lunes, 1 de abril de 2019

Macri: el comentario, la carrera y la pared (editorial del 31/3/19 en No estoy solo)


Si hay una característica sobresaliente de Macri y el PRO es su pasión por el comentario. Lo hacían, obviamente, cuando eran oposición pero lo curioso es que lo siguen haciendo siendo gobierno. De aquí que en este espacio haya bautizado al gobierno de Macri como “el tercer gobierno de Cristina” porque desde lo discursivo, la centralidad de Cristina sigue plenamente vigente y las enormes dificultades de un gobierno que no logra mostrar un dato positivo se le achacan a la administración anterior. Incluso repasando los editorialistas oficialistas, aquellos que afirman que ser periodista es ser crítico del gobierno de turno, notaremos que dedican más líneas a quien lidera el espacio de Unidad Ciudadana que a las enormes dificultades que atraviesa Cambiemos.
Pero la pasión por el comentario tiene un objetivo que resulta más difuso a simple vista: la quita de responsabilidad. Es que quien comenta aparece siempre desde un presunto “afuera” de la situación, como si sus acciones no hubieran tenido incidencia. Se comenta siempre lo que han hecho otros o lo que, en última instancia, decimos que han hecho otros. En todo caso, quien comenta solo es responsable de su comentario pero no es responsable del hecho que comenta.
Con todo hay que destacar que los comentarios fueron variando no solo por las promesas incumplidas sino porque las consecuencias del modelo se hacen cada vez más indisimulables. Al principio era “no hablar del pasado” aunque casi en paralelo se instaló la presunta “pesada herencia”, latiguillo que sirvió para los primeros dos años. A partir de ahí surgió la idea de “los setenta años” como respuesta a todo drama presente. La cifra sirve, obviamente, para culpar de todos los males al peronismo y, a su vez, para exculpar de todos los desastres a un gobierno que solo lleva algo más de tres años en el poder.
La recurrencia a los setenta años persiste pero ahora se suma el comentario respecto al temor sobre el futuro, eufemismo por el cual debe entenderse, la posibilidad de que vuelva a ganar CFK más allá de que nadie sabe siquiera si se va a presentar. De esta manera el combo es “pesada herencia” más “setenta años de un país jodido” y “temor a un regreso de CFK”. Y cuando todo eso no alcance, le podemos agregar que el presente es oscuro porque, al habernos reinsertado en el mundo, sufrimos las crisis ajenas. Con esto, entonces, se muestra que el gobierno nunca asume errores y cuando a sus funcionarios se les pide autocrítica afirman que se equivocaron al no contarle a la sociedad lo mal que se estaba. Es decir, la autocrítica es, en realidad, una crítica velada a la anterior administración.
Igualmente vale decir que no les ha ido mal con esta estrategia a punto tal que al día de hoy el gobierno tiene razones para saberse aún competitivo en las elecciones, de modo tal que la pasión por el comentario continuará y me atrevería a agregar que acentuará la idea de “el miedo al regreso del populismo”. Así, conforme las encuestas les sigan dando mal dirán que el aumento del dólar no es por una administración que en cuarenta meses lo llevó de $10 a $45 sino por la posibilidad del retorno de quien lo había dejado en $10 o en $15, si quieren medirlo según el dólar ilegal. Pero, claro está, el gobierno está allí en una gran encerrona porque, por un lado, necesita que el dólar suba para que cierren los números, para recuperar la competitividad perdida en los últimos meses y para evitar la presión de un FMI que asiste al espectáculo de fuga de divisas récord como un pequeño aporte de campaña; y por otro lado, la subida del dólar espiraliza la inflación y la inflación espiralizada mata relato y acaba con su ilusión reeleccionista. No hay salida de ese callejón. En todo caso, lo que no se sabe es si podrán llegar a diciembre con el dólar controlado o explotará antes. Si no logran controlarlo, tal como se está viendo en estos días, quedará el último gran comentario: asociarlo a la falta de confianza producto del encadenamiento de derrotas que se van a suceder en las elecciones que se han desdoblado y que podrían llegar a ser once hasta que en junio se vote en Mendoza. Y si con esto no alcanzara, puede que hasta el propio gobierno quite el pie de encima del dólar para autogenerar una disparada el día posterior a su más que factible derrota en las PASO, en caso de que CFK finalmente se presente. Lo harían, claro está, para endilgárselo a CFK o al candidato opositor que sea. 
Como se observa, el gobierno juega con fuego y está al límite por sus propias decisiones, por su particular concepción del mundo y por todos sus errores de ejecución. No obstante parece decidido a caer “con las botas puestas” tal como se sigue de las declaraciones de Macri en la entrevista pública que le realizara Mario Vargas Llosa esta última semana. Allí hizo sus últimos grandes comentarios cuando, “corrido por derecha”, indicó: “el gradualismo se explica por una administración que gobierna en minoría” y “a las reformas hay que llegar por consenso y ese consenso generó un estado de vulnerabilidad”. O sea, frente al Think Tank de la ortodoxia liberal de la Fundación Libertad, se sacó la máscara republicana, mandó al carajo el discurso de los buenos modos y los acuerdos “sentados todos en una mesa”, y expuso que no pudo hacer lo que quiso porque no tenía mayoría. Esto, a su vez, va de la mano de la gran zoncera que intentarán instalar en las próximas semanas, esto es, que este gobierno de Macri no mostró al verdadero Macri sino que solo sirvió para enderezar el desorden herededado, de lo cual se sigue que para ver en la cancha al verdadero Macri, el virtuoso, habría que darle una oportunidad más. Este presunto “verdadero Macri” difiere del anterior solo en la temporalidad tal como él mismo expresó cuando indicó “Vamos a ir en la misma dirección lo más rápido posible”. O sea, entre el Macri actual y el Macri bueno hay solo una diferencia de velocidad. Quizás sea cierto. No obstante, hay que tener en cuenta que la velocidad puede ser un problema cuando el objetivo de la carrera es el mismo y cuando ese objetivo es siempre una pared.


1 comentario:

Elizabet. J. dijo...

Excelente nota. Abarcativa y clara.
Me lleva a pensar que cambiarle "la enemiga política al globoliberalismo encarnado en Macri, sería mandarlo directamente fuera de ring.
Primero la Patria, consigna que se vuelve fundamental -hasta para los que sentimos que la Patria es ELLA.Aún sin Ella volver a pensar que eso que dice Macri(velocidad) no es lo que dice História. Y que otra estrategia con Cristina y el kirchnerismo adentro, pero no como candidato tiradoba la arena mediatica, sería la mejor opción. Eso sí, con el peornismo" afuera.