Al carajo Ficha Limpia y todo el
sermón republicano de la derecha de gesto adusto e institucional que se parece
cada vez más a una caricatura con la cara de Cristina Pérez y la voz indignada
de Gustavo Silvestre: la denuncia de un acuerdo entre mileísmo y kirchnerismo
no movió el amperímetro. El gobierno cobra en las urnas la estabilidad y el
dólar barato porque todavía está cerca el desastre heredado. ¿211% de inflación
dejaste y me venís a hablar de economía y de fascismo?
2027 será otra cosa porque los
electorados no pagan dos veces por el mismo producto. Pero eso es el futuro y
en la Argentina el futuro siempre queda muy lejos.
Hablando de lo que viene, llegó
la IA para crear un video falso en el que Macri anunciaba la baja de la
candidatura de Lospennato. En realidad, solo confirmaba lo que los propios
protagonistas habían compartido en público como una de las posibilidades tras
el fracaso de la votación en el Senado que nos dejó uno de los momentos
memorables de la TV política con una Lospennato que pasó de la euforia a la
furia y nos ofreció mohines y primeros planos de viaje lisérgico además de un
final triste a lo Sandrini.
Suponer que el video tenía una
pretensión de manipulación, es no entender cómo funciona el mileísmo. Su
objetivo era la provocación y hasta la mofa antes que un intento de engaño. Es
una línea de continuidad con una interpretación antiinstitucionalista y poco
solemne. Hay algo de tecnoplebeyismo y estudiantina que si no se lo entiende y
se lo acepta, genera automáticamente falta de retención urinaria.
Por ello llevar a la justicia la
denuncia del video no puede tener ninguna relevancia electoral ni política. Es
solo alimento para el mileísmo que juega al fleje de un sistema que viene
demostrando que no cura, no da de comer ni educa. ¿Por qué defender la
democracia si no te da eso? Pregunten a los chinos si les preocupa más el
sistema de gobierno o ser parte de los 500 millones de tipos que han salido de
la pobreza y el atraso. Es preocupante, pero una democracia republicana con una
población cada vez más empobrecida, va a ser siempre inestable.
Ahora bien, esta crisis, claro,
no viene sola, porque a la ineficacia del sistema, cuya responsabilidad es de
la burocracia que lo compuso y lo compone, se le agrega la hipocresía: la
patria es el otro pero no tenés laburo, te afanan, la salud empeora, los pibes
no saben leer y el cargo se lo lleva el que te dice que la patria es el otro;
no hay que votar a la derecha pero el progresismo te emputece la vida, descontrola
la economía hasta fundirte y te obliga a aceptar su hagiografía de víctimas
esenciales so pena de tu destrucción civil.
Y no se trata solo de la
política: en la Argentina los jueces no pagan ganancias porque se les canta las
pelotas y luego son los encargados de determinar lo que es justo; los dueños de
los medios de comunicación, que son los guardianes morales de Occidente y la
República, denuncian al presidente por sus malos tratos contra el periodismo,
pero pagan 50 lucas mensuales, con seis meses de retraso, por columnas
semanales “que nadie lee”. Y sí, también negrean los medios progres que vos
leés porque hay motosierras buenas y motosierras malas.
Se habla de un Frente
Antifascista. ¿Habrá un lugar en la burbuja para tanta gente equivocada? ¿De
qué fascismo están hablando? ¿Llaman fascismo a los exabruptos de Milei? No
existe un 56% de fascistas en la Argentina, pero si siguen llamando “Fascista”
a todo, van a superar ese número.
Incluso podría decirse que lo
mejor que le puede pasar al Frente Antifascista es perder pues de lo contrario,
tendrá que gobernar y demostrará ser tan inepto como el gobierno de Alberto
Fernández. Es mejor ser víctima. Quédense ahí. Son tiempos de quejas. No de
revoluciones. Es hora de cambiar el pañal de nuevo.
