Cuando usted lea esto faltarán
pocos días para la elección del 22 de noviembre. Como el final parece abierto,
más que hablar de encuestas, parece razonable presentar los escenarios posibles
del día posterior, el 23N, en una Argentina que evidentemente comenzará una
nueva etapa.
¿Qué sucedería si gana Scioli?
Por lo pronto, una conmoción más grande que la que acaeció tras el sorprendente
resultado de la primera vuelta. ¿Por qué más grande? No solo porque se resuelve
la elección sino porque, contrariamente a lo que sucedió el 25 de octubre, el
que aparece instalado como favorito ahora es Macri más allá de que las
encuestas reconocen un repunte de Scioli y hay alguna que lo da ganador al
candidato del FPV. No le quedará margen a la oposición para denunciar fraude
porque, desde que llegó a la segunda vuelta, el sistema electoral que era
vetusto y corrupto se transformó en transparente y fiel expresión de la
voluntad popular. Con todo, es de esperar que, como lo hizo en las elecciones
anteriores, ante un resultado adverso, la oposición, busque “embarrar” la
cancha y viciar la legitimidad del nuevo presidente.
Más allá de eso, Scioli
presidente tendrá varios frentes abiertos desde la perspectiva política y
económica. Porque gobernará sin quórum propio en Cámara de diputados y con un
conjunto de legisladores representativos del kirchnerismo de paladar negro que
garantizarán el apoyo durante el primer año pero estarán en una continua
relación de tensión con los legisladores, llamemos, “peronistas” que responden
a los gobernadores. En este sentido, no hay que ser opositor para admitir que
aun dentro del oficialismo hay sectores molestos con La Cámpora y los
privilegios que la agrupación liderada por Máximo ha tenido en los últimos
años. Pues no hay trasvasamiento generacional que se
haga con buenos modos pero esa falta de tacto ha golpeado también a dirigentes
y militantes con compromiso y trayectoria valiosa, algunos de los cuales ya se
han ido o prometen quitar obediencia a CFK a partir del 10 de diciembre. Con la
presidenta fuera de la administración, esto es, sin “lapicera”, se observará la
talla de esa camada de jóvenes que han crecido políticamente en estos años.
Muchos han demostrado jerarquía y capacidad y han sido premiados por ello.
Otros, igualmente premiados, no han demostrado estar a la altura de las
circunstancias.
En el terreno económico, Scioli
también tendrá dificultades pues las promesas de campaña suponen cierto
desfinanciamiento del Estado. Desde el oficialismo responden con buen tino que
hay que redistribuir para crecer y que el crecimiento del mercado interno
devendrá en mayores ingresos a través de los impuestos al consumo. Con todo,
Scioli espera que la especulación, que tiene, en la Argentina, cara de
silobolsa, liquide los dólares; a su vez, se espera llegar a un acuerdo
razonable con los Buitres, esto es, pagarles una parte de lo que exigen y a la
vez impedir una nueva negociación de la deuda con el 93% que había aceptado la
anterior reestructuración. Asimismo, nadie del sciolismo niega correcciones
económicas. Lo que se dice es que éstas no serán bruscas ni se harán a costa
del bolsillo del trabajador. En ese sentido, hay un buen antecedente cercano.
Me refiero a la devaluación de alrededor del 30% que se dio a principios de
2014. Si, tras ese ajuste, las paritarias se hubieran cerrado a un 15% y no
hubiera existido una política de precios cuidados en los alimentos, el impacto
en el poder adquisitivo de los trabajadores hubiera sido enorme. Sin embargo,
las paritarias se negociaron como mínimo al nivel de la inflación que miden los
privados y el golpe a los bolsillos de los que menos tienen no se sintió tanto,
del mismo modo que tampoco se vio afectado el nivel de empleo que en octubre de
2015 alcanzó, según el INDEC, el 5,9%, esto es, el número más bajo de los
últimos 28 años. Por último, Scioli deberá encarar con un Estado eficiente la
problemática de los subsidios que, paradójicamente, favorecen a los que más se
quejan de ellos: los ciudadanos de clase media y alta de la región metropolitana.
Lo va a tener que hacer gradual y selectivamente. Y está bien que lo haga.
¿Y qué sucederá si gana Macri?
Desde el plano político las condiciones son positivas para su espacio pues si
bien no cuenta con mayoría en las cámaras, como pocas veces en la historia, una
misma fuerza política poseería Nación, CABA, Provincia de Buenos Aires y, algo
que no me parece menor, Boca Juniors. Ni el más optimista del PRO lo imaginaba
y los más contentos son las terceras y cuartas líneas de los radicales que
serán los principales beneficiados con todos los contratos que hacen falta para
cubrir semejante estructura burocrática. Porque los correligionarios saben que
el institucionalismo se cultiva mejor si hay contratos. Por suerte para Macri,
los votantes que buscan equilibrio y que creen que no es bueno que haya un
hombre o un partido con tanto poder, decidieron dárselo todo a él para combatir
la supuesta concentración que tenía el gobierno anterior. Extrañas paradojas
del republicanismo como el de Ernesto Sanz que anunció que, en caso de llegar
Cambiemos al poder, no le temblará el pulso para gobernar a través de decretos.
