Días atrás se
dio a conocer una encuesta de ARESCO que marcaría, en caso de ser
representativa, algunas novedades de cara al escenario electoral del 2015.
El primer dato
a resaltar es que Massa habría detenido su crecimiento en un número cercano al
20% de los votos. Hacer hipótesis ambiciosas sobre este punto puede dejarnos en
ridículo por la veleidad del electorado y por el margen de error de las
encuestas pero cabe decir que resultaría comprensible que esto sea así en la
medida en que el Frente Renovador tiene, hasta ahora, dificultades para
instalarse fuera de la provincia de Buenos Aires y ni siquiera en ésta tiene un
candidato a gobernador que traccione votos. Asimismo, el resultado auspicioso
logrado por Massa en la última elección acrecentó el aglutinamiento alrededor
de su figura de una enorme cantidad de dirigencia desahuciada comprometida
incluso con acciones antidemocráticas. En este sentido, más allá de sus
Redrados, Massa aparece como la derecha peronista en frasco de joven proactivo
sonriente y salvo una enorme operatoria de maquillaje no le será fácil el
camino hacia la Casa Rosada.
Como segundo
dato se muestra el crecimiento de Macri hasta apenas un par de puntos debajo de
Massa. A diferencia de este último, el PRO viene haciendo pie, aunque más no
sea en base a “celebrities”, en diferentes provincias. Esto lo hace sin desdeñar
la disputa punteril territorial ni en Capital ni en Provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, se presenta como una derecha moderna y se posiciona como la
novedad recurriendo a referentes que se han desarrollado por fuera de la política.
Esto le puede acercar un voto no peronista. Pero, a su vez, tiene, por
supuesto, problemas para instalar candidatos y salvo Gabriela Michetti es
difícil apostarle a ganador a alguno de sus hombres y mujeres en distritos
importantes. Con todo, a diferencia del Frente Renovador, el PRO no tiene plan
B: es Macri presidente o, probablemente, la disolución del partido con la
consecuente dispersión de sus dirigentes hacia otros espacios. En este sentido,
Macri no puede bajar su candidatura. Massa, en cambio, sí puede dar un paso al
costado y jugar su carta para gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Todo
el establishment desea eso porque una alianza explícita o implícita entre ambos
garantizaría el triunfo pero hay un solo problema: a Massa le fue demasiado
bien en 2013 y sigue estando arriba de Macri en todas las encuestas. ¿Cómo
convencerlo, entonces, para que se baje?
En cuanto a
FAUNEN, tanto la mencionada encuesta como las de otras consultoras, observan un
crecimiento pero ubican a cualquiera de sus potenciales candidatos
(especialmente Cobos y Binner) en un cuarto lugar, algunos puntos encima del
10%. Es de esperar que este espacio siga creciendo pues representa a ese sector
de la población antiperonista enamorado de los buenos modos, la pulcritud, el
denuncismo indignado y la palabra republicanismo. Su máxima aspiración es
obtener el resultado electoral de la Alianza en 1999 pero, sin dudas, el
escenario es otro y salvo algunos intelectuales marcados por la primavera
alfonsinista que vienen realizando un periplo desde el maoísmo y el mayo
francés hacia un discurso funcional a las corporaciones económicas, el
optimismo no desborda.
Asimismo, a
FAUNEN se le plantea un problema que ni Macri ni Massa tienen: la cantidad de
candidatos dentro del propio espacio. En este sentido, aun cuando entre todos
obtuviesen un 25% o hasta un 30%, tal número quedaría dividido en, quizás,
hasta 5 candidatos: Cobos, Binner, Carrió, Solanas y Sanz. De este modo, el
ganador por FAUNEN en las PASO iría a competir a la primera vuelta con menos
del 15% de los votos frente a candidatos opositores que, sin duda, van a estar
por encima de ese número. Por supuesto, esperarán que los votos hacia los que
quedaron rezagados dentro del espacio se redirijan automáticamente al ganador
de la interna pero todos sabemos que esa relación, en política, nunca es
directa.
En cuanto al
Frente para la Victoria, hay datos esperanzadores pero las dificultades no son
menores. Los elementos a destacar son varios. En primer lugar, la encuesta de
ARESCO lo da a Scioli por encima de Massa. Aun cuando otras encuestas no dicen
lo mismo, lo cierto es que Scioli, puntos arriba, puntos abajo, está parejo con
el candidato del Frente Renovador. Pero lo interesante es que la encuesta
plantea escenarios en el que el candidato del Frente para la Victoria no es
Scioli sino Randazzo, en un escenario, y Urribarri en otro. Con estos últimos
dos candidatos el caudal de votos hacia el oficialismo disminuye pero muchísimo
menos de lo esperado a tal punto que Randazzo sumaría 20,8 y Urribarri 16,3%
(respectivamente 4,5% y 9% menos que el escenario en el que el candidato es
Scioli).
Las lecturas
que se puede hacer de estos datos son variadas pero podría decirse que si bien
Scioli sigue siendo el mejor candidato del oficialismo, cualquier candidato que
reciba la unción de Cristina Fernández obtendría un caudal de votos que le
permitiría ingresar al ballotage incluso con números cercanos a los de Scioli.
Asimismo muestra que el oficialismo no está a merced de Scioli como se ha intentado
instalar a partir de las encuestas. Podría llegar a decirse, incluso, lo
contrario, pues el caudal de votos de Scioli solo se sostiene en tanto
candidato del Frente para la Victoria. Salirse de ese espacio implicaría
automáticamente el fin de su esperanza en transformarse en presidente.
En cuanto a
los problemas del oficialismo se pueden marcar como mínimo dos. El primero es
similar al del FAUNEN, esto es, la imposibilidad de poder elegir un candidato lo
llevaría a dirimir el asunto en las PASO. Esto debilitaría mucho al elegido en
tanto llegaría a la primera vuelta con un porcentaje cercano al 20%. El punto
aquí es que dado que es probable que en un escenario de segunda vuelta los
candidatos del Frente para la Victoria tengan serias dificultades para vencer a
cualquiera de sus oponentes, el candidato oficialista debería obtener al menos
un 40% en la primera vuelta y esperar que ninguno de sus adversarios llegue al
30%. Partiendo de un número cercano a 20% en las PASO no será fácil llegar al
40%. Sin dividir el voto y partiendo, en cambio, del 33% que, como piso, ha
obtenido el kirchnerismo desde 2003, el escenario sería otro.
Planteada esta
paridad general, el oficialismo tendrá dificultades para lograr imponerse pero
la oposición no la tiene más fácil. Especialmente porque a diferencia de las
elecciones en las que se podía observar algo así como 3 espacios (un
oficialismo de centro izquierda, un liberalismo de centro derecha y un
republicanismo institucionalista de centro) con un caudal de un tercio de los
votos cada uno, hoy, producto del éxodo de sectores de la derecha peronista
detrás de Massa, las variantes son 4. De aquí la desesperación del
establishment por tratar de bajar a uno de los candidatos: sea Massa en alianza
con Macri, sea FAUNEN en alianza con el actual Jefe de Gobierno.
En síntesis, a
casi un año de la elección el escenario parece complejizarse y dispersarse
todavía más. Ninguno de los opositores se corta solo para garantizarse el voto
útil antikirchnerista y el gobierno, si bien está lejos del 40%, observa que
distintos candidatos dentro de su espacio son capaces de pelear cabeza a cabeza
con Scioli, un candidato resistido por diversos sectores que forman parte del
kirchnerismo. De esto se sigue que, electoralmente hablando, el futuro de la
Argentina sea no apto para ansiosos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario