viernes, 22 de mayo de 2015

Pandora en el Siglo XXI. Notas sobre el femicidio (publicado el 21/5/15 en Veintitrés)

Entre 2008 y 2014 se produjeron 1808 femicidios en la Argentina. Los datos surgen del Observatorio coordinado por La Casa del Encuentro, e indica, además, que, gracias a la violencia sexista, 2196 hijos se han quedado sin madre, siendo 1403 de ellos menores de edad. Sin duda, no se trata de una novedad sino de la visibilización y la nominación de prácticas naturalizadas que otrora aparecían, en muchos casos, revestidas del eufemismo del “crimen pasional”. Si bien Argentina se encuentra lejos del récord de El Salvador, (12 mujeres asesinadas cada 100.000 habitantes), la cifra es alarmante máxime si entendemos que la muerte es el desenlace fatal de una infinita cantidad de situaciones cotidianas de acoso y abuso que se encuentran completamente naturalizadas.
Asimismo, a pesar de que estos asesinatos son simplemente presentados bajo el paraguas de “un hecho de inseguridad”, cabe decir que en el año 2014, el 80% de los 277 asesinatos de mujeres que murieron por ser mujeres, fueron realizados por conocidos de las víctimas (parejas, ex parejas, familiares, vecinos, etc.). Y tampoco se puede dejar de soslayo que 74 de estas mujeres murieron en sus casas de lo cual se sigue que la violencia está menos afuera que adentro.
¿Se puede decir, entonces que nada se ha avanzado jurídica y culturalmente respecto de la mirada que se tiene sobre la mujer? Sin dudas, sería falso afirmar eso, pero semejantes números advierten que hay mucho por hacer y que se encuentra profundamente instalado, incluso en sectores “ilustrados” de la sociedad, concepciones arcaicas acerca de la mujer que a lo largo de la historia de occidente la ubicaron en el lugar de “no persona”, esto es, de una entidad viviente humana que por diversas razones no alcanzaba el mínimo requerido para detentar un conjunto de derechos básicos.
En algunos casos, ni siquiera el dato de la maternidad le otorgó alguna prerrogativa a la mujer y las razones que se han esgrimido para seguir ofreciéndole un lugar secundario son de los más variadas e insólitas. En el caso de Aristóteles, por ejemplo, en su Reproducción de los animales, establece que la mujer es un mero receptáculo, una pura materia a la que el macho da forma. Así, el macho, el que inaugura el movimiento, el activo, es el determinante; y lo que define el sexo del embrión es la temperatura del esperma. Si esa temperatura logra el grado de cocción se formará un varón. Si, en cambio, vence la falta de temperatura propia de lo femenino, se formará una niña.  Es más, para Aristóteles, la hembra es un macho mutilado y la menstruación es esperma que no alcanzó la cocción. En sus propias palabras: “un niño se parece a una mujer en la forma, y la mujer es como un macho estéril. Pues la hembra es hembra por una cierta impotencia: por no ser capaz de cocer esperma a partir del alimento en su último estadio […] a causa de la frialdad de la naturaleza”.       
Pero podríamos ir un poco más atrás en el tiempo para rastrear una enorme tradición de misoginia que ha quedado plasmada en, por ejemplo, aquel texto de Hesíodo llamado Teogonía. Allí se cuenta la historia de Pandora como mito fundante de lo femenino.
Si bien recurrentemente aludimos a “La Caja de Pandora” para referenciar situaciones en las cuales una determinada acción puede derivar en las más inesperadas consecuencias, el mito es un poco más específico y nos puede dar una muestra de la concepción que se tenía de la mujer y que, en buena medida, decíamos, ha llegado hasta nuestros tiempos. Porque a Pandora se le atribuyen una serie de características que con los siglos parecen haberse sedimentado hasta olvidar su origen y su arbitrariedad.
En esta línea, hay que tener en cuenta que Pandora aparece en el contexto del mito que da cuenta de la disputa entre Zeus y Prometeo. Como usted recordará, Zeus jura venganza ante la osada acción prometeica de quitarles el fuego a los dioses para otorgárselo a los hombres y para ello pide a Hefesto que produzca una mujer de arcilla que sería engalanada por las diosas del Olimpo y a la cual los Cuatro Vientos le insuflarían vida. La nombraron Pandora y era la mujer más bella que jamás hubiera existido.
Arteramente, Zeus, toma a Pandora y se la ofrece de regalo a Epimeteo, hermano de Prometeo, pero éste, advertido por su hermano, rechaza en primera instancia el obsequio aunque luego cede tras enterarse las penurias a las que se veía sometido Prometeo tras la furia de Zeus.
Pero, claro está, la historia no termina aquí pues gracias a esa mezcla de idiotez, malevolencia y pereza que caracterizaba a Pandora, ella decide abrir el ánfora en la que Prometeo había logrado recluir a todos los males capaces de acuciar a la humanidad. Robert Graves, uno de los máximos referentes en mitología griega, recuerda que de allí surgieron “La Vejez, el Trabajo, la Enfermedad, la Locura, el Vicio y la Pasión. Todos ellos salieron de la caja en forma de nube, penetrando a Epimeteo y Pandora en todas las partes de sus cuerpos, y atacando luego a todos los mortales. A pesar de todo, la “Esperanza Falaz”, que Prometeo también había encerrado en el ánfora, les convenció con sus mentiras para que no cometieran un suicidio general”.  
La conexión entre este mito y la concepción que parte de nuestras sociedades tiene de la mujer es bastante clara pues la seductora belleza de la mujer viene asociada a su condición de tonta, malvada y perezosa. ¿O acaso los discursos del ciudadano medio e incluso de muchas mujeres no van en esa línea? Nótese en este sentido, lo que muchas veces se repite, en tono de burla, respecto a la relación entre ser rubia (es decir, “la linda”) y ser estúpida; o cómo la mujer que se queda en casa criando a sus hijos y se ocupa del ámbito de lo privado es vista como la perezosa que no trabaja y que tiene el tiempo suficiente para urdir todo tipo estrategias que buscan simplemente “incomodar” a los varones (que en lugar de la palabra “incomodar” utilizan una expresión bastante más soez vinculada a sucesivas fracturas testiculares). A esta lista se puede agregar la mujer que de tan tonta, perezosa y malvada, no puede controlarse al entrar al shopping con la tarjeta de crédito que, por supuesto, no pertenece a ella sino al marido que es el que, según la publicidad, claro está, trae el dinero a casa.          
Y como si esto no alcanzara, el mito advierte que ha sido la mujer la que ha introducido en la humanidad todos aquellos males que le aquejan de lo cual se sigue una culpa original que la sociedad y, en especial, los varones le hacen llevar. De hecho, los femicidas suelen, en general, cargar la culpa sobre las mujeres, esto es, sobre las víctimas, en medio de sorprendentes y cosificadores delirios de posesión que atraviesan ubicuamente nuestras relaciones sociales.                

