Quizás obnubilados por la forma en que Redrado, como en las Tragedias griegas, intenta resistir a su destino inexorable, los analistas políticos apenas no han tomando demasiado en cuenta los contactos que Kirchner y los intendentes bonaerenses están teniendo desde fines del año pasado con vistas a reconstruir un espacio que recibió un golpe importante en las últimas elecciones.
Sabemos que la relación del ex presidente con los diferentes representantes de los Municipios ha sido desde el 2003 a la fecha, al menos, oscilante. Así pudimos observar que la apuesta por un armado transversal independiente del Aparato Pejotista que aun estaba en manos de Duhalde, pareció finalmente extinguirse en el momento en que Kirchner, previo a la asunción de su esposa, decide recalar en la vetusta estructura del Partido. El pragmatismo con el que el ex presidente se manejó en este sentido resulta casi trivial al lado de la vergonzosa actitud de aquellos intendentes que en junio, se tatuaron “crisis es oportunidad” y con el dinero de las Obras públicas sólo construyeron los caminos de colectoras electorales por izquierda y por derecha.
En este contexto el resultado es un fenómeno caro a nuestros tiempos: la dispersión y la atomización de las alternativas. De aquí que no deba sorprendernos encontrar a los Barones tradicionales por un lado y, por el otro, a aquellos que como Gutiérrez (Quilmes) o Secco (Ensenada) intentan reeditar la transversalidad. Por si esto fuera poco tenemos también la particular relación del oficialismo con un tercer grupo, aquel que agrupa a Ivoskus (San Martín), Pulti (Gral. Pueyrredón) y García (V. López), esto es, el de los Intendentes vecinalistas afines al Gobierno y radicales K ajenos al surrealista fenómeno de un vicepresidente opositor.
Tanto el segundo como el tercer grupo estarían dispuestos a apoyar la construcción de un frente progresista que tenga a Kirchner como candidato en 2011 y que se estructure por fuera del PJ tradicional. Sin embargo a este tipo de análisis o acuerdos de cúpula hay que agregarle una variable novedosa y es la que tiene que ver con el escenario que plantea la reforma electoral. Sabemos que la ley sancionada hace algunos meses viene a desbrozar el camino de la maraña insólita de sellos de goma sin afiliados que han pululado desde la implosión del 2001 y obliga a los partidos más pequeños a dejar de serlo. Esto afecta, sin duda, a las expresiones municipales que no tienen proyección ni siquiera provincial y las obliga a acercarse a una estructura partidaria más consolidada. Pero, a su vez, es una de las herramientas que Kirchner puede utilizar como presión a la hora de intentar renovar el interior del PJ. En este panorama antes que preguntar “qué va a hacer” Kirchner, deberíamos preguntar “qué puede hacer”.
Sobre este punto, cabe un análisis de carácter más general pero me atrevería a decir que tal vez, en parte, por su propio estilo confrontativo, en un escenario de tirantez maniquea donde hay amor o hay odio, si el oficialismo pretende aparecer como una alternativa para, al menos, disputar un ballotage, no puede hacer otra cosa más que profundizar y radicalizarse en medidas de centroizquierda. En este sentido, el camino de la moderación y el consenso, eufemismo por el cual debe entenderse “renuncia total o parcial a cambios estructurales”, no sólo perpetuará la desigualdad sino que ni siquiera podrá redundar en el acercamiento de sectores medios que todavía no saben bien por qué pero están seguros que no votarían al oficialismo. Asimismo, la “lección Cobos-Redrado” y la veleidad payasesca de los “Krustys” vernáculos que en los Municipios “hacían campaña por un candidato pero votaban por otro”, puede servirle al gobierno para darse cuenta que los guiños al establishment se parecen mucho a anchos de bastos pírricos y que los pactos con los Barones, antes que una garantía de gobernabilidad, acaban consolidando una rizomática voluntad destituyente.
