sábado, 3 de marzo de 2018

Andorra, Moyano y el debate sobre la despenalización del aborto (editorial del 25/2/18 en No estoy solo)


Tomar una semana cualquiera en la Argentina puede servir como muestra de lo dinámica que es la política y la imposición de agenda. Así, en menos de siete días, tenemos a un funcionario “renunciado” por tener una cuenta no declarada en Andorra, a una movilización de cientos de miles de personas contra el gobierno y a un giro sorprendente de Macri habilitando el debate sobre la despenalización del aborto en el Congreso. Los primeros dos hechos desaparecieron ya de la agenda y al momento de escribir estas líneas el tercero está “en progreso” aunque, por la magnitud de la temática, es de esperar que sea visible al menos hasta su tratamiento en el Congreso.  
Ahora bien, si nos detenemos en cada uno de los casos, podría decirse que, en lo que respecta al primero, la pregunta que surge es, naturalmente, por qué no corrieron igual suerte otros funcionarios o incluso el presidente. Frente a ello se buscará amparo en una oficina anticorrupción viciada por la parcialidad manifiesta de su titular, quien fue puesta allí a dedo y, no lo olvidemos, gracias a una modificación, por decreto, de la ley. Es verdad que ningún caso es igual a otro pero quien se encarga de determinarlo es una administración de la oficina anticorrupción que, paradójicamente, nació con un acto de corrupción. Tal bautismo, confirmado por las actuaciones posteriores, me exime de mayores consideraciones y da buenas razones para ser escéptico.   
En cuanto a la movilización de Moyano, hubo muchísimo para destacar salvo el discurso del orador principal cuyo eje fue exactamente el contrario al que debía ser. Me refiero a que si el gobierno y los medios oficialistas instalan que se trata de “la marcha de Moyano” para “bajarle el precio” y presentarla como la jugada individual de un símbolo de la vieja argentina acorralado, el discurso del orador no debería abusar de los personalismos. Y sin embargo, fue de los discursos más personalistas que se le han oído al líder de Camioneros. Asimismo, el campo opositor puede derivar de esta movilización dos lecturas, una positiva y otra negativa. La positiva es que hay una capacidad intacta para ganar la calle y la negativa es que ese “ganar la calle” no alcanza para triunfar en elecciones ya que hoy no hay un liderazgo aglutinador. Porque no es Moyano quien pueda nuclear esas demandas insatisfechas que se expresan en cada movilización y que muestran que si bien la oposición tiene un poder de convocatoria que el oficialismo no tiene, quienes allí asisten representan siempre al mismo sector y tienen enormes dificultades para romper ese dique. Esto significa que quienes fueron al 21F seguramente estarán el 8M en el paro por el día de la Mujer y el 24M cuando se conmemore un nuevo aniversario del último golpe militar. Son muchos en la calle pero, por ahora, son siempre los mismos.   
En todo caso, como última reflexión sobre el asunto y para continuar con los aspectos positivos y negativos, cabe agregar que si Moyano puede mover toda esa gente es un problema para el gobierno. Pero si, como resulta evidente, los asistentes fueron muchos más que los que puede mover Moyano, quiere decir que había razones para marchar más allá de Moyano. Y ese es el gran problema que tiene el gobierno. En cambio, lo que la actual administración tiene a favor es bastante simple: todos los que repudian a Macri no acuerdan a quién votar.
En cuanto al trascendido que fue tapa de Clarín en torno a lo que sería un guiño del gobierno para debatir en el Congreso sobre la despenalización del aborto, se trata de una jugada sorprendente, digna de los mejores tiempos del kirchnerismo. La despenalización del aborto es un reclamo que los colectivos de Mujeres llevan desde hace décadas y que venía avanzando hasta que Bergoglio llegó a Papa. Eso hay que decirlo aunque resulte difícil de digerir. Si se detuvo por orden de él o para no entrar en conflicto con él, no lo sabemos pero lo cierto es que con la aparición de Francisco el tema pareció quedar congelado. En este sentido, la jugada del gobierno es de una enorme audacia política porque incomoda a los propios (en su mayoría conservadores) pero corre “por izquierda” al espacio nacional y popular que tiene que salir a explicar por qué su máxima referente, CFK, se opuso siempre a la despenalización, y cómo se puede seguir reivindicando el progresismo si tu conductor es el líder de una Iglesia católica que difícilmente acepte que la noción de sujeto de derecho pueda desvincularse del momento de la concepción.
A su vez, desde el punto de vista ideológico, este giro del gobierno parece un intento de ubicarse en un centro, o en la, cada vez menos expresada, presunta “derecha moderna” que no negocia los derechos de propiedad o que responde a su vulneración a los balazos, pero que es capaz de sentarse a debatir derechos civiles apoyándose en cierta línea de la tradición progresista. Porque en el oficialismo hay muchísimos conservadores pero también hay liberales de generaciones más jóvenes que no son reacios a los debates sobre minorías y diversidad. Para éstos es compatible exigir “¡abajo el garantismo, mano dura para los roba celulares!” y celebrar al mismo tiempo el matrimonio igualitario como señal de una sociedad inclusiva y avanzada.        
Es probable que la ley no tenga los números, especialmente en el Senado, pero ese será otro asunto y, en todo caso, parece haberse abierto una puerta que deja entrever que más temprano que tarde, la Argentina avanzará a favor de la despenalización, en lo que podría leerse como un capítulo más de la separación entre Iglesia y Estado iniciado hace ya mucho tiempo. Mientras tanto, claro, se vienen debates acalorados muchos de los cuales se darán en los medios de comunicación y no estarán a la altura de la complejidad del tema.
A juzgar por lo ocurrido la última semana y por el debate que viene, se avecinan tiempos de convulsión y efervescencia, y como no podría ser de otra manera, para aquellos a los que nos interesa la política, serán tiempos movilizadores y, sobre todo, apasionantes.    


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