Si a este combo se le suma la afición de Macri por los vetos, el blindaje
mediático, al menos de unos años, y un Poder Judicial cómplice, (pues se habla de
contrapeso entre poderes pero quieren nombrar al jefe de los fiscales, cubrir
con sus hombres los 3 lugares que estarán vacantes en la Corte Suprema, etc.),
estamos ante un escenario de concentración de poder inédito que se enfrentará a
un peronismo que, a diferencia de los años 80, ya ni siquiera cuenta con la
fortaleza homogénea de los sindicatos y corre serio riesgo de balcanización en
caso de perder la elección.
Asimismo, en el plano económico
no hay mucho misterio: las correcciones que Scioli haría gradualmente teniendo
en cuenta el bolsillo de los trabajadores, Macri las transformará en un shock
guiado por la decisión política de abaratar los costos laborales, esto es,
bajar los sueldos (en USS). Se trata del combinado clásico de megadevaluación y
transferencia automática de la renta hacia los sectores más concentrados. ¿Que
no lo dice ahora? Lo dice a veces y a veces no lo dice porque es piantavotos
pero, de llegar a la presidencia, apelará al clásico efecto de “la pesada
herencia inobservada”. Esto significa que veremos desfilar a los principales
referentes mediáticos diciéndonos que una vez en la administración se dieron
cuenta que todo era peor que lo que pensaban y no les queda otra que recurrir a
un indeseable ajuste fruto del populismo dilapidador de los k. Esto será
acompañado por tapas de diarios con listas de ñoquis en el Estado (que los debe
haber, claro) para que, naturalmente, se justifiquen miles de despidos (de los
ñoquis y de los no ñoquis lo cual permitirá, no se olvide, el ingreso de nuevos
ñoquis que por ser de colegio privado son más cool y llevan salsa de Palermo que no mancha la ropa).
Pero a diferencia de Scioli, para
Macri será más fácil conseguir los dólares que permitan destrabar una serie de
cuellos de botella en los que está la economía argentina hoy: los buitres serán
los primeros en celebrar porque entenderán que el acuerdo es inminente; habrá
ayuda de bancos nacionales e internacionales además de una mediación de los
organismos internacionales de crédito que ofrecerán frescos billetes verdes
para blindar la economía. Porque la Argentina de Macri va a tener que demostrar
prosperidad para aparecer como el faro que debe guiar las experiencias
políticas de un escenario “pospopulista” en la región y generar el efecto
contagio. Y, como si esto fuera poco, lo paradójicamente preocupante es que el
kirchnerismo le deja al modelo neoliberal un país desendeudado, es decir, el
mejor de los escenarios posibles. El margen es tal que si no existiera un deseo
de revancha social de los sectores dominantes, el PRO podría implementar todas
sus políticas de transferencia de ingreso paulatinamente hacia los sectores
dominantes manteniendo la ayuda social durante dos períodos de un gobierno de
Macri. Mientras tanto, la mitad de los argentinos gozará de una fiesta de
consumo, del regreso del “deme dos” pero, el detalle, es que la Argentina tiene
otra mitad, la que estuvo por debajo de la línea de pobreza en 2001 y que supo
contar con un 20% de desocupación. Esos no viajarán a Miami y deberán
contentarse con un todo por “200 pesos”, versión posdevaluación del clásico
negocio de venta de baratijas importadas. Con todo, la prepotencia, la ambición
pero, por sobre todo, repito, el deseo de una revancha tras 12 años fuera de
gobierno de los sectores que siempre gobernaron este país, desde adentro o
desde afuera de la administración, seguramente acelerará el proceso y
probablemente comience a generar rápidamente enorme conflictividad social que
no será tapa de los diarios. Como verá, el escenario ante un eventual gobierno
de Scioli es un escenario inédito en tanto novedoso por la continuidad de un
proyecto nacional y popular en un contexto internacional difícil y con un
peronismo en estado de ebullición. El segundo, el de un eventual gobierno de
Macri, es mucho más fácil de configurar por la simple razón de que no es una
predicción sino el relato de una historia de la que ya hemos sido
testigos.
3 comentarios:
Antes que nada aclaro, no soy kirchnerista, pero si trato de ler de todo
En el ultimo parrafo citas el "proyecto nacional y popular". Cada vez que lo leo pido lo mismo: donde podria leerlo o acceder al mismo para saber de que se trata?
Agradeceria tu respuesta
Amigo, entendiendo que su pregunta es de buena fe, le respondo que para poder delinear ese "proyecto" hay que hacer historia de las ideas y reconocer los ejes que atraviesan las propuestas de Yrigoyen, Perón, Alfonsín y los Kirchner, propuestas que, a su vez, fueron transversales y se nutrieron de fuerzas políticas de todo el espectro, por izquierda y por derecha. Si bien habrá zonas grises, diferencias y elementos controvertidos, indagando allí podrá encontrar la columna vertebral de lo que se entiende por proyecto nacional y popular. Saludos
Gracias Dante por la respuesta... La pregunta es porque, a mi entender, un proyecto de tales caracteristicas DEBE estar escrito. Caso contrario, es un simple slogan y esta sujeto a decenas de interpretaciones y variaciones
Hay un libro sencillo e interesante de Ezequiel Ander Egg que se estudia tanto en educacion como en Servicio Social por ejemplo, donde describe los pasos que debe incluir todo proyecto.
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