En ocasión de la conmemoración del día de la memoria hace 1 semana publiqué una nota que culminaba así: “Por suerte, muchos de los que antes golpeaban las puertas de los cuarteles hoy sólo queman sus tractores en las rutas”. Ahora debería afirmar que ante la imposibilidad de apelar a los cuarteles la tendencia es golpear las puertas de los canales de televisión. Estos canales, muchas veces, sea por comunión ideológica sea por rating, pusieron una cámara en Belgrano, otra en Recoleta sumada a la de Olivos y a la de la Plaza de mayo y de repente parecía que el país estaba en un estadio prerrevolucionario y al borde la guerra civil. Aun a riesgo de repetirme, la cobertura que muchos medios hicieron del conflicto entre el campo y el gobierno muestra que la puja política no es entre gobierno y oposición sino entre gobierno y algunos multimedios. Carrió y Macri son simplemente invitados a una disputa que los supera. La líder de la Coalición cada vez más se desliza hacia una actitud profética a la par que su camino político se hace más errático. Más cerca de Blanca Curi que de una estadista, Carrió se inflará y se desinflará dependiendo de si la centro derecha encuentra o no un candidato capaz de hacer sombra a los Kirchner. En cuanto al Jefe de la Ciudad, muchos operadores lo ayudan aun a sabiendas de que no parece ser el candidato de estirpe que muchos esperaban. Si tiene suerte, su administración hará la plancha para evitar caer en esta suerte de paso de baile que parece su gestión: un pie hacia adelante un pie hacia atrás. En casi todo lo que propuso tuvo que retroceder. Si fuese empleado de una empresa privada lo hubiera echado por inepto. Su esperanza está puesta en el desgaste del doble comando y en 4 años de un Riquelme que siga siendo más rápido que una tortuga.
Volviendo a la cuestión de los medios, hay un sector mayoritario que por diferentes razones se opone al gobierno; hay otro sector minoritario de medios que apoya al gobierno y, por último un grupo de medios importantísimos que negocian y extorsionan diariamente. Si el gobierno arregla con ellos tendremos una semana apacible. Si no el caos. Es el precio que hay que pagar por permitir el monopolio y haber extendido las licencias. En este sentido lo ocurrido esta semana ha sido sintomático. Tomemos como ejemplo la interpretación de los discursos de CFK. Si se presta atención a éstos se puede observar que en ambos dijo lo mismo: atacó con más o menos argumentos al campo y afirmó “habrá diálogo si se levanta el paro”. Sin embargo, el primer discurso fue interpretado como “provocador, agresivo y autista” y el segundo como “dialoguista, abierto, reflexivo”. Los discursos fueron similares pero la interpretación ya estaba determinada a priori. El primer discurso sería el del incendio, el segundo el del diálogo. Mientras tanto, unas cuantas notas de color para llenar espacio, exacerbar las diferencias y hacer de D elía el personaje de la semana. Hay varias cosas llamativas respecto de él: una entrada hollywoodense y a las piñas a la plaza que, por cierto, fue denostada por todo imbécil que tuviera un micrófono cerca. Es que D elía es un blanco fácil: tiene una incontinencia oral y una sed de cámaras que generalmente le juega una mala pasada y lo llevan a una catarata de exabruptos. Tiene un estilo pendenciero y prepotente que es políticamente muy incorrecto y encarna todo lo que un republicano pulcro y esteta desprecia. Sucede lo mismo con el pugilista Samid: resultan estéticamente impresentables pero alguna que otra verdad dicen. Contra ellos se suele cometer un tipo de falacia ad hominem que supone que dado que muchas de sus intervenciones son equivocadas o falsas, todas lo son. Leyendo algunos diarios pareciera que si eliminamos a D elía y Moreno se acaban los problemas de los argentinos.
Pero vayamos al tema central y hagamos números. Las retenciones han aparecido siempre que la política económica del país adopta un tipo de cambio alto que favorece las exportaciones. Los que acusan a este gobierno de intervencionista y confiscador olvidan que el primero que impuso las retenciones fue el gobierno de Onganía en 1967 de la mano de Krieger Vasena. Las retenciones son parte de una política redistributiva y también permite que los precios de los productos del mercado interno se mantengan accesibles. Si la soja, la carne, la leche, el maíz, etc., no tuvieran retenciones serían productos suntuarios para todos nosotros. En la coyuntura actual, el tipo de cambio alto es mantenido por el gobierno como pilar de su plan económico. Está claro que si el gobierno no interviniese el dólar se desplomaría y llegaría a niveles cercanos a los que hoy se encuentra en Brasil. Asimismo, la idea de las retenciones móviles como parte de un plan a 4 años da a los productores un nivel de previsibilidad que antes no tenían. Estos saben que si el precio de la soja es de 200 dólares el Estado se quedará con el 23,5%. Si llega a 300 se retendrá un 28,5%; si el precio trepa a 400 estaremos en 35,8% y si trepa a 500 dólares tendremos un 43% de retenciones. Por último, la suba en las retenciones hacia la soja resulta una forma de desincentivar la producción puesto que pasados los 600 dólares el margen de ganancia cada vez se achica más (por ejemplo si llegara a 600 dólares el precio de la tonelada el productor se llevaría 304 dólares y el Estado 296. Pero si llegara a 900 dólares el productor sólo se llevaría 319 y el Estado 581). (datos obtenidos de http://homo-economicus.blogspot.com/2008_03_01_archive.html).
