lunes, 30 de diciembre de 2019

Salir de Europa. Salir de Twitter (publicado el 25/12/19 en www.disidentia.com)


El jueves 12 de diciembre Gran Bretaña dio un paso clave hacia el Brexit: los conservadores, liderados por Boris Johnson, arrasaban en las urnas y así obtenían los escaños suficientes para destrabar la situación de parálisis en la que había quedado el parlamento tras el referéndum por el cual el 52% de los británicos había votado abandonar la Unión Europea.
Más específicamente, los tories obtenían 47 escaños más que en la última elección para llegar a 364, esto es, 38 escaños más que los que se necesita para tener mayoría; mientras que los laboristas, con Corbyn a la cabeza, perdían 59 bancas. Para encontrar una diferencia más holgada en favor del Partido Conservador hay que remontarse a 1987, el momento de esplendor de Margaret Thatcher, y esto se explica por el hecho de que Johnson y su discurso crítico hacia la UE ha recibido el apoyo de sectores que tradicionalmente han votado por los laboristas. Sí, los conservadores han triunfado en distritos donde son mayoría los trabajadores.
¿Por qué ha sucedido eso y por qué se suele dar en distintas partes del mundo que las perspectivas conservadoras y/o de derecha ganan cada vez más espacio para sorpresa de la prensa dominante? La respuesta es compleja pero intentaremos aquí avanzar en algunas líneas.
Es que si bien todos los países son distintos y habría que analizar caso por caso para encontrar los matices, hay una serie de tendencias que suelen repetirse y que hablan de países que en general se encuentran más o menos polarizados y que cuando se los segmenta en determinadas variables nos permiten comprender comportamientos y posicionamientos.
A propósito, la periodista Annabelle Timsit, publicó el 13 de diciembre en www.qz.com, una nota titulada “The UK election result shows why Twitter does not speak for most voters”. Allí Timsit indica que si bien, a diferencia de anteriores elecciones, tanto en Gran Bretaña y en el mundo, las encuestas no fallaron, hubo un espacio, literalmente una burbuja, en la que el resultado sorprendió: Twitter. Efectivamente, el día de la elección, entre las etiquetas más mencionadas estaba #KickBorisOut o #VoteTheToriesOut. Si esta red social fuese representativa de la opinión pública británica o al menos de los ciudadanos que van a votar, sin dudas, y por amplio margen, Boris Johnson habría recibido el cachetazo electoral más grande de los últimos tiempos. Sin embargo, apoyándose en datos de un paper publicado por J. Mellon y C. Prosser en la revista de la universidad de Manchester, Research & politics, Timsit intenta explicar por qué se ha dado esa divergencia entre el mundo real y el mundo de la red social. Puesto que viene al caso, es necesario subrayar que el artículo de Mellon y Prosser lleva un título lo suficientemente descriptivo como para alejar toda duda: “Twitter and Facebook are not Representative of The General Population: Political Attitudes and Demographics of British Social Media Users”.    
 Si bien los datos pueden diferir entre una red social u otra, los autores afirman que los usuarios británicos de Twitter en especial, pero también de Facebook, no representan al pueblo británico en aspectos tan sensibles como la demografía, el género, la edad, la ideología y el nivel educativo.
En líneas generales, los usuarios de Twitter son más jóvenes, tienen mayor preponderancia en grandes ciudades y tienen un nivel educativo más alto que el promedio. En ellos prevalecen las posturas de izquierda liberal y progresistas más cercanas al laborismo y hay un especial énfasis e interés en los temas políticos de la agenda pública. Sin embargo, aunque resulte paradójico, los usuarios de Twitter son menos propensos a votar que los ciudadanos más despolitizados. Evidentemente, para las nuevas generaciones, es más fácil opinar desde el celular de última generación que tomarse unas horas para depositar el voto. Dicho con algo menos de sarcasmo, habría que indicar que lo que se evidencia es que el mayor interés en los temas de la política no deriva en el apoyo a un partido sino en actitudes antipolíticas como la negación del voto. Los usuarios de Twitter no representan la realidad pero, a su vez, los usuarios de Twitter no se sienten representados por las instituciones vigentes. Curiosidades y perplejidades de la burbuja…
Haciendo un desagregado, los investigadores encuentran que Twitter es utilizado en general por menores de 50 años con amplia preeminencia de quienes tienen entre 18 y 29 años; asimismo, en Gran Bretaña, los más jóvenes son más propensos a poseer títulos universitarios que aquellos mayores de 50 años. Sin embargo, los mayores de 75 años son más propensos a votar que los que tienen entre 18 y 25 años. Si estos elementos los comparamos con el promedio de las encuestas que realizaba The Economist podremos entender por qué lo que pasa en Twitter no es lo que le pasa a la sociedad: entre los jóvenes de 18 a 34 años, Corbyn obtenía un 53% de intención de voto contra 25% de Johnson; entre los que tienen entre 45 y 54 años, en cambio, el conservador vencía 44% a 33% al laborista. Y si continuamos hacia arriba de la pirámide, entre los mayores de 65 años, Johnson llegaba al 66% contra el 16% del laborismo.
Insisto en que más allá de las particularidades de cada país, hay tendencias que son similares. De hecho recuerdo que aquí mismo, algunos meses atrás, avanzaba en una hipótesis en torno a las razones por las cuales los medios estadounidenses no habían podido imaginar que Trump se quedaría con la victoria. Allí les mencionaba el caso del artículo de Nate Silver There really was a media liberal Bubble”, donde la periodista indica que en los medios estadounidenses no hay un equilibrio entre republicanos y demócratas, que la supuesta independencia y neutralidad es una quimera y que la concentración geográfica es tal que la perspectiva del Estados Unidos profundo está casi invisibilizada. Silver lo apoya con datos del año 2013 en los que se muestra que solo el 7% de los periodistas estadounidenses asumía su condición de “republicano”, que la producción periodística se encuentra centralizada en New York, Washington o Los Ángeles, esto es, distritos cosmopolitas donde son mayoría los demócratas, y que a diferencia de lo que ocurría en los años 70, donde los periodistas con título universitario apenas si superaban la mitad, el número de egresados universitarios en las redacciones se ha acrecentado a más del 92%, número que debe leerse a la luz del hecho de que en las universidades estadounidenses el pensamiento demócrata es abrumadoramente hegemónico.
Tomando en cuenta estos datos, podría decirse que, en todo caso, Twitter representa el micromundo de periodistas, sectas universitarias y progresías de centro izquierda, pero, claro está, por suerte, el mundo es todavía un lugar algo más complejo y demuestra elección tras elección que este pensamiento hegemónico no siempre logra ser determinante en el resultado de las elecciones.
Podemos discutir largo rato acerca de si es conveniente que Gran Bretaña salga de la UE y esa discusión excede este espacio. Pero lo que sí podríamos afirmar con certeza es que los ciudadanos de a pie, los políticos y los interesados en los debates de la agenda pública, deben salir con urgencia de Twitter, al menos, si lo que desean es comprender lo que está pasando allí afuera, en el mundo real.   


