En ocasión del conflicto por los despidos en Kraft, firmado por diversas agrupaciones de izquierda, aparecieron una serie de carteles en varias dependencias de la Universidad de Buenos Aires afirmando “Viva la huelga”. Asimismo, desde hace unos días, por otras razones, los grandes Medios comenzaron a cubrir todas las protestas existentes, especialmente aquellas que afectan el tránsito de la Ciudad. La confluencia no debe sorprender puesto que, una vez más, ambos sectores se benefician con la hipótesis del caos. Por izquierda, porque insólitamente se sigue descansando en la idea de que es necesario agudizar las contradicciones; por derecha, porque el caos genera miedo y el miedo, que muchas veces es zonzo, es el principal fundamento para propiciar excepciones que van, casi siempre, en contra de las libertades individuales.
Y sin embargo, ambos enfoques no están totalmente equivocados.
¿Cómo lograr visibilidad si no se molesta? Si no hay “protestódromo neustadtiano”, ¿qué otro lugar mejor que la calle para hacer conocer un reclamo?
Por otro lado, ¿es posible que el pensamiento progresista y de izquierda tenga un desprecio tan profundo por el espacio público? Más específicamente: ¿es posible que no haya clases en el Buenos Aires porque 12 chicos fueron castigados por irse sin permiso o que se tomen las facultades en apoyo a la huelga de Kraft? ¿Los cientos de miles de personas que viajan en el subte todos los días pueden ser rehenes de la interna gremial? Sin ánimo de ofender: ¿Puede ser que 20 tarados se arroguen el derecho de apropiarse de una avenida, un puente o cualquier espacio perteneciente a todos, por cualquier razón?
Los dos grupos de preguntas, los de una visión “más de izquierda” y los de una visión “más de derecha”, están conformados por preguntas retóricas. Sin embargo, resulta obvio que en la práctica hay colisión de intereses y derechos si se sigue al pie de la letra lo que estas preguntas suponen y, para escándalo de los amantes del consenso fácil, (aquellos que afirman que la mejor manera de resolver entre dos extremos, es eligiendo el medio), resulta imposible hallar una solución que “beneficie a todos”. En la práctica “el medio de los extremos” es inasible y más bien el péndulo oscila de izquierda a derecha y viceversa dependiendo el color del gobierno, la sociedad y la época.
Sin embargo, lo que cabe plantearse es cuál es la razón de este regocijo por el caos; regocijo que, como indiqué al principio, beneficia las hipótesis conspirativas tanto del taxista que escucha AM como del estudiante de Ciencias Sociales. Una vez reflexionado el tema, aun admitiendo la misma cantidad e intensidad de conflictos, probablemente el taxista apagará la radio para dejar de oír los “¿Hasta cuándo?” y el cartel de la Facultad que decía “Viva la huelga” indicará “Viva el trabajo”.
Y sin embargo, ambos enfoques no están totalmente equivocados.
¿Cómo lograr visibilidad si no se molesta? Si no hay “protestódromo neustadtiano”, ¿qué otro lugar mejor que la calle para hacer conocer un reclamo?
Por otro lado, ¿es posible que el pensamiento progresista y de izquierda tenga un desprecio tan profundo por el espacio público? Más específicamente: ¿es posible que no haya clases en el Buenos Aires porque 12 chicos fueron castigados por irse sin permiso o que se tomen las facultades en apoyo a la huelga de Kraft? ¿Los cientos de miles de personas que viajan en el subte todos los días pueden ser rehenes de la interna gremial? Sin ánimo de ofender: ¿Puede ser que 20 tarados se arroguen el derecho de apropiarse de una avenida, un puente o cualquier espacio perteneciente a todos, por cualquier razón?
Los dos grupos de preguntas, los de una visión “más de izquierda” y los de una visión “más de derecha”, están conformados por preguntas retóricas. Sin embargo, resulta obvio que en la práctica hay colisión de intereses y derechos si se sigue al pie de la letra lo que estas preguntas suponen y, para escándalo de los amantes del consenso fácil, (aquellos que afirman que la mejor manera de resolver entre dos extremos, es eligiendo el medio), resulta imposible hallar una solución que “beneficie a todos”. En la práctica “el medio de los extremos” es inasible y más bien el péndulo oscila de izquierda a derecha y viceversa dependiendo el color del gobierno, la sociedad y la época.
Sin embargo, lo que cabe plantearse es cuál es la razón de este regocijo por el caos; regocijo que, como indiqué al principio, beneficia las hipótesis conspirativas tanto del taxista que escucha AM como del estudiante de Ciencias Sociales. Una vez reflexionado el tema, aun admitiendo la misma cantidad e intensidad de conflictos, probablemente el taxista apagará la radio para dejar de oír los “¿Hasta cuándo?” y el cartel de la Facultad que decía “Viva la huelga” indicará “Viva el trabajo”.