Por todo esto es que el Gobierno debe aprovechar para abrir el juego a aquellos intendentes que, por fuera del caudillismo paleozoico, se encuentran comprometidos con un proyecto de centroizquierda que amplíe la base de sustentación kirchnerista y lo acerque más a la ciudadanía. Se trata de adaptar el viejo adagio Menottista a la política: ensanchar para ser profundos, ampliar el espectro de apoyos extrapartidarios para cancelar las deudas de la agenda progresista.
Sabemos que la relación del ex presidente con los diferentes representantes de los Municipios ha sido desde el 2003 a la fecha, al menos, oscilante. Así pudimos observar que la apuesta por un armado transversal independiente del Aparato Pejotista que aun estaba en manos de Duhalde, pareció finalmente extinguirse en el momento en que Kirchner, previo a la asunción de su esposa, decide recalar en la vetusta estructura del Partido. El pragmatismo con el que el ex presidente se manejó en este sentido resulta casi trivial al lado de la vergonzosa actitud de aquellos intendentes que en junio, se tatuaron “crisis es oportunidad” y con el dinero de las Obras públicas sólo construyeron los caminos de colectoras electorales por izquierda y por derecha.
En este contexto el resultado es un fenómeno caro a nuestros tiempos: la dispersión y la atomización de las alternativas. De aquí que no deba sorprendernos encontrar a los Barones tradicionales por un lado y, por el otro, a aquellos que como Gutiérrez (Quilmes) o Secco (Ensenada) intentan reeditar la transversalidad. Por si esto fuera poco tenemos también la particular relación del oficialismo con un tercer grupo, aquel que agrupa a Ivoskus (San Martín), Pulti (Gral. Pueyrredón) y García (V. López), esto es, el de los Intendentes vecinalistas afines al Gobierno y radicales K ajenos al surrealista fenómeno de un vicepresidente opositor.
Tanto el segundo como el tercer grupo estarían dispuestos a apoyar la construcción de un frente progresista que tenga a Kirchner como candidato en 2011 y que se estructure por fuera del PJ tradicional. Sin embargo a este tipo de análisis o acuerdos de cúpula hay que agregarle una variable novedosa y es la que tiene que ver con el escenario que plantea la reforma electoral. Sabemos que la ley sancionada hace algunos meses viene a desbrozar el camino de la maraña insólita de sellos de goma sin afiliados que han pululado desde la implosión del 2001 y obliga a los partidos más pequeños a dejar de serlo. Esto afecta, sin duda, a las expresiones municipales que no tienen proyección ni siquiera provincial y las obliga a acercarse a una estructura partidaria más consolidada. Pero, a su vez, es una de las herramientas que Kirchner puede utilizar como presión a la hora de intentar renovar el interior del PJ. En este panorama antes que preguntar “qué va a hacer” Kirchner, deberíamos preguntar “qué puede hacer”.
Sobre este punto, cabe un análisis de carácter más general pero me atrevería a decir que tal vez, en parte, por su propio estilo confrontativo, en un escenario de tirantez maniquea donde hay amor o hay odio, si el oficialismo pretende aparecer como una alternativa para, al menos, disputar un ballotage, no puede hacer otra cosa más que profundizar y radicalizarse en medidas de centroizquierda. En este sentido, el camino de la moderación y el consenso, eufemismo por el cual debe entenderse “renuncia total o parcial a cambios estructurales”, no sólo perpetuará la desigualdad sino que ni siquiera podrá redundar en el acercamiento de sectores medios que todavía no saben bien por qué pero están seguros que no votarían al oficialismo. Asimismo, la “lección Cobos-Redrado” y la veleidad payasesca de los “Krustys” vernáculos que en los Municipios “hacían campaña por un candidato pero votaban por otro”, puede servirle al gobierno para darse cuenta que los guiños al establishment se parecen mucho a anchos de bastos pírricos y que los pactos con los Barones, antes que una garantía de gobernabilidad, acaban consolidando una rizomática voluntad destituyente.
