miércoles, 13 de diciembre de 2023

Teología mileista (editorial de No estoy solo publicado en www.canalextra.com.ar)

 

“Va a haber que comprar generadores para el verano” dice la futura Canciller, Diana Mondino, encarnando el espíritu de aquel otro argentino de bien que advertía que “le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exterior”. El “no hay plata” como remera pero, sobre todo, como orden natural.

El populismo será aceptable si y solo si aplica recetas económicas ortodoxas en materia económica. Al fin de cuentas, mientras no toquen mi dinero, bien se puede sacrificar unas instituciones. No criticaban al populismo K por ser republicanos. Lo criticaban porque eran liberales.

En el nuevo relato, el que merece, acumula y, el que reparte, es un ladrón. El vínculo es contractual y, si hay dudas, el progresismo, que es neoliberal pero no lo sabe, aporta su protocolo. La libertad como ausencia de impedimento entiende que los impuestos y tu sueldo son una coacción. Sí, a Galperín le molesta el Estado pero también le molestás vos, que no sos la casta.

Y ya que hablamos de vos, ¡prodúcete a ti mismo, Self Made Man! La explotación más eficaz es la que vas realizar sobre tu persona. Emprende para confirmar que estás solo; sé diferente que, como también dice el progresismo neoliberal, parece que es virtuoso. ¡Crisis es oportunidad! Que nada te limite. Ni siquiera la biología.  

Volveremos al viejo diccionario 2015-2019. Habrá que sincerar. Quien sincera revela algo que estaba oculto. En parte van a tener razón. El gobierno progresista creyó que era más importante ser progresista que gobernar bien. El sinceramiento, entonces, incluirá hacer salvajemente y mal lo que el gobierno progresista omitió.  

Check in, check out. Entrar, salir. La independencia es una billetera virtual. Take away. Consumilo, buscalo y llevátelo. Lo único que puede matar al capitalismo, que es circulación y es velocidad, es el encierro. Sin pandemia no hay Milei. Sin Alberto Fernández no hay Milei. Sí, “Milei existe por ustedes” diría un filósofo nacional. La militancia ya no milita proyectos sino ministerios. La economía tampoco existe más. Ahora solo hay finanzas. Libertad mata igualdad. DIOS es una criptomoneda. 

Por cierto, Argentina volverá a ser “TINA” (There is no alternative), con “T” de Thatcher. Es curioso, pero en buena parte del mundo, el liberalismo económico radical, libertario, o como quieran llamarlo, nunca se presenta como una alternativa entre otras. Siempre aparece diciendo “No hay alternativa”. Es como si supusiese que, en caso de haberla, todos se inclinarían por ella; es como si no lograra creer en la capacidad persuasiva de su propia teoría.

Los reyes de la libre competencia saben que no pueden competir y por eso no te dan las razones de su supuesta superioridad; solo te dicen que no hay otro producto. Así, son el mejor proyecto en un mercado que ofrece un único proyecto. Te invitan así a que apoyes el plan por resignación o por pánico. Solo si no hay otra salida, la salida es liberal.       

Y luego llega otro clásico: el proyecto capitalista como religión. Ya lo sabíamos leyendo a Max Weber y la relación entre capitalismo y espíritu protestante; incluso también con Walter Benjamin quien hablaba del capitalismo como un parásito del cristianismo. Pero ahora está más a la vista que nunca, máxime cuando quien lidera el proyecto habla de “misión” y cree que su hermana es Moisés.   

La teología mileista que dice que hay que esperar de 18 a 24 meses para bajar la inflación es prima hermana del “hay que pasar el invierno” de Alsogaray y del “segundo semestre” macrista que nunca llegó. El horizonte de la salvación permanece distante y por eso es funcional. La promesa, para seguir siéndola, no debe cumplirse jamás.  

Hay que sacrificarse para salvarse en un mundo donde ahora no se miden las oportunidades sino el esfuerzo. Por cierto, una respuesta natural y razonable a la hegemonía victimista y a la romantización de la pobreza y el lumpenaje. No hay redención para los planeros (del mismo modo que algunos curas no admiten mileistas). Las fuerzas del cielo dicen que primero hay que saber sufrir… y sobre todo andar sin pensamiento.

La nueva teología te dice que sos culpable porque solo asumiéndonos como tales es posible aceptar un ajuste. Te tienen que convencer que vivir mejor era una fiesta que no podías pagar para que creas que tenés una deuda. Y te tienen que convencer también de que aceptar esa deuda supone una moralidad superior. Los argentinos de bien no son los honestos sino los que asumen su culpabilidad, los deudores. Peronistas (y pecadores) somos todos.

El que ajusta nunca dice que lo hace por razones ideológicas. Se presenta más bien como el médium entre la realidad y un orden natural que lo trasciende. La ideología es el otro y las leyes del mercado actúan como leyes de la física. Toda intervención humana altera una fuerza que va a tender a regresar a su estado original. Si la soltás, la piedra se cae; “si no ajusta el gobierno, ajusta el mercado”. Gobiernan los hombres; ajusta la física (o Dios, que no es lo mismo, pero es igual, como dice otro filósofo).

El nuevo gobierno parece haber leído a Borges, quien en “El jardín de los senderos que se bifurcan”, afirma: “el ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado”.

En este escenario, plantear al menos una opción mínimamente razonable, un atisbo de porvenir alternativo, será todo un acto revolucionario.

 

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