martes, 24 de diciembre de 2019

Gobernar un pueblo de demonios (editorial del 21/12/19 en No estoy solo)


En estas horas el gobierno está consiguiendo que el congreso apruebe una ley de emergencia que considera esencial para intervenir en una situación que es objetivamente dramática. Mientras eso sucede se van conociendo las medidas y a través de ellas se puede inferir que el gobierno encontró las cuentas mucho peor de lo que la imaginaba. Todo esto, claro, cuando apenas lleva diez días de asumido. Siempre en líneas generales, Alberto Fernández está cumpliendo con sus promesas de campaña y confirma lo que en este mismo espacio avizoramos varias semanas atrás. Me refiero a que más allá de que las circunstancias sean distintas, Alberto tiene en la cabeza recrear las condiciones con las que asumiera Néstor Kirchner y comenzar un shock redistributivo de abajo hacia arriba. Para ello avanza con un plan de desdoblamiento del tipo de cambio que intenta suplir la devaluación generalizada que se imponía. ¿Por qué lo hizo? Porque a diferencia del año 2003, hoy tenemos una inflación del 55% y en una economía bimonetaria como la nuestra, una devaluación del 30% se trasladaría a precios. El desdoblamiento del tipo de cambio con las excepciones pertinentes orientadas a favorecer la producción es coherente con el plan del gobierno pero su éxito dependerá de su transitoriedad ya que, pasado un tiempo prudencial, quienes conocemos a la Argentina, sabemos que la economía dejará de mirar el dólar oficial y comenzará a regirse por los dólares paralelos. El otro punto es el intento de regresar a los superávit gemelos tal como lo hiciera, también, el gobierno de Kirchner. Aquí el problema es el déficit fiscal y se puede resolver de dos maneras: o gastando menos o cobrando más impuestos. El gobierno, una vez más, coherente con sus promesas y a diferencia de la receta fracasada de Macri, eligió el segundo camino porque entiende que es la única manera de reactivar la economía. ¿Quiénes deberán pagar más impuestos? En principio, los que pueden y allí, claro está, comienzan las quejas porque nadie quiere pagar más impuestos y no todos pueden lo mismo. Porque no es lo mismo el empresario sojero, con espalda para especular con la liquidación de divisas, que el pequeño productor, y no es lo mismo el snob que pasa seis meses en Europa gastando dólares y dólares que aquella familia de clase media que ahorró todo el año para irse 10 días a Río de Janeiro. Con la llegada al congreso de la ley se avanzaría en una segmentación entre grandes y pequeños productores, lo cual es una medida razonable si no se quiere cometer el mismo error que en 2008 frente a un sector que está dispuesto a hacer un “esfuerzo patriótico” con el gobierno de Macri pero que le hará la vida imposible al actual gobierno por razones ideológicas antes que económicas. En el caso del turismo tal segmentación parece más difícil y naturalmente habrá enorme mal humor en la clase media más allá de que el gobierno esgrima que no puede permitir que se vayan del país 5000 millones de dólares en turismo. Es razonable el mal humor de la clase media, que fue perjudicada con el gobierno anterior y no se ve beneficiada con estas decisiones del actual gobierno. Pero también son atendibles los argumentos de la Casa Rosada.
El aumento de los bienes personales parece una buena medida también por ser un impuesto progresivo, si bien en el corto plazo sería deseable que el gobierno eleve la base no imponible. Porque está muy bien que los que tienen bienes en el exterior, o los que tienen mucho, paguen más pero es absurdo que pague bienes personales un tipo que tiene dos departamentos y que alquila uno de ellos para recibir el equivalente a 200 dólares mensuales.
