domingo, 29 de octubre de 2023

El fin de la ilusión antipopulista (editorial de No estoy solo publicado en www.canalextra.com.ar el 28/10/23)

 

Pasados apenas tres días de unas elecciones en las que el oficialismo vencía por casi 7 puntos, prácticamente se formalizaba lo que era evidente: el fin de Juntos por el Cambio. Efectivamente, como todos hemos visto, con un apuro bastante particular, la fórmula presidencial derrotada anunciaba como decisión propia y a título personal un mandato de la jefatura política del PRO, la misma que los había impulsado a jugar una interna para acabar con las chances del heredero natural: Horacio Rodríguez Larreta.

Los intentos de darle un tono institucional en el que hasta se leyeron unos supuestos puntos de acuerdo con La Libertad Avanza, como así también una risueña épica sanmartiniana, fueron el maquillaje de la escena de la humillación, indisimulable en el rostro de Bullrich, tal como se pudo confirmar en la incómoda foto junto a Milei en los estudios de TN ese mismo día por la noche. Se dice que los actores deben creer en su propia actuación porque si no, dejan de ser creíbles. Lo mismo vale para este caso. Body talks, el cuerpo habla. Los republicanos atentos a las formas, la estabilidad, el equilibrio de poderes y la previsibilidad, ahora se abrazan a la motosierra en nombre del antiperonismo.

La movida de Macri o bien se explica por su psicología o bien obedece a una información que no conocemos. Es decir, una posibilidad es que se trate de una suerte de voluntad de poder destructiva y ciega dispuesta a aniquilar todo a su alrededor. Un Cronos devorando a sus hijos que se cargó a Horacio, se cargó a Patricia y ahora va por Javier. La otra opción es, como trascendió, una preocupación judicial. ¿Acaso Macri sabe que Massa no es Alberto Fernández y que con un nuevo gobierno las causas en su contra podrían avanzar? No descartemos que haya algo de las dos opciones.

Después está la evaluación táctica: ¿era este el camino que debía seguir Macri para lograr la centralidad que él pretende? Naturalmente es discutible y ser taxativos con el diario del viernes es riesgoso, pero a priori pareciera que no. Es que si analizamos el movimiento lo primero que surge es una duda acerca de los tiempos: ¿a qué se debió el apuro en salir a apoyar a Milei a través de Bullrich? ¿Se trató de hacerlo antes de las reuniones del PRO y de Juntos por el Cambio en las que probablemente su postura estaría en minoría? Suponemos que sí, pero es evidente que el precio de “cortarse solo” tendría consecuencias inmediatas: declaraciones en contra de dirigentes del PRO (Rodríguez Larreta, Vidal, etc.) y de la Coalición Cívica, más una conferencia de prensa explosiva de los radicales. O sea, una ruptura a cielo abierto.  

Por otra parte, una muestra más de que es necesario tratar de ver un poco más allá de la escena, es que no hacía falta salir expresamente a apoyar a Milei para lograr que los votantes de Juntos por el Cambio se inclinaran a ello, como si, además, los electores aguardaran y aceptaran órdenes de un candidato (perdidoso). De aquí que podría haberse mantenido neutral y su núcleo duro antiperonista igualmente hubiera votado a Milei o un ladrillo con tal de que no gane el oficialismo.

En este punto, lo más lógico entonces sería pensar que lo que hubo fue un intercambio: “nosotros salimos a apoyarte públicamente y vos a cambio…. X”. Por ahora no sabemos qué pero ese apoyo no sale gratis y quizás el tiempo nos aclare si el bueno de Javier devino un Fausto vernáculo.

Ahora bien, decíamos que otra de las opciones es que Macri hubiera resuelto quebrar definitivamente la coalición para posicionarse como un líder absoluto del espacio PRO, pero hacerlo supone dinamitar una estructura de diez gobernaciones, más de 100 congresistas entre diputados y senadores, intendentes en todo el país… Los números muestran que, más allá de la derrota, JxC ha sido una coalición enormemente exitosa electoralmente hablando desde su creación hasta hoy y que siendo oposición determinará al próximo gobierno, el cual, sea quien fuere, tendrá que afrontar una época de crisis y ajuste fenomenal que lo va a erosionar.