Pero mencionemos un aspecto más. Tiene razón CFK al afirmar que este gobierno subsidia actividades del campo, por ejemplo a través del Gasoil y además sostiene una política económica que los ha beneficiado como nunca en la historia. En este sentido, resulta ilustrativo el comentario de Beker al Clarín del 30/3/08 en el que señala que las retenciones simplemente compensan la sobrevaloración del dólar. En otras palabras, Beker afirma que si el BCRA no interviniese el dólar descendería hasta al menos los $2,40. Justamente, esto es, aproximadamente lo que recibe el campo si al valor actual del dólar le descontamos el 23,5% de las retenciones.
¿Pues entonces por qué tanto escándalo? La respuesta a este interrogante está en la indiferenciación que la medida tiene en cuanto a los grandes y a los pequeños y medianos productores. Estos últimos, están en una situación mucho menos holgada que los grandes y deben enfrentar la violenta suba de los alquileres de una tierra que cada vez es más costosa. A su vez, la soja genera poco trabajo y el 70% de los trabajadores campesinos se encuentra en negro. En este sentido el gobierno se equivocó, no discriminó y logró que todo el campo se uniera contra él. Por otra parte, este aspecto trajo sobre la mesa nuevamente el tema de las desigualdades en la coparticipación. De aquí que Schiaretti y Binner quieran mediar puesto que ambas provincias se encuentran en una situación de profunda desventaja comparando lo que aportan con lo que les es coparticipado. De esta manera, el gobierno tuvo muy poca cintura política para manejar el tema: dejó que el conflicto creciera; logró que se reunieran todas entidades del campo y por acción u omisión hizo que los desprestigiados piqueteros oficiales aparecieran como representantes del gobierno lo cual exacerbó los ánimos de un sector de la población que golpeaba su cacerola en una crítica que apuntaba más al problema del bótox y la política de derechos humanos que a la defensa del campo. Así oíamos intervenciones que acusaban de comunista, procastrista y montonera a la presidente. Hasta varios trasnochados están hablando también de grupos parapoliciales enviados por el gobierno y no faltaba quien pedía que renuncie a pesar de que hace 3 meses ganó las elecciones doblando en cantidad de votos a su inmediato perseguidor.
A juzgar por las intervenciones de muchos de los que cacerolearon y siguiendo un poco sus actividades en la web, resulta claro que un grupo importante de la capital federal es demasiado veleidoso a la hora de afirmar premisas republicanas y democráticas. Así, la seguridad jurídica y la estabilidad institucional quedan en un segundo plano cuando intervienen las variables económicas y culturales propias de una Argentina que parece tener un origen y un destino de división. Por suerte, al país le va más o menos bien, el gobierno no es radical y a CFK no se le ocurrió proponer una reforma agraria.
Volviendo a la cuestión de los medios, hay un sector mayoritario que por diferentes razones se opone al gobierno; hay otro sector minoritario de medios que apoya al gobierno y, por último un grupo de medios importantísimos que negocian y extorsionan diariamente. Si el gobierno arregla con ellos tendremos una semana apacible. Si no el caos. Es el precio que hay que pagar por permitir el monopolio y haber extendido las licencias. En este sentido lo ocurrido esta semana ha sido sintomático. Tomemos como ejemplo la interpretación de los discursos de CFK. Si se presta atención a éstos se puede observar que en ambos dijo lo mismo: atacó con más o menos argumentos al campo y afirmó “habrá diálogo si se levanta el paro”. Sin embargo, el primer discurso fue interpretado como “provocador, agresivo y autista” y el segundo como “dialoguista, abierto, reflexivo”. Los discursos fueron similares pero la interpretación ya estaba determinada a priori. El primer discurso sería el del incendio, el segundo el del diálogo. Mientras tanto, unas cuantas notas de color para llenar espacio, exacerbar las diferencias y hacer de D elía el personaje de la semana. Hay varias cosas llamativas respecto de él: una entrada hollywoodense y a las piñas a la plaza que, por cierto, fue denostada por todo imbécil que tuviera un micrófono cerca. Es que D elía es un blanco fácil: tiene una incontinencia oral y una sed de cámaras que generalmente le juega una mala pasada y lo llevan a una catarata de exabruptos. Tiene un estilo pendenciero y prepotente que es políticamente muy incorrecto y encarna todo lo que un republicano pulcro y esteta desprecia. Sucede lo mismo con el pugilista Samid: resultan estéticamente impresentables pero alguna que otra verdad dicen. Contra ellos se suele cometer un tipo de falacia ad hominem que supone que dado que muchas de sus intervenciones son equivocadas o falsas, todas lo son. Leyendo algunos diarios pareciera que si eliminamos a D elía y Moreno se acaban los problemas de los argentinos.
