Una de las
grandes paradojas de sociedades que, como las nuestras, presumen de una
apertura total de la información y la interacción es que resulta cada vez más
difícil evitar los microclimas. Muchos kirchneristas consideran que el actual
gobierno está a punto de irse en helicóptero y consumen aquellos medios y
comunicadores que les dicen que Macri está a punto de irse en helicóptero. A su
vez, muchos macristas creen que todos los males del universo obedecen a oscuros
personajes K que bien merecen ser amenazados, perseguidos, encarcelados y
vilipendiados tal como se observa en las campañas de los call centers pagados
con el dinero de todos y los servicios de inteligencia que hoy alquilan más
espacios televisivos que los evangelistas brasileños. Sin embargo, me temo que
la realidad, que no está en el medio de estas posiciones ni de nada, es algo
más compleja.
Macri no está a
punto de irse en helicóptero porque la conflictividad aumenta exponencialmente,
algunas denuncias de corrupción empiezan a horadar su imagen, el cinismo
negador de sus apariciones no ayuda y el discurso de que lo mejor siempre está
por venir, son una realidad pero eso no significa que estemos a un paso de una
crisis de tal magnitud que pueda llevarse puesto a un gobierno que sigue
gozando del apoyo de sectores del establishment. Es más, si bien el presente
muestra que, probablemente, las conquistas de la última década le dificulten al
actual gobierno avanzar con, todavía, mayor velocidad en las reformas
estructurales que pretende, lo cierto es que la historia reciente muestra que
los presidentes que no terminaron su mandato se fueron con escenarios de
hiperinflación o con 50% de pobres, 20% de desocupación y los depósitos
confiscados, escenarios que, objetivamente, no aparecen en el horizonte
inmediato.
Ahora bien, más
allá de las dificultades por las que atraviesa el propio gobierno, producto de
políticas públicas que afectan a las mayorías y de ineptitudes varias, lo
cierto es que el PRO debe enfrentar las próximas elecciones y no posee grandes
candidatos para hacerlo en, prácticamente, ninguno de los distritos de peso. Es
más, ni siquiera tiene candidato en el principal distrito, aquel donde se juega
la elección: la provincia de Buenos Aires. Afirmo esto porque más que nunca, la
próxima elección se juega en el terreno de lo simbólico puesto que es de prever
que los resultados no arrojarán cambios abruptos en la composición de las
cámaras. Esto significa que la lectura política será sobre aquello que suceda
en la provincia de Buenos Aires y el carácter legislativo de la elección pasará
a un segundo plano. De hecho, recordalo bien, estos comicios serán presentados casi como una elección presidencial en la que
todo quedará reducido a un mano a mano entre las principales espadas de cada uno
de los frentes.
En cuanto al FPV
la situación no es ni mejor ni más clara. CFK es la candidata que más mide pero
allí se plantean varios interrogantes. Si ella es candidata debería sacar más
del 40% pues menos de ello, aun ganando, sería visto como un fracaso no solo
por los medios oficialistas sino, quizás, por ella misma; y si ella fuese
candidata, si bien el peronismo suele encolumnarse detrás del que más mide, lo
cierto es que probablemente su presencia determine el armado de las listas y
eso profundice el cisma que puede dejar a la deriva a un sector del peronismo
al que tampoco le interesa irse con Massa ni con el oficialismo. Recién
comenzado marzo, mi intuición, la personalidad y algunos comentarios de la
expresidente, me inducen a pensar que probablemente ella no sea la candidata
pero lo mantenga en reserva hasta el último momento para poder digitar la lista
y poner a sus soldados. Pero, claro está, puedo estar equivocado o pueden
cambiar las condiciones. De modo que habrá que esperar.
El tercero en
discordia desde hace tiempo es el Frente renovador. El espacio de Massa
resistió estoicamente por la “avenida del medio” contra todos los pronósticos y
contra la polarización que acaba manifestándose en prácticamente todas las
elecciones del planeta, máxime cuando son elecciones que incluyen un balotaje y
el voto útil está a la orden del día. Pero Massa no parece ser el conductor que
su propio espacio pretendía y tras su acuerdo con Stolbizer probablemente haya dilapidado
toda posibilidad de un acuerdo con sectores del peronismo. Es más, buena parte
del peronismo que está en las filas de Massa pareciera tener muchas ganas de
saltar el cerco apenas escampe la situación respecto al rol que ocupará CFK. Si
CFK juega, esos sectores del Frente Renovador probablemente permanezcan allí
pero si ella no jugara o se hiciera una gran interna, no descartaría
sorpresas.
En toda elección
de medio término, el voto se dispersa. En ese sentido quien diga que el oficialismo
ha fracasado porque no ha podido repetir su performance del 2015 tiene mala fe
o no ha hecho los análisis comparativos correspondientes. Con todo, más allá de
la dispersión natural, el oficialismo va a perder votos porque ha hecho las
cosas mal y porque ha desilusionado a un sector de sus votantes. A su vez,
muchos de los que lo apoyan lo siguen haciendo por el espanto de lo anterior.
