Sobre el
cacerolazo del último jueves se han hecho infinidad de análisis políticos y
sociológicos que en general han obviado, por complicidad o por distracción, el
dato central para realizar un diagnóstico serio. Tal dato es el que surgiría de
una pregunta simple: ¿había, en las manifestaciones caceroleras, ciudadanos que
el año pasado votaron por CFK? La pregunta es clave porque una respuesta
afirmativa sería una prueba de un cambio en el humor social y la inclinación de
un sector de los votantes kirchneristas a las filas de las consignas
opositoras. Sin embargo, si la respuesta fuese negativa o el número de
desencantados fuese ínfima, la conclusión a la que se arribaría y las preguntas
que cabría hacerse serían completamente otras. En este sentido, si se estuviese
ante la confluencia de una lista heteróclita de reclamos de ese 46% que no votó
al oficialismo, el interrogante pasaría por identificar cuál fue la razón del
éxito de la convocatoria comparado con los cacerolazos que se habían organizado
en los últimos meses reuniendo un puñado de cientos en algunas esquinas
puntuales, pero poco tendría que ver con una tendencia mayoritariamente antikirchnerista
como la ocurrida en el transcurso del conflicto con el campo. Dicho en otras
palabras, habría que indagar si fue una mejor utilización de la fuerza
asociativa de las redes sociales o una exacerbación de antikirchnerismo entre
los que ya venían siendo antikirchneristas y se ven impotentes ante un gobierno
que avanza no sólo económicamente sino cultural y políticamente sobre cierto
espacio simbólico de legitimidad que se han arrogado tradicionalmente las
clases acomodadas.
Yo no estuve
en la plaza ni tengo alrededor gente de confianza que allí haya estado como
para consultar su parecer acerca de qué tipo de ciudadanos salieron a manifestarse
contra el gobierno. Tampoco puedo guiarme por los analistas que llaman
“diagnóstico” a lo que es un cúmulo casquivano de deseos. Mi intuición, cuya
única corroboración empírica era una serie de declaraciones que algunos
valientes noteros de la Televisión Pública y Canal 9 pudieron obtener, es que el
nivel de odio existente no era compatible con alguien que, algunos meses atrás
y más o menos convencido, hubiera apoyado la reelección de la presidenta. Además
un intento empático me hacía suponer que las medidas que el gobierno tomó este
año difícilmente hayan generado en alguno de sus votantes la sensación de
“traición”. Pero, claro está, puede que yo no tenga la suficiente capacidad
para tal ejercicio empático y tuviera una tendencia a dejarme llevar por una
eventual y siempre posible edición sesgada que se hubiese hecho de esos
testimonios.
Sin embargo, en
el marco de esta incertidumbre y estas dudas, compartí un debate en el programa
Con Voz Propia, conducido por Gustavo Sylvestre. Me acompañaban Gabriel
Dreyfus, María O´Donnell y Luis Costa. En una de mis intervenciones, hice
pública esta intuición e indiqué que hacía falta saber la cantidad de voto
kirchnerista que había asistido a la marcha, y tuve la suerte de que Luis
Costa, Director de la consultora IPSOS-Mora y Araujo (que había realizado un
estudio de la composición de la manifestación), confirmara mi sospecha. Así, el
mencionado indicó, palabras más, palabras menos, que “aquellos que se manifestaron
en la Plaza de Mayo eran los sectores antikirchneristas que en las últimas
elecciones no votaron al Frente para la Victoria”.
Ese era el
dato base para cualquier diagnóstico sensato porque de ser así se estaría
frente a un escenario en el que el punto de vista opuesto al oficialismo puede
radicalizarse y movilizarse pero no alcanza a sumar ciudadanos que se
inclinaron por apoyar el modelo oficial en 2011. En todo caso, se estaría ante
un escenario de desgaste natural propio de cualquier ejercicio del poder pero
no ante una tendencia marcada y un goteo incesante que supusiera una rápida
pérdida de apoyo. Señalar esto no implica desmerecer ni los reclamos, ni la
convocatoria ni su fuerza de movilización pero sí permite ubicarla en su
magnitud y en su justo punto. Por ello es que por ahora, para entender los
movimientos intestinos de la política argentina, me alcanza con ese dato.