Pero vayamos al tema central y hagamos números. Las retenciones han aparecido siempre que la política económica del país adopta un tipo de cambio alto que favorece las exportaciones. Los que acusan a este gobierno de intervencionista y confiscador olvidan que el primero que impuso las retenciones fue el gobierno de Onganía en 1967 de la mano de Krieger Vasena. Las retenciones son parte de una política redistributiva y también permite que los precios de los productos del mercado interno se mantengan accesibles. Si la soja, la carne, la leche, el maíz, etc., no tuvieran retenciones serían productos suntuarios para todos nosotros. En la coyuntura actual, el tipo de cambio alto es mantenido por el gobierno como pilar de su plan económico. Está claro que si el gobierno no interviniese el dólar se desplomaría y llegaría a niveles cercanos a los que hoy se encuentra en Brasil. Asimismo, la idea de las retenciones móviles como parte de un plan a 4 años da a los productores un nivel de previsibilidad que antes no tenían. Estos saben que si el precio de la soja es de 200 dólares el Estado se quedará con el 23,5%. Si llega a 300 se retendrá un 28,5%; si el precio trepa a 400 estaremos en 35,8% y si trepa a 500 dólares tendremos un 43% de retenciones. Por último, la suba en las retenciones hacia la soja resulta una forma de desincentivar la producción puesto que pasados los 600 dólares el margen de ganancia cada vez se achica más (por ejemplo si llegara a 600 dólares el precio de la tonelada el productor se llevaría 304 dólares y el Estado 296. Pero si llegara a 900 dólares el productor sólo se llevaría 319 y el Estado 581). (datos obtenidos de http://homo-economicus.blogspot.com/2008_03_01_archive.html).
Pero mencionemos un aspecto más. Tiene razón CFK al afirmar que este gobierno subsidia actividades del campo, por ejemplo a través del Gasoil y además sostiene una política económica que los ha beneficiado como nunca en la historia. En este sentido, resulta ilustrativo el comentario de Beker al Clarín del 30/3/08 en el que señala que las retenciones simplemente compensan la sobrevaloración del dólar. En otras palabras, Beker afirma que si el BCRA no interviniese el dólar descendería hasta al menos los $2,40. Justamente, esto es, aproximadamente lo que recibe el campo si al valor actual del dólar le descontamos el 23,5% de las retenciones.
¿Pues entonces por qué tanto escándalo? La respuesta a este interrogante está en la indiferenciación que la medida tiene en cuanto a los grandes y a los pequeños y medianos productores. Estos últimos, están en una situación mucho menos holgada que los grandes y deben enfrentar la violenta suba de los alquileres de una tierra que cada vez es más costosa. A su vez, la soja genera poco trabajo y el 70% de los trabajadores campesinos se encuentra en negro. En este sentido el gobierno se equivocó, no discriminó y logró que todo el campo se uniera contra él. Por otra parte, este aspecto trajo sobre la mesa nuevamente el tema de las desigualdades en la coparticipación. De aquí que Schiaretti y Binner quieran mediar puesto que ambas provincias se encuentran en una situación de profunda desventaja comparando lo que aportan con lo que les es coparticipado. De esta manera, el gobierno tuvo muy poca cintura política para manejar el tema: dejó que el conflicto creciera; logró que se reunieran todas entidades del campo y por acción u omisión hizo que los desprestigiados piqueteros oficiales aparecieran como representantes del gobierno lo cual exacerbó los ánimos de un sector de la población que golpeaba su cacerola en una crítica que apuntaba más al problema del bótox y la política de derechos humanos que a la defensa del campo. Así oíamos intervenciones que acusaban de comunista, procastrista y montonera a la presidente. Hasta varios trasnochados están hablando también de grupos parapoliciales enviados por el gobierno y no faltaba quien pedía que renuncie a pesar de que hace 3 meses ganó las elecciones doblando en cantidad de votos a su inmediato perseguidor.
A juzgar por las intervenciones de muchos de los que cacerolearon y siguiendo un poco sus actividades en la web, resulta claro que un grupo importante de la capital federal es demasiado veleidoso a la hora de afirmar premisas republicanas y democráticas. Así, la seguridad jurídica y la estabilidad institucional quedan en un segundo plano cuando intervienen las variables económicas y culturales propias de una Argentina que parece tener un origen y un destino de división. Por suerte, al país le va más o menos bien, el gobierno no es radical y a CFK no se le ocurrió proponer una reforma agraria.