jueves, 6 de septiembre de 2012

La revolución no será respirada (publicada el 5/9/12 en Diario Registrado)


La llegada al país de Sri Sri Ravi Shankar, en el marco del ciclo de charlas “Buenos Aires, capital mundial del amor” que cuenta con el auspicio del gobierno de la ciudad y el grupo Clarín entre otros, desató una enorme cantidad de polémicas. La más interesante tiene que ver con la eterna discusión acerca del Estado neutral o perfeccionista. En otras palabras, ¿los Estados deben comprometerse con un ideal de buena vida y fomentarlo ya sea en forma de meditación ya sea en formato de Nestornauta? ¿O deben permanecer neutrales y dejar que sean los individuos y la propiedad sociedad civil la que se agrupe y desarrolle su propia concepción de lo que considera una vida digna de ser vivida? Esta última visión es la de cierta línea al interior de la corriente liberal, la cual suele recibir la acusación de esconder, detrás de la mascarada de la neutralidad, una concepción del bien. Tales críticos, entonces, sostienen que aun los Estados pretendidamente neutrales acaban siendo perfeccionistas, esto es, acaban fomentando en mayor o menor grado, lo que consideran un buen vivir.
 Dicho esto y asumiendo que el gobierno de la ciudad no puede cumplir con la incumplible neutralidad, la pregunta es ¿qué ideal, qué visión intenta fomentar? Si bien es injusto llegar a proposiciones taxativas a partir de un solo hecho, la importancia que la administración PRO le está dando a este evento va bastante más allá de vínculos personales o gustos particulares de algunos de sus miembros. Con esto quiero decir que hay una definición de la política detrás de este ciclo de conferencias además de una insólita junta de personajes que, con todo respeto, parecen salidos de un cuento teratológico y posmoderno. Por citar algunos de los conferencistas y los títulos con que se autonominan: René May, Francia, Maestro Sanador; Daniel Goleman, Estados Unidos, Inteligencia Emocional; Ari Paluch, Argentina, Comunicador espiritual; Gabriel Rugiero, Argentino, Brujito (SIC) Maya; Ariadna Tapia, México, Angelóloga (SIC); Liliana Hollman, Argentina, psicóloga especialista en terapias de regresión a vidas pasadas (SIC); Pablito (SIC) Martín, Argentina, chef y periodista. Invito a los interesados a ver la lista entera de conferenciantes en la página  http://www.fevida.com.ar/conferencias-fevida.html donde verán cómo entre los ya mencionados aparecen entremezclados no sólo Mauricio Macri sino el Presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti (quien a último momento desistió) y el legislador del PRO Avelino Tamargo quien a pesar de hacer política y ocupar un cargo legislativo disertará sobre “La espiritualidad como respuesta a las causas de la sociedad argentina”, lo que se presume será, la continuación vernácula de aquel clásico de Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo.
          Pero más allá del bizarro listado, y mientras varios programas de televisión nos enseñan a respirar profundo como forma de aventar todas nuestras desgracias, ¿qué concepción de la política subyace a estos denominados referentes espirituales? Es muy difícil encontrar una definición que pueda cubrir este amplio espectro de trayectorias pero el apotegma retomado por Marcelo Tinelli a partir de su vínculo con El Arte de Vivir, la Fundación presidida por Sri Sri Ravi Shankar, es sintomático:   “si sucede conviene”. Lo que expresa tal frase tiene larga trayectoria tanto en la historia de las filosofías que se expresaron desde diferentes puntos de vista a favor de una cierta armonía preestablecida,  los “mejores mundos posibles” o los secretos designios de la Naturaleza, como así también a partir de los pensamientos mitológicos que justificaban cualquier hecho natural como una intervención de la o las divinidades.  
Pero el “si sucede, conviene” condensa un clima de época. Por un lado exalta lo dado y nos invita a interpretarlo acríticamente. Así, desde este punto de vista, la pobreza, la injusticia social, la violencia de género, los genocidios, son todos fenómenos que suceden o sucedieron y de los cuales debemos obtener una “conveniencia”. Como conviene no debemos criticarlos ni transformarlos. Ni siquiera debemos buscar culpables de tropelías pasadas porque eso que sucedió, al fin de cuentas, convino. Y en esta conveniencia aparece el signo de nuestros tiempos: no hay que criticar lo dado porque, al fin de cuentas, hacerlo, no trae beneficios. Esto supone la realización de un cálculo economicista en el que se está más cerca de una ética empresarial que de una ética de valores trascendentes. Hay que respirar hondo y meditar porque la única manera de resistir un exterior hostil es a través de la resignación y la introspección hacia el mundo interior, único ámbito donde alcanzar la felicidad bajo la suposición de que ésta se puede constituir independientemente de los vínculos sociales y comunitarios en un armado completamente esquizoide.
Por ello, sin caerle encima a los usuarios y consumidores medios de este tipo de prácticas en las que algunos pueden hallar genuinos sentidos que las religiones tradicionales hoy no pueden brindarles, tengamos en cuenta que la meditación es también una política y, por sobre todo, que la revolución no será respirada. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Dante.
Una vez, alguien digno de mérito dijo: "cuando hay una crisis de lo público reaparecen los ideales epicuros y estoicos." Efectivamente las "enseñanzas2 de algunas de estas personas parecen reflejar burdamente aquellas escuelas surgidas, es bueno recordarlo, en un contexto de ocupación imperial que impedía a los ciudadanos ejercer la función pública, gobernarse. Ahora, si podemos gobernarnos ¿por qué asumir estoicamente que "si sucede conviene"? ¿por qué aislarnos de lo comunitario en nuestro "jardín interior"?.
Parece bastante claro que el ideal de buena vida que fomentan los nostálgicos de los 90' es el del ciudadano aislado de lo público. Afortunadamente desde diversos lugares, y cada vez más, se propone otro tipo de construcción de la subjetividad vinculada a lo comunitario.
Saludos.
Santiago

Anónimo dijo...

Toda doctrina, filosofía ó escuela, cualquiera sea su origen merece ser considerada si es realmente sincera, es decir, si proviene - aún con errores - de la buena fe.
Cuando el individuo olvida que integra algo de una magnitud superior a la suya personal, su familia, su vecindario, su barrio, su ciudad, su país, su continente, su planeta, etc., se convierte en algo así como una célula maligna que se aisla de su entorno y emprende una vida exclusiva.
Sin siquiera opinar de las bondades de una adecuada respiración, así como también del aire y el agua puros, cuando estas teorías tienen una base comercial con promoción y publicidad por parte del poder económico que normalmente evade su responsabilidad en la inclusión y en el bien de TODA la comunidad, estamos hablando de otra cosa.
Y si al frente también está el bicialcalde, entonces, pasemos a otro tema después de esbozar una sonrisa.

Faltan 89 días para el 7 de diciembre.

Saludos
Tilo, 71 años