“¡Forro! Hablá de Magnetto y de DyN” le habría gritado, según
testigos presenciales, el productor Julián Capasso a Alfredo Leuco en momentos
donde éste, visiblemente crispado, arremetía contra empresarios dueños de
medios de comunicación cuya línea editorial fue afín al gobierno anterior. La
exaltación y agresividad que tenía Leuco, y a las que nos tiene acostumbrados
en editoriales ostensiblemente antiopositores, le hizo cometer un fallido
curioso que, entiendo, no fue advertido. Es una sutileza pero viene al caso
porque su discurso fue muy criticado por, presuntamente, haberle espetado a los
trabajadores el “error” de no saber elegir en qué empresa trabajar. En ese
contexto, tiene sentido el “¡Hablá de Magnetto y de Dyn!” porque justo en esa
semana se había cerrado la Agencia DyN, que depende de Clarín, y el hombre que
suele dar la palabra, omitió curiosamente esa referencia. Esto mostraría que
aun los que eligieron empresas antikirchneristas y oficialistas, como aquellas
en las que trabaja Leuco, también sufrieron la pérdida del empleo, de lo cual
podría seguirse que la razón para explicar por qué centenares de periodistas están
sin trabajo desde diciembre de 2015, no puede reducirse a la falta de escrúpulos
de algunos empresarios ligados, de alguna manera, a la gestión anterior.
Ahora bien, tras mencionar a Cristobal López, Sergio Szpolski
y Electroingeniería, Leuco afirma “lamento mucho los compañeros que se han
quedado sin trabajo pero hay que saber bien quién es el tipo que debe estar en
los medios de comunicación”. Insisto en que esta intervención fue interpretada
como una crítica a los trabajadores que se desarrollaron en los medios “k” pero
si uno escucha correctamente lo que Leuco parece estar diciendo es algo
distinto aunque muy grave también. Con el “hay que saber quién es el tipo que
debe estar en los medios” no se está refiriendo a los trabajadores sino a los
gobiernos. Es decir, la crítica es al gobierno kirchnerista, aquel que
evidentemente y a la luz del pensamiento de Leuco, no determinó correctamente
qué empresarios deben estar en los medios. Esto abre otra perspectiva aunque el
resultado sigue siendo incómodo para Leuco pues cabe preguntarle: ¿son los
gobiernos los que deben determinar qué empresarios serán los dueños de las
corporaciones mediáticas? La mera pregunta generaría escándalo en el ex
comunista converso, devenido ferviente republicano, periodista del Grupo
Clarín.
Con todo, no tiene mucho sentido plantear una discusión en torno
a qué interpretación de los dichos de Leuco es más grave o más indignante pero
esta última parece toda una declaración de principios que va en línea con el
gobierno que Leuco defiende y que por presión directa o indirecta ha logrado
que las voces disidentes tengan cada vez menos espacio, tal como muestra el
reciente despido de Víctor Hugo Morales de C5N. No olvidemos, por cierto, que
C5N era la señal que, una vez más, por decisión propia como guiño ante el
gobierno y/o presión gubernamental, había decidido echar a Roberto Navarro y no
poner al aire 678 después de que el gobierno de Macri decidiera que no continúe
en la TV Pública. Porque, una vez más, y esto lo menciono porque puede que el
ciudadano de a pie no lo sepa, el Grupo Indalo, dueño de C5N, al comprar la
productora que era dueña de 678, compró también “la marca 678” de modo que si
el programa no está al aire en la señal que le es propia, es por una decisión
política y no empresarial ya que el kirchnerismo no estará ganando elecciones
pero logra audiencias importantes en el contexto de un mapa de medios
monocromático en el que están “todas las voces” pero siempre diciendo lo mismo.
En todo caso, para otra columna quedará interrogarse sobre la ausencia total de
una política comunicacional del kirchnerismo una vez abandonada la gestión y otros
varios interrogantes, pues si era verdad que el kirchnerismo tenía injerencia
en C5N, evidentemente no hizo demasiado para que 678 regrese a la pantalla o
para que los recientemente echados continúen en sus lugares.
Volviendo al eje de estas líneas, los otros pasajes del breve
discurso de Leuco también permiten algunas reflexiones. Pienso en, por ejemplo,
aquel en el que se refiere a la carta de Reynaldo Sietecase, recriminándole no
haber dicho nada de “los dueños de los medios”. Este punto es crucial y podría
decirse que en ese desliz otorga, sin desearlo, una victoria al periodismo que
él militantemente llamará “militante” y que durante años hizo hincapié en
desnudar los intereses que hay detrás de los medios de comunicación. La carta
de Sietecase, efectivamente, no mencionaba a los dueños de los medios porque
hablaba en general. La alocución de Leuco, en cambio, sí habló de los dueños de
los medios pero nunca del medio para el que él trabaja. De ahí el grito “Hablá
de Magnetto”. En este sentido si, como el propio Leuco indicó, el rol del
periodista es, como diría el Talmud, “incomodar a los cómodos y acomodar a los
incómodos”, nuestro protagonista no está ejerciendo el periodismo, aseveración
que también incluye a esos periodistas que definen su labor como aquella que
debe incomodar al poder pero nunca investigan a los dueños de las empresas que
los contratan y los auspician.
Para finalizar, digamos que lo que se vivió la última semana
es todo un símbolo del estado actual del periodismo y el debate público. Pues
las breves palabras de Leuco derivaron, entre otras cosas, en cruces de todo
tipo, en los que contabilicé un episodio de “posverdad al palo” en el que se
inventó que alguien le habría proferido un insulto antisemita al hijo de Leuco;
un muchacho solemne, que goza de cierta afectación y que, devenido opinador
oficialista, llegó a tildar de “sicario” a la locutora que leyó la carta de
Sietecase; y hasta comunicadores de clara tradición liberal y estrellas de la
misma radio en la que trabaja Leuco, advirtiendo sobre el macartismo en el que
están incurriendo periodistas militantes del actual gobierno, verdaderos
candidatos al premio “Nadie te pide tanto”. Como si esto fuera poco, el
corolario lo tuvimos hacia el fin semana con el apartamiento de Víctor Hugo
Morales y un mensaje rebosante de cinismo del Titular del Sistema Federal de
Medios, Hernán Lombardi, quien públicamente dijo lamentar que el uruguayo no
tenga pantalla cuando, como indicaba Sietecase, independientemente de los
errores en materia comunicacional del anterior gobierno, y con ello me refiero
al apoyo que le dio a empresarios que el 11 de diciembre de 2015 ya habían
dejado en la calle a los trabajadores, es obligación del actual gobierno intervenir
de alguna manera porque detrás de los cierres de medios y de los más de 2000
despidos de periodistas, no está solamente la situación personal de esos
trabajadores y sus familias sino la posibilidad cierta de que se vulnere un
derecho de toda la sociedad, esto es, el derecho a la comunicación. Pensar que
ese derecho se reduce a garantizarle al dueño de un medio o a un periodista
desarrollar libremente su línea editorial, pasa por alto el derecho de las
audiencias a recibir información veraz y diversa. Por todo esto, si el gobierno
actual, por acción o por omisión, deja que las condiciones de la comunicación
en Argentina queden libradas a la lógica del mercado, es natural que la
necesidad de eficiencia y sustentabilidad, eufemismos que reemplazan a “pingües
negocios”, sustituyan a algunos de los valores centrales del debate público. Me
refiero, claro está, a la conciencia crítica, la pluralidad y esa cosa rara a
la que algunos todavía llaman “verdad”.
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