Lo primero que cabe decir tras el
cierre de las listas es que éste refleja el estado de cosas al interior de los
espacios. En LLA hay una conducción clara: Milei a través de Karina y los Menem,
los cuales a su vez se han deglutido al PRO y a un Macri que parece estar más
afuera que adentro de la política. Sin embargo, claro, ante la carencia de
cuadros, LLA debe salir a buscar gente “afuera”, “lobos solitarios”, en algunos
casos sin ningún tipo de experiencia política y, por qué no decirlo, tan
improvisados como impresentables.
En el peronismo es al revés: está
fragmentado y tiene demasiada gente adentro desde hace mucho tiempo, de modo
que no hay lugar para los de afuera y el armado acaba obedeciendo a la lógica
de que ningún espacio se quede sin nada. Es la misma dinámica del Frente de
Todos que gobernaba para que nadie se enoje (lo cual derivó en que se acaben
enojando todos).
Si tomamos los primeros 15
lugares de la lista, el kirchnerismo se llevó más del doble que el massismo, el
kicillofismo y el graboísmo. Pero esa cuenta puede ser mentirosa porque es poco
probable que ingresen 15. De modo que si, por ejemplo, tomamos los primeros 10,
(los cuales entrarían seguro) 6 corresponden a CFK, 1 a Kicillof, 1 a Massa, 1
a Grabois (él mismo, claro) y el otro es Taiana, quien pertenece al universo.
A propósito de Grabois, su
amenaza de ruptura funcionó bien: se vendió más de lo que vale y sus
adversarios internos decidieron pagarle lo que pidió a un dirigente que en la
última elección sacó 6% de los votos y que sin la estructura del PJ a
disposición y cortada la ayuda estatal que intermediaba, se ha transformado en
un Self Made Man popular beneficiado
por “no tener pasado” y no haber formado parte del gobierno de Alberto
Fernández como sí lo han hecho sus compañeros de lista. Asimismo, su pasión por
las cámaras, su respuesta radical a la radicalidad de Milei, un discurso
anticasta dirigido al interior del propio peronismo y su actitud frente a la
corrección política y los latiguillos gastados de la gran mayoría de los
dirigentes de Fuerza Patria, convencieron al resto de los dirigentes de
ubicarlo como un par.
De hecho, podría decirse que
Grabois ha sido el gran ganador de la repartija, obteniendo el primer candidato
a diputado en CABA, estando él tercero en la lista de Provincia y existiendo la
posibilidad de que alguien de su tropa también ingrese en tanto ocupa el puesto
12 en Provincia de Buenos Aires.
Ahora bien, aunque nadie arma una
lista para perder, algo de razón tiene Moreno cuando dice que es una lista
“soft” en al menos dos sentidos: frente a un francotirador violento como
Espert, se elige un armado sin nombres rutilantes y con Taiana al frente, esto
es, su némesis, un tipo con trayectoria y una historia de compromiso
inobjetable con el peronismo, el cual, además, parece tener un carácter
apacible.
¿Se trató de una estrategia
electoral? No lo descartemos, pero la razón probablemente sea más miserable:
ninguno de los pesos pesado quiso jugar, probablemente por miedo a la derrota
y, a su vez, está todo tan roto al interior del espacio, son tantos los vetos
cruzados, los perros del Hortelano, que eligieron a Taiana porque no es de
nadie. Me atrevería a decir, incluso, que si hubiese existido la posibilidad de
dejar vacante ese puesto, lo hubieran hecho solo para no catapultar a alguno de
los adversarios internos.
Sin embargo, hay algo más triste
y esto no va en contra de Taiana, por cierto, pero el exministro del gobierno
de Alberto Fernández resultaba ideal porque no tiene futuro ni voluntad de
poder, como sí la tiene Grabois, que está ante su gran oportunidad, incluso si
la lista pierde. Es él quien tiene todo por ganar y es Kicillof quien tiene
todo para perder, salvo que se diera un triunfo amplio en las elecciones, tanto
de septiembre como de octubre, algo no imposible pero poco probable. En
cualquier otro escenario, la derrota caerá sobre Kicillof: si gana en
septiembre y pierde en octubre, la culpa la tendrán los intendentes (que
responderían a Kicillof); si pierde las dos, la culpa es de Kicillof por el
desdoblamiento; y si el peronismo gana en octubre pero pierde en septiembre,
también tendrá la culpa porque se dirá que se ganó en octubre a pesar del error
del desdoblamiento. Jaque mate. Cronos devorando a sus hijos, sobre todo a
aquellos que se tomaron al pie de la letra lo de “tomen el bastón de mariscal”
sin darse cuenta que quien pedía que lo tomen, no se los quiere dar. Mensaje
tan paradojal como el que se le dirigía a Alberto Fernández: si no agarraba la
lapicera era un timorato; si la agarraba era un traidor. Hay que ponerse de
acuerdo. De los mensajes contradictorios no sale nada bueno.
