domingo, 30 de marzo de 2008

Las retenciones son de nosotros, la sojita es ajena

En ocasión de la conmemoración del día de la memoria hace 1 semana publiqué una nota que culminaba así: “Por suerte, muchos de los que antes golpeaban las puertas de los cuarteles hoy sólo queman sus tractores en las rutas”. Ahora debería afirmar que ante la imposibilidad de apelar a los cuarteles la tendencia es golpear las puertas de los canales de televisión. Estos canales, muchas veces, sea por comunión ideológica sea por rating, pusieron una cámara en Belgrano, otra en Recoleta sumada a la de Olivos y a la de la Plaza de mayo y de repente parecía que el país estaba en un estadio prerrevolucionario y al borde la guerra civil. Aun a riesgo de repetirme, la cobertura que muchos medios hicieron del conflicto entre el campo y el gobierno muestra que la puja política no es entre gobierno y oposición sino entre gobierno y algunos multimedios. Carrió y Macri son simplemente invitados a una disputa que los supera. La líder de la Coalición cada vez más se desliza hacia una actitud profética a la par que su camino político se hace más errático. Más cerca de Blanca Curi que de una estadista, Carrió se inflará y se desinflará dependiendo de si la centro derecha encuentra o no un candidato capaz de hacer sombra a los Kirchner. En cuanto al Jefe de la Ciudad, muchos operadores lo ayudan aun a sabiendas de que no parece ser el candidato de estirpe que muchos esperaban. Si tiene suerte, su administración hará la plancha para evitar caer en esta suerte de paso de baile que parece su gestión: un pie hacia adelante un pie hacia atrás. En casi todo lo que propuso tuvo que retroceder. Si fuese empleado de una empresa privada lo hubiera echado por inepto. Su esperanza está puesta en el desgaste del doble comando y en 4 años de un Riquelme que siga siendo más rápido que una tortuga.
Volviendo a la cuestión de los medios, hay un sector mayoritario que por diferentes razones se opone al gobierno; hay otro sector minoritario de medios que apoya al gobierno y, por último un grupo de medios importantísimos que negocian y extorsionan diariamente. Si el gobierno arregla con ellos tendremos una semana apacible. Si no el caos. Es el precio que hay que pagar por permitir el monopolio y haber extendido las licencias. En este sentido lo ocurrido esta semana ha sido sintomático. Tomemos como ejemplo la interpretación de los discursos de CFK. Si se presta atención a éstos se puede observar que en ambos dijo lo mismo: atacó con más o menos argumentos al campo y afirmó “habrá diálogo si se levanta el paro”. Sin embargo, el primer discurso fue interpretado como “provocador, agresivo y autista” y el segundo como “dialoguista, abierto, reflexivo”. Los discursos fueron similares pero la interpretación ya estaba determinada a priori. El primer discurso sería el del incendio, el segundo el del diálogo. Mientras tanto, unas cuantas notas de color para llenar espacio, exacerbar las diferencias y hacer de D elía el personaje de la semana. Hay varias cosas llamativas respecto de él: una entrada hollywoodense y a las piñas a la plaza que, por cierto, fue denostada por todo imbécil que tuviera un micrófono cerca. Es que D elía es un blanco fácil: tiene una incontinencia oral y una sed de cámaras que generalmente le juega una mala pasada y lo llevan a una catarata de exabruptos. Tiene un estilo pendenciero y prepotente que es políticamente muy incorrecto y encarna todo lo que un republicano pulcro y esteta desprecia. Sucede lo mismo con el pugilista Samid: resultan estéticamente impresentables pero alguna que otra verdad dicen. Contra ellos se suele cometer un tipo de falacia ad hominem que supone que dado que muchas de sus intervenciones son equivocadas o falsas, todas lo son. Leyendo algunos diarios pareciera que si eliminamos a D elía y Moreno se acaban los problemas de los argentinos.