     

domingo, 17 de mayo de 2015

Periodistas en apuros (publicado el 14/5/15 en Veintitrés)

Mucho se ha hablado en estos últimos años del modo en que, al compás de la globalización, el capitalismo financiero y las nuevas tecnologías, las corporaciones económicas han diversificado y reterritorializado sus negocios para ingresar de lleno en el campo de las telecomunicaciones. Levantando la bandera de la libertad de expresión y con un discurso republicano que advierte que la mejor manera de evitar las tentaciones autoritarias de quienes detentan el poder formal, es mantener a éste dividido e incapaz de perpetuarse, estas corporaciones, paradójicamente, han constituido un mapa que, sea en forma de oligopolio, sea en forma de monopolio, ha hegemonizado y controlado la producción y la distribución de la palabra.
En Latinoamérica, como es ostensible, existe un enfrentamiento entre gobiernos denominados populares y estas corporaciones que han visto socavada su legitimidad social en la medida en que ha sido expuesto públicamente el modo en que, gracias a una complejísima red, han sido y continúan siendo un factor de desestabilización para la democracia.
En este marco, los propios presidentes y medios de comunicación afines ideológicamente a los distintos gobiernos populares, han hecho del análisis de las noticias y las tapas de los diarios, una tarea habitual a partir de la cual se puede observar el modo obsceno en que se manipula, tergiversa y se instalan determinadas agendas.
Sin embargo, se hace muy poco hincapié es una serie de elementos que son transversales a los medios, es decir, son independientes de la línea editorial y que tiene que ver más con la lógica impuesta por el desterritorializado y veloz capitalismo financiero asociado a las nuevas tecnologías, las condiciones laborales y el día a día en las redacciones, que con el enfrentamiento existente entre corporaciones y gobiernos democráticos.
Para graficar esto me serviré de algunos datos mencionados por el investigador en temas de comunicación y periodismo, Pablo Boczkowski, en una entrevista publicada en El poder de los medios, un libro de Iván Schuliaquer que vio la luz en 2014.
Estos datos pueden ayudar a, al menos en parte, complejizar nuestra mirada cuando intentamos hacer análisis de las noticias pues no toda nota ni todo título es una operación de determinado diario para favorecer o perjudicar. En otras palabras, hay otras razones que explican el comportamiento de un medio más allá de las disputas coyunturales que tenga. Pensemos por ejemplo en la evidente baja calidad de los contenidos de los diarios en el soporte papel pero, especialmente, en el soporte digital; y pensemos, a su vez, que esta baja calidad se ve profundizada en la medida en que estamos frente a una tribuna de “lectores de títulos” que no tienen tiempo (o eso creen, al menos) para interiorizarse y profundizar en la noticia. La baja calidad y el tipo de lector al que nos enfrentamos, no se puede explicar en los términos de la disputa Clarín vs Gobierno pues se trata de un fenómeno en el que confluyen innumerable cantidad de variables. De hecho, podríamos comenzar mencionando un fenómeno particular: el mayor tráfico de audiencia en la web se da de lunes a viernes en horario laboral. ¿Por qué es importante eso? Porque quiere decir que los portales de noticias son consumidos mientras se le “roba” tiempo al trabajo y nunca es posible robarle demasiado tiempo al trabajo. De aquí que los medios sepan que el consumidor de noticias online es alguien que tiene poco tiempo y poco deseo de abocarse a la ingente tarea de profundizar la lectura de notas de mayor elaboración como pudiera ser algún análisis político serio o algún estudio que se corra un poquito de la coyuntura y suponga una dedicación de, al menos, 20 minutos.
