El último
fallo de la “Cámara en lo Clarín y
Comercial” que prorrogó la cautelar que favorece al grupo de Héctor Magnetto,
tornó obsoleto el 7D si bien debe entenderse como un avance que todos los
grupos (salvo Clarín) hayan presentado un plan de adecuación, esto es, hayan
reconocido a la ley vigente y a la autoridad de aplicación que surge de ella.
Pero la prórroga de la cautelar realizada por el recusado juez De las Carreras
ha trabado el aspecto medular de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
pues de mantenerse la posición dominante en el sistema de cable, las nuevas
señales están condenadas a la invisibilidad. Ahora bien, a través del mecanismo
del per saltum, el gobierno intentó
que la Corte corrija el vergonzoso fallo que se burla del pedido que ésta misma
había realizado cuando sucesivamente habló de “tiempos razonables” para las
cautelares y luego, con menos ambigüedad, determinó que el 7D sería el plazo
máximo para estas nuevas formas de la dilación. Pero resultaba evidente que por
tratarse de un fallo de segunda instancia y de una cautelar, la iniciativa no
prosperaría. Lo que queda, entonces, es esperar un inminente fallo sobre la
cuestión de fondo, en manos del juez Alfonso y según cuál sea su decisión será
apelada por el Grupo Clarín o por el Estado argentino. Así, todos los caminos
llevan a la Corte, y a su Jefe: Ricardo Lorenzetti.
Pero
Lorenzetti, a diferencia del resto de los jueces que conforman la Corte que
reemplazó a la “Corte adicta” del menemismo, no ha ocultado, al menos
extraoficialmente, su voluntad de realizar una carrera política. Incluso, uno
de sus pares, el decano Carlos Fayt, declaró públicamente que vería con buenos
ojos a un Lorenzetti presidente de la Nación. Además, como recordaba Horacio
Verbitsky en su nota del domingo pasado, Wikileaks reveló que desde el “no
positivo” de Cobos, se venía reuniendo en secreto un grupo integrado por
empresarios, banqueros y referentes políticos como Ernesto Sanz y Alfonso Prat
Gay, entre otros, con el fin de diseñar una estrategia “poskirchnerista”. De
estas reuniones fue notificada la embajadora de Estados Unidos, Vilma Martínez,
por boca de Gabriela Michetti y la información publicada por el sitio de Julian
Assange da cuenta de que Lorenzetti era parte de esos encuentros y que incluso
su nombre aparecía como compañero de fórmula en una eventual candidatura a
presidente de Julio Cobos.
En este
contexto, la decisión de la Corte se muestra más política que cualquier otra
decisión que, en tanto tal, claro, siempre es política. Sin embargo, alcanza
una instancia incómoda pues la Corte ya no podrá seguir con ese rodeo
zigzagueante de ambigüedades que reparte flores y cuchillos para un lado y para
el otro de manera tal de tener a ambos contendientes “a raya”.