El caso de las jubilaciones merece un párrafo aparte ya que en estos momentos el gobierno es corrido por izquierda por quienes gobernaban hasta hace 11 días y cambiaron la ley de movilidad para ajustar a los jubilados. Pero la oposición advierte, con buen tino, que si se suspende la ley de movilidad no va a ser para alcanzar un número superior al que ésta arrojaría sino para recortar. Ese razonamiento tiene sentido ya que si el espíritu fuera brindar un aumento mayor podría mantenerse la ley y luego brindar un bono tal como se está haciendo ahora con los que cobran menos de 19000 pesos. Sin embargo el punto es más complejo y lo que entiendo que el gobierno quiere hacer es simple: achatar la pirámide. Es decir, una vez más, siguiendo a Kirchner, por decreto, le dará a lo que menos cobran un aumento mayor que a los que más cobran, generando una redistribución al interior del sistema previsional. Y de paso, aunque sea incómodo reconocerlo, dará una fuerte señal al momento de negociar la deuda mostrando que el gasto social, que se calcula en un 60% del presupuesto, quedará desindexado. En buen criollo: los que más cobran se van a perjudicar.  ¿Que por lo bajo están puteando y que se espera un tira y afloje fenomenal de acá a marzo especialmente de aquellos con regímenes especiales? Sí, claro. Pero el gobierno tiene que mostrar a los acreedores que cuenta con números que cierren. ¿Que si Macri hubiera suspendido la ley de movilidad estaríamos diciendo barbaridades de él? Por supuesto. Con todo, y la salvedad no es menor, la intervención del actual gobierno sería en favor de los que menos tienen. Los cuatro años de Macri demostraron que no estaba en su espíritu dirigir la ayuda hacia allí.
Una reflexión final con algún matiz filosófico: es enormemente injusto criticar a un gobierno a diez días de asumir un país en llamas pero no se puede pasar por alto que en materia comunicacional estos primeros días han sido horrorosos: el decreto de retenciones que primero fue publicado y luego explicado, la filtración constante de información sensible y determinante de las nuevas medidas, apariciones desordenadas de Cafiero diciendo un día una cosa y luego rectificándola. Sabiendo que del otro lado hay todo un dispositivo mediático con la intención de tergiversar, sesgar y desinformar, el gobierno debería ser más prolijo. La tergiversación, el sesgo y la desinformación estarán igual pero al menos la fuente debe ser precisa y ordenada.
Otro punto a tomar en cuenta tiene que ver con la reedición de los términos de un debate que fue muy fuerte tras la 125 y las restricciones al dólar que impusiera el segundo gobierno de Cristina. Me refiero a esta idea de que aquel que compra dólares o quiere viajar al exterior es una suerte de traidor a la patria. Y la verdad es que no lo es o si lo es no lo será porque quiera comprar dólares o ir a Miami. Hay un montón de gente que quiere comprar dólares porque la historia argentina le ha demostrado que de esa manera conserva valor. ¿Es por eso un hijo de puta? ¿Y si alguien quiere vacacionar afuera del país porque le place y/o porque vacacionar en Argentina a veces le sale casi lo mismo, es un egoísta al que le falta empatía con los pobres de nuestro país?  No seamos hipócritas.
Y en lo que respecta a la solidaridad, como les comentaba las semanas anteriores, es correcto que el gobierno busque imponer en el debate público esa idea porque si lo logra será muy difícil oponerse. Pero lo importante es que el gobierno sepa que esa es una batalla semántica y que no crea ni diseñe políticas que dependan de la solidaridad porque, de ser así, será difícil que triunfe. Casualmente, a propósito de la solidaridad, me venía a la cabeza un párrafo de La paz perpetua, un libro del filósofo prusiano Immanuel Kant, que en uno de sus pasajes famosos, al momento de pensar el contrato social, afirma que éste podría conformarse y sostenerse aun cuando los individuos que lo acuerdan fueran demonios. En otras palabras, si quienes conformamos un Estado, una sociedad o una comunidad fuésemos ángeles que siempre estamos pensando en lo mejor para el prójimo, probablemente no haría falta acordar ni siquiera la conformación de un Estado pues viviríamos libres en paz y armonía. Si la analogía es válida, el nuevo gobierno no puede idear una política cuyo éxito dependa de que los argentinos seamos solidarios porque no lo somos o en todo caso hay una buena parte que no lo es. Con esto no pretendo juzgar a nadie. Se trata simplemente de describir. Así, entonces, la nueva ley de emergencia se impone por el desastre heredado pero tendría que esbozar razones como para poder recibir también la aceptación de un pueblo que sea “insolidario”. En otras palabras, deberá funcionar y ser seductora aun cuando todos nos saquemos la careta y nos comportemos como lo que en buena parte somos: verdaderos demonios.          


jueves, 19 de diciembre de 2019

Subirse a los árboles (publicado el 12/12/19 en www.disidentia.com.ar)