Alguien dirá: Macri quería volver al poder y primero intentó hacerlo a través de Patricia; ahora intenta hacerlo a través de Javier, un “hijastro irascible” que dice lo que él no se animó y que promete lo que los asesores de Macri le sugirieron no prometer para ganar la elección en 2015. Sí, es una opción posible. Pero en todo caso sigue abierta la duda acerca de por qué hacer todo a plena luz del día cuando el efecto hubiera sido el mismo sin necesidad de estas escenas de porno política. Todavía más: si Milei se perfilara como un ganador seguro del balotaje, quizás tendría algún sentido sacrificar JxC ante la inminencia de formar parte, de una u otra manera, de un nuevo gobierno. Pero lo cierto es que tras el resultado del domingo, la elección promete un final cerrado donde Milei puede perder.

De hecho, todos sabemos que en política 2 + 2 no es 4 y que los 30 puntos de Milei no se sumarán automáticamente a los 23 de Bullrich. Es más, no solo cabe dudar acerca del comportamiento del electorado de Bullrich sino también cabe preguntarse si el electorado del propio Milei aceptará sin más este salto inimaginable unos días atrás cuando la candidata de Juntos era una exmontonera que ponía bombas en jardines de infantes.

Con todo digamos que el dilema de Milei era y es claro ya que las mismas razones de su éxito son las que lo llevan a un callejón sin salida. En otras palabras, hace una gran elección de 30 puntos porque logra instalar el clivaje casta/anticasta pero solo puede alzarse con el triunfo en un balotaje asociándose con la casta, es decir, rompiendo el clivaje que lo llevó al “triunfo”. Así, pega un salto y se abraza al clivaje que intentó instalar Bullrich y que fue una de las razones por las que fracasó. Me refiero al peronismo/antiperonismo o kirchnerismo/antikirchnerismo. Alguna vez lo mencionamos en este espacio, pero el discurso de Bullrich no solo era violento (lo cual sería casi lo de menos) sino que en términos electorales era demodé, pensado para la Argentina del 2015. Entonces, ¿obtendrá Milei los votos necesarios demostrando que era más antiperonista que anticasta?   

Asimismo, si nos llevamos por la lista de puntos supuestamente acordados entre Macri y Milei y que oportunamente fueran leídos en la conferencia de prensa por Bullrich, parece estar claro que no hay espacio para la dolarización, ni para el fin de la coparticipación, la reforma constitucional, el cierre del ministerio de la mujer o la ruptura delirante con nuestros principales socios comerciales. Hasta hubo una referencia solapada a no aceptar la venta de órganos, limitar la tenencia de armas y garantizar la libertad de expresión para evitar que a los sensibles periodistas no se les llame “ensobrados” pero, sobre todo, para garantizarles que van a seguir recibiendo pauta si se portan bien. De aquí que tras escuchar esos puntos acordados sea factible pensar si Milei ha abrazado ya directamente la plataforma del PRO a cambio de ser competitivo en el balotaje; y, lo más importante, cómo reaccionará una parte de su electorado ante semejante resignación que se vio con claridad el domingo en el discurso cuando desapareció la motosierra y se habló de fortalecer las instituciones y los ideales republicanos.

Para finalizar, entonces, durante las próximas semanas veremos conmovedores intentos de la prensa opositora, los think tank y los referentes del PRO para justificar cómo el antiperonismo los ha llevado hasta límites insospechados, al menos, visto desde la perspectiva de esta etapa democrática que cumple 40 años. Los mismos demiurgos de la palabra que lograron vendernos un Menem rubio y de ojos celestes, nos presentarán un Milei atemperado y estadista y que ha dejado de ser populista por el solo hecho de haber recibido la unción de Macri y sus equipos, esto es, aquellos que duplicaron la inflación y tuvieron que salir a pedir un préstamo imposible de pagar para intentar ganar una elección que luego perdieron.

Atrás quedará la ilusión de una derecha moderna, republicana y obamista. Aquella que se decía antipopulista y era simplemente antiperonista.

 

 

 

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