Se analizan los números finos de
la elección CABA y sale a la luz el ausentismo, más allá de que habría que
poner allí un asterisco y aclarar que el número está sobredimensionado porque
se ha incluido a casi 500.000 extranjeros en el padrón, los cuales van a
ejercer su derecho en baja proporción (por cierto, vaya paradoja, el
kirchnerismo impulsó el voto desde los 16 y los pibes votan a Milei; el kirchnerismo
impulsa el voto de los extranjeros y los venezolanos están a la derecha de
Milei).
Hecha la aclaración, volvemos a
preguntar como lo hicimos algunos meses atrás: ¿estamos seguros que el
posmileísmo será mejor? Ya sabemos qué ocurrirá si a Milei le va bien. ¿Sabemos
qué ocurrirá si a Milei le va mal?
La prensa y la militancia progre
está culposa y tiene que confirmar que a Milei no lo votan los pobres; tiene
que hacer de Milei el reemplazo exacto de Macri, el hombre de los poderosos y
las Mabeles Cocker. No se bancan ser la clase media sobreideologizada que está
lejos de comprender lo que pasa “allá abajo”. Necesitan ser el espejo de los
pobres a los que llaman negros de mierda
cuando les roban el celular, pero a los que definen como “personas en situación
de…” al momento de escribir el paper
y armar la política pública. El progre, que es joven, aunque cada vez lo es
menos, va en busca de un nuevo pañal también.
“Pero Milei triplicó en Recoleta
y solo aumentó un 50% en los barrios pobres”. Sí, ¿y qué? El voto de Milei es
transversal lo cual significa que también representa bien un sector de las
clases populares harta de la romantización y la intermediación con la que el
peronismo ha hecho política. Eso puede cambiar dependiendo del bolsillo, pero
fue claro en 2023 y sigue siendo claro hoy. Otro tema es lo que sucede en
relación con las grandes estructuras del poder real. Para ellos sí Milei es el
vehículo de su rabia antiperonista y es de prever que cuando Milei haya hecho
el trabajo sucio, le suelten la mano haciendo que el poder judicial, que
siempre es tiempista, vaya por todos los desastres en los que están dejando
huellas ostensibles. Sí, la peruanización del sistema político argentino,
incluye, además de fragmentación, la posibilidad de expresidentes presos o, al
menos, vetados por la Justicia.
Pero el modo mileísta de hacer
política tiene mucho de peronista, de popular, de populista, mal que le pese al
propio Milei. En eso es una respuesta a la ausencia de peronismo que
caracterizó al gobierno anterior, sin liderazgo, refractario al ejercicio del
poder, pobrista e inepto, y a ese republicanismo de bragueta baja y bolsillo
vacío que representó Macri y que hoy suena pasado de moda.
Decirle a Macri que “está grande”,
entonces, no habla de su decrepitud personal o del eventual final de su carrera
política, sino de la crisis de las ideas que pretende representar a pesar de un
pasado que no lo avala y que también pone en crisis al discurso de un sector
del radicalismo y de la museística Coalición Cívica.
El discurso institucionalista
está asociado a cierta solemnidad y hoy no son tiempos de solemnidad sino de
subversión de los valores. El presidente en Twitter no asume su rol, promociona
una estafa, putea gente y se representa como economista, esto es, un
particular, sin referencia institucional. Ahí es un igual y por las reacciones
que tiene parece creérselo. Ese espíritu antijerárquico, una vez más, plebeyo,
es la novedad y lo representativo de estos nuevos tiempos.
Por supuesto, todo esto volará
por el aire si la economía se descontrola demostrando que este plus de
interpretación del espíritu de época se sostiene por la estabilidad macro.
Mientras tanto, cualquier oposición que no entienda que a Milei se lo debe
superar ofreciendo una alternativa que comprenda los nuevos valores de la
sociedad, está condenada al fracaso.
Por ello, en lugar de un frente
antifascista que, más que una necesidad de la realpolitik, desnuda una pasión por la literatura fantástica, quizás
haga falta armar algo que no sea un rejunte solemne de ideas del siglo XX
impulsada por viejos meados de todas las edades.
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