Pero vayamos al tema central y hagamos números. Las retenciones han aparecido siempre que la política económica del país adopta un tipo de cambio alto que favorece las exportaciones. Los que acusan a este gobierno de intervencionista y confiscador olvidan que el primero que impuso las retenciones fue el gobierno de Onganía en 1967 de la mano de Krieger Vasena. Las retenciones son parte de una política redistributiva y también permite que los precios de los productos del mercado interno se mantengan accesibles. Si la soja, la carne, la leche, el maíz, etc., no tuvieran retenciones serían productos suntuarios para todos nosotros. En la coyuntura actual, el tipo de cambio alto es mantenido por el gobierno como pilar de su plan económico. Está claro que si el gobierno no interviniese el dólar se desplomaría y llegaría a niveles cercanos a los que hoy se encuentra en Brasil. Asimismo, la idea de las retenciones móviles como parte de un plan a 4 años da a los productores un nivel de previsibilidad que antes no tenían. Estos saben que si el precio de la soja es de 200 dólares el Estado se quedará con el 23,5%. Si llega a 300 se retendrá un 28,5%; si el precio trepa a 400 estaremos en 35,8% y si trepa a 500 dólares tendremos un 43% de retenciones. Por último, la suba en las retenciones hacia la soja resulta una forma de desincentivar la producción puesto que pasados los 600 dólares el margen de ganancia cada vez se achica más (por ejemplo si llegara a 600 dólares el precio de la tonelada el productor se llevaría 304 dólares y el Estado 296. Pero si llegara a 900 dólares el productor sólo se llevaría 319 y el Estado 581). (datos obtenidos de http://homo-economicus.blogspot.com/2008_03_01_archive.html).
Pero mencionemos un aspecto más. Tiene razón CFK al afirmar que este gobierno subsidia actividades del campo, por ejemplo a través del Gasoil y además sostiene una política económica que los ha beneficiado como nunca en la historia. En este sentido, resulta ilustrativo el comentario de Beker al Clarín del 30/3/08 en el que señala que las retenciones simplemente compensan la sobrevaloración del dólar. En otras palabras, Beker afirma que si el BCRA no interviniese el dólar descendería hasta al menos los $2,40. Justamente, esto es, aproximadamente lo que recibe el campo si al valor actual del dólar le descontamos el 23,5% de las retenciones.
¿Pues entonces por qué tanto escándalo? La respuesta a este interrogante está en la indiferenciación que la medida tiene en cuanto a los grandes y a los pequeños y medianos productores. Estos últimos, están en una situación mucho menos holgada que los grandes y deben enfrentar la violenta suba de los alquileres de una tierra que cada vez es más costosa. A su vez, la soja genera poco trabajo y el 70% de los trabajadores campesinos se encuentra en negro. En este sentido el gobierno se equivocó, no discriminó y logró que todo el campo se uniera contra él. Por otra parte, este aspecto trajo sobre la mesa nuevamente el tema de las desigualdades en la coparticipación. De aquí que Schiaretti y Binner quieran mediar puesto que ambas provincias se encuentran en una situación de profunda desventaja comparando lo que aportan con lo que les es coparticipado. De esta manera, el gobierno tuvo muy poca cintura política para manejar el tema: dejó que el conflicto creciera; logró que se reunieran todas entidades del campo y por acción u omisión hizo que los desprestigiados piqueteros oficiales aparecieran como representantes del gobierno lo cual exacerbó los ánimos de un sector de la población que golpeaba su cacerola en una crítica que apuntaba más al problema del bótox y la política de derechos humanos que a la defensa del campo. Así oíamos intervenciones que acusaban de comunista, procastrista y montonera a la presidente. Hasta varios trasnochados están hablando también de grupos parapoliciales enviados por el gobierno y no faltaba quien pedía que renuncie a pesar de que hace 3 meses ganó las elecciones doblando en cantidad de votos a su inmediato perseguidor.
A juzgar por las intervenciones de muchos de los que cacerolearon y siguiendo un poco sus actividades en la web, resulta claro que un grupo importante de la capital federal es demasiado veleidoso a la hora de afirmar premisas republicanas y democráticas. Así, la seguridad jurídica y la estabilidad institucional quedan en un segundo plano cuando intervienen las variables económicas y culturales propias de una Argentina que parece tener un origen y un destino de división. Por suerte, al país le va más o menos bien, el gobierno no es radical y a CFK no se le ocurrió proponer una reforma agraria.

lunes, 24 de marzo de 2008

Memoria y desmemoria

Los 24 de marzo de los últimos años han sido días en que inevitablemente se hace referencia al último golpe militar. En este sentido ha habido comentarios y notas de intelectuales y periodistas que han dicho mejor que yo muchísimas cosas. Pese a ello, trataré de retomar algunas cuestiones que, creo, al menos, no se han hablado demasiado.