Esto explica también un dato que Boczkowski aporta gracias a sus trabajos de campo realizados, muchos de ellos, en los principales diarios de la Argentina. Según el investigador, estos estudios arrojaron que el 85% de las notas que se publican en un medio online se escriben en menos de 30 minutos. Pero si esto lo ha dejado con la boca abierta, sepa que solo el 12% de esos 30 minutos (o menos) que se le dedica a una nota, se utilizan para redactar el contenido de la misma, y que el 88% restante del tiempo se lo utiliza para titularla. ¿Queda claro ahora qué es lo importante y a qué tipo de lector se está dirigiendo el periodista? 
Asimismo, otro punto interesante es que Boczkowski incluye elementos para desestimar una de las zonceras que más ha pululado desde la aparición de internet, a saber, su presunto afán democratizador. Más específicamente, si alguien suponía que, dado que cualquiera puede subir contenido a internet, estábamos frente a una herramienta que nos transformaba en iguales, debemos advertir que ello no es otra cosa que la promesa ilusoria que las empresas y los propios medios tradicionales han hecho de la web. Así, Boczkowski, afirma: “medimos cuánto interesa la información de los blogs y la producción hecha y subida por el público en general. Y la verdad es que no interesa: tiene una importancia irrisoria en el tráfico”. 
Algunas de las razones para explicar esto es que internet no es el paraíso descentralizado sino que las grandes empresas informativas y de entretenimiento participan activamente del negocio y dominan también allí el mercado; a su vez, como era de esperar, los patrones de consumo de noticias online reproducen los patrones de consumo de la era analógica y sus medios tradicionales. En este sentido, los diarios más leídos en internet son también los más leídos en papel. Por último, el vértigo y la velocidad que caracteriza tanto a internet como al capitalismo financiero, ha tenido un efecto de uniformización de la información, lejos de la panacea de la diversidad que muchos auguraban. La razón es bastante mundana: los periodistas están pendientes de lo que publican sus competidores en tiempo real de manera tal que aun cuando la línea editorial pueda divergir, todos están preocupados por tener la noticia que tiene el otro medio. En este sentido, Boczkowski, que realizó una de sus investigaciones en Clarín, mostró que el 96% de la información que circula en el sitio del diario proviene de otros medios (si bien no lo aclara, seguramente, se trata, en buena parte, de medios vinculados al grupo Clarín) y solo el 4% fue una información que surgió de fuentes propias de la redacción del diario. En esta línea cabe imaginar que la mayoría de los medios, incapaces de instalar agenda como lo hace el Grupo Clarín, incluyen información obtenida enteramente de otros medios.
Para finalizar, una característica que puede afectar la labor del periodista actual es la posibilidad de conocer qué notas son las más leídas. Como usted sabe, todo sitio tiene un contador de visitas al que el periodista puede acceder para testear constantemente qué interesa y qué no, en una suerte de “minuto a minuto” demencial que expone a la información como la más vil y efímera mercancía.    
En este escenario no parece casual que los principales diarios de la Argentina y del mundo se hayan quedado con sus plumas estrella al tiempo que avanzaron en la sustitución de las segundas líneas de periodistas por una franja de jóvenes poco formados y deseosos de ser las vedettes del día por alguna denuncia escandalosa que el editor les deje firmar. Se trata de jóvenes que han crecido con internet, pasantes, o con contratos basura, explotados, pero, en general, felices, ya no por brindar información o contenido sino, simplemente, por el simple hecho de pertenecer a una marca; apurados pichones de periodistas apurados que escriben notitas para un público igualmente apurado. 


