Si hay algo en lo que confluyen casi unánimemente vastos sectores de la sociedad es en la percepción de que no existe una fuerza política con capacidad de gestión capaz de disputarle el Gobierno al kirchnerismo. Aun en el peor momento K, las voces antioficialistas se multiplican pero atravesados por sus propias limitaciones, ambiciones y vedettismos no parecen tener la capacidad de estructurar una oposición coherente, robusta y programática.
A la hora de distinguir y clarificar al interior del conjunto “oposición”, podemos tener en cuenta a aquellos que tienen al menos algún tipo de experiencia en la gestión de territorios importantes del país. Me refiero aquí al PRO en la Ciudad de Buenos Aires y al socialismo en Santa Fe. Tras 1 año, el gobierno de Macri se ha mostrado estático, timorato, preso de la fragilidad interna y, por sobre todo, profundamente incapaz para gestionar la maquinaria estatal. Asimismo, la coraza idílica de toda nueva gestión parece empezar a reblandecerse, lo que en la jerga de los pasillos se menciona como el momento en que “le empiezan a entrar las balas”. Esto, seguramente, no impedirá una aplastante victoria en las legislativas 2009 pero deja ciertas dudas con miras al 2011 cuando el desgaste sea mayor y Macri sea expuesto como candidato a Presidente.
Distinto parece el caso de Binner en Santa Fe: con menos amplificación mediática, son pocas las noticias que circulan fuera del ámbito regional. A esto debe sumársele el perfil bajo del Gobernador y su decisión de no salir histéricamente a confrontar con el Gobierno Nacional aun ante el dilema que le planteaba el conflicto con el campo.
Sin embargo, el gobierno socialista pareció tomar nota de que un presidenciable no puede mantenerse en silencio y decidió enviar una propuesta al Gobierno a través de una solicitada que apareció el domingo 21/12 en los principales diarios y que lleva como título “Aporte a la Nación Argentina. Cinco propuestas para superar la crisis”. En términos generales podemos decir que se trata de las pocas intervenciones opositoras que plantean propuestas razonables y que se encuentran en un horizonte de posibilidad. Además proviene de un partido con experiencia de gestión (recordar los sucesivos gobiernos socialistas en la intendencia de Rosario). De hecho, varios pasajes de la solicitada hacen referencia a cuestiones técnicas y de implementación lo cual puede leerse como la necesidad de mostrar que un gobierno no peronista también puede ser capaz de mover la burocracia estatal. Por otra parte, se deja entrever, con la moderación de siempre, cierto diagnóstico que lo distancia del Gobierno nacional, en cuanto a que la crisis económica “reforzó los síntomas de desaceleración de la economía argentina que fueron evidentes desde el prolongado conflicto agropecuario”. Asimismo se hace hincapié en un creciente clima de desconfianza manifiesta en diferentes sectores de la economía.
En cuanto a las líneas programáticas y las propuestas concretas se parte de la base de que la política fiscal y una política de redistribución deben ser los pilares de la superación de este contexto. En esta afirmación se conjugan buena parte del equilibrio que busca la Solicitada. Equilibrio complejo entre principios “liberales” de correcta administración (similares a los del Gobierno nacional) y una visión más progresista que hace hincapié en políticas más inclusivas y redistributivas más cercanas al ideal socialista y a algún tipo de peronismo. A esto debemos sumarle elementos coyunturales y geopolíticos: se trata del gobierno de la provincia de Santa Fe cuyo eje central es la producción agropecuaria y la agroindustrial, sectores que, por cierto apoyaron en buena medida al socialismo en las últimas elecciones.
Todas estas variables hacen que la propuesta resulte un gran ejercicio de malabarismo que se parece bastante a la política real del día a día donde los grises son más que los colores puros.
Así, el gobierno socialista no tiene ningún inconveniente en señalar en varios pasajes el problema de “la caja”. Sí, efectivamente, tanto hemos oído hablar de “la caja” que parece haberse estigmatizado la necesidad de las administraciones de obtener fondos. Así, es razonable que Binner reclame “coordinación”, “articulación entre Nación, Provincia, municipios y comunas” y “acceso de municipios y comunas a los recursos financieros”. Esta búsqueda de descentralización es también una pelea por “la caja” y al darla no se ponen colorados, lo cual por cierto, resulta correcto.
Otro de los puntos tiene que ver con medidas de carácter impositivo en el que se intenta conciliar los intereses de diferentes sectores. Por un lado se habla de defensa de las fuentes de trabajo, aumento de las jubilaciones en función de la ley de movilidad jubilatoria, incremento en las asignaciones de los planes sociales, reducción escalonada de las tasas impositivas, (acaso una razonable y menos vilipendiada “tablita de Machinea”) y una canasta básica de productos que queden exentos de IVA. Por otro lado, una medida que se toma en los principales países del mundo, esto es, el proteccionismo industrial y aranceles para las importaciones sumado a quizás la propuesta que más puede incomodar al kirchnerismo: el tema “retenciones”. Allí se propone la eliminación total de las retenciones a los cereales, las oleaginosas, la leche y la carne y se propone reemplazar la pérdida en la recaudación con el impuesto a las ganancias, a los activos financieros, al cigarrillo, al alcohol y a los bienes suntuarios.
