En la última semana se vienen
dando una serie de discusiones cuando menos curiosas. La primera que se puede
mencionar es la que refiere al actual titular del BCRA, Alejandro Vanoli. Como
usted sabe, si bien el PRO llegó al poder con un discurso republicano, tiene la
pretensión de quitarse de encima, probablemente a través de sendos DNU, a una
serie de funcionarios. Además del ya mencionado y aduciendo el carácter
militante de cada uno de ellos, los liderados por Mauricio Macri buscan que
Tristán Bauer en RTA, Martín Sabatella en AFSCA y Alejandra Gils Carbó en la
Procuración General abandonen sus cargos y dejen el espacio para hombres de
confianza del actual presidente. Cada caso es distinto pero en el de Vanoli se
da una situación particular pues los kirchneristas afirman que la ley garantiza
su continuidad y, con ello, acaban defendiendo una suerte de independencia del
BCRA respecto de la política económica del gobierno. En otras palabras,
defienden exactamente lo contrario de lo que defendían cuando, para quitar al
atrincherado Martín Redrado, aducían que era absurdo y deudor de una lógica
colonial impuesta por los ingleses, que el BCRA se manejara autónomamente. Por
supuesto que, en ese momento, el PRO tomaba la bandera de la independencia y
acusaba al gobierno de ir por las reservas del BCRA. Hoy, sin embargo, el PRO
esgrime las razones que años atrás denominaba “populistas”. Un verdadero mundo
del revés.
Por otra parte, en torno a la
asunción de Mauricio Macri se vienen dando una serie de episodios rayanos en lo bizarro. Me refiero, claro está,
a todo lo que rodea al hecho de dónde se entregarán los atributos y si será la
propia CFK la que los entregue. En medio de todo eso, como si hiciera falta
algo, aparece Pallarols denunciando amenazas y no faltan zonzos que han dado a
entender que el kirchnerismo quiere secuestrar el bastón de mando. El episodio
Pallarols es ubicable entre El señor de
los Anillos y cualquier relato de García Márquez así que, remítase a esas
obras. En cuanto al conflicto por la entrega de los atributos, la ley es clara
y, en este sentido, CFK tiene razón: se jura ante la Asamblea Legislativa y
punto. No hay ninguna obligación del mandatario saliente de ir a la Casa Rosada
a ponerle la banda y darle el bastón al entrante. Probablemente, Macri y su
espacio buscan esa foto tan deseada, pues ellos mismos entienden que para CFK
sería humillante esa escena. Incluso, haciendo psicoanálisis barato hay que
pensar, a su vez, cuánto de fálico habría en esa simbología del traspaso y el
modo en que los medios opositores encontrarán allí un regocijo que es sin duda,
algo digno de niños o, quizás, de masturbación de adolescente. Pero a su vez,
es verdad que si bien la ley no lo indica, se estila que el presidente saliente
entregue al entrante los atributos en la Casa Rosada. En ese sentido, creo que
CFK, al negarse a aceptar algo que, insisto, no tiene obligación de aceptar,
acaba dándole pasto a los indignados de turno que con micrófono o pluma en mano
destilan y supuran todos los lugares comunes y los fantasmas de señora gorda de
barrio y de taxista canchero que es más conspirativo que la saga Zeitgeist. Así, se somete a que
cualquier fronterizo le diagnostique enfermedades mentales por TV y da una razón
más para que se la ponga en el centro de la escena como el demonio de la
película. Sinceramente, parece más fácil ir a la casa Rosada, dar el chiche que
el nene quiere y todos contentos. ¿No?
Y cercano a esto mencionaré dos
episodios más: uno vinculado a una conversación telefónica entre Macri y la
presidenta y otro relacionado con la movilización de despedida de CFK. En lo
que respecta al primero, la presidenta acusó a Macri de maltratarla por
teléfono, justamente, cuando conversaban acerca de la ceremonia del traspaso. Asimismo,
expresó que tal trato era inadmisible no solo por razones de investidura sino
por razones de género, esto es, un hombre no debe gritarle a una mujer. El
relato del episodio es absolutamente verosímil pues solo una gran construcción
mediática puede presentarnos a Macri como un maestro zen o como alguien con
“cosas de Mandela” tal como afirmaría su flamante vocero Luis Majul. Sin
embargo, me parece un error plantearlo en términos de género. Dicho en otras
palabras: Macri le gritó a CFK no por su condición de mujer. Si hubiese sido un
hombre también le hubiera gritado porque Macri se maneja como un patrón de
estancia. Lo hizo siempre. ¿Se imagina ahora que es presidente?
En lo que respecta a la
movilización de despedida, últimamente ya no se sabe cuál de las convocatorias
es oficial, cuál es autoconvocada, cuál es para engañar, etc. etc. Lo cierto es
que se anuncia una movilización de despedida de CFK para el 9 de diciembre. Tal
fecha parece lógica pues se trata del último día de su mandato. La imagen de
una plaza colmada será una escena que los medios opositores ocultarán pero
mostrará que hay una importantísima porción de la población que apoya las
grandes conquistas de estos 12 años. Sin embargo, hay quienes llaman a marchar
el 10 de diciembre. Hacerlo ese día, cuando podían haberlo hecho el día
anterior, parece, más que una provocación, una tontería que en el mejor de los
casos termina en la anécdota y en el peor de los casos termina con violencia.
Nadie es más militante por estar el 10 en vez de estar el 9 y parece razonable
que el día de la asunción el gobierno entrante tenga su celebración.
Dado
que los formadores de opinión van a seguir distorsionando la realidad y
endilgando al kirchnerismo todos los males del universo: ¿hace falta darles
buenas razones para alimentar su relato?
1 comentario:
Muy buen artículo Dante. No coincido en el punto de que lo más fácil o lo mejor hubiera sido que Cristina vaya a Casa Rosada por el traspaso. Primero porque Macri y Cristina habían acordado en Olivos realizar el traspaso en el Congreso, reconocido por el propio Macri en el programa del querido Leuco. "Se hará en el congreso, como corresponde" declaró Macri. Luego, haciéndole honor a su partido, cambió de opinión. Y segundo, en concepto de qué iría Cristina al traspaso? Si la justicia determinó ante la cautelar de Macri que ella dejaba de ser presidenta aproximadamente medio día antes del traspaso. De concurrir, sería como un golpe de estado por parte de Cristina a la presidencia Pinedo.
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