           

domingo, 10 de mayo de 2015

Cero en periodismo (publicado el 7/5/15 en Veintitrés)

Número Cero, la última novela de Umberto Eco, seguramente no esté a la altura de El Nombre de la Rosa ni de un trabajo de investigación como el que vio a la luz bajo el título La Búsqueda de la lengua perfecta. Sería pretencioso, también, ponerla a la altura  de los trabajos más teóricos que todavía se leen en las universidades, pero lo cierto es que Número Cero es una novela corta y muy ágil capaz de exponer las miserias y las fragilidades que se esconden detrás del oficio de periodista. Como no soy crítico literario, dejaré de lado una evaluación de la novela más allá de lo ya mencionado en el párrafo anterior y tampoco ahondaré demasiado en la trama. Simplemente introduciré brevemente al lector para poder dar el marco en el que se suceden jugosísimos diálogos en los que la labor pedagógica se entremezcla, todo el tiempo, con una perspectiva cargada de cinismo.  
En la novela, un señor muy poderoso, el Commendatore Vimercate, dueño de cadena de hoteles, residencias para jubilados e inválidos, medios gráficos varios y algunos negocios non sanctos, se propone crear un diario para poseer un órgano desde el cual interactuar en el ámbito de las finanzas y los bancos. Para ello nombra un Director quien a su vez forma una redacción con una misión precisa a corto plazo: armar el Número Cero del diario que bautizarán Domani.  Sin embargo, el personaje principal de la novela, un escritor cincuentón y fracasado, no es acercado por el Director para trabajar como periodista en la redacción sino para escribir un libro sobre la experiencia de trabajar un año en la construcción de un diario que, según la propia confesión de su máximo responsable, “nunca verá la luz”. Más específicamente, el Director entiende que el Commendatore solo busca hacer circular la idea de una nueva publicación como mecanismo de extorsión para sus enemigos comerciales. De aquí que el Director, para cubrir sus espaldas, contrate al protagonista para que haga de ghost writer, es decir, para que escriba un libro que no llevará su firma sino la del Director. Pero, claro está, no se busca una mera crónica del trabajo diario en la redacción y menos que menos una publicación que denuncie el modo en que un Director y, eventualmente, al menos algunos de los periodistas, obedecen a los intereses del dueño del diario. Se necesita, por llamarlo de algún modo, algo de ficción. En palabras del Director: “el libro tendrá que dar la idea de otro diario, mostrar cómo yo durante todo un año me he empleado para realizar un modelo de periodismo independiente de toda presión, dejando entender que la aventura acabó mal porque no se podía alumbrar una voz libre”.
No le contaré más. Si le interesó, lea la novela y pasará un rato agradable en el que además de alguna pequeña historia de amor se enfrentará a un periodista como Braggadocio, paranoico, delirante y con fuentes en los servicios de inteligencia como tantos periodistas de aquí y del mundo.
Simplemente quisiera mencionar algunos pasajes en los que se exponen algunas de las formas más obscenas con las que se hace periodismo hoy día. En este sentido, en primer lugar, me voy a referir a un tópico que está en el centro de la escena, no solo del periodismo sino, probablemente, de toda la teoría del conocimiento de occidente: la diferencia entre hechos y opiniones. El Director, quien, como se indicaba anteriormente, intentará aparecer como un adalid de la libertad de expresión y el periodismo independiente, afirma, frente a toda la redacción, que en Domani los hechos están separados de las opiniones. Sin embargo, nuestro protagonista dará una lección acerca de cómo se introducen valoraciones entre los hechos y cómo se induce al lector para que haga propia alguna de esas opiniones. Así, afirma: “Fíjense en los grandes periódicos anglosajones. Si hablan (…) de un incendio o de un accidente de coche no pueden decir (…) qué piensan ellos. Y entonces introducen  en la noticia, entre comillas, las declaraciones de un testigo, un hombre de la calle, un representante de la opinión pública. Una vez colocadas las comillas, esas afirmaciones se convierten en hechos, es decir, es un hecho que fulano ha expresado esa opinión. Con todo, se podría suponer que el periodista ha dado voz solo a quien piensa como él. Por lo tanto, las declaraciones serán dos, en contraste entre ellas, para demostrar que está claro que existen opiniones distintas sobre un mismo tema (…) La astucia está en entrecomillar primero una opinión trivial, luego otra opinión, más