domingo, 22 de febrero de 2009

El referendo en Venezuela y el concepto de democracia

Este 15 de febrero se realizó en Venezuela un nuevo referendo, esta vez, vinculado a la aceptación o no de una enmienda constitucional que permite la reelección de cargos en diferentes niveles del Estado. Desde diputados regionales y nacionales pasando por alcaldes y gobernadores, la reforma alcanza al Presidente de la Nación lo cual hace que, en estas circunstancias, se le abra la puerta a Chávez para seguir en el cargo más allá de 2012. Escrutadas la totalidad de las mesas, el triunfo del “Sí” fue contundente con más de 54% de los votos.
Independientemente del resultado, como ha sucedido en los últimos años, a una oposición chabacana, perezosa e inepta se le ha sumado el estilo confrontativo de Chávez, para hacer que en las elecciones y los referendos poco se tenga en cuenta lo que se está votando y todo se dirima en un “Sí” o un “No” ni siquiera a la gestión sino más bien a la figura del líder bolivariano. Sin duda esto no es deseable a tal punto que en la única derrota sufrida por el chavismo en el referendo constitucional de 2007, el carisma de Chávez sumado a su pretensión reeleccionista relegó a un segundo plano las reformas profundas y progresistas que se intentaban implementar.
Pero más allá de estos errores de coyuntura y estrategia política, este referendo permite encarar temáticas más conceptuales. Específicamente el del concepto de democracia y sus límites. En este punto la pregunta debería ser, ¿la reelección indefinida atenta contra la democracia o, por el contrario resulta una reforma necesaria que la profundiza? Probablemente no haya una respuesta única.
Por un lado, la tradición liberal republicana ha planteado reparos, muchos de los cuales se han comprobado históricamente, en lo que respecta a la propensión hacia el autoritarismo que promueven los sistemas que permiten la reelección indefinida. De fondo está la idea de que la alternancia y la diversidad son buenas en sí mismas (algo que, por cierto, puede ponerse en tela de juicio). Además se supone que quien está al frente del Gobierno tiene la capacidad de hacer uso y abuso de los mecanismos estatales de manera tal que posee una ventaja comparativa que le permitiría ganar indefinidamente las elecciones para perpetuarse en el cargo.
Asimismo, se debe tener en cuenta que las repúblicas liberales establecen sistemas de contrapeso de poder en diferentes niveles. Sea entre los poderes ejecutivos, judicial y legislativo, sea entre el gobierno nacional y las provincias, etc., el hecho de que nadie tenga el poder total resulta una salvaguarda ante las pretensiones autoritarias. Pero en el caso de los regímenes presidencialistas, se suele decir, que el poder del ejecutivo muchas veces sobrepasa el de sus pretendidos contrapesos. En este sentido, si el argumento de Chávez es que existen países europeos (como Inglaterra, por ejemplo) en los que hay reelección indefinida del primer ministro, no se puede dejar de soslayo que se trata de regímenes parlamentarios donde un cambio en el equilibrio de fuerzas o nuevas alianzas al interior del parlamento pueden devenir en la inmediata renuncia o destitución del Primer Ministro, algo que no sucede con los regímenes presidencialistas en los que se debe cumplir un mandato de x cantidad de años aun cuando se tenga minoría en las cámaras.
Estas parecen ser buenas razones para oponerse a la reforma que impulsa Chávez pero, por otro lado, también hay elementos para mostrar que impedir la posibilidad de reelección indefinida supone un límite a la democracia. En otras palabras, la Constitución estaría oponiéndose a una decisión democrática, en este caso, reelegir a Chávez o a cualquiera de los funcionarios elegidos por voto popular. Si es el pueblo el que gobierna y éste quiere elegir a Chávez nuevamente, resulta un claro recorte a su voz que la Constitución se lo impida.
No es este el lugar para discutir la compleja relación entre las decisiones del pueblo y la Constitución, sólo agregar que lejos está quien escribe esta nota de suscribir a una suerte de idílico jardín democrático en el que las masas deliberan constantemente sin límite alguno y cuentan los minutos para reconocer a su Robespierre. Sin embargo, esto no implica que los límites constitucionales a la democracia no sean variables, contingentes y situados en contextos y coyunturas ligadas a la historia de cada Estado.
En este sentido, no es una verdad absoluta, sino más bien relativa, la que afirma que las reelecciones indefinidas necesariamente se dan de bruces con los ideales democráticos.
En el medio de este debate, el más interesante, es posible preguntarse muchas cosas. Una pregunta puede ser: ¿por qué los que están a favor de la reelección de Chávez se opusieron a la de Menem si lo que están en juego es una reforma constitucional independiente de los hombres de carne y hueso? En esta línea también se puede preguntar por qué los que acusan a Chávez de intentar perpetuarse en el poder y suponen que la megalomanía es una consecuencia exclusiva del pensamiento de izquierda, no critican con la misma vehemencia a las intentonas reeleccionistas de los candidatos de las derechas moderadas neoliberales desde Menem hasta Uribe. También podría discutirse acerca de la gran paradoja del gobierno de Chávez, esto es, si la revolución es profunda no necesita de un hombre y si lo necesita tal vez no sea tan profunda (al menos todavía). Dicho de otra manera, en el pedido de reelección indefinida está la propia debilidad de Chávez que no es otra cosa que la falta de un sucesor que pueda garantizar la profundización de las transformaciones.
Pero ninguna de estas preguntas interesantes coyunturalmente debe opacar la discusión conceptual que el referendo en Venezuela abrió. Pues al mostrarnos que la relación entre la democracia y la Constitución aun sigue siendo asunto de debate y que no existe un único formato institucional a través del cual se manifiesta la voz del pueblo, lo ocurrido en tierras bolivarianas obliga a quitarnos los prejuicios naturalizados para repensar cuáles son los límites y qué entendemos por democracia.