La primera cuestión tiene que ver con una encuesta que observé en Clarín y que repitió Feinman en Radio 10. Allí se le preguntaba a la gente si sabía por qué era feriado el 24 de marzo. Y como era de esperar, un porcentaje muy alto de personas no sabía de qué se trataba: pensaban que era por Malvinas; que el vía crucis se había extendido un día más para favorecer el turismo, etc. Pero nada sobre el día de la memoria. Sin hacer de esto una teoría conspirativa, me preguntaba por qué no se hace una encuesta el resto de los feriados. Nunca se le pregunta a la gente si sabe qué pasó el 2 de abril, el 17 de agosto o el 8 de diciembre por mencionar algunos ejemplos. Si se hiciese, seguramente arrojaría el mismo resultado: la mayoría de la gente no sabe por qué es un día feriado. En otras palabras, aquel que no sabe qué se conmemora el 24 de marzo seguramente tampoco sabe qué se conmemora el resto de los feriados. Sin embargo, esta encuesta parece buscar resaltar la ignorancia o el desinterés de la gente respecto del 24 de marzo. En un sentido, esto llevaría a pensar que el feriado no es “legítimo” sino que sería sólo el correlato de la presión de una facción que impone como universal su propia cosmovisión. Dicho en nombre propio, lo que parece esconder la encuesta es que este es un feriado “inventado” que no le interesa a nadie y que fue impuesto por Kirchner, los ex montoneros y Hebe de Bonafini. Dicho así, no merecería ser un feriado pues no es una “causa nacional” sino sólo la de “una parte”.
Por si mi redacción no fue precisa, cabe aclarar que no estoy de acuerdo con la idea que subyace a la encuesta. Es decir, si bien está claro que el feriado fue impulsado por la administración Kirchner como gesto incluido en la política de derechos humanos, no se puede derivar de allí que esto no sea una cuestión nacional que atañe a todo el pueblo. Los feriados siempre han sido “impuestos” por una mayoría gobernante o un grupo de presión. Siempre son parte de una lectura histórica e ideológica de algunos hechos. Siempre son parte de una lectura del pasado hecha desde el presente. ¿O alguno cree que los feriados son hechos naturales que se imponen trascendental y objetivamente? Pero esto no les quita legitimidad. Simplemente pone en evidencia su carácter histórico. Este feriado es igual que los otros, sólo que todavía no se ha naturalizado.
Este olvido del proceso de naturalización acrítica de los feriados, esta desmemoria, me traslada a otro elemento que pulula por estos días: me refiero a la repetición ignorante, intencionada o, simplemente, a mi juicio, equivocada, de muchos opinólogos.
En este sentido, el día de la memoria se carga de desmemoria. Se dice, una vez más, como todos los años que “debemos olvidar”; que acá “hubo una guerra”; que debemos “mirar para adelante”; que no hay que “revisar el pasado”; que la justicia tiene que ser “para los dos lados”; que el gobierno impulsa las causas por “revanchismo”; que lo hace para tapar “los verdaderos problemas del país”; que se anima ahora porque los militares no tienen poder; que 30.000 es un número inventado y que la CONADEP comprobó sólo 8000; que la idea de lesa humanidad es utilizada políticamente por los montoneros gobernantes; que la culpa fue de la sociedad; que, algo que sólo un ignorante o un malintencionado puede afirmar, los juicios contra los represores no se deben hacer porque las leyes no se pueden aplicar retroactivamente y porque los militares ya fueron juzgados; que los crímenes de las guerrilla deben ser entendidos también como crímenes de lesa humanidad y por lo tanto son imprescriptibles, etc., etc.
Responder a todo esto parece demasiado pero sintéticamente podríamos decir que muchas controversias vinculadas a la aplicación del concepto de lesa humanidad y a la posibilidad de juzgar a los militares ya fueron resueltas por la justicia en un sentido claro. Por otra parte, que gran parte de la sociedad haya acompañado el golpe no significa que no haya grados de culpabilidad. ¿Tienen el mismo grado de responsabilidad Videla que aquel señor de clase media miedoso que sabía lo que pasaba pero no decía nada? ¿Tienen el mismo grado de responsabilidad los soldados que obedecían órdenes que sus jefes? Ha habido muchos teóricos de la filosofía y el derecho que han pensado estos temas y lo han hecho con buenas argumentaciones más allá de que esto sea la justificación de una ley que no nos gusta: la ley de obediencia debida.
