domingo, 12 de abril de 2020

Antiperonistas (e incorregibles) [editorial del 11/4/20 en No estoy solo]


Parecemos asistir al fin de la historia política argentina. No hay ni habrá grandes novedades. Seguramente nos estemos equivocando como Hegel o Fukuyama cuando anunciaron el fin de la historia y luego ésta los dejó en ridículo. Pero aunque más no sea con ánimo provocador aceptame que no hay nada nuevo y no lo digo tanto por el peronismo sino más bien por el antiperonismo. Incluso si me apuran un poco, diría que si hay algo que se sostiene firme en la Argentina es el antiperonismo, un antiperonismo que es anterior al peronismo y que hoy renueva su mascarada para seguir siendo lo que es. Es más, y como última provocación: el peronismo cambia, se actualiza, va para la izquierda, va para la derecha, se acomoda en el centro; el antiperonismo es lo único que no cambia en este país. Los intérpretes varían pero el papel y la obra es la misma.
Tómese si no, como muestra, un breve pantallazo de los enfoques de la última semana. No hubo un tópico del antiperonismo más rancio que se quedara afuera.
El primero es el del Estado ineficiente: a contramano de las alabanzas que recibiera el gobierno ante las primeras decisiones en torno a la pandemia, ahora se instala que el gobierno falla en no hacer los test y circulan médicos y referentes opositores expresando la necesidad de hacerlos por millones. ¿Pueden en su sano juicio creer que hay un país que pueda hacer millones de test? ¿Creen que eso serviría de algo aun si fuera posible? Todos estamos de acuerdo en que si hacemos más test tendremos mejores elementos para controlar la pandemia porque sabremos con mayor exactitud cuántos son y quiénes están infectados pero ningún país puede salir a hacer test masivos porque es logísticamente imposible y porque no tiene sentido.
Vinculado a este punto está el otro tópico del antiperonismo clásico: el peronismo miente. Claro que si tomamos el INDEC de algunos años atrás nos encontraremos con una cifra que no era representativa de la inflación real pero de ahí a suponer que todo discurso es relato y que toda afirmación de un gobierno popular sea falsa hay una distancia importante. Se dice “¡están mintiendo porque hay más casos que los oficiales!” ¡Pero claro, salames! Hay muchos más casos que los oficiales. En todo el mundo hay más casos que los oficiales. El punto es cuántos casos más hay y eso es relativamente fácil de medir porque conociendo el porcentaje de mortalidad y el porcentaje de pacientes que necesitan internación se puede calcular cuántos casos más hay sin hacer el test y sin que sean casos oficiales. Al día de hoy esa cuenta muestra que los casos no detectados y asintomáticos están dentro de un margen razonable.    
Tercer tópico: el peronismo es un fascismo que ataca las libertades individuales. Como los asustó bastante el covid-19, salvo algún libertario o algún trotskista que en el afán de criticar te puede salir a defender principios liberales con cara de piedra, nadie chilló cuando nos mandaron al aislamiento obligatorio. Pero eso sí, bastó la infeliz frase del “ciberpatrullaje para controlar el humor social” para que, de repente, Alberto Fernández tenga el bigote de Stalin. ¿Que el gobierno ayuda a veces y que todavía nadie entiende cómo Frederic dijo lo que dijo? Pues claro. ¿Que si lo hubiese dicho Patricia Bullrich tendríamos 5 tapas de Página 12 y la indignación de Gustado Silvestre garantizada? Obviamente. Pero tonterías no. Hay que ponerse de acuerdo: o corremos a Frederic por antropóloga progre zaffaronista o la corremos por la reencarnación de López Rega. Pero las dos cosas al mismo tiempo no.  
Cuarto tópico: el peronismo libera a los delincuentes. Lo hizo Cámpora, lo hacían los K con el Vatayón militante y ahora liberan a Boudou y a todos los presos. Quien me lee se ríe pero esta semana hubo dos editorialistas en prime time que dijeron “Vos estás preso y ellos están libres”. Sí, leíste bien. Dijeron que vos, por estar en cuarentena, estás preso y que los delincuentes acaban de ser liberados gracias a que liberaron a Boudou. Insisto: no es un comentario marginal de un troll en Twitter. Son periodistas en horario central, alguno que, si no me equivoco, hasta recibió el premio de participar de la colecta solidaria del último domingo. Pero son tan miserables que no valen ni una puteada.   
Quinto tópico: los peronistas usan el Estado para robar. “¡Se afanaron 6 PBI!” repiten algunos personajes que tienen la dicha de mantener un micrófono con todos los gobiernos, incluso con aquellos gobiernos a los que critican. Es una suerte que no todos tuvimos pero es para celebrar que algunos la tengan. Lo que no es para celebrar es que tan ligeros vinculen el caso de las compras con sobreprecios realizadas por el Ministerio de Desarrollo Social con los bolsos de López y la causa de los cuadernos, tal como he leído por ahí. Una vez más: ¿el gobierno ayuda a estas cosas? Por supuesto que ayuda. Lo que sucedió con esa compra fue vergonzoso y la respuesta que dio el gobierno fue errática. Primer acto: en medio del escándalo mediático, Arroyo se hace cargo y dice que algunos productos se pagaron de más porque, ante la urgencia, las empresas “se plantaron”; segundo acto: Alberto Fernández le dice a Arroyo: “después del desastre del viernes con los bancos no puedo seguir sosteniendo a todos los funcionarios que se equivocan. Alguna cabeza tiene que rodar”; tercer acto: renuncian quince funcionarios. ¿Cómo se llama la obra? No sé cómo se llama pero podría llamarse, como mínimo, “Comunicamos como el culo”. Luego, en todo caso, se verá si hubo algún vivo que se quedó con un vuelto. Todo el arco político pone las manos en el fuego por el ministro así que habrá que ver si fue un funcionario. Pero eso sí: si comprás comida para 11 millones de personas estás en condiciones de pelear el precio. El que se debe plantar ahí es el comprador antes que el vendedor.    
Podría seguir con el tópico de que la política es un gasto, que se pagan muchos impuestos (lo cual en un sentido es verdad y en otro no) y que la culpa la tienen los sueldos de los políticos, etc… pero ya ha sido demasiado. Es todo muy previsible. Es el eterno retorno de los prejuicios que se acomodarán a cualquier acción del gobierno. Se acomodarán mejor si el gobierno peronista da pie y lo merece, y se acomodarán peor si el gobierno peronista acierta más de lo que se equivoca.
Al final, parece que los verdaderos incorregibles son los antiperonistas.  

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