razonada, que se parece mucho a la opinión del periodista. De este modo, el lector tiene la impresión de que se le informa sobre dos hechos pero se ve inducido a aceptar una sola opinión como la más convincente”. Seguidamente, en una observación que no necesita de estudios en psicología, el protagonista pone el ejemplo de un viaducto que se derrumba provocando la caída de un camión y la consecuente muerte de su conductor. Frente a ese hecho, dos testimonios entrecomillados: el primero, de un kioskero, que advierte que se ha tratado de una fatalidad, una mala jugada del destino que hizo que ese pobre hombre estuviera allí manejando justo cuando se produjo el derrumbe; el segundo, un albañil indignadísimo que le echa la culpa a la municipalidad, al gobierno provincial y al nacional. ¿Cuál de los dos testimonios será el elegido por el lector? Como usted bien sabe, en Italia o en Argentina, tenemos una tendencia natural a identificarnos con cualquier testimonio que asigne responsabilidades, si son del Estado mejor. Y si hubiese algún hecho que no las tuviera, las inventaremos.           
Más interesante aún es la otra forma en que el personaje advierte que se pueden hacer pasar opiniones por hechos. Y aquí se refiere a la agenda. Efectivamente, determinar qué noticia es relevante y es digna de mostrarse es una opinión disfrazada, pues está presentando como parte de una incontrovertible objetividad a un conjunto de hechos que han sido seleccionados subjetivamente. Así, nuestro personaje se pregunta: ¿Por qué se debe decir que ha habido un accidente en Bérgamo e ignorar que ha habido otro en Messina? No son las noticias las que hacen el diario. Es el diario el que hace las noticias”.
Pero también es importante para el diario su capacidad de desmentida, es decir, la credibilidad que pueda poseer ante una acusación que provenga de una carta de lectores, de otro medio o de un funcionario denunciado. Según nuestro personaje, es esencial sugerir que “el diario tiene fuentes reservadas (…). Luego se recurre al bloc de notas del periodista. Ese bloc no lo verá nadie, pero la idea de una transcripción directa infunde confianza en el diario, hace pensar que hay documentos. Por último, se repiten insinuaciones que en sí no dicen nada, pero arrojan una sombra de sospecha [sobre el que denuncia al diario]” (haga el ejercicio de observar cómo algunos diarios argentinos de la actualidad desmienten a sus acusadores y notará cómo se van dando cada uno de los pasos recién mencionados).
Para finalizar, una última lección, en este caso, acerca de cómo reciclar noticias, pues ¿acaso a usted no le sorprende que recurrentemente aparezcan polémicas extravagantes sobre algún presunto suceso histórico, como podría ser la vida de Hitler en la Argentina o un encuentro secreto entre éste, Perón, Mussolini y Franco en una isla secreta a la cual llegaron en un submarino? Siempre hay alguien dispuesto a no volver del ridículo a cambio de vender algunos ejemplares. Algo parecido sucede cuando se toma alguna investigación poco seria avalada por alguna universidad estadounidense que nos puede decir desde que se comprobó científicamente que quien tiene el dedo índice más largo que el mayor es bueno para las matemáticas hasta que en una tribu milenaria perdida, vaya a saber dónde, las mujeres sometían sexualmente a los varones. Asimismo, casi siempre al momento de cumplirse algún aniversario de un hecho importante, aparecen titulares haciendo de algo que o bien no tiene importancia o bien confirma lo que sabíamos todos, una noticia estruendosa. En este sentido, la novela da un risueño ejemplo: “La gente tiene una memoria corta. Les voy a proponer un ejemplo paradójico: todos deberían saber que Julio César fue asesinado en los Idus de marzo, pero las ideas al respecto son confusas: buscamos, entonces, un libro inglés reciente en el que se reconsidere la historia de César y con eso sacamos un titular de impacto, “Clamoroso descubrimiento de los historiadores de Cambridge. César fue asesinado verdaderamente en los Idus de marzo”.
Número Cero es una ficción pero el modo en que se trabaja en Domani no difiere demasiado del acontecer diario en las redacciones de los diarios en Argentina y en el mundo, sean estos conservadores o progresistas, pues se trata de una forma de entender el oficio que atraviesa transversalmente las ideologías y las posiciones políticas de los medios y hasta de los lectores. Al fin de cuentas, como diría el Director: “La gente al principio no sabe qué tendencia tiene, luego nosotros se lo decimos y entonces la gente se da cuenta de que la tiene”.        