Ahora bien,
este aspecto coyuntural y, al fin de cuentas, hipotético (lo aclaro, como
siempre, para que ningún abogado del Grupo Clarín pretenda realizarme una
denuncia penal), se enmarca en discusiones estructurales y conceptuales acerca
del rol de la justicia en su relación con el resto de los poderes. Sin duda, el
control de constitucionalidad es una prerrogativa del poder judicial como forma
de control sobre el poder legislativo en ese complejo intento de equilibrio que
el modelo republicano construye dividiendo la soberanía en un sistema de
contrapesos constantes. Porque, claro está, es posible que el poder legislativo
sancione una ley que contradiga los principios de la Constitución y en tanto
tal carezca de validez. Sin embargo, este mismo modelo es el que muchas veces
transforma al poder judicial en aquel poder nunca refrendado por la voluntad
popular que, sin embargo, acaba ejerciendo de hecho acciones legislativas y
ejecutivas. En otras palabras, desde esta misma columna se ha mostrado en más
de una ocasión el carácter contramayoritario del poder judicial, heredero de
esa prosapia antidemocrática con que la constitución estadounidense trató de
poner límites a los vaivenes de la voluntad popular. En esta línea tampoco se
puede olvidar esa interesante distinción que el jurista Arturo Sampay realizara
mostrando el modo en que el Estado de Derecho liberal-burgués separaba el
Estado (como representativo del pueblo) del Derecho, para garantizar que el
modelo esté exento de cualquier intento de modificación vía los representantes
populares de turno. Pero en muchos casos el poder judicial no opera simplemente
como un espacio de resistencia ante las pretensiones presuntamente populistas
sino que compele a la realización de políticas activas. En esta línea tómese el
ejemplo de los diferentes fallos que obligan al ANSES a actualizar las
jubilaciones. La discusión es muy interesante y prometo abordarla en próximas
columnas, pero la decisión de las diferentes cámaras y de la propia Corte
Suprema, evidentemente altera, para bien o para mal, las políticas de un
gobierno. En este caso, con buen tino, el titular de ANSES mostró con números
claros que generalizar, por ejemplo, el fallo Badaro, no sólo quebraría en
pocos años el sistema previsional sino que afectaría decisiones ejecutivas
plasmadas en políticas tales como a) la cobertura que ya incluye a más del 95%
de aquellos hombres y mujeres en edad de jubilarse; b) el achicamiento de la
pirámide a través de una política de mayor aumento de las jubilaciones mínimas
y c) el conjunto de políticas sociales como los planes CONECTAR, PROCREAR o la
AUH. Insisto con esto: no se valora aquí si las políticas del gobierno son
buenas o no sino simplemente lo que se busca es mostrar que las decisiones del
poder Judicial no se abocan simplemente a “limitar” una acción que vulnere
derechos individuales sino que en muchos casos obliga a políticas activas, algo
que, en principio, debiera ser potestad del poder Ejecutivo o del Legislativo.
Para tomar un caso menos controvertido, recuérdese por ejemplo el fallo de la
Corte que obliga al Estado a ocuparse del saneamiento del Riachuelo. Nadie en
su sano juicio puede oponerse a esa decisión pero si lo que está en juego es la
discusión en torno a la división de poderes no sería descabellado afirmar que puede
que el poder judicial se esté tomando una atribución que no le compete.
En esta línea, creo que hace falta
resaltar varias cosas. Desde el punto de vista coyuntural de la historia reciente
de la Argentina, parece que ha llegado la hora de desnudar, de una vez por
todas, el entramado que vincula a varios jueces con los poderes económicos y el
grupo de familias con doble apellido que ha sobrevivido en posición dominante a
todos los gobiernos. Por otra parte, desde el punto de vista conceptual, no
sería mala idea comenzar una larga discusión acerca del rol de los jueces y el
modo en que el sistema republicano sacraliza al único poder que nunca se expone
a la voluntad popular como sí ocurre en el 90% de los Estados que conforman los
Estados Unidos por ejemplo.
Es esta misma
sacralidad aristocrática la que justamente transforma a un juez en un candidato
ideal para la oposición. Porque todos los demás están embarrados: los políticos
de la oposición no pueden ser buenos candidatos porque ellos mismos promueven
un discurso antipolítico; los periodistas opositores están en su momento de
credibilidad más baja y prefieren ocupar su clásico espacio de lobby y presión
desde la presunta neutralidad frente a las facciones políticas que
eventualmente pueden llegar a ubicar a un militante en el “puesto menor” de
Presidente. Lo que queda es un representante de la impoluta justicia. Un hombre
de leyes que en tanto tal parezca sólo un técnico, un sujeto que no interpreta
ni hace política sino que sólo actúa como marca la ley. Porque en el relato
opositor, perdida la posibilidad de un triunfo en las urnas, lo único que queda
es una ayuda de la biología (como sucede en Venezuela), la presión mediática o la
última trinchera del statu quo: la
justicia.
