jueves, 18 de agosto de 2011

No es (sólo) la economía, estúpido (publicado el 18/8/2011 en Veintitrés)

Y de repente, sobraron las palabras. Se hizo un silencio. Todo se detuvo. La compulsión al análisis interesado o, simplemente, equivocado que ocupaba los espacios de diarios, revistas, programas de radio y televisión se paralizó. Fue como un instante de suspensión, un tiempo no cronológico sino interno, un vacío para muchos, un estupor acompañado en algunos casos por un hilo de senil baba, de búsqueda de razones, de la encuesta que no acierta, del asco disimulado, de un supuesto choripán que engrosa los bolsillos. Se anunciaba que CFK había obtenido más del 50% de los votos en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias y el ataque asfixiante de la prensa militante opositora mordió el polvo y alguna almohada también.

Como nos enseña Borges, el hecho de crear realidades paralelas hace que rápidamente se olvide el carácter imaginario de estas construcciones lo cual tiene como consecuencia la posibilidad de confundir el ámbito de lo real con el ficcional. Hoy, el operador travestido de periodista, sólo en algunos casos sabe lo que hace y generalmente reproduce su Truman show, su excitabilidad ante los desastres y su onanismo fetichista ante la banalidad vista ya como un objeto de consumo profundamente adictivo.

Y sin embargo, paralelamente, pasan otras cosas. La reforma política da indicios positivos: las PASO tuvieron una altísima participación, incluso mayor que elecciones presidenciales anteriores; la gente sabía bien qué votaba y una prueba estuvo en que los votos nulos y en blanco se mantuvieron en el orden de los números que suelen darse elección tras elección; el control al financiamiento privado permitió que advenedizos adinerados no puedan seducir al electorado a través de la despareja y abrumadora prepotencia del dinero encarnada en publicidad implícita y explícita; y los espacios adjudicados gratuitamente a los partidos lograron que la ciudadanía tenga mayor conocimiento de los candidatos; por último, el piso del 1,5 pese al rezongo atávico y la histeria de una izquierda que encuentra su razón de ser en falsas persecuciones explicables menos por politólogos que por psicoanalistas, no resultó una barrera infranqueable ni mucho menos: sólo candidaturas pintorescas y testimoniales no llegaron a ese mínimo razonable.

Resta, claro está, que para próximas elecciones los partidos no desvirtúen el espíritu de la ley y se sometan a la voluntad ciudadana para dirimir sus internas de modo tal que no transformen a éstas en un trámite de confirmación de las decisiones que se cocinaron puertas adentro de los respectivos aparatos. Pero esto no es un problema de la ley sino de los partidos.

En cuanto a los resultados, las predicciones de los medios dominantes fallaron una por una en una especie de venganza cruel de la realidad: en el bastión de Macri, ganó CFK y Duhalde, con el apoyo explícito del PRO, ganó sólo en las tres comunas donde habitan un músico rosarino asqueado y una gran cantidad de mujeres estiradas a las que el peronismo de Lomas de Zamora sólo puede seducirle en las fantasías sexuales reprimidas que incluyen morochos rancios con cara y ropa de albañil. CFK además, ganó en la tierra de Cobos, para quienes no lo recuerdan, un ex político mendocino. Por si esto fuera poco, el aparato del PJ, que venía actuando díscolamente en las elecciones distritales anteriores demostró que, ante todo, es peronista, lo cual implica que en las nacionales no jode y se encolumna detrás del ganador más allá de que rumie por lo bajo. Pero no podemos olvidar el famoso pánico al “voto del campo”. De ello sólo quedó alguna declaración de De Angeli cercano ya a una suerte de Stand up agrario, y una foto que se filtró de Biolcatti, durmiendo en el banco de una plaza tapado con libros de Sarmiento. Por último, quienes apuntaban a las jugadas intestinas en provincias centrales ahora deberán explicar cómo pudo ser que Scioli haya sacado menos votos que CFK y que la lista de diputados que De la Sota heroicamente había descolgado del Frente para la victoria, obtuviera un pobrísimo sexto lugar.

Por otra parte, si se sale del espectro del abrumador triunfo del gobierno nacional, aparece la buena elección que hizo Hermes Binner más allá de que su 10% lleve consigo la mácula de haber perdido en su propio terruño. Claro que el porcentaje obtenido por el socialismo se explica por la más equivocada que errática campaña de Ricardo Alfonsín quien con un pésimo asesoramiento hizo un giro hacia la derecha en su discurso, en su estrategia de alianzas y en los spots publicitarios que apuntaban a azuzar los sentidos más trogloditas del burgués asustado.