Si los tiempos que corren son del aquí y el ahora, del vértigo, de la pura inmediatez, hoy les quiero proponer una metáfora del alejamiento, del tomar distancia. Sí, sugiero subirnos a un árbol para ver todo desde allí, no como gesto de superioridad ni de guiño al ecologismo sino solo para tener una mejor perspectiva de las cosas. Será un gesto de rebeldía como el de Cósimo Piovasco de Rondó, el personaje principal de la novela El Barón rampante que Italo Calvino publicara en 1957.
Nacido circunstancialmente en Cuba, este escritor italiano luchó como partisano contra el fascismo en la segunda guerra mundial y se afilió al partido comunista. En 1947 publica su primera novela y luego realiza estudios literarios en la universidad licenciándose con una tesis sobre Joseph Conrad.
A lo largo de su vida publicó una docena de novelas, otra docena de libros de cuentos y algunos volúmenes de ensayos. Del neorrealismo saltará pronto a la literatura fantástica y es allí donde más lo disfruto.
El Barón rampante forma parte de una trilogía fantástica junto a El Caballero inexistente y a El Vizconde demediado y cuenta la historia de Cósimo, un preadolescente miembro de una familia aristocrática de una comarca menor de lo que en 1767 era la República de Génova. Cósimo era un chico con carácter a tal punto que tras una discusión con su padre decidió subirse a un árbol para, literalmente, no bajarse nunca más. Así, lo que parecía un capricho acabó siendo un estilo y una manera de enfocar la vida.
Sin tocar nunca el piso, con los años, Cósimo aprende a cazar, conoce el amor y a decenas de amantes, es un profuso lector y es capaz de vincularse con el ladrón más buscado, al tiempo en que se transforma en el verdadero protector de la comunidad gracias a su sagacidad y astucia.
Habiendo vivido entre fines del siglo XVIII hasta aproximadamente los años de la caída de Napoléon, es natural que Cósimo, devenido Barón tras la muerte de su padre, se cartee, siempre desde los árboles, con los principales filósofos iluministas de la época y hasta se atreviese a escribir un Tratado político inconcluso sobre una República arbórea y, en el marco de los años de la revolución francesa, un Proyecto de Constitución para Ciudad Republicana con Declaración de los Derechos del Hombre, de las Mujeres, de los Niños, de los animales domésticos y Salvajes, incluidos pájaros, peces e insectos, y de las plantas sean de alto Tallo u Hortalizas y Hierbas. Sí, lo que al momento de la publicación de la novela se transformaba en una de los pasajes más risueños puesto que Calvino parecía llevar al paroxismo el carácter presuntamente igualitarista y jacobino de la revolución francesa, sesenta años después se parece bastante a las banderas de algunos grupos de activistas que logran determinar políticas públicas. Una vez más, si de predicciones se trata, hay que hacer más literatura y menos ciencias sociales.
Regresando a Cósimo, algunos interpretaron que el muchacho había sido tomado por la locura, máxime cuando comenzó a hacer apología de la vida de pájaro y se transformó en abogado de ellos frente a cualquier pleito por el que tuvieran que pasar. No lo vieron defendiendo gallinas de las presuntas violaciones de los gallos pero Calvino afirma que lo llegaron a ver disfrazado de lechuza. Efectivamente, Cósimo se había compenetrado tanto con su causa que publicó escritos tales como El canto del Mirlo o Los diálogos de los Búhos. Incluso lanzó La Gaceta de las Urracas y luego todos esos escritos los unió en una publicación que llevaba como título El monitor de los bípedos. Entiendo que siendo de interés de los pájaros, la distribución de los ejemplares estaba garantizada y podía alcanzar prácticamente cualquier lugar del planeta tierra sin contaminación alguna. Simplemente había que esperar la próxima migración.
Por razones fortuitas, un día Cósimo se entera que en un pequeño pueblo de España, existen unos nobles exiliados que también viven en los árboles. Así emprende el largo viaje, siempre a través de los frondosos bosques europeos, para llegar y certificar que no se trataba de habladurías pues efectivamente habías varias familias viviendo sobre las ramas de plátanos: eran nobles que se habían rebelado contra Carlos III y éste los había enviado al exilio. Pero claro, la burocracia y las administraciones habían generado una paradoja pues existía un viejo Tratado por el cual se determinaba que ningún exiliado podía pisar ni transitar ese suelo. Así fue que, si la prohibición estaba en pisar el suelo, los nobles no tuvieron mejor idea que subirse a los árboles.
No pienso contarles el final pero una última anécdota cuenta que Napoleón, ya emperador, visitó Italia y que en una de sus giras fue a visitar a Cósimo que, tras recibir el saludo del oriundo de Córcega, simplemente le pidió que se apartara porque le tapaba el sol. Frente a ello, como el gran Alejandro Magno hiciera con Diógenes el cínico, Napoleón expresó: “Si yo no fuera Napoleón quisiera ser Cósimo”. 
Pero el mejor legado para estos tiempos donde importa más que el qué soy que el qué hacer, donde lo que el individuo siente se transforma en verdad dogmática y donde todo discurso vinculado a la racionalidad moderna es tildado de autoritario por el autoritarismo caprichoso del posmodernismo, lo encontramos en la charla que nuestro protagonista tuviera, justamente, con Voltaire. Allí, en medio de distintas disquisiciones acerca de la potencia de la razón, Cósimo afirma que quien quiere mirar bien la tierra, más que embarrarse, debe siempre mantenerse a una distancia tan prudencial como necesaria. Quizás no haga falta retirarse hurañamente hacia las montañas entonces; quizás, trepando al árbol más cercano, aprendamos de la historia de Cósimo y mirando alrededor nos demos cuenta que en los árboles, además de pájaros, todavía puede haber algo de lugar para los hombres.   

