La semana pasada comentábamos que
la renuncia a toda candidatura de parte de CFK inauguraba una pregunta acerca
de “Quién” debía ser el candidato pero que, al mismo tiempo, esa incógnita
ocultaba interrogantes importantes, esto es, el “Hacia dónde” y el “Para qué”.
Es que las urgencias hacen que
todo se deposite en la selección del candidato, lo cual, claro está, no es
menor; pero el kirchnerismo en particular parece estar enfrentando una tarea
que viene procrastinando desde, al menos, el 2015 porque CFK era la respuesta a
las 3 preguntas. Ella era el “Quién”, y ella sabía “Hacia dónde” y “Para qué”,
al menos eso pensaban sus seguidores. Pero ahora ella, en el mejor de los
casos, intentará ser determinante en el armado de las listas. Y no más que eso.
Naturalmente, seleccionar un candidato dice algo del “Hacia dónde” y el “Para
qué” pero no demasiado o, en todo caso, como en el caso de Alberto Fernández,
pareciera que puede fallar.
Para ser justos, esta crisis
identitaria atraviesa a todos los espacios populares de centro izquierda y, si
uno va un poco más allá, casi que podría decir que es un problema que atraviesa
a los distintos agrupamientos políticos tras la disolución del sistema de
partidos. Así vemos con más frecuencia coaliciones más o menos amorfas constituidas
más por temor a lo que hay en frente que por coherencia programática y
Argentina no es una excepción en ese sentido.
Pero ¿cómo se posiciona hoy el
kirchnerismo en relación con el peronismo? ¿Se sostiene la idea de “nos dicen
kirchneristas para bajarnos el precio” o el peronismo es algo “a superar”
entendiendo por tal algo más que una actualización doctrinaria? Más preguntas:
¿cuál es hoy el sujeto histórico del kirchnerismo? ¿Los trabajadores formales y
los sindicatos? ¿Podrían ser los trabajadores de la denominada “economía
popular”? ¿Y qué de las minorías LGBT o la política de las diversidades que
abrazó particularmente este gobierno? ¿Ahí está el nuevo sujeto? ¿A pesar de la
base peronista se tenderá a la idea de una sumatoria de particularidades para
reemplazar a la categoría de “pueblo” en tanto supuestamente “pasada de moda”?
Si ese fuese el caso, ¿hasta qué punto se podría hablar de la pertenencia a un
espacio “popular”? Por último, ¿acaso los jóvenes del trasvasamiento
generacional no pueden ser el sustituto adecuado para las categorías clásicas?
A juzgar por la cantidad de chicos que votan a Milei bien cabe abrir un
interrogante allí pero quizás podrían ser todas estas opciones y más. De hecho,
con Ernesto Laclau a la cabeza, son muchos los teóricos que desde hace ya
algunas décadas vienen planteando que las categorías del marxismo clásico y, en
este caso, las del peronismo clásico, deben ser reformuladas a la luz de una
sociedad fragmentada en la que distintas identidades tienen en común el hecho
de no ver satisfechas sus demandas. Sin embargo, especialmente sin CFK pero,
sobre todo, sin claridad conceptual ni una referencia capaz de articular todas
estas demandas hacia un horizonte, es una incógnita cómo poder procesar puntos
de vista que, en muchos casos, son contrapuestos o tienen intereses en
conflicto.
Podemos incluso ponerlo en otros
términos. ¿Cuál es el modelo kirchnerista 2023? La pregunta viene al caso
porque en los últimos 30 años, en nombre del peronismo, se han votado variantes
peronistas neoliberales, nacionales y populares, y socialdemócratas.
Entonces, ¿cómo sería un
kirchnerismo sin CFK como candidata en un escenario completamente distinto al
que se dio entre 2015 y 2017? No podría hablarse de un kirchnerismo sin CFK
pero sí, digamos, se trataría de un kirchnerismo que deberá, alguna vez,
transitar un camino propio ante la eventualidad de una CFK que no esté al
frente de todas las decisiones. ¿Un kirchnerismo 2023 inauguraría un nuevo tipo
de peronismo, retornaría a su variante nacional y popular en un contexto
distinto o continuaría en esta variante socialdemócrata adoptada en 2019?