En cuanto al kirchnerismo, pareciera
una demostración más de esa estrategia de permanecer con los cargos y, si es
posible, con las cajas, al tiempo que se denuncia al poder y se afirma que el
que gobierna es el otro. Quizás sea herencia de alguna reminiscencia de
izquierda: se está más cómodo siendo oposición al punto que son opositores
incluso cuando son parte del gobierno como entre 2019 y 2023. Lo opuesto a lo
que siempre fue el peronismo, que con tal de gobernar puede adoptar las mil
caras. El kirchnerismo ha decidido adoptar una sola cara que cada vez
representa menos y que se parece demasiado a la de la derrota. Una lectura
benevolente sería pensar que lo hacen por principios. Una lectura más realista
podría arrojar que lo hacen porque no sabrían qué hacer con el poder.
A propósito de la representación,
es curioso pero las listas de Fuerza Patria ni siquiera se han ocupado de dar
cuenta de esa dinámica tan propia del contexto de la destrucción de los
partidos donde los candidatos representan a un pedacito del electorado con la
fantasía de que, al final, sumando los átomos, se logra el triunfo: un
candidato que represente a los pobres, otro a la clase media, otro a los
docentes, otro a los trabajadores, otro a las feministas, otro a los LGBT, otro
a los científicos y su estrella culona, y así hasta el infinito. Aquí no ha
sucedido eso: se ha pensado en candidatos que no representan sectores de la
sociedad sino sectores de la casta política (este es de Ella, este es de
Sergio, este es de Axel…). Si la representación funciona como un espejo de la
sociedad, el espejo está roto y la clase política solo se mira entre sí.
Naturalmente esto no va
necesariamente contra todos los candidatos, quienes efectivamente pueden
representar a uno u otro sector de la población y hacerlo muy bien como lo han
hecho. Me refiero al método de selección y a las razones de esa selección.
En el caso del gobierno,
decíamos, al no haber demasiados “sectores”, salvo algo que haya que pagarle al
PRO, y al estar clara la conducción, la selección fue más fácil y vertical pero
el hecho de tener que salir a buscar afuera lo que no hay adentro, ha hecho que
la lista se conforme con políticos frustrados, alquimistas, payasos,
periodistas ágrafos, místicos, amantes de los animales y personas de dudosa
reputación. Prácticamente, me recordaba esa famosa descripción de Borges en “El
idioma analítico de John Wilkins” donde afirmaba que los animales del emperador
se dividían en “(a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c)
amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h)
incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j)
innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (1)
etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas”.
Pero hay algo curioso y positivo en este armado: es una
lista que proyecta. En otras palabras, es una lista que pretende un resultado
presente pero mira al futuro: Bullrich es número puesto para candidata a Jefe
de Gobierno 2027; Petri se catapultará a gobernador de Mendoza; Espert
pretenderá lo propio en la Provincia de Buenos Aires. En el caso de Fuerza
Patria es una lista para el presente que mira al pasado o, en el mejor de los
casos, que intenta guardar las formas para salvar una unidad presente de
candidatos, aunque no de ideas ni de proyecto. Por eso, en general, se trata de
candidatos sin futuro aun cuando hay buenas posibilidades de que ganen, como es
el caso de la lista de la Provincia.
Distinto es el caso de la ciudad de Buenos Aires donde
ahí la lógica es la misma pero encima todos sabemos que se va a perder y la
única novedad es saber quiénes son los candidatos que ponen Olmos, Santamaría y
la Cámpora.
Volviendo a la Provincia de Buenos Aires agreguemos que
habrá una enorme confusión y mucha gente querrá votar en septiembre candidatos
que se presentan en octubre y viceversa, con distintos tipos de boletas y tras
la conmoción que ha generado el renunciamiento histórico de Mayra Mendoza a que
se incluya su rostro en la boleta a pesar de que la ley se lo impedía por
ocupar el tercer lugar.
No sabemos cuál será el resultado final, pero, entre
candidatos sin futuro y candidatos que de lejos parecen moscas, no debería
extrañar que el gran triunfador sea el ausentismo.
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