Por todo esto es que el Gobierno debe aprovechar para abrir el juego a aquellos intendentes que, por fuera del caudillismo paleozoico, se encuentran comprometidos con un proyecto de centroizquierda que amplíe la base de sustentación kirchnerista y lo acerque más a la ciudadanía. Se trata de adaptar el viejo adagio Menottista a la política: ensanchar para ser profundos, ampliar el espectro de apoyos extrapartidarios para cancelar las deudas de la agenda progresista.
8 comentarios:
Francamente, no creo que los K quieran capitalizar el electorado de centro izquierda. Ese segmento, por empezar, se ha caracterizado (¿nos hemos caracterizado? Solo he he llegado a votar dos veces, creo que no me puedo contar dentro de la historia) por una especie de
"intransigencia" o de negativa al llamado "voto útil". Mientras haya alternativas de genuina izquierda, llámese Proyecto Sur, Partido Socialista, MST, PO o lo que sea, no creo que muchos izquierdistas convencidos se inclinen por el gobierno.
Por otra parte, este famoso electorado de centro izquierda es chico comparado con los indecisos, tibios, moderados, desinteresados votantes de última hora que forman gran parte de la clase media y media baja argentinas; y si a eso se le suma toda la base que tienen los punteros peronistas en las provincias chicas (y el fraude que esos tipos pueden hacer en esas provincias, y que efectivamente hacen), claramente en términos electorales es más lógica la estrategia de pasarse para la derecha definitivamente.
Así que eso, yo personalmente dudo que quieran despegarse del aparato del partido; con las nuevas alternativas de izquierda que cada vez pisan más fuerte (la última elección de Pino dejó atrás a los candidatos K) yo, como persona de izquierda, no votaría jamás a los K.
Muy interesante tu análisis, pero sobre todo la forma que tenés de prever ciertos movimientos e intenciones..te invito a que pases por mi blog y des tu opinión en un debate que se ha tornado interesante..seguro va a ser un gran aporte..Saludos!
Estás hecho un papi en esas fotos, encima me hablás de ensanchar para que sea más profundo y me vuelvo loca.
De ninguna manera Orlanda! Que te ensanche tu novio Orlando. Saludos a ambos.
Dante infernal! que gusto leerte. Espero de verdad que los K hayan aprendido la lección "cobos-redrado" y que no haya sido demasiado tarde... digo, porque creo que un esenacio de ballotage será muy complicado por todos los que se van a alinear "en frente". Parte de ese aprendizaje exigirá que para ensanchar y profundizar se la jueguen de verdad y no subestimen al electorado tratando de correrlo por derecha sumando a otro cobos-scioli en la fórmula... es "morir o matar", no hay otra. Abrazo compañero.
Coincido totalmente, de hecho, justo escribí eso, es algo que se observó con la derrota del 28 de junio, si no se profundiza se pierde, y si bien volver al PJ y dejar la concertación en su momento fue necesario,muy pragmático, porque ese año era el de la desestabilización, y no es lo mismo un conflicto con la oligarquía (hoy llamada mesa de enlace) teniendo a los intendentes del conurbano subordinados,que teniéndolos en contra, bajo las órdenes de Duhalde, nuestro país conoce de los saqueos. En fin, Kirchner tiene que formar algo nuevo, de lo que sin duda, habrá mucho de peronismo y PJ, pero los que estén por convicción.
Nestor de alió con cierta buena gente, pero en gran parte con lo mejor de lo peor. Por eso hay tanto panqueque dando vueltas (no lo digo solo por Cobos).
Buen análisis. Hay que hacer la transversalidad YA, sino en el 2011 no se gana.
Está bien tu análisis respecto a los pasos que puede dar Nestor. Pero hay algo que no se a abordado aun.Es el tema de la Micropolítica.
Es necesario conocer más a fondo aspectos que el capitalismo al menos hace muy bien: Producir subjetividad. Esa que disuelve las singularidades y masifica. Pregunto ¿Que pueden hacer Nestor y cristina al respecto?
Un abrazo. Oscar
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