Epígrafe: “para poder preguntar hay que querer saber, esto es, saber
que no se sabe”
Hans-Georg Gadamer
El último fin de semana, el programa que
conduce Jorge Lanata en Canal 13 retomó una crítica recurrente al modo en que
el kirchnerismo elige comunicar. Más específicamente, un aspecto que puede
leerse a la luz de esa relación de tensión entre el gobierno y los medios
dominantes, es la negativa a someterse a conferencias de prensa. Justamente el
informe del programa mostraba cómo pueden contarse con los dedos de una mano
los momentos en que la presidenta ha decidido aceptar preguntas de los
periodistas y el modo en que algunas de sus respuestas se realizaron en un
clima de tensión.
Hasta aquí no hay nada demasiado novedoso pero
la particularidad estuvo en ese aspecto de espectacularidad que Lanata intenta
dar a sus puntos de vista, privilegiando, en muchos casos, los golpes de efecto
al dato duro. Lo llamativo, entonces, es que tras su monólogo inicial, buscando
emular la respuesta de Tato Bores a la jueza Servini de Cubría, un grupo de
periodistas referentes especialmente de Clarín,
Perfil y La Nación más algún idiota útil que legitima por izquierda,
establecieron un slogan que rápidamente se diseminó a través de los portales de
estos diarios y las redes sociales. Se trata del “queremos preguntar” y que
refiere, entonces, al deseo que tendrían estos periodistas de transmitir sus
interrogantes a la presidenta, si no a través de los reportajes exclusivos que
anteriores mandatarios brindaban, al menos, en el marco de una conferencia de prensa.
Dado que no tuve la suerte de ser convocado a
esta manifestación, aprovecharé estas líneas para dar mi parecer al respecto y
para reflexionar sobre lo que significa preguntar, pues se trata de una
herramienta que ha sido determinante para todo el pensamiento occidental desde
los griegos hasta la actualidad.
Por lo pronto creo que habría que hacer
algunas diferenciaciones: considero que es mejor que haya conferencias de
prensa a que no las haya pero de eso no se sigue que esté en juego la libertad
de prensa ni que se esté frente a un gobierno autoritario y solipsista que ha
resuelto cortar todo vínculo con la opinión pública. De hecho, aun cuando esto
pueda ser criticado, el kirchnerismo optó por una nueva forma de comunicación
sin intermediarios a través de los discursos que realiza casi diariamente la
presidenta y utilizando, para situaciones que lo ameriten, la cadena nacional.
Claro está, los periodistas que el domingo se convocaron en los estudios de
canal 13 aducen que ese tipo de comunicación directa no admite preguntas ni
interpelación y que de ese modo el funcionario en cuestión sólo comunica lo que
desea, evitando así los temas comprometidos. Sin dudas es así y, de hecho, la
conferencia de prensa es el formato que se le da a esa lógica de las repúblicas
modernas en las que el gobernante debe rendir cuentas y hacer públicas sus
decisiones frente a la ciudadanía. Ahora bien, como muchas veces indicamos
desde esta columna, este esquema más propio del siglo XIX y las primeras
décadas del XX se ha venido alterando hasta llegar a una actualidad en la que
está en discusión toda la lógica periodística, desde la posibilidad de ser
objetivos y neutrales, hasta el hecho mismo de ser representativos de la
sociedad civil. Lo que, entonces, cabe reflexionar a partir de este “queremos
preguntar” es si efectivamente quieren hacerlo, quiénes son los que quieren
preguntar y qué garantía existe de que esa pregunta sea representativa de los
intereses de la ciudadanía. Respondiendo rápidamente a los últimos
interrogantes, daría la sensación que en el marco de la profunda crisis del periodismo
y a partir del gran apoyo que ha recibido el gobierno en su disputa contra los
medios dominantes, pareciera que una gran parte de la sociedad entiende que lo
que se unió en el programa de Lanata es la corporación periodística y que lo
que quieren preguntar no es representativo de los intereses de la sociedad,
sino más bien de las corporaciones a las que representan.
Pero más interesante sería indagar en lo que
significa preguntar porque, vinculado a lo recién dicho, puede que indagando en
el origen y el sentido que la pregunta tenía en la antigüedad, se concluya que
el preguntar está vedado menos por la decisión del kirchnerismo que por la
soberbia y los intereses de los periodistas del establishment.
