jueves, 14 de julio de 2011

El triunfo del voto pro Cristina (publicado el 14/7/11 en Veintitrés)

Quizás con el ánimo de ocupar ese lugar que han dejado vacante aquellos periodistas, filósofos e intelectuales que en los 90 eran transgresores y hoy son todo el tiempo transgredidos por la política y la realidad, me atrevo a deslizar una hipótesis audaz: la explicación de los números de la elección porteña está en lo que llamaré el voto “pro Cristina”.

Efectivamente, leyó bien, y de lo que tratará esta nota es de corroborar esa hipótesis. Digamos que en términos absolutos Filmus hizo una buena elección, algo que se explica no sólo por su instalación como candidato de la ciudad en sucesivas elecciones desde hace cuatro años sino por ser “el candidato de CFK”. Pero, a su vez, en términos relativos, quedar a 19% puntos de Macri es un bofetón que ni el más pesimista esperaba. Sensaciones mezcladas, entonces, para el hoy senador del Frente para la victoria.

Pero explicar los votos obtenidos por Filmus no es la gran dificultad. Al fin de cuentas sacó unos 4 puntos más que en 2007 y lo que podría llamarse el “voto progresista de centro izquierda” llegó a ese 40% tradicional, esta vez, dispersado entre el ex ministro de Educación, Solanas y Telerman. En este sentido alcanza con repasar los números de la última década en la ciudad para notar que los porcentajes de un voto de centro derecha y de centro izquierda se mantienen y lo que varía son los nombres que lo encarnan y la coyuntura que hace que algún candidato sea capaz de absorber la mayoría de esas preferencias.

También es fácil dar cuenta del desempeño de Pino Solanas pues alguien debió advertirle al cineasta que “correr” al gobierno nacional con el discurso moral anti corrupción sólo es útil para seducir a un electorado minoritario que duerme en paz adoptando posiciones testimoniales. Así, su 12% implica, probablemente, el fin de una carrera política que había sido estimulada por el espejismo de la coyuntura particular de 2009. Finalmente, el distrito de mayor ingreso, esto es, aquel donde la calidad del voto estaría asegurada, (según se sigue de aquella poco feliz declaración que realizara hace unos meses), le dio la espalda. De este modo, Solanas paga el gran error estratégico de alejarse visceralmente del oficialismo y de ser, o bien ingenuo o bien conscientemente funcional a los intereses de sectores que jamás lo votarían. Fin de la película y de la epopeya moral en la que los créditos se los llevan otros, aquellos que le palmeaban la espalda cada vez que ingresaba al estudio de televisión. Ahora, en el lugar donde residía el rubro 59, Clarín ofrece en alquiler el cuartucho del sótano de TN donde supo descansar y abonarse el Pino indignado.

Pero el gran interrogante está en explicar los 47 puntos del PRO pues su gestión fue muy pobre en todos los niveles, tuvo conflictos innecesarios con diferentes sectores, su líder fue procesado, el presupuesto se subejecutó una y otra vez y, sin embargo, 4 años después obtuvo 1 punto más que lo alcanzado en la primera vuelta de 2007. En la columna de la semana pasada ensayábamos algunas razones para explicar por qué Macri estaba primero en las encuestas con alrededor de 40 puntos y vale retomar esos aspectos. Por un lado, decíamos que, en algún sentido, la figura de Macri no se desgastó en el poder porque nunca se expuso como tal. Más bien todo lo contrario: su victimización giraba en torno de presentarse como alguien que no puede, es decir, como un paradójico poder ejecutivo al que no lo dejan ejecutar. Desde ese punto de vista, simbólicamente, se dejó entrever que los grandes asuntos de la ciudad seguían siendo digitados desde la Casa Rosada. Así, la aparente “ubicuidad K” habría hecho que la ciudad no alcanzase la autonomía que le hubiera permitido al ingeniero Macri desarrollar la política liderada por sus elocuentes cuadros. Pero, por supuesto, esta no es la única razón capaz de explicar ese caudal de votos. Hay, sin duda, un porcentaje importante que elige lo que Macri representa y eso, guste o no, hay que aceptarlo; y hay otra porción de votantes que observa en Macri a aquel que puede disputarle un espacio de poder al kirchnerismo. Es, claramente, un voto antikirchnerista que elegirá a cualquiera que se ponga en frente del proceso iniciado en 2003 aun cuando goce de un gran bienestar económico. No importa si es un hombre con trayectoria o un adoquín. Lo que interesa es que se oponga, que diga “no” a los que los otros dicen “sí” y viceversa.

