jueves, 16 de noviembre de 2023

El riesgo de la improvisación permanente (publicado el 13/11/23 en www.canalextra.com.ar)

 

Nadie sabe qué deparará la historia, pero probablemente el de ayer sea recordado como el debate en el que la diferencia entre uno y otro candidato fue abismal. Naturalmente, esto no dice nada acerca de hacer un mejor gobierno ni es la demostración de la superioridad de unas ideas sobre otras; menos aún supone una “traducción” a votos. Pero la diferencia expuesta ayer ha resultado tan evidente que recibió la opinión unánime de todos los periodistas, incluso aquellos que tenían como misión defender a Milei. En todo caso merecerá un análisis más profundo cómo todos los analistas citados por el diario La Nación, por ejemplo, dieron por ganador a Massa, mientras que la encuesta que el diario realizó para el público arrojó un triunfo de Milei con el 90%. Al fin de cuentas, puede que la audiencia creada a imagen y semejanza de los intereses de los propietarios del medio, sea de digestión más lenta ante la evidencia.    

Volviendo a los análisis, todo lo que los periodistas que tenían a cargo la transmisión en La Nación+ pudieron esgrimir a favor de su candidato fueron cosas tales como “Milei logró no enloquecerse” o “el amateurismo de Milei puede acercarlo más a la gente”. Aunque, una vez más, cabe decir que la psicología del voto es insondable, defensas de este tipo resultan patéticas y, sobre todo, innecesarias.

Digamos, entonces, que el debate lo ganó Massa por varios cuerpos y si no fue por KO fue porque, suponemos, cambió la estrategia en el segundo bloque. Si se permite una última metáfora deportiva, ganaba 3 a 0 el primer tiempo y luego administró la pelota controlando el debate desde el minuto 1 hasta el final.

En todo caso, el debate fue el corolario de lo que ha mostrado la campaña al menos desde las PASO hasta ahora: la hiper profesionalidad de la campaña de Massa, la de “los brasileños”, frente a una derecha dividida que desde hace tiempo parece La armada Brancaleone. La diferencia es tan grande que podría decirse que la campaña del oficialismo es casi lo opuesto a lo que fue su gestión, esa que en 4 años brilló por la parálisis de sus luchas intestinas, la incapacidad de los funcionarios que no funcionan y un presidente prescindente.

Y hablamos de corolario porque también parece el punto cúlmine del desastre en que está sumida la derecha después de una serie de errores autodestructivos que llevaron a que JxC quedara fuera del balotaje cuando un año antes tenía la elección ganada. Ahora, los que hablan de hacer un Estado más eficiente, ni siquiera pueden coordinar la logística para repartir las boletas y del sueño obamista de una derecha moderna acaban teniendo que justificar su apoyo a un populista libertario que en cada intervención demuestra, sobre todo, un enorme desconocimiento de lo que supone gobernar un país.     

Si muchas veces se señaló con razón la cantidad de “tiros en los pies” que se dio el oficialismo durante la gestión, es justo indicar que el nivel de improvisación y de ignorancia que maneja el candidato de la derecha quedó en evidencia ayer cuando cayó en errores infantiles y acabó a la defensiva frente al ministro de economía del gobierno que tiene un 150% de inflación anual.   

Como decíamos al principio, ganar un debate es ni más ni menos que eso. Toda extrapolación que pueda hacerse de ese triunfo es hipotética y difícil de confirmar incluso con el diario del lunes. Pero lo ocurrido ayer puede ser el puntapié para instalar un debate público que la Argentina se merece. Me refiero a que en general estamos atravesados por debates ideológicos de uno u otro lado de la grieta sin tomar en cuenta que el Estado necesita representantes capaces, no importa si el ideario que representan nos gusta más o menos. Esto significa que, más allá de las ideas, buena parte de los problemas de la Argentina tienen que ver con la mala praxis de funcionarios que desconocen cómo funciona el Estado y el mundo en el que Argentina puede jugar un rol relevante. Por todo esto, y más allá de las ideas radicales de Milei, esas que tanto le costó defender ayer, si un eventual gobierno del libertario tendrá como impronta el nivel de desconocimiento, improvisación y amateurismo demostrado ayer, habrá una nueva razón para estar preocupados.  

 

 

 

 

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