domingo, 30 de octubre de 2022

El candidato del desacuerdo (editorial del 29/10/22 en No estoy solo)

 

Si en condiciones normales el gobierno del FdT se ha caracterizado por la parálisis en la gestión, el ingreso de lleno en la agenda electoral en un clima de total incertidumbre no hace más que augurar momentos difíciles.

Algo parecía haber cambiado con la llegada de Massa al superministerio, al menos en lo que a cierta dinamización de la gestión respecta. Se hizo a pesar de Alberto pero se acordó ante un abismo que era inminente y que amenazaba la continuidad institucional. Nadie más que las tres patas del Frente saben qué se resolvió en esos días pero parece evidente que Massa desplazó a un Alberto Fernández cuyo poder quedó reducido a una lapicera cada vez más formal y con menos tinta. Ese desplazamiento se realizó con el apoyo del kirchnerismo, presumimos que explícito en privado y tácito en público.

Ahora bien, si ese acuerdo tenía un tiempo de vigencia no lo sabemos, pero el tweet de Cristina criticando, con razón, un abusivo aumento en las prepagas otorgado por el gobierno abre un interrogante: ¿crítica aislada o comienzo de un proceso de horadación de Massa? Que CFK, como viene haciendo en el último tiempo, hable en tercera persona del gobierno en el que se desempeña como vicepresidente detrás de la persona que puso a dedo, sería material para un editorial en sí mismo pero merece ser resaltado una vez más. Con CFK como vice pasamos “de la patria es el otro” a “la lapicera es el otro”; de una práctica política del desensimismamiento a una moral de la irresponsabilidad. El kirchnerismo ocupó una buena cantidad de cargos. Pero, de repente, como no maneja la última lapicera la culpa la tiene el presidente. Como supe decir en este mismo espacio, ese escenario deja al kirchnerismo en un verdadero dilema: o es cómplice y juega al policía bueno y policía malo sin renunciar a los cargos y a la caja; o ha sido un pésimo negociador puertas adentro y a pesar de ser el que aportó el 80% de los votos se quedó afuera de todas las grandes decisiones. En cualquier caso es preocupante.

La situación de Alberto, por su parte, es desconcertante, al menos para quien escribe estas líneas. Cada vez más en solitario, rodeado del círculo íntimo, haciendo su parte pimpilinesca con CFK y en una relación tirante de amor/odio con Massa porque lo necesita para que no naufrague su gobierno pero ese éxito sería su final porque  catapultaría al líder del Frente Renovador como próximo candidato. Alberto nunca fue un candidato de consenso. En todo caso fue un candidato del consenso de CFK consigo misma pero después de esa decisión las distintas partes entendieron que la decisión era buena. Una suerte de consenso “epifánico” y tardío. Hoy la posibilidad de sostener el poco poder que le queda hasta 2023 y ser el candidato a la reelección, algo que en condiciones normales hubiera sido natural, depende de que el Frente no pueda resolver sus internas. En este sentido, Alberto 2023 sería el candidato del desacuerdo; el candidato que emergería por decantación de la disputa entre un kirchnerismo que solo cada vez puede menos y un Massa que pediría más de lo que se merece. Si esta hipótesis es correcta, habría buenos incentivos para que Alberto se transforme en una máquina de impedir porque solo en ese escenario el espacio puede volver a posicionarlo a él como salida por arriba del laberinto.

En este contexto aparece la discusión acerca de las PASO. Con toda la honestidad del mundo, una vez más, confieso mi desconcierto respecto a la estrategia de Alberto. Como ustedes saben, Massa querría suspender las PASO y buena parte del kirchnerismo también. Tienen todo tipo de razones, la mayoría de peso, para sostener su posición pero, en última instancia, claro, se trata de una conveniencia electoral. Pero el presidente se opone. ¿Por qué lo hace? Si no es una suerte de legalismo zonzo no parece clara la estrategia. ¿Cree que en una interna le va a ganar a CFK? ¿Lo cree de verdad? ¿Entonces? ¿Ir a una interna para perderla y automáticamente generar un vacío institucional que hasta podría precipitar su gobierno varios meses antes del fin de su mandato? ¿Acaso se sabe derrotado pero entiende que en las PASO puede ubicar “su gente” para construir tardíamente un albertismo que no supo construir hasta aquí?  Si el llamado a participar de una gran interna es ya una demostración de debilidad (porque va de suyo que todo presidente con posibilidad de ser reelegido es “el” candidato), sostener, contra gobernadores, intendentes y socios mayoritarios del espacio a las PASO que lo condenarían es, desde esta humilde tribuna, inentendible. Sin dudas debe haber allí alguna carta que desde aquí no podemos ver pero la sensación es que la única posibilidad de sobrevida política de Alberto es gracias a otro dedazo, en este caso, producto de, como decíamos, una negociación trabada al momento de elegir sucesor.

Por último, como también ya lo hemos dicho aquí, Massa tiene las de ganar si logra mínimamente encauzar la economía y en tanto es el único que puede ofrecerle algún voto no K al kirchnerismo en una ecuación que 4 años después sigue arrojando “Con CFK no alcanza. Sin CFK no se puede”. Si lograra enderezar la economía mínimamente tendrá más poder al momento de sentarse a negociar con el kirchnerismo y también tendrá a su favor el eventual aprendizaje de la lección de los errores de Alberto en la relación con el kirchnerismo. El punto es si lo van a dejar los de adentro. Es que, como indicamos, un buen desempeño de Massa acabaría con las esperanzas de Alberto y un Massa presidente con poder y una CFK “retirada” es un escenario en el que el tigrense es capaz de deglutir lo que quede de un kirchnerismo que tendrá su eje de gravitación en el conurbano y, eventualmente, en un posible segundo mandato de Kicillof.

Con una sociedad en la que el discurso anticasta ha calado profundo, el espacio que defiende a la política no ha podido resolver con política los problemas de las mayorías. Si a esto le sumamos el año electoral en el que “la política” se reduce a candidaturas, campañas, internitas y demagogias varias, está todo planteado para unos comicios en los que la gente vote enojada. Si es grave que haya desconexión entre los que están dentro del palacio, imaginen cuán grave puede ser cuando esa desconexión se da además entre los que están dentro del palacio y los que lo miran todo desde afuera.    

  

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