Las ideas conservadoras y la
defensa cerrada de las mismas era la característica saliente de los
termocéfalos ya en la antigüedad. Estas monstruosidades con rasgos
antropomórficos fueron denominadas así por la temperatura desproporcionadamente
alta que tenían en la cabeza. Si bien no
se podía reconocer si las ideas conservadoras eran las que elevaban la
temperatura o es la defensa de las mismas la que genera ese particular
desbarajuste corporal, lo cierto es que ya en esa época, y aun con
rudimentarios instrumentos, se comprobó que los termocéfalos convivían con
nosotros y que eran fácilmente detectables. A tal punto que era juego típico de
adolescentes molestarlos apareciendo de repente para espetarles conceptos
revolucionarios como “cambio”, “igualdad”, “democracia”, “distribución de la
riqueza” o “despenalización”, algo que, sin duda, enloquecía a estas
particulares criaturas.
Pero la peor afrenta al
termocéfalo es la posibilidad de sostener la indeterminación o la complejidad
de un determinado asunto. A punto tal que existen algunas leyendas urbanas que
indican que alguna vez, frente a una problemática enormemente compleja, un
termocéfalo llegó a una temperatura craneal cercana a los 100 grados,
manteniéndose en ese estado mucho tiempo tanto como el que puede mantener un
termo el agua caliente. La razón de esta reacción es fácilmente comprensible: los termocéfalos son seres simples que tienen
un mirada maniquea e impulsan, incluso desde su propia lengua, formas binarias
de exclusión, con buenos muy buenos y malos muy malos, con blancos muy blancos
y negros muy negros.
En tiempos donde se consideraba
que el nacer mujer o varón tenía que ver con la temperatura del semen del
padre, entendiendo que, a menor temperatura mayor imperfección, es decir,
mayores posibilidades de que nazca mujer, los termocéfalos reivindicaban su
condición como representativa del género humano, algo que insólitamente muchos
siguen defendiendo hasta hoy con la vehemencia de quien tiene la cabeza
caliente. Frente a ellos, antes que un paracetamol, lo que se recomienda es
exponerlos a un espejo mientras las transformaciones culturales de la humanidad
les pasan por delante de sus narices.
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