En cuanto a que Kirchner aprovecha el momento de debilidad de las fuerzas armadas para arremeter contra ellos es verdad. ¿Quién duda de ello? En este sentido Kirchner ha sido muchas veces injusto con el esfuerzo hecho por Alfonsín en un momento de inestabilidad democrática. Creo que ninguna persona sincera podría afirmar que Alfonsín quiso la ley de punto final y la obediencia debida. Sin duda, sopesó entre la injusticia de estas leyes y la posibilidad de mantener la democracia y se inclinó por la segunda. Todos nos decepcionamos con esa decisión pero ninguno de nosotros gobernaba ni tenía en sus manos el destino del país. Todos somos héroes cuando no tenemos responsabilidades. Pero volviendo al aprovechamiento de Kirchner, ¿acaso no hay algún mérito en la decisión política de reabrir las causas, etc.? En otras palabras, otros gobiernos, en las mismas circunstancias de vulnerabilidad de las fuerzas armadas, hubieran hecho oídos sordos al pedido de “revisar el pasado”.
En cuanto a la cuestión de si hubo o no una guerra, eso también está resuelto por la justicia pero agregaría algo más. Aún suponiendo que haya sido una guerra (algo que, está claro, no fue), eso no faculta a uno de los bandos a torturar, secuestrar, expropiar bienes, etc. Es interesante notar que el argumento de los abogados de militares y de muchos comunicadores se apoya en la idea de que hubo una guerra puesto que con ello suponen que en la guerra “todo está permitido”. Pero se equivocan. El argumento de la guerra no los exime de la responsabilidad. En las guerras no todo está permitido. No se suspenden ni las reglas ni los derechos en una guerra. Hay legislaciones al respecto.
En lo que respecta a la insólita discusión acerca del número de desaparecidos no hay mucho que decir. Resulta tan claro que el número final resulta indiferente que parece increíble que todavía esté en disputa este asunto. Y si en vez de 30000 fueron 25000, ¿cuál sería la diferencia? ¿Y si fueron sólo 10000? ¿Si se apropiaron de más o menos bebés acaso importa? Traer el elemento cuantitativo a colación es tan débil argumentalmente que no merece mayor atención.
Por último un párrafo aparte para una cuestión que me resultó interesante. Me refiero a la edición especial que Radio Nacional puso en el aire bajo la consigna “Qué significa el 24 de marzo”. Cuando la producción me convocó para que diera mi opinión hice hincapié en lo que creo que el 24 de marzo significa para los jóvenes, para los hijos de la democracia, los menores de 30. Honestamente creo que para una cantidad importante de esta población, el 24 de marzo no es más que una posibilidad vacacional. Sin duda esto es un peligro puesto que está claro que una parte de nuestra sabiduría colectiva como pueblo tiene que ver con asimilar y reflexionar las experiencias pasadas. Las razones de esta ignorancia y este desinterés son varias pero una de ellas es esta falsa dicotomía que aparece entre unos que, casi al estilo de Funes el Memorioso, obsesionados por la memoria parecerían incapaces de pensar y unos hombres reflexivos con visión de futuro, dinámicos, reconciliadores, generosos y ejecutivos. Por suerte el cerebro es lo suficientemente vasto como para hacer posible la convivencia entre memoria, pensamientos y proyección a futuro. Por otra parte yo desconfiaría al menos un poco respecto de los “generosos reconciliadores”. De hecho, generalmente, en todo orden de la vida los más interesados en reconciliarse son aquellos que han tenido algún tipo de responsabilidad y han hecho algo mal. Igualmente y más allá de esto, es posible pensar que el desinterés es también un producto no deseado de una democracia que se presenta como más sólida en la medida en que no hay en el horizonte amenaza alguna de golpes militares y los menores de 30 han crecido siempre en democracia. Por suerte, muchos de los que antes golpeaban las puertas de los cuarteles hoy sólo queman sus tractores en las rutas.