domingo, 15 de diciembre de 2019

Alberto y las incógnitas de los primeros días (editorial del 14/12/19 en No estoy solo)


Tras la euforia de la asunción, los primeros días de gestión se enmarcan en lo simbólico independientemente de que el discurso de Alberto del 10 de diciembre, además de lineamientos generales, avanzó en algunas promesas más o menos concretas. El discurso fue correcto y contrasta con las intervenciones vacías y reñidas con la fluidez del expresidente. El nuevo presidente, presentado ya no como “presidente de la República” sino como “Presidente de la Unidad de los Argentinos” (en lo que puede leerse como todo un dato), conformó incluso a muchos críticos aunque, claro, se verá cómo se instrumentan y el alcance de lo que hasta ahora solo han sido declaraciones. Porque resulta claro que el poder judicial hay que reformarlo pero todavía no hay precisiones y las resistencias serán feroces; en cuanto a los medios, tampoco queda claro el alcance del anuncio de mantener la cantidad de pauta oficial para no dañar a las empresas pero no utilizarla para publicitar acciones de gobierno sino para fines educativos. Más allá de que el sentido de la pauta, como indica toda la tradición republicana es, justamente, dar a conocer las acciones de gobierno, no queda claro cómo sería este giro. Asimismo, resulta evidente lo que quiso decir el presidente cuando afirmó que no habrá más pauta para periodistas en particular, pero allí también aparece un interrogante puesto que si la pauta solo va a grandes medios o a empresas, etc., puede salir el tiro por la culata ya que el Estado estaría centralizando el dinero favoreciendo a las empresas en contra de muchos periodistas independientes que pagan espacios y sostienen sus programas gracias a esa pauta. Además, las operaciones de prensa no se hacen con plata en blanco que ponga el Estado para el blog que algún periodista sostiene solo como pantalla; se hace con plata en negro, en algunos casos de la caja chica y en otros casos de fondos reservados como pueden ser los de la AFI. Es tan delicado el panorama de los medios hoy y es tanta la dependencia de éstos hacia las pautas de los distintos niveles del Estado que un paso en falso en ese sentido podría ser determinante. Conocer cómo es el modelo de negocios actual, tomar en cuenta la experiencia fallida de los últimos años de kirchnerismo en el que los beneficiarios fueron, en algunos casos, empresarios que dejaron trabajadores en la calle, y partir del actual escenario en el que la concentración mediática se ha profundizado resulta esencial.
Se anunció la intervención de la AFI y, justamente, la eliminación de los fondos reservados pero todavía tampoco se sabe bien qué se va a hacer y anunciar una medida así sin una acción inmediata puede ser peligroso.
En lo que tiene que ver con la economía, la situación también es una incógnita: por lo que se ve, la cartera económica fue subdividida y a diferencia de otras administraciones, el ministro central es Kulfas (de producción) y no Guzmán (de Economía). Este último aparece orientado a la renegociación de la deuda. Pergaminos académicos pero falta de experiencia en gestión abren un interrogante porque un buen paper no garantiza éxito cuando en la mesa te enfrentas a unos gurkas.
También resulta incierto cuando se habla de pedirles solidaridad y un esfuerzo a los que más tienen. En todo caso, está muy bien que se declare públicamente eso pero entiendo que el nuevo gobierno debe tener alguna herramienta más para sentarse a negociar. Ojalá así sea.
En lo que respecta al gabinete hay equilibrio entre personas con experiencia y trayectoria y otras que no. En algunos casos, parecen mejores quienes secundan que quienes encabezan y está claro que con algunas designaciones tuvo que “pagar” las apoyos recibidos. Hay áreas relevantes y cargos de mucho peso en los que, a juzgar por las designaciones, pareciera que Alberto ha decidido no delegar y ser él mismo quien se encargue. No demos nombres para no ofender a nadie pero ustedes pueden imaginar.