En este sentido, el FPV se equivoca si cree que el votante decepcionado con el
actual gobierno va a volver a apoyar al proyecto nacional y popular. De hecho,
el FPV también se equivoca cuando como estrategia frente a la opinión pública
apunta “al denuncismo” como si se tratara de una carrera cuantitativa en la que
se juega cuál de los dos frentes tiene más corruptos. Se equivoca el
kirchnerismo porque aun cuando quedara en evidencia el carácter corrupto de
este gobierno, la conclusión del electorado no será necesariamente un “volvamos
a CFK” sino un “son todos lo mismo”. Por eso son ingenuos los que de repente
celebran que algunos medios oficialistas comiencen a castigar acciones del
macrismo. Son ingenuos porque no se dan cuenta que aun castigando al macrismo
esos medios ganan porque el deshilachamiento de Cambiemos deviene antipolítica
y no reivindicación de la experiencia de los gobiernos populares. Y si deviene
antipolítica, lo que reemplace al macrismo no será ni nacional ni popular sino
que estará a la derecha del macrismo si es que ese inasible lugar existe. De
hecho, no olvidemos que en 2003, a dos años de la gran crisis del
neoliberalismo, casi el 60% de la ciudadanía depositó su voto en Menem, López
Murphy y Carrió.
Por todo esto, la
expresidente no puede transformarse en una comentadora indignada de noticias por
Twitter, y la militancia y la dirigencia del FPV deben dejar de buscar su
propio Lanata porque entre Lanatas de un lado y del otro no va a ganar Macri,
ni Massa ni CFK: va a ganar el “que se vayan todos”.
2 comentarios:
Estoy en desacuerdo con tu análisis, la corrupción de este gobierno, que es la corrupción de siempre ¿no merece ser revelada?
¿No es necesario revelar que el que se beneficia con la corrupción es Macri antes y ahora?
No podés comparar las mentiras de Lanata diciendo que Boudou estaba en Uruguay cuando no estaba, (vos me lo mostraste!) con denuncias evidentes de corrupción como las del correo
No, nosotros no buscamos un Lanata no nos hace falta la corrupción de este gobierno es evidente, no hace falta mentir como hace él.
¿Denunciar corrupción de este gobierno hace que todos sean lo mismo?
Absolutamente NO
¿Por qué?
Porque las políticas son diametralmente opuestas, porque a pesar que mi convicción es que el gobierno anterior era infinitamente menos corrupto que este, aún con corrupción sus políticas eran acertadas en general o se corrigieron en la dirección correcta cuando demostraron estar equivocadas.
Seamos sinceros, ¿Qué corrupción se le puede achacar a una presidenta que podría haber arreglado con los buitres y terminar su mandato con una situación inmejorable, y no lo hizo porque el arreglo era malo para argentina?
Hola, Dante.
Se me ocurre empezar por atrás tu análisis y preguntarte cuál sería el problema de que estalle un nuevo "que se vayan todos". Acaso es misión del Pueblo cuidarle el traste al capitalismo o a los capitalistas que lo gobiernan? La variante populista es un fuelle de contención transitorio y su prolongación sine-die produce en el tiempo vicios propios del capitalismo salvaje que criticamos. Nos sobran los nombres de desviados y traidores enriquecidos en nombre del Proyecto y eso se ha debido, más que probablemente, a una laxitud de controles que atenta contra el propio modelo. Sabemos que en 2011 íbamos por la "sintonía fina" y el cambio de panorama que la dejó de lado precipitó la caída del Modelo en las urnas, 2013 primero y luego 2015.
Coincido contigo en gran parte del resto del análisis, pero me pregunto por qué no aborda la ruptura del cristikirchnerismo con el PJ y el pejotismo zigzagueante al cual se han pasado varios cuadros otrora funcionarios de CFK. Ya no existe absolutamente ninguna chance de que moyanistas, delasotistas, urtubeístas, esmeraldas etc vayan a votar a CFK o cualquier filocristinista, ni aún por integrarse debajo de la sábana. Harían, llegado el caso, la misma traición de Espinoza-Domínguez en 2015. Por el contrario, no es el kirchnerismo el que debe acudir a abrazarse con esa rémora derechista (y ni qué hablar de los "renovadores") sino pararse en "el núcleo duro" ciudadano, sin filiaciones directas, que responde a ese piso de 35% de CFK. Es decir, ampliar la base en horizontal con aquellos que en 2001 vieron con simpatía el "que se vayan todos" y luego encontraron en Néstor y Cristina (y no en Massa, ni Bossio, ni Moyano, ni Daer, ni Insaurralde, etc) a los catalizadores de sus reclamos. Tomemos, por caso, el ejemplo que deja la elección de Vidal en Provincia para relativizar la rosca. Fue acaso la estructura radical la que la llevó a la gobernación? O fue la imagen de mujer incontaminada, valiente, decidida, contrafigura del Aníbal que presentaron los medios y que se encargó de traicionar el "fuego amigo"? Yo también creo que Cristina no va a bajarse a una interna con nadie, pero no dudo que la raíz del 2019 surgirá desde la Provincia y de su mano. Estamos ante la chance histórica de recrear un Frente que deje de lado estructuras patronales como la del PJ tradicional. Te mando un gran abrazo, Dante. FABIO BUSTOS FIERRO
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