4 comentarios:
Me interesa y mucho lo que comentás Dante. ¿Tenés a mano el audio de esa charla? Porque es clave, realmente, lo que indicás.
Saludos.
Martín.
Ayer escuchaba a Hernán Brienza decir que parte de sus amigos dejaron de ser K, y es muy natural que quien nunca lo fue pero que como el dijo hace alarde snob de serlo, ante las dificultades económicas que que tiene el mundo en estos tiempos, y que por lo tanto nos impone a través de los mercados, esas personas dejen de lado ese snobismo para dedicarse a otra cosa.
No sé donde vive don Brienza, pero supongo que es en la CABA, donde es muy evidente que somos una minoría intensa como se puede ver por los resultados electorales, y tambien que el adversario mejor posicionado de la ciudad siempre arrastrará los votos antiK, tanto asi como que en el cuarto obscuro de cualquier barrio del AMBA, quien critica esta o aquella medida del gobierno nacional votará en defensa de sus intereses de trabajador, a excepción de los docentes que comparten sueños y cacerolas con los habiantes de la CABA aunque voten sindicalmente por representantes P/K.
Sobre fin de año y con el rumbo económico asegurado, el gobierno tendrá mas posibilidades de aflojar algunos cepos, con lo que algunos de los snobs volverán a los cafés a ponderar medidas K y a votar antiK en secreto, con lo en ese apecto recobraremos la normalidad, lo que es imposible es solucionar la frustración, y el consiguiente odio de los cacerolos, cuyas únicas esperanzas son inconfesables y violentas, mas aún cuando sus esperanzas blancas van cayendo una a una por falta de gestión y/o habilidad política.
Nunca menos y abrazos
Lo que en realidad IRRITA a esa elegante masa variopinta cacerolera, desde los que
convocan a la muerte, puteadores y destituyentes hasta alguien que clamaba por
conferencias de prensa y el exaltado jovencito que gritaba por "no poder" viajar a Punta
del Este todos los años, ó el incoherente que se decía "golpista en favor de la
democracia", es que el MODELO sigue en marcha, con sus más y sus menos.
Está claro que se han cometido muchas desprolijidades, especialmente en el área de la
comunicación. Pero también es cierto que lo que surge a través de la cadena nacional es
sistemáticamente ignorado por el cacerolaje vernáculo que se entera mal de lo que
sucede cuando los medios se lo "informan", una vez tergiversada y retorcida la realidad
hasta transformarla en lo absolutamente contrario.
Con los graves problemas a nivel mundial que obligan a rectificar constantemente el
rumbo a fin de conservar y, si es posible, mejorar lo realizado en los últimos 9 años, un
gran porcentaje de los cacerolos se preocupa sólo por su propio ombligo. Para muchos de
ellos, el resto de la población NO EXISTE ó NO IMPORTA DEMASIADO. Incluso, como
expresó casi en el paroxismo una elegante y ojerosa dama, a su mucama hasta le habían
adjudicado un terreno!!! ¿Existe algo más ruin?
Opino que hay que mantenerse muy atentos porque, a pesar del look decontracté,
muchos de ellos no son realmente BUENA GENTE. Nadie en sus cabales DESEA LA
MUERTE. Nadie con dos dedos de frente puede hablar de DICTADURA.
Estamos ante un Gobierno que impone ciertos límites salvaguardando el interés general y
protegiendo a quienes menos tienen. Indudablemente, esos límites MOLESTAN, poco ó
mucho según el caso.
En su mayoría antikirchnerista, el enjambre quejoso y amenazante también ODIA a la
democracia, a las elecciones libre y a los plebiscitos. Aún no ha transcurrido un año de
las últimas elecciones generales y a falta del partido militar, no saben cómo eliminar a
este gobierno, ya que el camino electoral siempre les será esquivo.
Faltan 77 días para el 7 de diciembre.
Saludos
Tilo, 71 años
No lo tengo y lamentablemente me parece que no lo subieron a youtube. Si lo consigo te lo paso. Fue en el programa de Sylvestre el lunes 17. Abrazo
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