasiado atento a los buenos modos y puede permitir que una política económica lleve al 50% de pobreza siempre y cuando nadie levante la voz ni ataque crispadamente a su adversario político. En este mismo sentido, le sugeriría que tampoco conteste las acusaciones, no porque necesariamente sean falsas, sino porque contestando se da entidad a la acusación y ésta no puede sostenerse demasiado tiempo en estado público si cuento con un blindaje mediático sin precedentes.        
Por último acuerdo con Durán Barba en que para triunfar en un debate no hay que mostrarse demasiado inteligente pues a muchos de los que creen en los debates les encanta identificarse con los que son de su condición y la mediocridad del sentido común argentino considera que quien sobresale es quien, a la larga, está urdiendo el plan para perjudicarlos. Y, claro está, si fuese un asesor PRO suscribiría ciento por ciento a aquella afirmación del ecuatoriano destacada por Sturzenegger que indica que no hay que proponer ni explicar ni atacar ni defenderse pues lo que importa es que una vez en el gobierno vas a poder hacer lo que quieras. Claro que eso solo podría decirlo si me tocara asesorar a un conjunto de dirigentes cuyos planes, de hacerse públicos, recibirían el rechazo de una parte importante de la población, tan importante que le impediría alzarse con la elección. En cualquier otro caso, afirmaría que las propuestas, las explicaciones, los ataques y las defensas son necesarios, estratégicos y hasta un deber si se tiene la convicción de que se posee un plan que será aceptado por las mayorías y si se asume la responsabilidad de dotar de sentido a la representación popular.