Asimismo, las urgencias son enormes pero se ha declamado muchísimo sobre la importancia de la educación y la ciencia. Es bueno el equipo que secunda a Trotta y es bueno el equipo que va a ciencia. La diferencia con lo anterior es abismal y se descuenta que habrá recursos porque hay una decisión política de que así sea. Sin embargo, resta que se conozca el plan en ambas áreas. Decir “más y mejor educación y más y mejor ciencia” es fácil pero tendrá que ser el gobierno popular quien encare debates internos incómodos para el progresismo. ¿Acaso todo pasa por más becarios y más investigadores CONICET sin que demos la discusión acerca del perfil de egresados y de para qué queremos doctores? ¿Todo el problema educativo lo vamos a reducir a un problema de salarios o vamos a aceptar que los docentes están mal pagos pero también están mal formados y tienen algunas prerrogativas que podríamos discutir? ¿Las reformas necesarias en el estatuto docente las va a hacer el gobierno nacional y popular o para no entrar en conflictos internos dejará ese frente abierto para que el próximo gobierno de derecha que alguna vez regrese al poder tome algunos datos reales y arrase con todo? Entiendo que esto no se puede encarar en el corto plazo pero en el mediano plazo debería ser una oportunidad que no hay que desaprovechar.
En cuanto a los conflictos que vienen, por lo que puedo prever, los principales ataques de la oposición, en un principio al menos, serán fuertemente ideológicos y se darán en el terreno de la moral. El tema “seguridad” estará en el eje y, de repente, los grandes medios volverán a repetirnos en loop el robo de la esquina tomado con cámara de seguridad, el asesinato del día, etc. Elegir allí a alguien como Frederic es toda una declaración de principios pero auguro enorme cantidad de conflictos para controlar las fuerzas de seguridad en un contexto en que la disputa entre garantismo y punitivismo estará a la orden del día. De hecho, casi como un aviso, en el primer día de gestión, la cuenta de Twitter de la flamante Ministro fue hackeada.
Quien parece entender que en seguridad habrá conflicto es Kicillof y justamente por ello allí designó a Berni, un hombre de las fuerzas, y no una antropóloga del CONICET. El tiempo dirá si es correcta la perspectiva de Alberto o la de Kicillof. También en el terreno de lo moral la cuestión del aborto estará en el centro tal como se sigue de las designaciones en el Gabinete. Allí el conflicto es transversal a los partidos porque es transversal a la sociedad. Macri abrió el debate pensando que cualquier resultado sería ganancia para él y en parte se equivocó. Aquí también el final es abierto. La línea de Alberto es la de profundizar la variante progresista que es muy potente en grandes centros urbanos con presencia de clases medias ilustradas. Pero Alberto también ha recibido el apoyo de la otra mitad del país, especialmente vinculada a provincias del norte y al peronismo más clásico, que a pesar de no tener peso en la agenda mediática, es cuantitativamente relevante. El gobierno parece decidido a avanzar y allí habrá conflicto. 
Antes de terminar, y habiendo mencionado a la Provincia de Buenos Aires, hay que decir que en sectores del Frente de Todos hay quienes se sienten destratados y, por lo bajo, acusan a Kicillof de cortarse solo o armar un gabinete que, salvo honrosas excepciones, está armado con “los propios”. También hay sectores del Frente de Todos que indican que a nivel nacional, más allá de que se ha tratado de contentar a todos y cargos nunca sobran pero hay suficientes, las principales cajas han sido para un sector en detrimento de los otros, repitiendo viejos errores. Una vez más, estos enconos iniciales hoy se reducen a mucha gente enojada que putea por lo bajo. Si esa mucha gente enojada en un tiempo acaba generando un cisma es imposible saberlo.
Como venimos advirtiendo, vivimos en un mundo en el que los tiempos de los procesos se acortan. Si a esto le sumamos el caso específico de Argentina, el nuevo gobierno se enfrenta a una sociedad que mayoritariamente lo apoya pero que tiene poco margen y, por ende, poca paciencia. Además, en frente hay una oposición agazapada y esa oposición es Laura Alonso twitteando que si el peronismo refugió nazis es normal que ahora le abra las puertas a dictadores y asesinos del siglo XXI como Evo Morales. Es decir, la oposición al gobierno nacional y popular está y será encabezada por referentes cuyo posicionamiento está lejos de la búsqueda de consensos y el respeto por las tradiciones e identidades que constituyeron este país. La oposición serán los Laura Alonso y no los Lipovetzky, esto es, aquellos que votaron todos los ajustes de Macri, pero que tenemos que quererlos porque son pañuelo verde. Sería bueno que esto estuviera claro y no equivocar el diagnóstico.
Por todo lo dicho, en este contexto hay que ser muy preciso porque no habrá espacio para el error, ni para las divisiones ni para la improvisación.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