Alguna pista para ir perfilando
lo que viene lo podrían dar los modelos del kirchnerismo a nivel mundial. ¿Es el partido demócrata estadounidense y la
socialdemocracia europea? ¿Es el neopopulismo latinoamericano que después de
los primeros 3 lustros viene edulcorado? ¿Es China y Rusia que desde el punto
de vista cultural han decidido brindar una batalla contra todas las políticas
derivadas del individualismo globalizador de Occidente? ¿Acaso podría ser todo
esto a la vez?
Lo peor es que no se trata de
preguntas retóricas y en la mayoría de los casos la respuesta es “no se sabe”.
La situación es algo más alarmante en la medida en que posamos la atención
sobre aspectos más específicos, por ejemplo, sobre cuál es el plan de desarrollo
adecuado para la Argentina o cuál va a ser su política en torno a la propiedad
y a la explotación de los recursos naturales, y su política en materia de
energía. ¿Se tratará de seguir la agenda de las ONG o hay algo para discutir
allí en materia de soberanía, moleste a quien le moleste? A propósito de la
soberanía, ¿se va avanzar hacia un modelo plurinacional con pluralismo jurídico
como el de Bolivia? ¿Hacia allí se quiere ir como parte de una agenda que
interpele mayorías?
¿Y la deuda? La gran crisis del
actual gobierno se dio alrededor del acuerdo con la deuda. Sin embargo, ¿cuál
es el plan del kirchnerismo? En su momento, con dólares en la reserva y un
monto inferior a pagar, se decidió cancelar con el FMI. ¿Cuál es la alternativa
ahora? ¿Una renegociación? ¿En qué términos? ¿Cuáles serían las condiciones que
Argentina pondría sobre la mesa al momento de negociar?
Respecto del tan nombrado Poder
Judicial, sobran los hechos para demostrar su obscena connivencia con el poder
real. Frente a ello, el gobierno actual apeló a la autodepuración. ¿Cuál es la
propuesta del kirchnerismo? ¿Nombrar a los jueces a través del voto popular
como mencionara hace poco tiempo CFK? ¿Esa es la propuesta? ¿En serio?
Por último, los siempre presentes medios de comunicación. Que una de las
primeras acciones del gobierno de Macri fuera cercenar la ley de medios,
demostró que buena parte del conflicto de los últimos años en la Argentina
tiene que ver con la reacción de un multimedio que vio afectada su posición
dominante. Ahora bien, ¿cuál es la propuesta K para 2023? ¿Volver a
una ley de medios que ya en el momento de su formulación estaba quedando atrás
frente al avance tecnológico y una comunicación que comenzaba a transitar otros
carriles? Para muchos, “ley de medios” era una suerte de palabra mágica que
venía a resolver los problemas de los argentinos, entendiendo por tal, las
mentiras vertidas por los medios. Sin embargo, no hace falta extendernos para
explicar que la ley de medios no tenía que ver con contenidos y menos aún con
“la verdad”. Pero volviendo a la pregunta, entonces: ¿en 2023 la disputa volverá
a ser para que Clarín se desprenda de alguna de sus múltiples licencias? ¿Será
contra “el lado Magnetto de la vida” 15 años después como si nada hubiera
cambiado en el medio?
Es curioso pero la oposición
lleva años definiendo qué es el kirchnerismo e incluso adelantando lo que el
kirchnerismo va a ser con o sin CFK. Es como si todos supieran lo que es el
kirchnerismo menos los propios kirchneristas.
1 comentario:
Hay un grupo de poder, que viene ascendiendo desde su primer acercamiento con CFK en 2015 y colisiona con todos los demás.
Y brilla por su ausencia en la enumeración.
Y comprendo el porqué.
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