domingo, 3 de mayo de 2015

Triunfo PRO: de virtudes y errores no forzados (publicado el 30/4/15)

Se afianza el liderazgo de un partido conservador en la ciudad de Buenos Aires y eso es para celebrar, porque la madurez democrática y el aprendizaje que hemos tenido como sociedad, ha obligado a aquellos intereses e ideologías que otrora impusieron sus condiciones con ayuda de los cuarteles, a aceptar las reglas de la democracia.
Es más, podría decirse que el PRO actuó como un partido en el mejor y en el peor de los sentidos pues tuvo su disidencia interna (las ambiciones personales de Michetti desafiando la decisión del líder Macri) y el dedo y la lógica verticalista del ex presidente de Boca para designar “su candidato”, lo cual tuvo, como consecuencia natural, la respuesta orgánica del “aparato” puesto a disposición de ese candidato. Un pasito más y deberíamos advertir a la ciudadanía que se está ante una escena de vieja política y de peronismo explícito que puede dañar la moralidad del votante medio capitalino.
Prueba también de la virtud y el afianzamiento del partido conservador es que el PRO pudo obtener un número similar al de elecciones anteriores sin Macri como candidato y, lo que es todavía más sorprendente, con un candidato como Rodríguez Larreta que incluso doblegó holgadamente a la que siempre había aparecido como “el rostro humano” de Mauricio. En este sentido, (con perdón del ganador de la elección interna) es tal la penetración que ha tenido el PRO en el electorado citadino que ya ni siquiera se le exige tener “un rostro humano”. Decir esto no es una provocación ni una referencia a los rasgos fisonómicos de Rodríguez Larreta, sino simplemente mostrar que alcanzó con “el” referente de la gestión para arrasar en todas las comunas; referente que tiene la virtud de haberse cargado la gestión de la Ciudad en estos 8 años, pero que no parece ser un emblema de cercanía, solidaridad y empatía con la gente.
En cuanto a sus adversarios, es de destacar la performance del Frente ECO, una suerte de microemprendimiento palermitano que habla de evolucionar sin decir hacia dónde y que habla de transparencia, quizás, porque el recipiente que los contiene está vacío. Con todo, su prédica tuvo buena recepción en cierto sector bienpensante, avergonzado de votar a Macri pero profundamente antiperonista, especialmente en las comunas del centro y el norte de la ciudad. La enorme dificultad para dotar de identidad a la propuesta, evidentemente, no pudo impedir que este nuevo sello reciba el apoyo de más de un quinto del electorado que pasó por alto que Lousteau es “el pollo” de Carrió y que va a enfrentar al PRO a pesar de que a nivel nacional el PRO y Carrió han sellado un acuerdo.   
Por último, si es que la idea es evaluar el podio, tenemos la performance del FPV. Hay varias cosas para decir en este punto y quisiera centrarme especialmente en lo que en la jerga tenística se conoce como errores no forzados, esto es, errores que no dependen de la acción del adversario. Quizás, el primer pecado haya sido la sobreexpectativa que, hay que decirlo, tenía sustento en todas las encuestas previas y los boca de urna. Allí se decía que la propuesta del oficialismo nacional se encontraba en un segundo lugar consiguiendo un puntaje cercano al de la primera vuelta de 2011 con Filmus a la cabeza. Sin embargo, la sumatoria de propuestas alcanzó apenas el 18,7% a pesar de la buena performance individual de Mariano Recalde que se llevó 2 de cada 3 votos de aquellos que eligieron participar de la interna.