De minotauros, ofendidos y nuevas lenguas (publicado el 28/11/19 en www.disidentia.com)


Probablemente influenciados por aquellos pensadores románticos que aparecieron como respuesta a las abstracciones de la ilustración, no es casualidad que en tiempos donde todo parece pasar por la cuestión de la identidad, la problemática del lenguaje y del uso de la lengua se encuentre en el centro de los debates públicos. Asimismo, si bien demandaría muchísimas aclaraciones, referencias y matices, se ha instalado que el lenguaje determina el modo en que percibimos la realidad y que el carácter performativo del lenguaje crea realidad, en un sentido fuerte, esto es, literal, de lo cual algunos deducen que la realidad toda no sería otra cosa que lenguaje y que, por lo tanto, si modificásemos el lenguaje, cambiaríamos la realidad. 
La discusión teórica es interesantísima y excede el espacio y el interés de esta nota pero quería retomar una obra del escritor argentino Julio Cortázar para graficar mi punto de vista al respecto. Se trata de una obra muy poco conocida, publicada en 1949, denominada: Los reyes. Allí Cortázar retoma un mito griego clásico y le da una interpretación muy particular. En una entrevista que diera a la televisión española lo explica así:
“En cuanto a Los Reyes, ése es un caso muy extraño (…) La idea del libro me nació en un autobús (…) ahí me surgió el mito de Teseo y del minotauro pero sucede que yo lo vi al revés. (…) Existe la versión oficial del mito: Teseo es el héroe que entra en el laberinto guiado por el hilo de Ariadna para poder volver a salir… y busca a ese monstruo espantoso, que es el minotauro, que devora a jóvenes rehenes… y entonces lo mata y sale como el gran héroe (…)
Yo vi eso totalmente al revés. Yo vi en el minotauro al poeta, al hombre libre, al hombre diferente, y que por lo tanto es el hombre al que la sociedad, el sistema, encierra inmediatamente: a veces lo meten en clínicas psiquiátricas, a veces lo meten en laberintos (…)
Entonces Teseo, en cambio, es el perfecto defensor del orden. Él entra allí para hacerle el juego a Minos, el rey. Es un poco el gánster del rey que va a matar al poeta. Y efectivamente, en ese poema, cuando tú conoces el secreto del minotauro, es que el minotauro no se ha comido a nadie. El minotauro es un ser inocente que vive con sus rehenes y que juega y danza y ellos son felices (…). Llega este joven Teseo que tiene los procedimientos de un perfecto fascista y lo mata. (…) Esa inversión del tema causó cierto escándalo en los medios académicos (…) pero a mí me divirtió escribirlo”.
Esta inversión del mito, tal como lo llama el propio Cortázar, me hizo pensar en el modo en que muchas veces cómo, aquello que presuntamente nos viene a liberar, puede ser, en cambio, aquello que viene a instaurar un viejo orden o, en todo caso, un nuevo orden que contenga menos libertad que el anterior. En otras palabras, cuando probablemente con buenas intenciones el hecho de que alguien se sienta ofendido acabó justificando una limitación en los modos de expresarnos, la única puerta que se nos estaba abriendo no era  la de una sociedad más igualitaria sino la de un laberinto sin salida: el laberinto del qué tenemos que decir, del qué palabras podemos utilizar. Curiosamente, cuando en muchísimos países se han despenalizado los delitos de calumnias e injurias para proteger, especialmente a los periodistas, de una herramienta que muchas veces se utilizaba veladamente para amedrentar las voces críticas al poder, buscan imponernos una serie de eufemismos, en muchos casos, enormemente hipócritas, ante la posibilidad de que alguien pudiera ofenderse. Que alguien se sienta ofendido alcanza porque cualquier cosa que huela a objetividad o a parámetro universal determinado por las leyes de un Estado es denunciado, paradójicamente, como pura arbitrariedad.
La presión hacia el hablar presuntamente correcto es tal que lo único que se va a generar es un hiato entre los discursos públicos y los discursos privados. O quizás debamos buscar lenguajes ocultos, códigos o jergas que solo puedan ser comprendidos por unos pocos y sean inaccesibles a las policías del buen hablar. Quizás debamos recurrir a algunos de esos juegos del lenguaje que se encuentran en el poema “Jabberwocky” de Lewis Carroll, construido con palabras sin sentido, o en el libro Enlamasmédula del poeta argentino Oliverio Girondo. Por su parte, Cortázar lo ensayó en el famoso capítulo 68 de su libro Rayuela. Allí se reproduce un texto erótico formulado en un lenguaje que solo los dos amantes pueden reconocer. No interesa allí el significado de las palabras (que en su mayoría no lo tiene). Lo que importa es que el significado, en algún sentido, surge del ritmo, de la cadencia, la sonoridad y la modulación, y que por ser un código inaccesible para un tercero escaparía a los límites neovictorianos:
“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias”. 
Terminemos aquí antes que el Teseo fascista interprete de modo sesgado este maravilloso fragmento erótico y abracémonos al minotauro cortazariano que experimenta y de esa manera se parece bastante a ese hombre libre que debe crear un nuevo decir similar al que tendremos que crear nosotros si queremos evitar una censura que ya no viene desde los cuarteles sino con los manuales ilustrados y culpógenos de la corrección política.  

domingo, 1 de diciembre de 2019

El “volver” y el “ser mejores” (editorial del 30/11/19 en No estoy solo)