¿Se imagina qué buen candidato
opositor sería el jefe de la Corte Ricardo Lorenzetti si le diese un voto no
positivo a la ley de Medios que afecta a Clarín? ¿Acaso las fuerzas opositoras
no encontrarían en él al hombre que pudiera aparecer por encima de las luchas
de facciones como defensor de la nueva biblia republicana, la Constitución?
¡Quién lo diría! Quizás está naciendo un nuevo Cobos y nosotros no nos habíamos
dado cuenta.
8 comentarios:
Hola, Dante: La idea que subyace al texto es muy buena pero creo que falta un poco de claridad expositiva y una buena corrección al texto en sí mismo (por repetición de varias palabras, incongruencias en tiempos verbales, etc.). Creo que esas cosas aportan a la valía del planteo. Saludos.
Anónimo: una idea subyace "en", no subyace "a". Saludos.
Coincido con el planteo de democratizar el poder judicial. 100%. Hay que reformar la Constitución para ello, y de paso, habilitar a la Presidenta para que sea el pueblo el que defina los límites de la reelección con el popular. Es posible que Lorenzeti se haya mareado con la figuración del cargo. Da toda esa impresión. Pero está condenado al fracaso, como fue Cobos. Son figurones efímeros, que solo destellan si tienen respaldo mediático y les dura muy poco, como la libélula con la luz.
Muy interesante el post. Estas figuras pasajeras como Lorenzetti podrían llegar a servir para que la opo ganara una elección, pero nunca para gobernar al país. Caerían al poco tiempo bajo sus propias incoherencias, las presiones externas y falta de apoyo popular (delaruismo). La derecha no encuentra ni un Santos ni un Piñera(un Mussolini es imposible e incluso los senadores romanos solamente una vez encontraron un Sila).
Según el Diccionario Panhispánico de Dudas de la Real Academia Española, el verbo subyacer va seguido de una preposición:
Subyacer
2. Se construye con un complemento introducido por las preposiciones —ordenadas de mayor a menor frecuencia— en, a, bajo o tras: «¿Qué subyace en todo esto que parece generoso?» (Proceso [Méx.] 24.11.96); «Hay procesos perfectamente deterministas que subyacen a lo que ocurre» (Maturana/Varela Árbol [Chile 1984]); «La dulzura tímida que subyace bajo los gritos de las gaviotas» (Cerezales Fuera [Esp. 1995]); «Para apreciar el Barroco se requiere un buen conocimiento de la complejidad que subyace tras su manifiesta abundancia» (Garrido Jardines [Esp. 1997]).
Dante, se agradece la aclaración gramatical aunque es innecesaria en este blog, y particularmente en esta columna, dado que desvirtúa el sentido del mismo que, creo que es comentar contenidos publicados en el lugar correspondiente a los comentarios y nada más. Me parece que el tipo de digresión linguística que plantean algunos respetables comentaristas a manera de crítica deberían hacerlo en en los foros y blogs existentes a tales fines en lugar de pasear su soberbia intelectual por aquí.
Modestamente. NesLaser
PARA LA AUH Y LAS JUBILACIONES SIN APORTES SE DEBIO PLANIFICAR RECAUDAR FONDOS DE ASIGNACIÓN ESPECÍFICA, PARA NO CONDENAR A LOS QUE SI HICIERON LOS APORTES A NO COBRAR EL 82% QUE LES CORRESPONDE
TODOS ACORDAMOS CON LA AUH Y CON LAS JUBILACIONES A GENTE QUE NO TUVO LA POSIBILIDAD DE APORTAR, PERO FUÉ UNA IRRESPONSABILIDAD MANIFIESTA TOMAR FONDOS DEL ANSES Y QUE LOS JUBILADOS NO COBREN EL 82% QUE LES CORRESPONDE. ES UN FRAUDE AL QUE APORTÓ TODA SU VIDA.
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