Ahora bien, más allá del número, lo cierto es que el FPV paga en las urnas la incapacidad que tuvo para generar políticas y opciones electorales de peso en el distrito. Pues desde la inolvidable decisión de Alberto Fernández de “servirle en bandeja” la Ciudad a Macri, dividiendo al oficialismo entre Telerman y Filmus, no ha encontrado una manera de hacer una oposición propositiva con la ductilidad para interpelar al porteño. No ayudan aquellos analistas afines al oficialismo que tras cada elección aducen, con resignación, que el electorado porteño es malo, egoísta y “no nos entiende”. Ir en esa línea, además de moralizar la política, es una suerte de reivindicación de la calidad del voto a la inversa, algo así como que los pobres, en su calidad de pobres, votan bien, mientras que los habitantes de la ciudad más rica del país votan mal porque están completamente determinados por los medios de comunicación. Por si hace falta decirlo, los medios de comunicación tienen una enorme influencia y su caja de resonancia es la Capital Federal pero nunca hay una completa determinación tal como se comprobó en 2011 cuando la candidata a presidente que más votos obtuvo en el distrito fue CFK. Y hasta me atrevería a decir que si la presidenta pudiera volver a presentarse hoy, incluso contra Mauricio Macri, obtendría al menos 3 de cada 10 votos del electorado porteño.          
Pero si hablamos de un error en la construcción de una propuesta también habría que decir que se cometieron errores en la estrategia electoral pues, eximiendo de culpa a Recalde que en poco tiempo logró posicionarse y probablemente haya obtenido su piso y no su techo de votos,          llevar 7 candidatos, más que acercar votos, sirvió para demostrar que hay referentes o sectores dentro del oficialismo incapaces de negociar y acordar propuestas y lugares en las listas. Pareciera, entonces, que la ciudad de Buenos Aires es el distrito en el que el FPV tiene más candidatos que votos más allá que la lógica del “kiosko” atravesó, de por sí, una oferta electoral con más de 30 candidatos de los cuales solo llegaron 5 pudieron pasar el umbral del 1,5%.
En esa veintena de “perdedores”, se puede contar desde la propuesta bizarra de un poco glamoroso sheriff del subdesarrollo como Ivo Cutzarida, protagonista de un western con motochorros, hasta la no menos insólita apuesta massista por un lobbysta de los Fondos Buitre, cuya impune verba economicista lo relegó a obtener el 0,9 de los votos y a ser noticia solo por los chorizos que había tirado en la parrilla el domingo. Igual suerte corrió Humberto Tumini, apoyado por la mediática Victoria Donda y por el cineasta Pino Solanas, uno de los dirigentes que más errores políticos cometió en los últimos años. Tumini obtuvo el 0,2%, es decir un tercio de lo que obtuvo Ivo Cutzarida y bastante por debajo de otro que corriendo por izquierda al gobierno ha perdido su norte y la posibilidad de alcanzar el mínimo para pasar a la próxima ronda: Claudio Lozano.
A nivel local, quedará considerar cuál será el comportamiento de los electores en general y de los votantes de Michetti en particular porque no va de suyo que esos votos se trasladen automáticamente a Rodríguez Larreta. En otras palabras, de haber ganado Michetti, se daría por descontado que los votos de Rodríguez Larreta se sumarían a ella pero no parece el mismo caso a la inversa. Así, es probable que la mayoría de esos votos continúen en el PRO pero una parte de esos votos, aquellos “más independientes”, seguramente vayan a Lousteau y que, aunque pocos lo crean, algunos vayan a Recalde pues insólitamente existieron votantes del kirchnerismo que participaron de la interna PRO considerando que un triunfo de Michetti sería visto como una derrota de Macri.   