Esta es, en síntesis, la propuesta. La misma posee, seguramente, puntos que abren interrogantes. Dejando de lado la implementación técnica de la posibilidad de una descentralización en el manejo de los recursos lo cual, por cierto, tampoco garantiza mayor transparencia, podemos pensar cómo podría garantizarse que los productos de la canasta básica sin IVA se mantengan a un precio accesible y que esa quita impositiva redunde en una rebaja al precio al público. La conducta de los empresarios en ese sentido dista mucho de ser la ideal lo cual parece dejar a la medida en el plano de las buenas intenciones y el voluntarismo. En cuanto a la eliminación de las retenciones para los productos mencionados parece razonable discutir medidas en pos de ayudar a fomentar la diversidad en la producción pero debería reconocerse que la resolución 125 modificada que vetó el senado parecía dar un paso importante en esa línea aunque era resistida en parte, porque a través de las devoluciones se exigía el fin de la informalidad. Recurrir al impuesto a las ganancias, se sabe, es una medida teóricamente inobjetable pero de imposible control en la práctica: nada más fácil que evadir el impuesto a las ganancias. Más razonables resultan los impuestos a la renta financiera, a los bienes suntuarios, al cigarrillo y al alcohol aunque hacerlo supondría tener que tolerar un despiadado ataque desde los sectores interesados. Será cuestión, en ese punto, de ver quién tiene más fuerza. Pero más allá de estas cuestiones controvertidas vemos aparecer un partido con poder de gestión que más allá de sus críticas parece intentar seguir llevar adelante un espíritu continuista en algunas de las políticas de la actual Gestión Nacional.
Señalar algunos aciertos del oficialismo es una de las formas más sensatas de evitar este mal endémico de los gobiernos argentinos: los vaivenes en las grandes líneas del proyecto del país que hizo que en 20 años se oscile constantemente de visiones neoliberales a estatistas.
La de Binner, parece pues, una oposición más constructiva, lo cual quizás no le dé el rédito político de los rezongos del Pro, la CC, los disidentes del PJ y varios multimedios. Queda abierta la cuestión de si la forma socialista de profundizar cierta línea progresista que se encuentra en la gestión actual del Gobierno Nacional podrá estructurar una fuerza a nivel nacional que no surja del mero enfrentamiento con las políticas oficiales y no se constituya desde la lógica tradicional del trueque entre apoyos y cargos.
A la hora de distinguir y clarificar al interior del conjunto “oposición”, podemos tener en cuenta a aquellos que tienen al menos algún tipo de experiencia en la gestión de territorios importantes del país. Me refiero aquí al PRO en la Ciudad de Buenos Aires y al socialismo en Santa Fe. Tras 1 año, el gobierno de Macri se ha mostrado estático, timorato, preso de la fragilidad interna y, por sobre todo, profundamente incapaz para gestionar la maquinaria estatal. Asimismo, la coraza idílica de toda nueva gestión parece empezar a reblandecerse, lo que en la jerga de los pasillos se menciona como el momento en que “le empiezan a entrar las balas”. Esto, seguramente, no impedirá una aplastante victoria en las legislativas 2009 pero deja ciertas dudas con miras al 2011 cuando el desgaste sea mayor y Macri sea expuesto como candidato a Presidente.
Distinto parece el caso de Binner en Santa Fe: con menos amplificación mediática, son pocas las noticias que circulan fuera del ámbito regional. A esto debe sumársele el perfil bajo del Gobernador y su decisión de no salir histéricamente a confrontar con el Gobierno Nacional aun ante el dilema que le planteaba el conflicto con el campo.
Sin embargo, el gobierno socialista pareció tomar nota de que un presidenciable no puede mantenerse en silencio y decidió enviar una propuesta al Gobierno a través de una solicitada que apareció el domingo 21/12 en los principales diarios y que lleva como título “Aporte a la Nación Argentina. Cinco propuestas para superar la crisis”. En términos generales podemos decir que se trata de las pocas intervenciones opositoras que plantean propuestas razonables y que se encuentran en un horizonte de posibilidad. Además proviene de un partido con experiencia de gestión (recordar los sucesivos gobiernos socialistas en la intendencia de Rosario). De hecho, varios pasajes de la solicitada hacen referencia a cuestiones técnicas y de implementación lo cual puede leerse como la necesidad de mostrar que un gobierno no peronista también puede ser capaz de mover la burocracia estatal. Por otra parte, se deja entrever, con la moderación de siempre, cierto diagnóstico que lo distancia del Gobierno nacional, en cuanto a que la crisis económica “reforzó los síntomas de desaceleración de la economía argentina que fueron evidentes desde el prolongado conflicto agropecuario”. Asimismo se hace hincapié en un creciente clima de desconfianza manifiesta en diferentes sectores de la economía.
