Hubo un tiempo que fue hermoso y
en el que creíamos en las encuestas. Pero ese tiempo terminó, como mínimo, el
domingo 25 de octubre pues incluso los boca de urna del PRO daban una ventaja
similar a la que supo obtener en las PASO Daniel Scioli. Pero también fueron
errados los análisis y las elucubraciones, en general, así que hay buenas
razones para descreer también de los analistas, por empezar, del que escribe
esta nota. Y sin embargo, la desmemoria del lector y la vorágine nos da una
nueva posibilidad para demostrar que a las imposibilidades metodológicas, las
manipulaciones y los sesgos hay que agregar el factor de la imprevisibilidad.
Con todo, no es esta una nota
sobre el azar si no sobre lo que puede ocurrir en el balotaje del próximo 22 de
noviembre, esto es, una nota que intentará llevar adelante la temeraria tarea,
una vez más, de predecir comportamientos (electorales). Y si nos dejamos llevar
por el efecto psicológico el ganador es Macri. Sí, efectivamente, a pesar de
ser segundo, la sobreexpectativa que se había generado en torno a un desenlace
en favor de Scioli en la primera vuelta, hizo que Cambiemos apareciera como el
gran ganador de la jornada, especialmente por el inesperado resultado en la
Provincia de Buenos Aires. Si los encuestadores quisieran volver a pasar
vergüenza deberían preguntarle a la ciudadanía, algunos días después de la
elección del 25 de octubre, a quién va a votar y el resultado arrojaría, sin
duda, una clara inclinación por el ganador “psicológico” de la contienda. Sin
embargo, es de esperar que, con los días, ese efecto disminuya y el electorado
pueda apartarse de la conmoción del resultado.
Haciendo números redondos, hay un
30 % de la ciudadanía que no votó ni a Scioli ni a Macri y allí estarían los
votos en juego pues, naturalmente, parece difícil que alguien que haya votado a
Scioli o a Macri decida apoyar a su oponente en esta instancia.
Por razones expositivas, quizás
convenga tomar los votos por candidato más allá de que los votos, hace mucho
tiempo, ya no son de los candidatos. Así que podría comenzarse por los
electores que eligieron a Adolfo Rodríguez Sáa. No han llegado al 2% pero en
una elección tan reñida pueden ser decisivos. ¿Qué perfil tiene ese elector?
Inescrutable casi tanto como la política de San Luis pero lo cierto es que
pareciera que allí habría un sector más filoperonista que opositor, con una
retórica federalista, estatista y algo conservadora en el terreno de lo moral. Es
posible que una parte mayoritaria de ese voto vaya hacia Scioli.
En cuanto a Margarita Stolbizer
su “indignismo” moralizante y denuncista no obtuvo los votos esperados y apenas
si rasguño el 2,5% de los votos. Hubo allí algún voto radical desencantado por
la alianza del partido con Macri pero no mucho más. De hecho, seguramente,
haber obtenido un porcentaje menor al de las PASO tuvo que ver con que parte de
su electorado decidió apelar al voto “útil” en favor de Mauricio Macri. Habrá
sido doloroso para Margarita pero buena parte de los que habían votado su
pureza republicana la abandonaron por un procesado que se transformó en un
“vetador serial” de leyes, incluso de aquellas apoyadas por sus propios
legisladores. Pero ese comportamiento de su electorado permitiría augurar que,
más allá de haber llamado a votar en blanco, un sector de sus votantes se
acercaría más a Macri que a Scioli.
En lo que respecto a la
izquierda, como era de esperar, sus referentes llamaron a votar en blanco tras
obtener 3,27% en la primera vuelta. Naturalmente, afirmaron, todo es lo mismo
porque para la izquierda todo lo que no sea ella misma es lo mismo. Sin
embargo, los votantes difícilmente se plieguen estrictamente a la posición de
Del Caño y es posible que una parte de esos votos, que no responden a un
“trotskismo duro”, vayan hacia el FPV, pues puede haber allí electores
enormemente críticos del oficialismo pero capaces de entender la diferencia
entre un proyecto y otro.