8 comentarios:

Cecilia Díaz dijo...

Mira q loco, escribimos algo parecido sólo que lo tuyo es más filoso e intelectual.

Felicitaciones por el reciente triunfo! Sí, el de vélez.

Saludos

Lili Tarantino dijo...

Con la poca posibilidad que tengo en estos tiempos de expresarme y sobre todo de pensar (motivos que ya conoces) debo decirte que durante la semana previa al referendum, me hice las misma pregunta del comienzo de tu nota. Y si bien siento que la reelección indefinida de Chavez ( o de quien fuera) no debería afectar la democracia, también creo que lo formal en lo que se encuadran nuestras democracias y el manejo del poder medíático ejercido sobre la masa de votantes termina haciendome pensar que da exactamente lo mismo en cualquiera de los dos casos. Por lo tanto, en en el tema Chavez adhiero a las palabras de Galeano que pueden encontrarse en el siguiente video.
http://www.youtube.com/watch?v=Js9oyCNLuQw
Y agradezco tu artículo que logró dispararme ganas de escribir mas de dos renglones en medio de mi mundo de pastillas de multicolores.
Cariños!

Anónimo dijo...

Esto me recuerda a un poema de Victor Barcia acerca de un boliviano con lentes oscuros. Dante qué buen escritor sos, seguí asi, cada vez somos más los que te leemos!

viva Argentina, carajo!

Anónimo dijo...

Para aportar a tu artículo:

Es claro que los medios de comunicación, sin siquiera disimular su obviedad ideológica, han desprestigiado el referéndum venezolano, mediatizando en la figura de Chávez y en el odio político que le profesan una decisión popular y democrática. La razón es que la democracia efectiva es contraria a sus intereses o, reiteramos, ideología.
En tren de hacer ideología en vez de informar, han obviado, por supuesto, que existen en el mundo otros gobiernos que se postulan “serios” en el discurso mediático, cuyas leyes autorizan a la reelección indefinida, sin que ello autorice a tildar de dictadores a quienes se postulan por varios períodos, refrendados sus mandatos por el voto popular.
En que consistirá entonces “la molestia” política que les impide reconocer como un acto de la democracia que un pueblo se pronuncie sobre su deseo y sus legítimos derechos constitucionales. Respuesta: la batalla que no dejan ni dejarán de librar para evitar todo aquello que huela a distribución del ingreso, como son las políticas sociales venezolanas actuales. Aun en el caso de que esa distribución se haga de un modo contradictorio, clientelar, o con bolsones de corrupción (porque eso también existe), es un hecho que no pueden tolerar, porque intenta apartarse del discurso único , del que “nada se puede” ( como dice nuestra Presidenta). Tratan entonces de disimular que ese discurso esconde su verdadera vocación elitista, concentradora y oligárquica, que nada pero nada está dispuesto a entregar .

Claramente debemos repensar con que parámetros juzgamos los procesos democráticos populares de nuestra América Profunda, que bueno que sumanos otras voces

Anónimo dijo...

Dante,
Será que la democracia está en su ejercicio permanente por alcanzarla, que su fortaleza sólo es visible en su proceso, que se trata de un camino sin punto de llegada, mejorable, perfectible, construido entre todos y todas...
Lei tu nota...muy interesante tus preguntas y tus bordes, ayudan a pensar.

Dante Augusto Palma dijo...

Gracias Ceci, Lili, anónimo, silvia y Pródiga. Todos ustedes ayudan a pensar también.

Mel dijo...

Hola, en principio, muy de acuerdo con la reflexión de La Prodiga, eso vendría a responder muy bien el último interrogante que planteaste, y en relación a lo nocivo o no, que puede resultar un sistema que favorezca los mandatos interminables, bueno; creo que en términos del ejercicio de la democracia no está mal si la mayoría lo elige (sabemos que el juego de la democracia se basa en mayorías, no en la totalidad, ya que tal sistema representativo sería imposible).

Sin embargo a cualquiera que le interese pensar en la política y la democracia, como formas posibles de construcción, y que dicha construcción está estrechamente vinculada con el futuro de una nación, y no con el presente perpetuo; entonces hago la misma observación que vos y cuestiono los fines o los resultados de tal permanencia en el mandato. Para que se entienda mejor, voy a citar el párrafo que escribiste, el que me llevó a esta conclusión:

"en el pedido de reelección indefinida está la propia debilidad de Chávez que no es otra cosa que la falta de un sucesor que pueda garantizar la profundización de las transformaciones."

Excelente observación, no es un dato menor.

Saludos
de Mel

Juglar dijo...

Te siento equilibrado querido Dante. Me pregunto en qué momento volverás al furioso kirchnerismo. Por favor, si necesitás argumentos, lee al imbécil de Ricardo Forster en la soporífera entrevista dominical de Jorge Fontevecchia.
Sobre Chávez: concuerdo con la mayoría de tus lectores y creo que las preguntas que te hacés sobre los alcances de la democracia valen. Fijate algo central: si tomamos a Robert Dahl Chávez es antidemocrático per se. Pero si caemos en el concepto burgués de democracia también nos damos cuenta que no hay cambios profundos sin una base de sustentación popular que permita perpetuar políticas de Estado. Los nombres quizás serían el eje y allí para analizar a Chávez podríamos pensar en teorías weberianas sobre el carismo o la construccion del liderazgo de Maquiavelo. De todas maneras, los alcances de la democracia siempre se ponen en juego y el concepto de representatividad seguira siendo un mal menor mientras el compromiso de los "ciudadanos" (como sujeto de un Estado) siga siendo ir a emitir un votito un domingo a la tarde.