domingo, 16 de marzo de 2008

Asombro

Se suele afirmar que el origen de la filosofía y de la búsqueda de conocimiento es el asombro. En ese sentido podría decir que perder la capacidad de asombro no es algo de lo cual sea bueno jactarse. Por suerte, todavía me sorprendo y en estos últimos días me he sorprendido y asombrado bastante.
Por ejemplo el viernes, tratando de llegar a mi casa me topé con una serie de piquetes llevados adelante por sujetos que suponen que la mejor manera de hacerse notar es impidiendo a los vecinos de Buenos Aires y de otras provincias transitar libremente. Me refiero a varias asociaciones del campo que generaron caos en el tránsito en Córdoba, Rosario y Capital, cortaron rutas e hicieron un tractorazo reclamando por las retenciones. Esta manifestación pareció, llamativamente, contrastar bastante con lo que apenas unos días atrás los principales diarios reflejaban: el gran momento del campo y su ostentoso Expoagro. Además, parece que, de repente, la opinión pública tiene que indignarse con alguien que aparentemente es la causa de todos los males. Se trata de un secretario de comercio, un tal Moreno. Moreno tiene la culpa de todo: de la inflación, del INDEC, de las retenciones, de la falta de inversiones, de la poca previsibilidad, de la falta de energía, de la falta de carne, etc. Es El, Ecce homo. Por suerte todavía no le echaron la culpa de la desaparición de Julio López.
Como si esto fuera poco, insólitamente un pastor evangélico radicado en Estados Unidos realiza un acto en el obelisco el viernes a la hora “del regreso”. En este acto desarrollarán su performance artistas que, exceptuando a Maximiliano Guerra, parecen destacarse no por su arte sino por su prédica evangélica. El gobierno de la Ciudad lo declaró “de interés” algo que puede entenderse en la medida en que en el PRO se encuentra la diputada Cinthya Hotton, la cual es reconocida militante del evangelismo como así también la vicejefa de gobierno que es una ferviente creyente tanto como el señor Pinedo y otros integrantes relevantes del PRO. De hecho fueron las principales figuras del Gobierno la Ciudad quienes ocuparon la mayoría de las 150 sillas de la cena que organizó Palau y en la que a cada comensal se le otorgaba una biblia y un ejemplar del libro del pastor prologado por Bergoglio.
Esta vez no se pensó en los vecinos ni en el derecho a transitar. Tampoco se pensó que un credo particular no debe ocupar el espacio público y esta medida parece un retroceso en la propuesta del PRO de, justamente, “recuperar el espacio público” y “no negociarlo”.
Esperando que los evangelistas no se queden a dormir en la ciudad puesto que a la hora de finalización del evento no habrá trenes que los lleve a su lugar de origen, me encuentro sinceramente pensando en organizar algún evento en el obelisco. Al fin de cuentas, mis amigos, como los de Palau, aquellos que comulgan con mis ideas, podrían ayudarme económicamente en la organización. A su vez, podrían ayudarme a convocar a los asistentes en los barrios y en las iglesias y hacerlos llegar, como se estila en las convocatorias políticas y gremiales y ahora también en las evangelistas, en micros. Lo que sí debo reconocer es que, a diferencia del pastor, no puedo ofrecer panchos y cocas celestiales.
Mi tercera fuente de asombro, pero, por sobre todo, de honda tristeza, se vincula con lo ocurrido con el hincha de Vélez asesinado mientras se dirigía al estadio de San Lorenzo. La tristeza es profunda por ser alguien con el que teníamos en común una pasión, y por lo absurdo de su muerte. Asimismo, hablando de manera egoísta, a la tristeza hay que sumarle esa perplejidad que nos asiste cuando nos damos cuenta que podríamos haber estado en su lugar. Digo “egoísta” porque generalmente de manera inconcebible, sólo reaccionamos cuando “nos podría haber tocado a nosotros”. Eso es algo que me resulta muy llamativo. Préstese atención, por ejemplo, a las declaraciones de los vecinos en una marcha por un asesinato de un chico del barrio. No se dice “estamos aquí por X (el asesinado); se dice “estamos aquí, porque mañana les puedo tocar a nuestros hijos o a uno de nosotros”. Más allá de eso, por la razón que uno quiera, sea egoísta o no, caeré en el lugar común de afirmar que tanta connivencia, tantas complicidades y tantos culpables directos e indirectos resultan despreciables y no dejan de asombrarme. Lamentablemente la familia velezana ha tenido esta semana varias razones para el luto.