Llegamos a los votos de UNA bajo
la suposición de que dentro del aproximadamente 8% que los 3 candidatos mencionados
reúnen, un sector se inclinará hacia el voto en blanco blanco pero la otra
parte estaría más cerca de Scioli que de Macri, salvo en el caso de los
votantes de Stolbizer. Es entonces cuando aparece Massa y esos más de 21% que
pudo sumar resistiendo la polarización. Más allá de los coqueteos ambiguos de
los referentes, en su programa económico y en su visión del Estado, la
propuesta de UNA está más cerca del oficialismo que de la oposición. En todo
caso, el massismo se diferencia fuertemente del FPV en su retórica
antigarantista y su abuso de la demagogia punitivista pero la campaña, si bien
ha tenido una fuerte presencia de la problemática del narcotráfico, a
diferencia de elecciones anteriores, no gravitó tanto en torno a la
“inseguridad”.
Sin embargo, nadie puede dejar de
reconocer que el voto hacia Massa es también un voto opositor si bien es un
voto más de oposición al kirchnerismo duro que a Scioli. Y allí es donde se
abren los interrogantes: ¿qué prima en el voto massista? ¿La pertenencia
peronista que aun no siendo kirchnerista entiende que Macri es un límite o la
impronta opositora que haría todo lo posible para que el kirchnerismo no
continúe aun en la versión más edulcorada que aparece con Scioli? Según Felipe
Solá, quien, paradójicamente, afirmó que es muy difícil para los peronistas votar
a Macri, el 65% de los votos de Massa se inclinaría por el líder de Cambiemos en
el balotaje. De ser así, y volviendo a los números “redondos”, esto supondría
que cerca de un 13,5% de aquel 21,3% iría hacia Cambiemos y alrededor de un 8%
se trasladaría a Scioli. Me permito al menos dudar de esas proporciones pero
aun si fueran ciertas supondría que, con los votos de Massa, el escenario del
balotaje daría aproximadamente un 47/48% para Macri y un 44% para Scioli,
números que se estrecharían aun más si fuera correcto el análisis realizado
aquí en torno a los electores de Rodríguez Sáa, Stolbizer y Del Caño.
Asimismo, hay por allí un
porcentaje, quizás pequeño, de una suerte de “voto pánico” de sectores
progresistas que alguna vez pudieron votar al FPV y que esta vez no lo hicieron
porque pensaron que la elección estaba resuelta y querían tener la conciencia
limpia para el día de mañana levantar el dedo acusador frente a medidas de
tinte conservador que, desde su perspectiva, podría tomar Scioli. Ese sector
que puede haber ido a Del Caño pero que, en otra medida, difícil de calcular,
se puede haber diluido incluso en algún voto en blanco, es probable que, viendo
la posibilidad cierta de un Macri presidente, deje de lado la apatía y decida,
con “desgarro” o como sea, votar al candidato del FPV.
Para finalizar, por lo dicho al
principio, bien cabe preguntarse el sentido de escribir estas notas y de
leerlas pues generalmente la realidad nos abofeteará y nos aleccionará en
breve. Cuando eso suceda me escudaré en que lo aquí presentado fue simplemente la
“foto” de un determinado momento y que no había nada que permitiera aseverar
con certeza que estos serán los números del 22 de noviembre. Sin embargo, de no
mediar algún suceso extravagante estoy tentado a afirmar que quien marcha a la
cabeza de las preferencias hoy es el candidato de Cambiemos pero que el final
del recorrido puede augurar un resultado abierto, tan abierto que supondrá un
conteo largo, poroto a poroto.
1 comentario:
Mmm... la verdad espero que Macri no gane, porque entonces perdemos nosotros. Lamento tanto que sea el sector más desfavorecido de la sociedad el que más apoya a Macri, porqué??? Tiene acaso que ver con la educación que poseemos o con nuestros ingresos económicos??? Qué nos hace tan estipudos para tirarnos tierra en los ojos? Porque no son los ricos, empresarios, los que llenan las urnas, es la popu, somos nosotros.
Ojalá que las encuestas que dan ganador al monstruo de Macri, SE EQUIVOQUEN y gane el pueblo!
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