¿Cuánta paciencia le tendrán los argentinos al nuevo gobierno? Nadie lo sabe a ciencia cierta pero se puede coincidir en que la paciencia será poca y ni por asomo se acercará al “happy hour” del gobierno saliente que blindado mediáticamente tuvo prácticamente entre dos y dos años y medio de gracia mientras nos prometía que la salvación estaba siempre en un segundo semestre que nunca llegó. ¿Por qué habrá poca paciencia? Las razones son al menos dos y, para ser honestos, son razones que exceden al gobierno entrante. Por un lado habrá poca paciencia porque el bloque ideológico que hay enfrente buscará esmerilar desde el primer momento aun cuando la dirigencia política que busca representar ese espacio no esté a la altura del desafío y deba recomponerse tras el fracaso de Macri. En otras palabras, aun cuando Macri no tenga la capacidad de liderar la oposición desde el llano y aun cuando se auguran momentos difíciles para mantener cohesionada a la oposición, el gobierno de los Fernández tendrá enfrente un bloque cultural homogéneo en estado de ebullición permanente. La historia se repite como tragedia y luego como farsa, de modo tal que no habría que sobredimensionar los aprietes públicos de algunos personajes de las patronales del campo pero, a la luz de lo que uno observa en los países vecinos, es posible que se intente desde allí generar una continuidad asfixiante de conflictos, aquello que, finalmente, acabó horadando al gobierno de CFK, más allá de que entre 2011 y 2015 se cometieron muchos errores y la economía transitó un camino irregular. Pero si ustedes recuerdan aquellos días, el ataque era constante, contra lo bueno, contra lo malo, contra lo que era cierto, contra lo que era falso. En este sentido, es de esperar que vuelva “la inseguridad”, que cada instancia judicial se transmita en cadena nacional privada, etc.  
Por otra parte, el padecimiento de una mayoría de la población ha sido tal en estos cuatro años que el actual gobierno llega a la administración con una sobreexpectativa. Insisto: no tiene la culpa. Es más, ni siquiera ha prometido demasiado y en general Alberto ha sido bastante mesurado. Pero mucha gente espera un cambio radical en su vida diaria, un shock de bienestar que no va a venir, al menos en lo inmediato. Para apuntalar estos aspectos déjenme repetir dos cosas que comenté en editoriales pasados:
Primero: la Argentina será Venezuela no porque Alberto derive en el chavismo sino porque enfrente hay una oposición radicalizada que no tendrá mucho que envidiar al anticastrismo Made in Miami. Cualquier intervención estatal será vista como una injerencia comunista, como mínimo.
Segundo: no se olviden que el máximo de éxito posible para el gobierno de Alberto es llegar a 2023 con un escenario más o menos similar al de 2015. Es decir, con 25% de inflación, habiendo recuperado el poder adquisitivo que Macri quitó (un 20% a los que tienen paritarias y muchos más a los independientes), bajando la pobreza a menos de 30% y reduciendo unos puntos la desocupación. Es casi imposible pero, aun si lo lograra, eso tampoco garantizaría la paz social porque con esos números, en 2015, la elección se perdió, si bien, claro, no se perdió solo por esos números.
Asimismo, está el factor externo: renegociación de la deuda y contexto regional. En cuanto a lo primero, hay varios intereses cruzados que presuponen que finalmente habrá un acuerdo aun cuando algunos de esos intereses desearían que el gobierno peronista se hunda. Pero si el gobierno peronista se hunde parece que se hunden unos cuantos actores más.
Con todo, no será menor cuál sea el resultado de esa negociación. La paradoja es que es lo primero que debe hacer el gobierno y, a su vez, lo que surja de aquella negociación probablemente condicione sus cuatro años de mandato.
Y en lo que respecta a Latinoamérica… cualquier análisis que pretenda hablar de tendencias queda en ridículo: algunas semanas atrás era la crisis del liberalismo, Moreno y Piñera contra las cuerdas, Lula libre, triunfo de Fernández en Argentina, de Morales en Bolivia y del Frente Amplio en la primera vuelta de Uruguay. Hoy: Argentina, desde el punto de vista ideológico, solitaria y a contramano de la región. En este sentido, el denominado grupo de Puebla, aun cuando sea doloroso decirlo, reúne hoy a referentes del progresismo para los cuales parece haber pasado su momento y para los cuales, en general, resulta difícil imaginar un regreso. En otras palabras, podemos hacer reuniones y fotos para transmitirlas por C5N mientras contamos la historia como nos gusta pero allí hay más simbolismo y nostalgia que poder real. Si la única respuesta al neoliberalismo que viene a acabar con cualquier atisbo de redistribución material es política de identidad y reconocimiento mientras twitteamos causas nobles y miramos en Netflix el documental de Pepe Mujica y Noam Chomsky, auguro tiempos difíciles.     
Por último cabría una comparación, si es que se trata de poner el eje en las expectativas. Porque podría decirse que el gobierno de Macri se sostuvo gracias a la creación de expectativas que de a poco se fueron desmoronando para una mayoría de la ciudadanía pero lo que Macri venía a ofrecer era eso: puro futuro; el cambio por el cambio mismo, es decir, la expectativa de algo nuevo independientemente de qué tuviera adentro eso nuevo.
En el caso del gobierno de Fernández, la expectativa es bifronte o se apoya en una proyección y una experiencia pasada. Es decir, hay expectativa porque, hacia adelante, se espera mejorar y se espera mejorar porque en el pasado los principales pilares de este nuevo gobierno demostraron que era posible un país distinto. Se hace allí una mezcla que se sintetiza bien en el slogan de “volver mejores” que no es otra cosa que la expectativa basada en lo que se hizo, para lo cual se necesita “volver”, y la expectativa puesta en un futuro distinto de lo que hay ahora y también, en parte, de lo que hubo hasta 2015. Esta es la parte del “mejores”.
Pero habrá muy poco tiempo y el argumento de la pesada herencia, que en este caso es una pesada herencia verdadera, no dará más que unos meses. Será ingrato e injusto. Recién se estará volviendo… y ya habrá que ser demasiado mejores.