Pero no me quiero quedar en esto. Pues he seguido asombrándome. Quizás se pasó por alto pero tomé conocimiento de una cifra alarmante que publicó Crítica el 10/3/08. De 13800 alumnos que tuvo el IUNA en los últimos 10 años, sólo se han recibido 13 y han abandonado sus estudios 10.000. Si mi primitiva matemática no me engaña, esto da un 0,1% de los estudiantes con título. Tomando en cuenta el presupuesto del IUNA debemos decir que cada uno de los 13 egresados le costó al Estado argentino 7.700.000 pesos. Espero yo que con tanta inversión estos chicos sean buenos y revolucionen el mundo del arte. Ahora bien, y para seguir siendo políticamente incorrecto, parece que habrá que revisar el funcionamiento del IUNA ¿no? Desconozco las razones por las cuales el 99,9% de los alumnos no se recibe pero habría que indagar si es por los planes de estudios o por la dificultad del contenido y la disponibilidad horaria de las materias. También podría ser que la situación socioeconómica de los alumnos les haga casi imposible terminar sus estudios o quizás sea cuestión del perfil de alumnos que pueden no desear una formación universitaria para ser artistas. Quizás alguna de estas variables, o quizás muchas más que se me escapan, debe ser la causa de semejante fracaso que afecta sin duda a la educación pública toda y es el caldo de cultivo para las voces que buscan agitar la idea de que la educación debe avanzar hacia la privatización.
Por último, el gran asombro final: una universidad publicó un estudio en el que se afirma que “las hormigas son corruptas” (SIC) (Clarín, 16/3/08). Francamente me conmocionó. Seguramente, ahora, estos prestigiosos estudiosos realizarán la falacia de “zoologización” e intentarán realizar una analogía con los humanos. La operatoria de este tipo de investigaciones es de ida y vuelta: primero se antropomorfiza la conducta animal (“corrupción” en hormigas) y luego se zoologiza la conducta humana (si las hormigas son corruptas, el hombre también lo es porque la naturaleza nos hace corruptos). Lo que resulta llamativo es que a ninguno de esos científicos se les ocurre afirmar que las sociedades humanas deben ser naturalmente matriarcales como lo son las de las hormigas; tampoco se afirma que deberíamos dejar la democracia y volver a la monarquía y a la esclavitud como las hormigas. Por último tampoco afirman que deberíamos dejar de creer en Dios puesto que al menos no se ha podido demostrar que las hormigas crean en dioses. Y por último, no me quiero olvidar algo que han omitido estos científicos: si se trata de tener en cuenta el comportamiento de las hormigas no debemos pasar por alto que éstas no permiten que se corten las calles principales del hormiguero.

miércoles, 5 de marzo de 2008

De pruebas y guerras preventivas

No cabe duda de que una de las noticas más estremecedoras de los últimos tiempos tiene que ver con la profundización del conflicto entre Venezuela y Colombia al cual se suma ahora Ecuador. Parecía claro que la intervención de Chávez como mediador en la liberación de los rehenes tendría un costo que le harían pagar en algún momento y que Uribe y Estados Unidos no permitirían fácilmente que el bolivariano se lleve todo el crédito ante la opinión pública mundial.