Paralelamente vendrán las interpretaciones y el intento del macrismo por capitalizar a nivel nacional un resultado que no deja de formar parte de un microclima pues se trata del distrito donde el macrismo obtiene su mayor caudal de votos y el gobierno nacional obtiene su menor caudal de votos. Así, proyectar este resultado a la lógica nacional es algo que solo operadores, voluntaristas u obtusos podrán hacer. De hecho, los resultados obtenidos en Salta, Mendoza, Santa Fe y Neuquén, muestran a un FPV con una performance bastante por encima de lo esperado y con expectativas bien fundadas de una victoria a nivel nacional.               

viernes, 1 de mayo de 2015

Triunfo Pro: el otro voto descalificado (publicado el 29/4/15 en Diario Registrado)

El tercer puesto obtenido por la propuesta de un FPV relegado por un 70% de la ciudadanía que se inclinó hacia opciones conservadoras y progreliberales que confluyen, a nivel nacional, en un único proyecto encabezado por Mauricio Macri, dio lugar a una enorme cantidad de análisis entre los que sobresalieron algunos que me interesaría retomar, no por originales precisamente. Particularmente, me refiero a aquellas miradas que acusaron al votante citadino de “egoísta” e “individualista”, términos que lejos de ser descriptivos implican una valoración. Sin dudas, el habitante de la ciudad de Buenos Aires, como el de otros grandes centros urbanos de la Argentina e incluso del mundo, tiene una serie de características que en general lo diferencian de la idiosincrasia de hombres y mujeres de regiones con otras vivencias, otras crianzas y otras cosmovisiones que también florecen en este y en cada uno de los países. Sin embargo, avanzar en esa línea de razonamiento reproduce la lógica de lo podríamos llamar “el voto descalificado”. Más específicamente, cuando una mayoría apoya a un gobierno o a un candidato que por alguna razón se distancia del pensamiento de las elites presuntamente ilustradas y de las clases medias también presuntamente ilustradas, se aduce que ese voto no es un voto racional sino que obedece a que las mayorías (y decir “mayorías” suele ser lo mismo que decir “pobres”) votan según sus necesidades inmediatas y, en tanto tal, son presas del clientelismo. El cineasta Pino Solanas, algún tiempo atrás, habló de la poca calidad del voto en las provincias del Norte Argentino donde aparentemente la continuidad de determinados caudillos se debe al espíritu dadivoso que circula en época de elecciones y que es capaz de conformar a una mayoría ignorante. Se trataría, entonces, de un voto de baja calidad. Ahora bien, si para explicar por qué las mayorías de la ciudad se inclinan por determinadas opciones electorales, aducimos que se trata de burgueses asustados que solo piensan en sí mismos y que actúan lobotomizados por los medios de comunicación opositores, no parecemos razonar de modo muy distinto pues éste sería, también, un voto de baja calidad muy poco racional. Aquél por clientelar y éste por egoísta. Advertir este punto, claro está,  no implica desconocer que el clientelismo existe ni que muchos hombres y mujeres de este país y del mundo votan por razones que obedecen exclusivamente a todo aquello que pasa cerca de su ombligo. Pero las razones para elegir un candidato son enormemente complejas y podemos encontrar razones clientelares y egoístas en los votos tanto del PRO como del FPV. ¿Acaso vamos a creer que el 54% que votó por el FPV en 2011 lo hizo por los DDHH y por tener el compromiso ideológico de apoyar el sueño de la patria latinoamericana y entender que las políticas neokeynesianas y redistributivas son lo mejor que le puede pasar a la Argentina en el contexto de un mundo multipolar? ¡Claro que no! Del mismo modo, tampoco es justo decir que todo aquel que votó al PRO está a favor del capitalismo financiero probuitre que dejó al país en ruinas. Hay muchos que sí pero otros votan por razones más mundanas, por identificaciones, por caprichos, por afectos y por desconocimiento también, variables que atraviesan a los electores que se han pronunciado por cada uno de los partidos.      
Para concluir, si el FPV quiere obtener mejores resultados electorales en la Ciudad tendrá que tener una mejor construcción local y mejores propuestas para acompañar al que parece ser un buen candidato como Mariano Recalde. Y si con eso no alcanzara, deberá acostumbrarse a perder elecciones como decía Raúl Alfonsín. Pero suponer que la sociedad se divide en buenos (que votan bien, con calidad, como yo) y malos (que votan mal, sin calidad, como votan los que no lo hacen como yo) supone una moralización de la política, es decir, nos lleva al terreno en el que siempre quiso jugar la oposición: el terreno de la despolitización.