La pregunta ha sido, entonces, central para
acceder a la verdad, ya desde los tiempos del nacimiento de la filosofía. Como
usted recordará, la historia cuenta que un amigo de Sócrates, Querefonte,
consultó al oráculo de Delfos acerca de quién era el más sabio en Atenas. Los
oráculos, como todos aquellos que dicen poseer algún don profético, se
pronuncian con ambigüedad pero a Querefonte le quedó claro que el elegido había
sido Sócrates. Al éste enterarse de la información que había recibido su amigo,
creyó que había habido una mala interpretación de las palabras del oráculo y se
propuso probarlo. A partir de aquí, viene la historia por todos conocida, que
tan bien retrata su discípulo Platón: se trata de interrogar a los
representantes de las diferentes funciones de la sociedad acerca de su saber.
Sin embargo, al hacerlo, Sócrates comienza a darse cuenta que aquellos que
aparentemente sabían, en realidad, no saben. De ahí concluye que el oráculo
tenía razón y que él es el más sabio, no por poseer una doctrina, o una gran
cantidad de conocimiento enciclopédico, sino por su conciencia de no saber, por
su saberse ignorante. Y a este punto quería llegar, porque como muestra Platón,
a alguien que no sabe sólo le queda la pregunta franca, nunca la respuesta. Por
ello Sócrates nunca escribió y sus diálogos no terminan con un momento final en
el que se propone desasnar al interlocutor comunicándole la verdad del asunto.
Más bien, generalmente los intercambios acaban en aporías, finales abiertos y
sin solución. Justamente de eso trata el método socrático: a través de
sucesivas preguntas, demostrar al interlocutor que está equivocado para que
haga catarsis, elimine ese falso conocimiento, y luego ayudarlo para que él
mismo pueda alcanzar la verdad.
Dicho esto, lo que se muestra con claridad
aquí es que el buen preguntar supone asumir que no se sabe. En otras palabras,
el que sabe, aun cuando interpele en un formato de pregunta, en el fondo sólo
la utiliza como puntapié pedagógico o como forma retórica. Es sólo un recurso
para decir, lo que él considera, la verdad. De aquí que se trate de una
pregunta inauténtica porque no se basa en la conciencia de no saber.
Así, contrariamente a lo que corrientemente se
supone, en una conferencia de prensa, ambos interlocutores deben tener la misma
predisposición: el que responde porque acepta preguntas que pueden incomodarlo,
y el que pregunta porque debe hacerlo dejando de lado sus prejuicios y la
soberbia de creerse poseedor de un saber. En otras palabras, las conferencias
de prensa son utilizadas generalmente por los periodistas para editorializar y
para opinar antes que para preguntar. Y es justamente éste el tema central que
aquellos periodistas corporativos que bramaban “queremos preguntar” no toman en
cuenta. De hecho, como bien indica el filósofo alemán Gadamer, la opinión, la doxa, es aquello que reprime el
preguntar pues quien opina, cree que sabe y en tanto tal no le interesa
preguntar o, si lo hace, es sólo para abonar su pretendido saber. Es
interesante, por último, una lectura que puede hacerse a partir de un
comentario del mismo Gadamer en su libro Verdad
y Método y es que en el origen de la palabra “opinión”, insisto, “doxa”, hay una doble significación. Por
un lado es aquel no saber que se opone al verdadero saber, llamado episteme; pero por otro lado, doxa significa también la decisión
alcanzada por la mayoría en la reunión del Consejo. De aquí Gadamer infiere que
la opinión siempre tiene una tendencia expansiva, busca aparecer como
representativa del interés general. En términos actuales, los que opinan, los periodistas,
siguen pretendiendo erigirse como voz de la sociedad civil tomada como un todo
homogéneo y de ahí consideran que, dado que la gente quiere saber, el poder
político debe abrirse a ellos en tanto portavoces de los intereses populares.
Sin embargo, está claro, las cosas han cambiado: los periodistas del
establishment no son la voz del pueblo sino de intereses económicos que son
presentados como intereses de toda la población. Por ello, si se indaga en
profundidad, se verá con claridad que estos periodistas no quieren preguntar. Simplemente
quieren opinar e incidir en las decisiones del poder político.
3 comentarios:
Muchos queremos hacer preguntas, en especial a esos preguntones y a otros personajes convertidos en fiscales de la república, que pueden decir que 200 falsas identidades en Twiter forman corriente de opinión.. y ocultan que con su puesta en escena los "preguntones" logran un impacto mediático en medios locales y extranjeros y hasta un proyecto de Ley para "obligar" -ellos, que critican el "autoritarismo" del gobierno- a los ministros a dar conferencias de prensa quincenales...
http://parapensar-eduardo.blogspot.com.ar/
simplemente IMPECABLE!
En la educación se ve con claridad la diferencia entre las preguntas "de examen" que muchas veces realiza el docente, y las preguntas genuinas/auténticas de los niños. Estas últimas son, sin dudas, las más interesantes y las que conducen al crecimiento de todos (¡incluído el docente!)
Publicar un comentario