Como suele ocurrir en este tipo de cuestiones tan complejas, las razones de esta escalada que nos deja a las puertas de un conflicto bélico son varias. En primer lugar, Uribe, al menos en un primer momento, pareció no tener en cuenta las consecuencias que tendría para él la labor de Chávez. En este sentido el bolivariano resultó infinitamente más astuto. Pero, en segundo lugar, Chávez reacciona exageradamente al tomar como propia la violación a la soberanía ecuatoriana perpetrada por el ejército colombiano. Así, parece carecer de la suficiente razonabilidad que hace falta para darse cuenta que un conflicto bélico es funcional a los intereses norteamericanos que buscan desestabilizar la región. Por ello es que Chávez debería estar firme pero siempre por el camino de la diplomacia. Por otra parte, cabe preguntarse por qué el tema de las FARC cobra inusitada actualidad dado que hace 50 años que ocupan una porción importante del territorio colombiano y nada parece haber cambiado demasiado. Aquí también los factores pueden ser muchos pero no debemos obviar que Uribe busca un tercer mandato (por cierto, a diferencia de lo que ocurrió con Chávez, los medios de todo el mundo no acusan al colombiano de intentar perpetuarse en el poder) y que el tema “seguridad”, como bien lo sabemos, es un “caballito de batalla” para las elecciones en Latinoamérica. Por otra parte, como indicara Bush ayer sin tomar plena conciencia de lo que estaba afirmando, el asesinato de Reyes es la retribución que Colombia le da a Estados Unidos a cambio de la ratificación del tratado de libre comercio que debe aprobar el parlamento norteamericano. Pero no me quiero extender en estos temas sobre los cuales ya hay mucho escrito. Quiero detenerme en la cuestión de la guerra preventiva dado que la lucha contra el terrorismo será una de las razones por la cual tal vez se la intente utilizar contra Venezuela y Ecuador. La guerra preventiva, es algo que se ha puesto muy de moda en estos últimos años pero que se encuentra presente en la historia del pensamiento occidental desde hace ya mucho tiempo (pienso, por ejemplo, en Kant). Dicho de manera muy poco técnica, la guerra preventiva se da cuando un Estado se ve amenazado y tiene pruebas de que esa amenaza se concretará. Dado esto, resulta justificado que el Estado amenazado ataque antes sin esperar a que lo haga primero el enemigo. Hagamos una analogía con una situación en la cual podemos estar inmersos alguna vez: si yo soy robado por alguien que tiene un arma cargada y no tengo todo el dinero que esa persona requiere, de lo cual se sigue que existen amplias posibilidades de que esa persona gatille, resulta justificado que, si yo tengo un arma y puedo dispararla primero, lo haga. Es decir, el riesgo que supone dejar que el ladrón dispare antes que yo es lo suficientemente grande como para que mi intervención se lo impida aún si esto lo lleva a la muerte. De hecho este tipo de situaciones están tipificadas en el código penal como “legítima defensa”.
Creo que en principio nadie puede estar en desacuerdo con la guerra preventiva. Sin embargo, dado que ha sido el argumento de Bush y que éste ha abusado de esta idea en su incursión a Medio Oriente tendemos a pensar, lo cual es políticamente muy correcto, que la idea de guerra preventiva es nefasta. Sin embargo, insisto, cuando uno la analiza bien parece de lo más razonable. Pero hay un elemento que no tiene que ver estrictamente con el concepto de la guerra preventiva pero que debe estar presente para su justificación. Me refiero a “las pruebas”. Tenía que haber pruebas de la construcción de armas de destrucción masiva para que se justificara la invasión a Irak (pero no las hubo y ni siquiera tuvieron la “decencia” de inventarlas). También tenía que haber pruebas suficientes de que el ladrón iba matarme. Eso hay que probarlo y no es fácil. En el caso de lo ocurrido en Ecuador comienza a transitarse un camino similar al de Medio Oriente. Hay que justificar una guerra que acabaría con los gobiernos de Chávez y Correa y para eso, de manera insólita se afirma que en el bombardeo que acabó con los guerrilleros de las FARC, se salvaron unas computadoras con archivos y fotos que muestran que los gobiernos de Venezuela y Ecuador colaboran material y espiritualmente con las FARC, que las FARC poseen misiles poderosísimos y que habrían comprado Uranio para hacer una bomba atómica “sucia” (supongo que habrán encontrado una factura de “Fabricaciones Chávez” que indica algo así como “Señor: Reyes y Marulanda; Domicilio: La selva; Mercadería: 50 kilos de Uranio; Monto: millones de dólares).
Las aparentes pruebas son insólitas lo cual no invalida que tal vez haya conexiones non sanctas entre los gobiernos en cuestión y las FARC. Pero eso hay que probarlo y para ello no se puede caer en esa falacia tan familiar que nos dice “dado que no se pudo probar que no hay conexiones, entonces las hay” (es la misma que dice que Dios existe porque nadie pudo probar que no existe). En este sentido, el acento no debe ponerse en el concepto de guerra preventiva. Más bien debería ponerse en si existen pruebas que justifiquen tal acción.