En lo que respecta a Duhalde, un político retirado en funciones que no dudó en recurrir a la retórica retrógrada que incluye palabras como “subversivos” y referencias extemporáneas a las supuestas ideologías foráneas que comandarían a los militantes del Frente para la Victoria, dividió los votos del peronismo de derecha con la sorprendente elección de un Rodríguez Sáa que tuvo una gran performance en San Luis y obtuvo muy buenos porcentajes en Mendoza, San Juan y La Rioja, más allá de que las malas lenguas indiquen que sus vínculos galácticos redundaron en un fuerte apoyo de electores camuflados provenientes del espacio exterior. Por último, Pino Solanas quedó plantado y a los gritos en los estudios de TN con un 0,8, Carrió seguirá su carrera en el espectáculo y Altamira demostró que Dios, antes que argentino, es trotskista.

Ahora bien, usted se preguntará, más allá de los números, cuál fue la razón del triunfo de CFK. En esta línea, los que se escandalizaron con aquellas palabras de Fito Páez comienzan a construir su salida elegante aunque igualmente discriminadora: la gente vota por la bonanza económica. Es un razonamiento peligroso porque supone que la ciudadanía podría, entre otras cosas, sacrificar sus derechos, sus libertades y los principios democráticos con tal de tener un bolsillo abundante. Sin duda, en la racionalidad de muchos votantes, el bienestar económico es determinante pero no son ingenuos quienes intentan instalar esta idea pues buscan desestimar que también existe una importante cantidad de hombres y mujeres que votan al gobierno nacional por la ideología, por el horizonte simbólico que pregona, y por las conquistas obtenidas en materia de ampliación de ciudadanía y derechos. Si, como reza aquel trillado apotegma utilizado en la gestión Clinton y sólo los estúpidos no se dieran cuenta que la explicación del comportamiento electoral no pasa exclusivamente por la economía, sería difícil comprender por qué durante 2008 y luego en 2009, una amplia porción de la población, aquella que se vio claramente beneficiada por la política económica del kirchnerismo, rechazó visceralmente todo lo que se escribiera con K. Quien diga que la razón fue la crisis mundial y el detenimiento circunstancial del crecimiento de la Argentina en ese fatídico 2009, o falta a la verdad o nos toma por zonzos.

Quedará para octubre observar si estos números se confirman aunque la ciudadanía parece haber interpretado estas primarias como una primera vuelta de hecho en la que sin miramientos ni con “razonamiento estratégico” que tendiera a dispersar los votos para dar visibilidad a otras fuerzas, se manifestó masivamente a favor de su candidato.

Lo que vendrá, serán dos meses en los que las corporaciones opositoras por sí mismas y a través de sus candidatos, buscarán desesperadamente dar un golpe de timón cuyo formato es conocido pero del cual hay que estar prevenidos. En su lucha por seguir ocupando sus espacios de poder, en esa batalla cultural que se da a través de los canales de información, dirán que el 50% de votos para CFK demuestra que los medios no influyen de lo cual debiera seguirse que los monopolios informativos no son peligrosos. Asimismo, diferenciando el espectro de consumidores, con el afán de satisfacer a los institucionalistas, le prenderán una vela a Diana Conti para que vuelva a cometer el exabrupto de la reelección eterna; en cuanto a los progresistas bienpensantes, les darán una cuota de socialismo suizo con curvas de Victoria Donda para atraer la mirada joven masculina que se excita con tapas que libremente desafían la gramática y que con el lema “vamos a portarnos mal” de fondo, son capaces de titular “Hermes Binner porro”; para la derecha blumberbergmaniana habrá algún profesional asesinado y un cura indignado que fomente una pueblada en la que se linche a un intendente por la muerte de una beba por un broncoespasmo; por lo demás, algo de Schoklender, un campeonato con 1200 equipos que estaría preparando Grondona ante la posibilidad del descenso hasta el infierno de los grandes y la guitarrita de Boudou. Y mientras tanto, la Argentina, con una mayoría abrumadora, parece optar por el camino que se viene desarrollando desde 2003, un camino que no ha sido perfecto pero que, en la balanza, tiene en su haber una importantísima cantidad de logros.

2 comentarios:

Gustavo Soto Castro dijo...

Oh, Oh... Me temo que con este escrito, cuyos dos primeros párrafos son de antología, los tres columnistas del diario Nación y los dueños de Clarín, se van a sentir tocados en su sensibilidad de señores bien. Pero la responsabilidad les compete sólo a ellos y a su ignorancia supina por no conocer las palabras de Alcmaión:"las personas se desbarrancan porque no están en condiciones de enlazar el principio con el final". No han sido coherentes y verticales, han faltado a un valor esencial que nos dignifica como seres humanos, la integridad. No sería extraño que recularan muy sutilmente con giros linguísticos casi imperceptibles, cuando observen sosegadamente su armagedón electoral del día después. Exquisito el Château Lafite que degusto al frente de mi casa cuando veo pasar a mis babys neoliberales.

Anónimo dijo...

Rompiendo apotegmas, ahora "Es la política Estúpido"