La conjunción
entre una presidenta con alta imagen positiva y la ausencia de un candidato
oficialista capaz de alcanzar un caudal electoral similar al de la primera
mandataria plantea un escenario electoral en el que no resulta descabellada la
posibilidad de una CFK compitiendo por un cargo. En este sentido,
imposibilitada una nueva reelección, las alternativas parecen ser tres.
En primer
lugar, CFK podría presentarse como candidata a diputada por el Parlamento del
MERCOSUR, elección que por primera vez quedará en manos de la voluntad popular
y que se efectuaría junto con la elección a Presidente de la República. Si bien
dicho Parlamento tiene poca incidencia práctica las ventajas serían al menos
dos: por un lado, confirmaría a CFK como una de las principales figuras en la
construcción regional sin el desgaste que supone el día a día de la política
vernácula; por otro lado, permitiría sumar una enorme cantidad de votos a la
fórmula presidencial del Frente para la Victoria (y a la de cada uno de los
gobernadores que no desdoblen las elecciones) pues una parte de los
parlamentarios de la región se elegiría por distrito único, lo cual significa
que la boleta de Cristina estaría en las boletas del Frente para la Victoria en
todo el país.
Una segunda
opción es que CFK se presente como candidata a gobernadora de la Provincia de
Buenos Aires. Por ser el distrito de mayor peso electoral, un triunfo de ella
ahí traccionaría votos para la fórmula presidencial del Frente para la Victoria
garantizándole un piso de un 20% solo por los votos obtenidos en ese distrito.
El aspecto negativo sería el desgaste de otro cargo ejecutivo al frente de una
provincia que, por PBI, extensión y población, es similar a un país.
Por último, la
tercera opción sería que CFK se presentara como primera candidata en la lista
de diputados nacionales por la Provincia de Buenos Aires. Aquí el efecto
tracción de votos favorecería no sólo a la fórmula presidencial sino también al
candidato a gobernador por el Frente para la Victoria además de garantizar un
importante número de diputados en la Cámara. Asimismo, siendo primera mayoría,
CFK podría llegar a ser presidenta de la Cámara de Diputados, lugar de gran
relevancia política e institucional. Como contrapartida estaría el desgaste de
la función y un interrogante acerca de si políticamente sirve pasar de ser la
presidenta a ser una diputada entre 257. Con todo, a juzgar por el antecedente
del propio Kirchner, quien luego de ser presidente se transformó en diputado,
esto no parecería ser un inconveniente.
Si finalmente
Cristina será candidata o seguirá conduciendo el espacio del Frente para la
Victoria por fuera de un cargo formal, es una decisión que tomará ella misma y
que, sin dudas, cambiará el escenario político.
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