Todas estas variables son atendibles y dan cuenta de una parte considerable de los votos obtenidos por el macrismo pero no alcanzan para explicar sus 47 puntos. No me pida a mí los números exactos pues si ningún encuestador acertó el pronóstico, mal podría un humilde profesor de filosofía que navega en los onanistas mundos ideales, acercar datos precisos. Pero diré que un porcentaje muy importante de ese 47% son votos que Macri obtiene gracias a CFK. En esta línea, no debe sorprender lo que los analistas señalan, esto es, que muchos de los que votaron el último domingo a Macri votarán al Frente para la victoria en agosto y octubre. Las razones para dar cuenta de esto hay que buscarlas en las visiones clásicas liberales que suponen que es mejor desconcentrar el poder y en que las virtudes del heterodoxo plan económico llevado adelante por el gobierno nacional, inclina al electorado a sostener todos los status quo independientemente del color político. Sueña extraño pero si se toman las elecciones ejecutivas realizadas a lo largo de 2011, salvo el caso de Catamarca donde ganó el Frente para la victoria, en el resto de las provincias triunfaron los respectivos oficialismos. No importa el signo político. Lo que importa es que siga lo que está. Tal tendencia es de esperar que se mantenga en los grandes centros urbanos, algo que seguramente se confirmará con la continuidad de las gestiones actuales en distritos de relevancia. Más allá de que la lectura interesada dedicará el próximo mes a promover una supuesta ola antikirchnerista con el presunto triunfo socialista el 24/7 en Santa Fe, la confirmación del triunfo de Macri en el ballotage del 31/7, y la victoria del peronismo no K de De la Sota en Córdoba una semana después, es posible pensar que esos votos no son en su totalidad hostiles al kirchnerismo sino a favor de la continuidad de una política nacional que a veces tiene grandes opositores en espacios locales particulares que, paradójicamente, se ven beneficiados por la aceptación general de la que parece gozar el gobierno nacional. Es en este sentido que tiene plausibilidad mi temeraria hipótesis de que gran parte del triunfo de Macri se debe paradójicamente, no al voto antikirchnerista, sino al voto “pro Cristina”, es decir, al voto “continuidad del estado de cosas” y es desde esta perspectiva que el actual Jefe de Gobierno fue asesorado para no confrontar con CFK. A tal punto llegó esto que Macri no descartó eventualmente apoyar la reelección de la Presidenta. Lo hizo sin ponerse colorado del mismo modo que Ricardo Alfonsín tampoco lo hizo cuando se adelantó a afirmar que apoyaría al PRO en segunda vuelta si fuese porteño. Lejanas en el tiempo habían quedado las palabras de su padre con las que afirmaba que si la sociedad se derechizaba no había que acomodar las propuestas a esa tendencia sino empezar a acostumbrarse a perder elecciones. Pero así es la nueva política: ni nueva ni política.

4 comentarios:

Arbolengo dijo...

Dante. Así sera. No creo que estés en el mundo de las ideas.

Ahora, no olvidemos algo , Macri vendió los adoquines ¿Por eso es un adoquín?

Ja!

Muy bueno!


Un abrazo

Mart[in dijo...

Ignoraré la burda simplificación inicial que consiste en pretender que todos los votantes tienen un cartelito pegado al pecho que los diferencia "de derecha" (los que dan asco, los sin swing) y "de izquierda". Pasaré por alto el cinismo que reza que son iguales todos los "candidatos de izquierda", asumiendo que al votante le da igual Filmus, Solanas o Telerman (agreguemos a Carrió y a Cristina ya que estamos no? Si también son "de izquierda", nos da lo mismo cualquiera). Lo que me niego a ignorar es la incongruencia del salto de pretender que Macri hizo una buena elección (buena para él, mala para los porteños) con el argumento de la "víctima del gobierno nacional", con el atractivo de ser quien puede disputarle un espacio de poder al kirchnerismo; y un par de párrafos más tarde sugerir que Macri fue asesorado para no confrontar con CFK (si así lo fue, parece que lo desoyó completamente), que el mismo hasta apoyaría la reelección de la Presidente.

También es irrisorio el pretender que todos los votantes nos pusimos de acuerdo en que "esta es la Argentina en que queremos vivir" y por eso la mayoría votamos por el oficialismo de turno. Resumiendo, este texto intenta proponer que el voto "por Cristina" (por sus errores, por sus fallas) que favorece a Macri es un voto "pro Cristina".

Anónimo dijo...

No está mal que reconozcas ser un humilde profesor de filosofía que ni siquiera se toma el trabajo de ver que hubo encuestas que mostraron la realidad. Lo que sí está mal es que te esfuerces tanto por ser analista político. Lo que natura no da, Salamanca no presta. Vas al tope de la ridiculez.

Anónimo dijo...

el voto de Santa Fe es tambien pro Cristina?