sábado, 26 de julio de 2025

El nuevo libro negro de Facebook (publicado el 26.7.25 en www.theobjective.com)

 

La publicación de un nuevo libro en el que Sarah Wynn-Williams, una exempleada de Facebook, revela secretos incómodos sobre la compañía, ha despertado un nuevo escándalo alrededor de la figura de Mark Zuckerberg y su empresa. El revuelo ha sido tal que el día posterior a su publicación en Estados Unidos, en marzo de este año, Facebook accionó judicialmente impidiéndole a la autora promocionar el libro. Como suele ocurrir, el denominado efecto Streisand se produjo de inmediato: el libro se transformó en un superventas y, gracias a Península, ya tenemos su versión en español titulada Los irresponsables. Una historia de poder, codicia y falso idealismo.

El texto cuenta en primera persona el largo camino de siete años desde la idealización ingenua hasta la decepción con tintes trágicos, de una joven abogada neozelandesa con experiencia diplomática, que, allá por 2010, entendía que el potencial de Facebook ameritaba un departamento exclusivo de relaciones internacionales.

Tras mucho insistir, consigue convencer a su interlocutor en la empresa y ser contratada, pero la alegría no duraría demasiado: allí chocaría con el gran irresponsable de la compañía. Hablamos, claro, del propio Mark Zuckerberg.

En este sentido, el libro abunda en anécdotas que no dejan bien parado al actual CEO de META. Como aquella en la que iba a tener un encuentro con el presidente Santos de Colombia y se generó un conflicto porque le propusieron un horario cercano al mediodía sin tomar en cuenta que Zuckerberg suele dormir hasta altas horas de la mañana; o cuando debía viajar a una Cumbre en Perú donde hablaría para todos los presidentes del mundo y se olvidó el pasaporte; la misma reunión en la que exigió la construcción de una suerte de instalación especial a prueba de mosquitos porque estaba buscando un bebé y la amenaza del virus zika no podía hacerle perder la oportunidad de aprovechar la ovulación de su mujer.

El nivel de desinformación y hasta desprecio por el conocimiento, la historia y las investiduras era tal que, previo a ese viaje, Zuckerberg le escribió un mail a Wynn-Williams que rezaba lo siguiente:

“Me gustaría saber más sobre el tema, sobre cómo se crearon las Naciones Unidas y las distintas instituciones de gobernanza internacional, qué poderes y mecanismos tienen para conseguir resultados, cuáles son sus límites y si esos límites son buscados o se está marginando a esas organizaciones, por qué se crearon como una federación de naciones y no como un organismo internacional democráticamente elegido (…) Busco cualquier recomendación sobre cómo saber más al respecto: recomendaciones de libros, personas con las que hablar o a las que invitar a cenar y otros recursos que consultar”.

Más allá de la irresponsabilidad de quien es uno de los hombres más poderosos del mundo, lo que lleva a la autora a afirmar que el trabajo diario en Facebook, más que interpretar capítulos de Maquiavelo, se parecía más a “cuidar de una pandilla de chavales de catorce años a los que les habían dado superpoderes”, lo cierto es que el libro es también una larga descripción del tránsito hacia un hastío moral.

El corolario va a ser su desvinculación por decisión de la empresa, acción que la autora atribuye a sus diferencias ideológicas con algunos de sus superiores y, en especial, a una denuncia por acoso que había hecho a uno de ellos y que la compañía había archivado.  

Pero se trata solo del último eslabón de una cadena de decepciones entre las que se puede señalar un destrato general hacia los empleados que, en algunos casos como el de Brasil, expuso a uno de ellos a ir circunstancialmente a la cárcel; o la actitud de la empresa frente a la aberrante limpieza étnica producida en Myanmar e impulsada a través de grupos genocidas que manipularon y difundieron noticias falsas a través de Facebook para levantar a un sector de la población y justificar sus crímenes.

Párrafo aparte merece, para la autora, todo el proceso por el cual Facebook pasa de ser una compañía que decía perseguir la justicia social desinteresadamente y sin ideología, a transformarse en una maquinaria con algoritmos cuyo sentido final era siempre el crecimiento de la empresa, incluso poniéndose al servicio de partidos políticos y campañas sucias. En particular, Wynn-Williams afirma que Facebook ayudó al triunfo de Trump en 2016 y que para entrar en China firmó condiciones vergonzantes que le permitían al Partido Comunista Chino hacerse de los datos, el reconocimiento facial y los mensajes públicos y privados de los usuarios chinos y de aquellos otros que desde distintas partes del mundo interactúen con algún ciudadano de ese país.

El desencanto es tal que la autora llega a afirmar que Facebook es una “autocracia de una sola persona”.

Dicho esto, Los irresponsables es un libro ágil que se puede leer casi en clave de tragicomedia. Buena parte de él parece demasiado dedicado a la autora, en una suerte de autobiografía que desvía el objeto de interés, como cuando narra cómo fue atacada por un tiburón siendo una adolescente para afirmar que “se salvó solita”, cómo estuvo al borde de la muerte en su segundo embarazo o cómo fue atacada por avispas en su rodilla. Las alusiones personales son constantes y cuando uno termina el libro sabe más de la autora que de “los irresponsables”.

A propósito de ello, también llama la atención el momento del lanzamiento del libro pues refiere a hechos ocurrido entre el 2011 y el 2018 aproximadamente, eventos que, por cierto, en la actualidad son harto conocidos y que fueron ventilados en decenas de artículos periodísticos y en varios libros, entre los que se puede mencionar el de otra arrepentida, Frances Haugen, La verdad sobre Facebook, o el de Jeff Horwitz, el periodista que trabajó con Haugen en la filtración de los documentos y publicara Código roto.

Tras la publicación del libro, META emitió un comunicado en el que indica que el libro contiene “una mezcla de afirmaciones desactualizadas (…) y acusaciones falsas contra nuestros ejecutivos”, agregando, además, que Wynn-Williams recibe financiamiento de grupos anti-Facebook, es una “activista descontenta que intenta vender libros” y fue desvinculada por mal desempeño, comportamiento tóxico y denuncias de acoso engañosas.

Sea como fuere, el tema tendrá, seguramente, nuevos capítulos en los tribunales correspondientes. Mientras tanto, de lo que podemos estar seguros es de que a Mark Zuckerberg, el creador de los Likes que han configurado nuestra forma de vincularnos con amigos y con el mundo, es evidente que no le gusta esto.

 

 

 

 

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