5 comentarios:
Me gusta el análisis.. probablemente comente desde mi condición de alumno de la UBA que no pertence a ninguna agrupación universitaria pero, si bien estoy de acuerdo con las manifestaciones en este caso, no me parece adecuado la acción de perjudicar a los trabajadores en apoyo a los trabajadores..es de público conocimiento que a la derecha le molesta toda protesta(que no sea agraria) y que la izquierda universitaria acude, cual superheroe, en defensa o repudio de "algo", más allá de que comparta ciertos aspectos de la ideología. En si el conflicto en su totalidad resulta injusto, en una mayor medida para los trabajadores despedidos y en menor parte para los que transitan la ciudad a diario. Sinceramente dudo que el pensamiento de izquierda tenga un desprecio por el espacio público, y me inclino más por la posibilidad de que "hay que hacerse escuchar", ya que en mi humilde opinion, el "¿Hasta cuando?" pertenece a la misma línea del "Algo habrán hecho"..Abrazo..Damian
http://periodismo-dialectico.blogspot.com/
Es un tema interesante y no creo que haya una solución que sea benéfica para todos. Creo que en estos casos donde hay diversos intereses y opiniones en juego, es donde debemos recurrir a la constitución y darnos cuenta que ésta nos da derecho al paro, y no a cortar calles en forma de protesta, porque estaríamos impidiéndole a ciudadanos como nosotros el derecho de circular libremente.
Obviamente hay excepciones, no se le puede pedir a los jubilados o a los desempleados que hagan paro, ya que no tienen trabajo. En esos casos creo que quedaría justificado el corte de alguna calle.
Me gustó lo que publicó el/la anterior: "a la derecha le molesta toda protesta(que no sea agraria)" Es una gran verdad. Para empalmarlo con el tema de la entrada,creo que esos cortes que provocaron el desabastecimiento del país fueron un delito gravísimo y sólo porque está todo muy distorsionado no están los responsables siendo juzgados. Si hubiera sido que "el campo" estaba de lucha, quién enviaba los camiones llenos de cereales que estaban estancados en la ruta? Acaso esos productores que sí querían trabajar y que sí mandaban los camines no forman parte del campo?
Bueh, da para rato... me cebo con algunas cuestiones. El tema interesantísimo, me gustó tu entrada.
Saludos.
Nicovi.
Muy bueno el blog! te agregué a favoritos, obviamente estás invitado a pasar por el mío, que algo de filosofía tiene en algún punto... Y es aquí donde me pregunto si hay algo que no tenga filosofía?
Saludos!
Nicovi.
comparto en un todo tu mirada Dante, y qué buena tu capacidad de síntesis.
Yo agrego humildemente lo siguiente: Desde la derecha se nos inculca que los derechos de unos empiezan donde terminan los de otros... es decir los derechos de quienes enuncian semejante aforismo. Siempre son los derechos de los otros los que están a punto de empezar y que siempre se ven postergados porque los derechos de aquellos nunca terminan de acabar.
Este dogma, reaccionario a rabiar, ha penetrado culturalmente en nuestra sociedad al punto de imprimirse casi en nuestro ADN.
Así, el conflicto es anti-democrático. Y se va instalando esto que decis del "consenso fácil", un consenso conservador y reaccionario. Pero falso e hipócrita a la vez.
Los derechos no son ravioles en caja, sino, en todo caso, serán los ravioles ya cortados y metidos en la cacerola. Los derechos no son "quietos", sino que son "siendo"... los derechos no se contemplan, se ejercen, se vulneran, se extralimitan, se pelean, se rozan, se vuelven a amigar para volver a confrontar.
Quién define donde termina el derecho de uno y dónde comienza el del otro?. Y quién define al "uno" y quién señala con el dedo al "otro"?.
Como verán, el tema es mucho más complejo que como nos enseñó nuestra Señorita Maestra de la Primaria.
Dante, te felicito por usar "KRAFT" y no "EX-TERRABUSI" en tu artículo.
Después de ver durante semanas como algunos medios comprometidos por la pauta nos tomaron de idiotas, me parece que vale la pena notarlo.
Yo creo que es justo que el trabajador se defienda como pueda sin joder al resto. La realidad es que los directorios de muchas compañías multinacionales estan ataviados de corbatas que especulan permanentemente y con solo bajar o subir un pulgar destruyen miles de empleos quizá por la sola razón que el rinde de las acciones no les permitio ese año adquirir una nueva mansión en Aspen para competir con su socio. Algunos trabajadores saben esto, así como saben que muchos empresarios "POR LAS DUDAS" hechan gente por lo que se pueda venir, eso pasa aca mucho.
Hay reclamos que son genuinos, otros no tanto. Hay quienes aprovechan el caos arrimando polvora respondiendo a sus propias agendas.
Darle a alguien un empleo para que te ayude en tu negocio es una responsabilidad muy grande. Uno mismo como empresario tiene que evaluar muy bien cuando decide incorporar personal para usarlo a los fines de su propio negocio. Creo que la flexibilización que algunos necesitan roza la volatilidad de los mercados financieros, se pretende tratar al trabajador como una ficha más de una ruleta de casino.
Ningún extremo es bueno. Me parece que Kraft se puede permitir mantener esos puestos hasta que pase la crisis resignando un punto de rentabilidad. Los empleados no tienen que ser descartables ante el mínimo problema.
No somos mas que un conjunto de individuos que cada uno se calienta por lo suyo. Es por eso que como sociedad recién nos enteramos del problema del otro cuando nos jode. Y por eso la protesta. Tambien somos en general muy ignorantes y desconocemos la manera correcta de enfrentar un problema.
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