En cuanto a las líneas programáticas y las propuestas concretas se parte de la base de que la política fiscal y una política de redistribución deben ser los pilares de la superación de este contexto. En esta afirmación se conjugan buena parte del equilibrio que busca la Solicitada. Equilibrio complejo entre principios “liberales” de correcta administración (similares a los del Gobierno nacional) y una visión más progresista que hace hincapié en políticas más inclusivas y redistributivas más cercanas al ideal socialista y a algún tipo de peronismo. A esto debemos sumarle elementos coyunturales y geopolíticos: se trata del gobierno de la provincia de Santa Fe cuyo eje central es la producción agropecuaria y la agroindustrial, sectores que, por cierto apoyaron en buena medida al socialismo en las últimas elecciones.
Todas estas variables hacen que la propuesta resulte un gran ejercicio de malabarismo que se parece bastante a la política real del día a día donde los grises son más que los colores puros.
Así, el gobierno socialista no tiene ningún inconveniente en señalar en varios pasajes el problema de “la caja”. Sí, efectivamente, tanto hemos oído hablar de “la caja” que parece haberse estigmatizado la necesidad de las administraciones de obtener fondos. Así, es razonable que Binner reclame “coordinación”, “articulación entre Nación, Provincia, municipios y comunas” y “acceso de municipios y comunas a los recursos financieros”. Esta búsqueda de descentralización es también una pelea por “la caja” y al darla no se ponen colorados, lo cual por cierto, resulta correcto.
Otro de los puntos tiene que ver con medidas de carácter impositivo en el que se intenta conciliar los intereses de diferentes sectores. Por un lado se habla de defensa de las fuentes de trabajo, aumento de las jubilaciones en función de la ley de movilidad jubilatoria, incremento en las asignaciones de los planes sociales, reducción escalonada de las tasas impositivas, (acaso una razonable y menos vilipendiada “tablita de Machinea”) y una canasta básica de productos que queden exentos de IVA. Por otro lado, una medida que se toma en los principales países del mundo, esto es, el proteccionismo industrial y aranceles para las importaciones sumado a quizás la propuesta que más puede incomodar al kirchnerismo: el tema “retenciones”. Allí se propone la eliminación total de las retenciones a los cereales, las oleaginosas, la leche y la carne y se propone reemplazar la pérdida en la recaudación con el impuesto a las ganancias, a los activos financieros, al cigarrillo, al alcohol y a los bienes suntuarios.
Esta es, en síntesis, la propuesta. La misma posee, seguramente, puntos que abren interrogantes. Dejando de lado la implementación técnica de la posibilidad de una descentralización en el manejo de los recursos lo cual, por cierto, tampoco garantiza mayor transparencia, podemos pensar cómo podría garantizarse que los productos de la canasta básica sin IVA se mantengan a un precio accesible y que esa quita impositiva redunde en una rebaja al precio al público. La conducta de los empresarios en ese sentido dista mucho de ser la ideal lo cual parece dejar a la medida en el plano de las buenas intenciones y el voluntarismo. En cuanto a la eliminación de las retenciones para los productos mencionados parece razonable discutir medidas en pos de ayudar a fomentar la diversidad en la producción pero debería reconocerse que la resolución 125 modificada que vetó el senado parecía dar un paso importante en esa línea aunque era resistida en parte, porque a través de las devoluciones se exigía el fin de la informalidad. Recurrir al impuesto a las ganancias, se sabe, es una medida teóricamente inobjetable pero de imposible control en la práctica: nada más fácil que evadir el impuesto a las ganancias. Más razonables resultan los impuestos a la renta financiera, a los bienes suntuarios, al cigarrillo y al alcohol aunque hacerlo supondría tener que tolerar un despiadado ataque desde los sectores interesados. Será cuestión, en ese punto, de ver quién tiene más fuerza. Pero más allá de estas cuestiones controvertidas vemos aparecer un partido con poder de gestión que más allá de sus críticas parece intentar seguir llevar adelante un espíritu continuista en algunas de las políticas de la actual Gestión Nacional.
Señalar algunos aciertos del oficialismo es una de las formas más sensatas de evitar este mal endémico de los gobiernos argentinos: los vaivenes en las grandes líneas del proyecto del país que hizo que en 20 años se oscile constantemente de visiones neoliberales a estatistas.
La de Binner, parece pues, una oposición más constructiva, lo cual quizás no le dé el rédito político de los rezongos del Pro, la CC, los disidentes del PJ y varios multimedios. Queda abierta la cuestión de si la forma socialista de profundizar cierta línea progresista que se encuentra en la gestión actual del Gobierno Nacional podrá estructurar una fuerza a nivel nacional que no surja del mero enfrentamiento con las políticas oficiales y no se constituya desde la lógica tradicional del trueque entre apoyos y cargos.